Gregoria
Magdalena Goya Hernández, conocida como Carmen, fue una obrera más
del poderoso sector del tabaco de Tenerife en la década de los
treinta, pero también una mujer implicada activamente en el
sindicato CNT y una comprometida anarquista, aunque nunca ocupó un
puesto directivo u orgánico, como tantas de sus compañeras. Su
destacado protagonismo lo evidencia al ser una de las pocas mujeres
condenadas a muerte en Canarias, aunque posteriormente su pena fuera
conmutada por una larga estancia en las cárceles franquistas y el
exilio.
El
mejor relato de su memoria nos lo dejó Montserrat González Lugo,
que conoció directamente a Carmen en sus últimos años de vida.
Gracias a él sabemos que nació en Santa Cruz de Tenerife el 10 de
agosto de 1905 y era hija de Pedro
Goya, “trabajador subalterno del ayuntamiento de la capital y
activo militante del Partido Republicano Federal. Obsesionado por la
educación y la instrucción, asistía regularmente con sus hijos e
hijas mayores a las escuelas obreras, donde, impartidas por maestros
de izquierdas y planteadas con lenguaje asequible, se daban charlas
sobre cuestiones culturales de toda índole” (1).
El
conocimiento de la escritura y la lectura parece que es un aspecto
clave en la toma de conciencia, especialmente en las mujeres
represaliadas, que según los estudios históricos realizados,
mantienen un índice altísimo de niveles educativos o de estudios,
muchas de las represaliadas eran directamente profesoras de los
colegios de niñas más humildes del Archipiélago o algunas de sus
más aventajadas alumnas (2).
Siendo
apenas una adolescente Carmen empieza a trabajar, a pesar de sus
aptitudes para el estudio su familia no se lo puede permitir. El
sector del Tabaco reunía a cientos de trabajadores y trabajadoras en
Tenerife en ese momento, siendo la CNT el sindicato más fuerte en la
capital tinerfeña. Ella era una más, aunque con una extraordinaria
sensibilidad combativa. Según los testimonios de sus compañeros de
lucha era considerada una mujer elegante con una “gran
capacidad expresiva y sus intervenciones en mítines, según el
también anarcosindicalista tinerfeño, José Carrillo Belmonte,
“eran electrizantes”. Conectaba con las masas de obreros y
obreras del tabaco en un lenguaje llano y directo, incitándoles a la
huelga o a cualquier otra acción para mejorar sus condiciones
laborales y de vida” (3).
La
década de los treinta sumó la llegada de la II República y un
notable incremento de la conflictividad social y política, con la
Huelga de Inquilinos y los Sucesos de Hermigua de 1933 como algunos
de sus momentos más destacados. La acción militante y el apoyo a
las personas presas a raíz de estos acontecimientos marcó a esa
generación de activistas políticos y sociales. Carmen era una de
las destacadas figuras de esa época, aunque por el hecho de ser
mujer no ocupara un papel protagonista.
La
prensa apenas recoge ninguna mención a su vida, no así de la de su
padre, Pedro Goya Rivero, que destaca en los círculos republicanos
isleños, siendo una de las figuras tinerfeñas que firman el
telegrama que el febrero de 1931, días antes de la declaración de
la II República, mandan ánimos a Niceto Alcalá Zamora, encarcelado
en ese momento en la Modelo de Madrid (4). No será el último
ejemplo, poco después, en septiembre de ese mismo año, también
participa en la firma de otro comunicado de apoyo al Gobierno
republicano junto con decenas de funcionarios del Ayuntamiento
chicharrero (5).
Una
joven Carmen aparece también en los periódicos, en los años
previos a la república, como una de las actrices aficionadas que dan
vida a varias obras teatrales que se desarrollan en la Sociedad
Prosperidad-Nakens del Barrio de Salamanca, en la que interpreta uno
de los papeles de la obra “La casa de los milagros”, un sainete
de Paradas y Jiménez, donde aparece junto a Nena Goya, tal vez una
hermana (6). Como en otras ocasiones hemos comentado, las sociedades
populares o culturales siempre fueron un espacio clave para la
participación activa de las entidades políticas del momento.
