domingo, 28 de agosto de 2022

El largo verano del 36 en La Laguna

El de 1936 no fue un verano más en La Laguna. Muchos no pudieron disfrutar como hubieran querido de esos días algo más cálidos y de esas noches casi siempre frescas. En las primeras horas del 18 de julio los artilleros del Grupo de Montaña de Tenerife se apoderaron de los puntos neurálgicos de Aguere sin una mínima oposición (1). Posiblemente pocos podrían pensar que los sucesos de esa mañana marcarían las siguientes décadas y mantendrían su sombra en el presente.

El Ayuntamiento no fue ajeno a estos graves acontecimientos. Lo que se desencadenó en esa jornada era una respuesta militar y profúndamente reaccionaria contra la legitimidad republicana, que especialmente desde la victoria del Frente Popular había planteado grandes avances en los derechos de las mayorías trabajadoras y campesinas, los de las mujeres y a la promoción de una acción claramente laicista.

El alcalde de ese momento, Alonso Súarez Melián, fue despojado de su cargo ese mismo día y trasladado a prisión. Su propio nieto lo relató en el salón de plenos lagunero el 14 de abril de 2016, de “este Ayuntamiento no se llevó ni una cuartilla ni un plumín, ni permitió que durante su mandato nadie lo hiciera. Mi abuelo entró en política con la única finalidad de ayudar a los menos favorecidos” (2).

No fue el único en sufrir esta suerte, junto con líderes sindicales, activistas sociales o simples afiliados de las fuerzas republicanas, también el resto de concejales de izquierda sufrieron suertes similares. Como indica el excelente estudio del investigador Fabián Hernández “iban ingresando en las cárceles laguneras (cárcel municipal de La Laguna, cuartel de Artillería o la Jefatura Local de Investigación e Información de Falange sita en la trasera del instituto Cabrera Pinto). Muchos de ellos fueron sometidos a intensas torturas en los citados centros de reclusión” (3).

Una de las pocas crónicas desde La Laguna, realizada en primera persona tras vivir esos duros momentos, es la que aparece en las memorias del concejal comunista lagunero Mauro Martín Peña, que define a la perfección ese momento. Describe que las fuerzas reaccionarias apoyadas en los militares “se lanzaron como lobos hambrientos a la búsqueda y captura de todos los ciudadanos que habíamos ostentado cargos políticos, sociales, docentes y administrativos”. Su propia detención y la de su hermano se producirá en su domicilio en la noche del 19 de julio (4).

Las actas municipales de esos días, a pesar de su frío tono burocrático, también nos dan pistas de lo sucedido en el Consistorio en ese verano de 1936 y ayudan a retratar los perfiles que asumieron el poder en Aguere, por orden de los golpistas.

A las 12:30 horas del día del Golpe militar se celebra en el salón de plenos la primera reunión de la comisión gestora creada ese mismo día por los militares y las élites locales que les eran favorables, para tratar de remedar una legalidad que habían violentado. Dos vecinos ocupan un destacado lugar. Se trata de Ángel Núñez López, designado por ser el “mayor contribuyente de esta localidad”, y Agustín Monteverde y Lugo, que describen como “cabeza de familia más numerosa de este término municipal” La presidencia de esa primera cita la ostenta en esa sesión inicial el Teniente Jefe de Línea de la Guardia Civil en La Laguna, Pablo Sánchez Hernández, dando “cumplimiento a la orden recibida por el autorizante del señor coronel Comandante Militar accidental” (5)

En ese mismo día, pero a las 15:40 horas, se celebra una nueva sesión plenaria. En ella se designará como alcalde, por parte del Coronel Jefe de Estado Mayor de Tenerife, al Comandante de la Guardia Civil, Santiago Cuadrado, acudiendo igualmente los vecinos nombrados con anterioridad (6), que continuarán durante parte de ese verano ocupando sus puestos, ya que los volvemos a encontrar en las sesión del 21 de julio.

Santiago Cuadrado ese mismo día, durante el intercambio de disparos que se desarrolla en el exterior del Gobierno Civil, pierde a su hijo, fallecido en el tiroteo en el que participaba como voluntario y miembro de Falange.

Sus primeros mensajes se reflejan en las actas del día 21, donde manda un “afectuoso saludo al vecindario de esta localidad”, que quiere que llegue “a todos los ciudadanos sin ninguna distinción” (7). Eran poco más de las 16:20 horas y en ese mismo momento ya había numerosos vecinos y vecinas detenidos, presos y torturados por sus ideales políticos, como relata el propio Mauro Martín en sus recuerdos. Su hermano y él estaban en uno de los pontones prisión fondeados en el muelle de la capital tinerfeña sometidos a todo tipo de vejaciones (8). Dudo que en modo alguno conocieran o compartieran el mensaje de afecto de los responsables del nuevo régimen en Aguere.

