Los acuerdos del Cabildo de
Tenerife recogen la forma en la que las élites europeas de la sociedad colonial
se repartieron los recursos naturales de la Isla e iniciaron la explotación
intensiva de los mismos.
Unos apellidos que en algún caso siguen activos en la
vida política y económica canaria, se adueñaron de barrancos, valles y llanos,
de las fuentes de agua, de los montes, hasta de las cuevas.
En septiembre de 1508 el
Licenciado Alarcón presentó una cédula real en la que decía que no había agua
en el Valle de Afur para un ingenio azucarero, por lo que pidió tierras entre
Garachico y La Orotava, “donde hay muchas tierras de riego”.
Una real carta atendió las
reclamaciones de Alarcón, que también se quejaba de que los ganados le
destruyen las cañas de azúcar y las acequias, por lo que el alcalde mayor dio mandamiento
contra los pastores guanches, Juan Navarro, Miguel, Juan de Güímar y su mujer
Catalina, “y otros cualesquier pastores y guanches que andan por el valle de
Afore y su comarca” para que abandonen la zona y la cueva que habitaban, acusados
de haberla “ocupado”.
El 19 de mayo de 1509 se le dio
un ultimátum de tres días para abandonar la zona, notificación que les llegó el
28 de mayo. Su respuesta fue que vendiendo los quesos que tenían se marcharían
de la zona, culminando un desahucio que sin duda tuvo graves consecuencias para
esas familias.
El documento indica que algo
asimilable al queso usado en Castilla ya era elaborado por los pastores
guanches de esa época, cuestión que ha sido objeto de cierto debate ya que se
ha considerado que seguramente las poblaciones precoloniales elaboraran algo
similar a unas tortas de cuajada, más que quesos, similares a las que
poblaciones recientes del Ahaggar (página 132 de “Los aborígenes canarios” de
R. González Antón y A. Tejera Gaspar).
Además este testimonio recogido
en las páginas 243 y 244 del Fontes Rerum Canariarum V refleja la nueva
sociedad isleña en los primeros años del siglo XVI, ejemplo del terrible trato
dado a la población autóctona, precedente de lo que ocurrirá en la América
Latina en esos mismos años.
A veces las frías actas
institucionales recogen dramas ocultos que suenan extrañamente familiares para
una sociedad en la que se sigue sacando a familias de sus casas o de las que
les cobijan para que algunos poderosos puedan seguir disfrutando de sus privilegios.
Foto: Uno de los últimos cabreros
de Las Cañadas del Teide
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