En esa sesión de julio además se aborda la situación de algunos funcionarios. El alcalde faccioso indica que “para la buena marcha de todos los servicios es necesario el concurso de los funcionarios municipales”, por lo que se hace una relación de personas que deben recuperar sus puestos, ya que habían sido apartadas por diversos motivos durante los años de la República. Nada le preocuparon los 31 trabajadores, que según los estudios de Fabián Hernández y otros autores, fueron represaliados en el Consistorio lagunero por sus ideas anarquistas, republicanas, socialistas o comunistas entre julio de 1936 y 1940 (9), eran rojos peligrosos.

El primer alcalde franquista restituye en esa fecha a Cristóbal Salazar Suárez, que había sido apartado del Ayuntamiento en la última sesión plenaria de la República, en un expediente de “faltas de negligencia” promovido justamente por el concejal Mauro Martín Peña (10). Ese mismo funcionario es mencionado en el peródico de Falange, menos de dos años después, como “Jefe de Milicias de La Laguna” (11).

También recuperan su plaza funcionarial Francisco Padilla Bethencourt, destituido en 1932 por el Tribunal Contencioso Administrativo (12) y afiliado en Falange en 1938 (13). Igualmente sucede con Segundo Díaz, identificado en el medio falangista como “Jefe de Semana de Falange por Las Mercedes” (14). Otros de los miembros de la administración recuperados por los fascistas serán Nicolás Vera Expósito, Miguel González Crespo, Luis Marrero Rodríguez, Felipe Báez y el sargento de la Guardia Municipal, Clemente Barrera, siendo archivados sus expedientes por el “estado pasional con el que se ha desarrollado la última etapa municipal” (15).

De la misma manera en la que mientras más de treinta funcionarios sufrían diversas penas, estos ocho recuperan su puesto y además mantienen diferentes vínculos con el nuevo poder político. Evidentemente no son sus líderes o promotores, pero sí parte de los instrumentos necesarios para poder implementar las acciones del nuevo tiempo político.

Echemos un vistazo más detenido al papel de los dos vecinos colocados como parte destacada de las nuevas autoridades en la jornada del 18 de julio. No son dos simples individuos que pasaban por allí, se trata de dos destacados miembros de la derecha local y con una dilatada presencia en puestos de responsabilidad en distintas entidades y ámbitos, muy especialmente el religioso, ya que ambos forman parte de la Esclavitud del Cristo de La Laguna. Ángel Núñez López era un destacado empresario, también promotor inmobiliario, pero no eran sus únicas virtudes a ojos de los golpistas. En 1927 había sido elegido Esclavo Mayor de la Esclavitud del Cristo (16) y en 1928 Vicepresidnete del Circulo Mercantil El Porvenir (17). En la Dictadura parece que se vincula a Falange, ya que su principal altavoz lo señala como “camarada”, al felicitarlo al ser elegido como presidente de Cruz Roja en el muncipio “por su reconocida caridad cristiana, sus positivos valores morales y su acentuado patriotismo” (18).

Por su parte, Agustín Monteverde y Lugo, responde a un perfil muy similar, un hombre estrechamente vinculados a los poderes y a las élites, Marqués de Villafuerte, fue vicepresidente del Casino de La Laguna (19). También forma parte de la dirección de la Esclavitud, siendo elegido Comisario de Fiestas Religiosas de esta entidad en 1930 (20) y también Esclavo Mayor de la misma en 1934 (21). Al igual que su compañero de ideales, es señalado como miembro de Falange poco después de la instauración del nuevo Régimen, siendo responsable del Servicio de Comedores Infantiles (22). Una organización que de forma muy activa protagonizará algunos de los incidentes de mayor brutalidad y numerosos asesinatos contra civiles, que en la mayoría de los casos habían mantenido posiciones totalmente pacíficas en su vida.

El nuevo tiempo que llegó a la Ciudad recordaba a sus añorados y largos viejos años de nobles, curas y caciques. Sus protagonistas llegaban con hambre de venganza frente al atrevimiento de aquellos miles de ciudadamos y ciudadanas que habían votado tan mal en febrero de 1936. Esos rojos que habían cuestionado sus privilegios y su moral, única posible y santa. Mientras algunos de esos imprudentes que soñaron con futuros de educación universal, pan, igualdad, justicia y cultura sufrían cárcel, violencia o incluso acababan sus días en el fondo del mar o en una fosa olvidada, los guardianes del nuevo poder y sus sirvientes disfrutaron de las mieles del regreso y de años donde pudieron recuperar el miedo en el alma de sus trabajadores y cada vez más monedas en sus bolsillos. Sus hijos y nietos, en algunos casos, supieron cambiar de chaqueta apenas unas décadas después. Saltaron desde el azul mahón a defender lo mismo, con la misma banderita como pulsera, pero como adalides de una pobre democracia y una supuesta libertad que huele a naftalina.


Fuentes consultadas

  1. Rivas García, Ramiro. Tenerife 1936. sublevación militar: resistencia y represión. Santa Cruz de Tenerife. 1999. p.49

  2. Acta de Pleno. 14 de abril de 2016. p.98

  3. Hernández Romero, Fabián. El último Gobierno municipal republicano de la ciudad de La Laguna: https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2015/06/28/el-ultimo-gobierno-municipal-republicano-de-la-ciudad-de-la-laguna/

  4. Martín Peña, Mauro. Sin rencor. Memorias de un republicano. Santa Cruz de Tenerife. 2013. p.p. 47-48

  5. Acta de Pleno de 18 de julio de 1936. p. 278

  6. Acta de Pleno de 18 de julio de 1936. p.279

  7. Acta de Pleno de 21 de julio de 1936. p.280

  8. Martín Peña, Mauro. Op. Cit. p. 49

  9. El Ayuntamiento de La Laguna propone restituir a los funcionarios represaliados por el franquismo: https://www.europapress.es/islas-canarias/noticia-ayuntamiento-laguna-propone-restituir-funcionarios-represaliados-franquismo-20191113145708.html

  10. Acta de Pleno de 16 de julio de 1936. p.277

  11. Amanecer. 16 de enero de 1938. p.2

  12. Gaceta de Tenerife. 3 de julio de 1932. p.2

  13. Amanecer. 1 de junio de 1938. p.2

  14. Amanecer. 19 de octubre de 1937. p.3

  15. Acta de Pleno de 21 de julio de 1936. p.280

  16. Gaceta de Tenerife. 5 de noviembre de 1926. p.2

  17. Gaceta de Tenerife. 28 de diciembre de 1928. p.2

  18. Amanecer. 30 de marzo de 1938. p.3

  19. Gaceta de Tenerife. 19 de diciembre de 1922. p.3

  20. Gaceta de Tenerife. 29 de octubre de 1930. p.1

  21. Gaceta de Tenerife. 27 de noviembre de 1934. p.8

  22. Amanecer. 30 de noviembre de 1938. p.3



domingo, 21 de agosto de 2022

El apoyo a las Olimpiadas Populares de Barcelona de 1936 en Canarias

Militantes antifascistas de muchos países sabían perfectamente que las olimpiadas de Berlín de 1936 representaban una gigantesca campaña de publicidad para los nazis, que ayudarían a tapar sus crímenes. Frente a ese foco lleno de racismo y odio se articuló una alternativa crítica, obrera y valiente, las Olimpiadas Populares de Barcelona, que supusieron organizar cientos de comités de trabajo locales y territoriales en diversos países, también en nuestra tierra.

Canarias no vivió al margen de este proceso de solidaridad frente a la impunidad. Aquí se organizaron por parte de activistas de la izquierda, especialmente comunistas, comités de acción insulares y regionales que pretendía dar apoyo a esta iniciativa, que trataba de reunir a unos seis mil deportistas de medio mundo, durante las últimas semanas de julio de ese año, y en donde pelearon con todo para lograr que una nutrida representación de deportistas y grupos folclóricos de las Islas estuvieran presentes. No sabían que en la madrugada del 18 de julio cualquier proyecto de celebración del deporte, la paz y la solidaridad quedaría totalmente imposibilitado.

Desde el Archipélago se realizó una intensa actividad de apoyo a las Olimpiadas Populares, a pesar de que el tiempo corría a la contra y que sabían lo dificil que sería lograr pagar los pasajes necesarios para llegar a Barcelona, por la pobreza en la que se vivía y los grandes costes que suponía un desplazamiento, siendo esta una de sus principales quejas en los periódicos de la época.

En abril se había reunido en París la Conferencia Internacional para el Respeto al Ideal Olímpico, que finalmente tomó el acuerdo de ubicar en Barcelona el evento que mostrara que los valores olímpicos no tenían nada que ver con el nazismo (1). Incluso los carteles dejan clara la diferencia entre la convocatoria alemana y la que se iba a celebrar en Barcelona. En una un gigante ario con los rasgos típicos del ideal nazi, sobresale sobre la puerta de Brandenburgo o una joven le coloca una corona de laureles a otro hombre blanco. En la cartelería de la Olimpiada Popular aparecen mujeres corriendo en igualdad con los hombres o personas blancas y negras juntas. Los organizadores sabían que “la imagen de la Olimpiada Popular no estaría completa si una mujer no ocupaba el lugar que le corresponde en ella” (2).

En el Comité Regional conformado en Canarias da inicio a su actividad con bastante retraso, en junio designan un comité de honor en el que estaban representados el Gobernador Civil, el presidente de la Mancomunidad, Lucio Illada, el presidente del Cabildo de Tenerife, Bethencourt del Río y los diputados Figueroa, Díaz Castro, Sosa Acevedo y Elfidio Alonso (3), todos sufrirían prisión tras al golpe franquista y la mayoría serían asesinados y posteriormente desaparecidos en los últimos meses de ese año 1936.

En el diario La Prensa se relata como el Comité “gestiona actualmente el mayor número de pasajes, con el fin de que la representación canaria abarque deportes netamente regionales, tales como la lucha canaria, juegos del palo y pértiga y otros deportes”. Además en la misma noticia destacan la designación de entrenadores en diversas categorías, como atletismo, lucha, esgrima, natación, boxeo, fútbol, baloncesto y ciclismo. Además se invita a Santa Cruz de La Palma a sumarse a esta labor, por su amplia afición al baloncesto (4).

A pesar del corto tiempo disponible se hace un enorme esfuerzo organizativo, apoyado en las redes que las organizaciones obreristas tenían en los distintos municipios y en los diferentes ámbitos deportivos. A finales de junio de 1936 se habla de cómo se han organizado comités pro Olimpiada Popular en todas las provincias, que en el caso de Canarias están promovidas por “las organizaciones deportivas y las juventudes de los partidos de izquierda”. Según esta misma crónica periodística “Tenerife cuenta con fútbol, boxeo, base-ball, ciclismo, basket y otras manifestaciones”, aseguranedo que “podríamos traernos una buena cosecha de triunfos de la gran ciudad condal”. Igualmente no dejan de hacer referencia al principal problema que limitaba la participación de los deportistas isleños, inistiendo en que si “Madrid no paga los gastos de viaje y hospedaje de los atletas que irían a las justas, nos hace pensar que los nuestros se quedarán en el terruño” (5).

Recuerdan de esta manera que el Congreso de los Diputados había acordado a inicios de ese mismo mes “ver con simpatía la Olimpiada Popular de Barcelona y recabar del Frente Popular que la apoye” (6). A esto se sumará el acuerdo de dar una subvención de 250.000 pesetas de la época a este evento, siguiendo el ejemplo de Francia, cuyo gobierno también se sumó activamente a promover este evento y había “hecho un estimable esfuerzo” en esta materia (7).

En Tenerife se constituye a finales de junio el Comité Pro Olimpiada Popular, que estará presidido por el hijo del diputado republicano, Luis Rodríguez Figueroa, Guetón Rodríguez, tendrá a Andrés Fernández Bethencourt como Secretario, Salvador Romero como Secretario de Relaciones, Julio Fernández como Secretario de Prensa, Antonio Núñez como Secretario Deportivo, con los vocales Fernando Arozena, Manuel Martín Arencibia, Luis González y Vicente Pujol, teniendo como sede principal en número tres de la lagunera Calle Tabares de Cala (8).

El cuatro de julio a las seis de la tarde ya se habían cerrado oficialmente las inscripciones en Tenerife para este evento deportivo, indicándose además que el Comité Regional estaba gestionando “de los diputados tinerfeños en Madrid el mayor número posibles de pasajes gratuitos con objeto de que la representación canaria sea lo más nutrida posible”. En ese mismo diario se aportan más noticias referidas a las Olimpiadas Populares, como los 28 atletas y futbolistas palestinos que estaban en camino de las mismas o como que el Madrid Fútbol Club había mandado a su equipo amateur a este importante evento deportivo (9).

El 12 de julio de 1936 se realiza en Tenerife un gran evento deportivo del que saldrían diversos seleccionados para participar en el viaje a Barcelona. En el Norte de la isla se celebró una carrera ciclista a Icod para identificar a “los mejores corredores de fondo que cuenta Tenerife” (10). Mientras, en el estadio de la capital tinerfeña, desde las tres de la tarde se realizaban los desfiles de deportistas, un encuentro de baloncesto entre las selecciones de la Isla y de La Palma, además de fútbol, atletismo, salto de longitud y altura, lanzamiento de disco y peso, además de un encuentro de lucha canaria, todo amenizado por la Banda Municipal de Santa Cruz (11). Este acto sin duda fue uno de los más importantes promovidos con motivo de esta actividad, además de un ejemplo de organización, con las apenas dos semanas transcurridas desde la constitución formal del Comité Insular.

Los ayuntamientos y el Cabildo no fueron ajenos a esta importante actividad social, política y deportiva. En el pleno de La Laguna del 15 de julio toma conocimiento de un escrito promovido por el Comité Insular y firmado por su presidente, en el que se pedían fondos para apoyar esta iniciativa, para facilitar la asistencia de deportistas, de la lucha canaria o el juego del palo, además del folclore “debidamente ataviado” (12), ya que también los grupos musicales de distintas nacionalidades estaban convocados. Esa misma jornada se lee el mismo texto en el pleno del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife (13).

A pesar del tiempo y esfuerzo dedicado el peródico La Prensa del 18 de julio de 1936, publicado antes de la intervención de las rotativas por los golpistas, habla de esa normalidad, desaparecida ese mismo día. El Comité se dirige a la opinión pública explicando que respondieron como “fervorosos entusiastas” del mundo deportivo y por “franco espíritu de compenetración, a esa magna competición deportiva internacional de carácter popular”, sin embargo señalan que la falta de respuesta de Madrid dejan a Tenerife “huérfana de tan magna competición”. Por contra agradecen los apoyos logrados por parte del Cabildo, que destinó 1500 pesestas a esta actividad, y del Gobierno Civil. Ese mismo diario recoje la desilusión de los ciclistas Miguel Castro, Manuel Delgado, Jaime Márquez y José Antonio Aguiar, que tuvieron que desembarcar el mismo 17 de julio, cuando ya iban a partir rumbo a Barcelona (14).

Los deportistas y los grupos folclóricos isleños no pudieron acudir a la cita, una vez más en Madrid no entendían la realidad de unas islas lejanas y éxoticas a sus ojos mesetarios. No sé qué hubiera sido de muchos señalados representantes deportivos designados si hubieran llegado a la ciudad Condal antes del 18 de julio, tal vez el presidente del Comité tinerfeño, Guetón Rodríguez, habría salvado su vida de los asesinos que venían con hambre de venganza, que destrozaron a su familia.

La violencia de los grupos ultras se desató de la mano de amplios sectores del ejército esa jornada. Muchos de los deportistas llegados de otros países a Barcelona se vieron desde las primeras horas ayudando en la resistencia frente al golpe, montando barricadas, y posteriormente en la guerra.

Para el nuevo régimen todo lo referido a la Olimpiada Popular era un ejemplo perfecto de lo que no querían. Los peródicos franquistas lo dejan claro en sus páginas, tal vez entusiasmados por el éxito de Berlín, con esa antorcha olímpica paseada por niños de las juventudes hitlerianas. Con evidentes influencias nazis dicen que lo que se iba a celebrar en Barcelona era “la llamada de los comunistas españoles a los extranjeros, a judios y rusos que comenzaron a pisar las fronteras españolas para colaborar en el advenimiento de la nueva república soviética” (15).

Muchos de los deportistas o de los promotores de los comités de apoyo sintieron en su propia piel el odio que para los franquistas implicaba haber apoyado o promovido esta Olimpiada Popular. El poder que llegó a España en ese momento apoyaba y compartía su adn con los regímenes fascistas europeos, para el que la autorganización de la clase trabajadora o los valores auténticamente deportivos eran simplemente sospechosos.


Fuentes consultadas

  1. Stout, James. La brutal historia de la Olimpiada Popular de 1936: un boicot al fascismo y a Hitler: https://www.nationalgeographic.es/historia/2021/07/brutal-historia-de-olimpiada-popular-de-1936-boicot-al-fascismo-y-a-hitler

  2. Stout James. Op. Cit.

  3. La Prensa. 26 de junio de 1936. p.6

  4. Idem

  5. Acción. 27 de junio de 1936. p.14

  6. Gaceta de Tenerife. 5 de junio de 1936. p.4

  7. Gaceta de Tenerife. 4 de julio de 1936. p.4

  8. La Prensa. 23 de junio de 1936. p.6

  9. La Prensa. 4 de julio de 1936. p.6

  10. Gaceta de Tenerife. 11 de julio de 1936. p.2

  11. La Prensa. 12 de julio de 1936. p.6

  12. AMLL. Libro de actas de sesiones plenarias del Ayuntamiento de La Laguna, sesión de 15 de julio de 1936. p. 274

  13. Gaceta de Tenerife. 16 de julio de 1936. p.5

  14. La Prensa. 18 de julio de 1936. p.5

  15. Gaceta de Tenerife. 13 de agosto de 1936. p.1


domingo, 14 de agosto de 2022

El Teniente Alfonso González Campos frente al golpe del 18 de julio

Hasta los fascistas decían que el Teniente Alfonso González Campos era un hombre risueño, pero fue su odio el que le borró la sonrisa para siempre. Casi a la misma hora en la que dió inicio el Golpe militar, apenas 25 días antes, las balas de un pelotón de fusilamiento acabaron con su vida. Eran las cinco y cuarto de la madrugada del 11 de agosto de 1936 y el marco de esta terrible ceremonia de muerte fue una vez más la Batería del Barranco del Hierro (1). Nunca había cometido ningún delito, algunos dicen incluso que era más monárquico que republicano, pero fue uno de los pocos miembros de las fuerzas del orden tinerfeñas que en esa jornada lúgubre cumplió con su deber, defendiendo hasta las últimas consecuencias la legalidad democrática republicana. 
Alfonso tenía solo 32 años y su esposa, Themis Hernández Pérez, quedaba viuda embarazada del primer hijo de la pareja. La Gaceta de Tenerife, uno de los medios que más aplaudió la acción ilegal de los militares franquistas, recoge la nota de la Comandancia Militar en la que se cumplía la sentencia del Consejo de Guerra, iniciado pocos días antes. La fría literatura castrense menciona con una crueldad insondable como el Teniente “rescató con una muerte digna el momento de ofuscación que a ella le condujo” ya que según sus propios verdugos estaba “arrepentido de su culpa” y a la hora de morir gritó un “viva España” (2). Según sus asesinos, la ofuscación fue ser leal a los valores democráticos y constitucionales que los golpistas borrarían brutalmente durante casi cuatro décadas, protagonizando uno de los escasos momentos de resistencia que se dió en la jornada del 18 de julio en la isla de Tenerife. 
Nuestro protagonista había nacido en 1904 en Güímar (3), iniciándose en la carrera militar siendo muy jóven. La prensa de la época ofrece un número importante de noticias referidas a sus progresos en esta materia, sobre sus idas y venidas de la Isla, incluso algunos momentos de su vida personal. Con apenas doce años logra el cuarto puesto y un sobresaliente en los exámenes realizados en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife para obtener la beca de bachillerato (4). 
En marzo de 1922 aprueba el cuarto ejercicio para el ingreso en la Academia de Infantería de Toledo (5), logrando finalmente entrar en esta institución en julio de 1923 (6). Tres años después el Diario Oficial, por real orden del 8 de julio, notifica el ascenso del jóven Alfonso al puesto de Alferez en la Academia de Infantería, felicitando la prensa de la época también a su padre, José González Duarte (7). Poco después es destinado por primera vez a Tenerife, incorporado al Regimiento Nº64 (8). Entre 1928 y 1930 pasa por varios destinos, como el Batallón de África Nº15, emplazado en Melilla, y la Brigada Disciplinaria de Cabo Juby (9)(10). 
También se nos permite conocer por las amarillentas páginas periodísticas algunas de las aficiones de militar güimarero, caso del fútbol, ejerciendo el 8 de diciembre de 1929 de árbitro en el partido entre la Unión Cabojubiana y el Club Disciplinario, derbi ganado por cuatro goles por los primeros (11). En mayo de 1930 regresa a Tenerife, a su antiguo regimiento (12). 
Con la llegada de la II República se reorganizan las fuerzas militares emplazadas en Canarias, siendo trasladado al Regimiento 34, al que ya entra con el grado de Teniente (13). Otra muestra clara de su interés por el mundo futbolístico aparece destacada en los medios escritos del momento, al ser nombrado vicepresidente de la Federación Tinerfeña de Fútbol en su asamblea del 13 de agosto de 1934, donde Adrián Savoie ocupará el puesto de presidente de un deporte que en ese momento ya tenía una enorme popularidad (14). Parece que la noticia no sentó demasiado bien entre sus mandos, que solo cuatro días después reclaman que se presente de forma inmediata en el cuartel, “por haberse ausentado de esta plaza en uso de permiso de verano” (15). 
 En los últimos meses de 1934 le tocará en dos ocasiones ejercer de abogado defensor en dos consejos de guerra diferentes. Poco podía suponer el proceso que él mismo sufriría en apenas unos meses, una vez desencadenado el golpe militar. En la primera corte marcial le toca defender a los guardias civiles Casimiro Ruíz y Francisco Bermejo, detenidos por “delito de homicidio” (16). Según nos cuenta el brillante estudio documental del investigador Pedro Medina Sanabria, este juicio se desarrolla ante el asesinato del vecino de La Guancha, Pedro Domínguez Dorta, tiroteado por los anteriormente mencionados por haber proferido unos supuestos “insultos a la autoridad”, siendo ambos militares posteriormente liberados sin cargos, gracias a los amplios beneficios que el Gobierno conservador de ese momento daba a las fuerzas del orden (17). El segundo juicio será contra Anselmo González y Alfredo García, soldados del Grupo Mixto de Artillería Nº2, acusados de “desobediencia e insulto a superior” (18), no teniendo testimonios posteriores de cómo quedó este procedimiento. En 1935 entra a formar parte del Cuerpo de Seguridad y Asalto, conocido como Guardia de Asalto, creado por el gobierno de la II República en 1932 (19). 
Su primer destino es la Comandancia de Barcelona (20), pero en julio de ese mismo año regresa nuevamente al Archipiélago, esta vez para ocupar la plaza de Teniente de dicho cuerpo en Santa Cruz de La Palma (21). Poco antes de marchar a La Palma se casa con la ya mencionada Themis Hernández Pérez. Justo el día antes de la boda, que se celebró el 16 de julio en Tacoronte (22), vivirá una experiencia muy in tensa, al detener al responsable de un intento de asesinato en la zona de La Medida, al que junto con el juez municipal de Güímar, Santos Angulo, captura mientras intentaba huir rumbo a Santa Cruz (23). 
El destino quiso que la “Superioridad” decidiera la disolución de la sección de Asalto de la capital palmera, con lo que Alfonso, junto a su mujer, vuelve a la capital tinerfeña a inicios de 1936 (23), dejándolo de esta manera a las puertas de su terrible final. Poco después de esa fecha se produce el triunfo del Frente Popular, un gobierno obrero era la excusa que las fuerzas reaccionarias necesitaban para desatar su violencia contra el nuevo tiempo que empezaba apenas a florecer. En la jornada del 18 de julio nuestro protagonista está junto a sus hombres en la capital tinerfeña. En la madrugada los militares ultras desplegaron sus tropas, ocupando las zonas estratégicas de la ciudad, incluído el Gobierno Civil, en el que según el libro de Andrés Chávez y la crónica del Comandante fascista Alfonso Moreno Ureña, se encontraba el Teniente de la Guardia de Asalto asistiendo al Gobernador Civil y otras autoridades civiles y policiales. Según la prensa Ureña vio al entrar “un grupo de unas nueve personas entre las que vió al Gobernador, su secretario, el inspector jefe de la Policía, este con las manos en los bolsillos de su americana, y al infortunado teniente don Alfonso González Campos; era este el más próximo a la puerta, y su gesto alegre y risueño a que me tenía acostumbrado, era para mi, en aquel momento, algo totalmente desconocido, tanto que me preocupó desde el instante de verle”. La charla del comandante golpista, en la que se permite dar vivas a “nuestro insigne caudillo” y al “ejército de salvación” (25), indica que el Teniente González no simpatizaba con lo que en ese momento sucedía en los exteriores de los principales edificios públicos de la Isla. Según el amplio y necesario estudio de ese período del profesor Cabrera Acosta, lo que sucede en esa jornada en las inmediaciones del Gobierno Civil “implica sobre todo al republicanismo de izquierdas”, que instigó la respuesta de la Guardia de Asalto para que se liberaran a las principales autoridades de la Isla (26). 
 Desde la propia prensa, totalmente sometida al nuevo régimen, se narra el momento, detallando como “los jefes militares con fuerzas a sus órdenes ocuparon el Gobierno Civil y demás centros oficiales” y “con motivo de este movimiento fueron destituidas todas las autoridades de la Provincia”, quedando el gobernador, Vázquez Moro, detenido, igual que el alcalde capitalino, para ser posteriormente trasladados a Paso Alto (27), ambos serían asesinados y desaparecidos poco después. En la Gaceta describen una “colisión sangrienta entre la fuerza del ejército que se encontraba guarneciendo el edificio del Gobierno Civil y una fracción de doce guardias de Asalto de esta capital (…) dirigidos por el teniente del mismo cuerpo, don Alfonso González Campos”. Igualmente se explica que tras el tirotero producido, que dejó un saldo de un guardia y un falangista voluntario muerto, además de varios heridos de diversa gravedad, “Campos logró huir sin ser detenido” (28). A las pocas horas el Teniente González Campos decide entregarse, sus hombres también habían sido desarmados y detenidos. El 4 de agosto se inicia el Consejo de Guerra contra ese pequeño grupo de valientes que decidieron enfrentarse a fuerzas superiores para liberar a las autoridades retenidas de forma ilegal y recuperar el control democrático de Tenerife. Son en total 36 guardias de asalto los que acompañan a su superior, así como un vecino que participó de la lucha (29). 

Según un extracto de la crónica de José Antonio Rial, publicado en el libro que Andrés Chávez dedica a estos sucesos, el propio González Campos había comentado a otros compañeros presos “que un hombre decidido al frente de una pequeña tropa leal, como la que él mandaba, hubiera podido tomar sin resistencias el Parque de Artillería de la plaza Weyler (…) ese error táctico me va a costar la cabeza” (30) El 10 de agosto termina el Consejo de Guerra. Posiblemente todas las partes ya sabían plenamente lo que era la “justicia” de los golpistas. Se condena a muerte a nuestro protagonista, a 26 años de reclusión mayor militar a 14 guardias de asalto, 20 años de reclusión menor a otros 20 guardias y a 6 años al paisano Diego Poveda Pestano. En esa lenguaje gris de la prensa bajo el franquismo, también se traslada a la sociedad que tras la sentencia “se han cursado numerosos telegramas a la Junta Nacional de Burgos y al general Franco, que han suscrito entidades y representantes de todas las clases sociales”, en los que se pedía clemencia y se permitiera vivir a Alfonso, hasta los medios locales La Tarde, La Prensa y Gaceta de Tenerife suscribieron esas manifestaciones (31), peticiones que no fueron escuchadas. Alfonso González Campos ya estaba muerto y enterrado cuando en noviembre de 1936 su único hijo nació (32), también aparece en los periódicos que aplaudían al nuevo poder, las victorias de Franco y los ejemplos “luminosos” de otros grandes líderes de occidente como Hitler y Mussolini. 
Acabo el artículo precisamente con un fragmento de la propia memoria de su hijo, Alfonso González Hernández, que relata la vivencia de una familia rota por el dolor de ese asesinato de ese padre “simpático, entregado a los demás” que no conoció. Cuenta como su madre, viuda con solo 23 años, hablaba de su marido, “y lloraba amargamente. Yo dejé de preguntarle por mi padre porque le entristecía mucho todo aquello. Aquel abatimiento le provocó una enfermedad irreparable; murió joven, con 47 años” (33), una familia más, como tantas miles, también marcadas por el dolor de la violencia que quebró la paz y la convivencia, personas que tuvieron que mantener en silencio su sentimiento y sus lágrimas mientras los verdugos eran premiados en las calles o en la vida civil. 
Fuentes consultadas
1. Gaceta de Tenerife. 11 de agosto de 1936. p.1 
2. Idem 
3.https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2018/09/05/victimas-mortales-del-franquismo-en-la-villa-de-guimar/ 
4. Gaceta de Tenerife. 23 de julio de 1916. p.2 
5. La Prensa. 22 de marzo de 1922. p.1 
6. El Progreso. 20 de julio de 1923. p.1 
7. El Progreso. 16 de julio de 1926. p.1 
8. La Prensa. 31 de julio de 1926. p.3 
9. La Prensa. 9 de mayo de 1928. p.6 
10. La Prensa. 26 de enero de 1929. p.5 
11. La Prensa. 3 de enero de 1930. p.3 
12. La Prensa. 25 de mayo de 1931. p.4 
13. El Progreso. 24 de junio de 1931. p.1 
14. La Prensa. 15 de agosto de 1934. p.6 
15. La Prensa. 18 de agosto de 1934. p.6 
16. Gaceta de Tenerife. 8 de noviembre de 1934. p.10 
17. https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2014/08/16/pedro-dominguez-dorta-muerto-a-tiros-por-la-guardia-civil-en-la-guancha/ 18. Gaceta de Tenerife. 6 de enero de 1935. p.2  
19. http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/autoridad/59576 
20. La Prensa. 11 de mayo de 1935. p.3 
21. La Prensa. 2 de julio de 1935. p.4
22. La Prensa. 12 de julio de 1935. p.3 
23. Gaceta de Tenerife. 16 de julio de 1935. p.3 
24. La Prensa. 30 de enero de 1936. p.8 
25. La Prensa. 27 de noviembre de 1936. p.5 
26. Cabrera Acosta, Miguel Ángel. La II República en las Canarias Occidentales. Santa Cruz de Tenerife. 1991. p. 611 
27. Gaceta de Tenerife. 19 de julio de 1936. p.4 
28. Idem 
29. La Prensa. 4 de agosto de 1936. p.2 
30. Chaves, Andrés. Gesta y sacrificio del Teniente González Campos. Santa Cruz de Tenerife. 2003. p.51 
31. La Prensa. 11 de agosto de 1936. p.3 
32. La Prensa. 13 de noviembre de 1936. p.3 
33. Chaves, Andrés. op. Cit. p.70-71