También
la salud o su falta fue también un acontecimiento destacado en los
medios del momento. En 1932 Carmen es sometida a una delicada
operación quirúrgica en la Clínica del Doctor Capote, como
asociada de la entidad “La benéfica” (7), posiblemente vinculada
con las afecciones que sufrió en sus años de cárcel.
A
diferencia de otros correligionarios masculinos, no queda testimonio
alguno de su papel como sindicalista o en las acciones de protesta
que se dieron en esos años, su nombre solo vuelve a aparecer como
destacada militante en el proceso 246/1936, tras el golpe fascista,
señalada por el delito de rebelión en el macrojuicio contra 61
anarcosindicalistas y algunos militares isleños. En este proceso,
ampliamente destacado por su papel pedagógico y justificador de la
violencia franquista en los medios del momento, Carmen es condenada a
muerte, que posteriormente se le conmuta la pena a 30 años de
prisión (8).
Con
respecto a su conciencia como mujeres y el papel de las mismas en la
lucha, Carmen participa en actividades dentro de la CNT vinculadas a
esta cuestión importante, como Mujeres Libres, “aunque no
entendieron el feminismo ni a las feministas, sí acudían en los
días ilusionantes de la transición a todo tipo de actos y
manifestaciones de este cariz, aplicando el viejo lema solidario de
"cualquier lucha libera"” (9).
En
el mencionado proceso contra la CNT tinerfeña, donde se fusila a
algunos de los más destacados activistas de la isla, Carmen es
condenada a muerte junto con su compañera María Luisa Hernández,
pero como comentamos, su pena fue conmutada apenas unas horas antes
de que sus compañeros fueran asesinados. No podemos imaginar la
espera y el sufrimiento de ese trance, al que se añade la pérdida
de amigos y activistas con los que compartió sueños e ideales. El
sábado 23 de enero de 1937, a las siete de la mañana, fueron
ejecutados por varios piquetes de los Cuerpos de la guarnición de
Tenerife, José Martín Herrera, Ginés Ramírez Racindo, Modesto
Carballo Sosa, Teresol Guerra Ortega, Tomás Rodríguez Benítez,
Feliciano Pérez Jorge, Francisco Infante Díaz, Marcos Pérez
Alfonso, Vicente Talavera Pechan, Casimiro Romero Velázquez, José
Alonso Pérez, José Carreño Hernández, Pedro Carreño Hernández,
Tomás Cabrera Vega, Domingo Dieppa García, Jorge Hernández Mora,
Miguel González Gutiérrez, Francisco Reyes Martín y el
sargento-músico del Regimiento de Infantería, Miguel Varea Serrano
(10).
A
partir del 18 de julio de 1936 la vida de Carmen se transforma por
completo. No solamente por su trayectoria vital durante la etapa
republicana, también por participar activamente en el intento de
resistencia armada al franquismo a raíz de un amplio encuentro de
militantes anarquistas en la zona de Los Campitos que desencadena el
proceso judicial mencionado. Es detenida por ello el 28 de agosto de
1936, siendo definida en los expedientes judiciales como “muy
revoltosa y propagandista de la violencia” (11).
Sus
días transcurren entre prisiones y juzgados, primero en la de
mujeres de San Miguel, en la capital tinerfeña. Posteriormente en la
municipal de La Laguna, a donde llega junto a otras destacadas
activistas republicanas, como Mª Luisa Hernández Remón y Blanca
Ascanio, también “recluidas en el depósito municipal de La
Laguna, allí fueron condenadas a reclusión perpetua y por
disposición superior, fechada el 19 de septiembre de 1938,
trasladadas a la prisión provincial” (12). Ya hemos hablado en
otras ocasiones de las duras condiciones de vida que tuvieron que
soportar las presas de esta cárcel municipal, que en las memorias de
Mauro Martín Peña las describe ese espacio con el gráfico adjetivo
de “pocilga” (13).
No
solamente perdió su libertad o sufrió la larga espera de saber si
en enero de 1937 sería fusilada junto a sus compañeros de la CNT,
también vivió en sus propias carnes la tortura. Antonio Tejera,
histórico anarcosindicalista, narra como se la encontró en el
Palacio de Justicia santacrucero, destacado lugar de maltrato y
violencia política, en donde encontró fugazmente a Carmen y a su
compañera Domitila Hernández, a las que vio “negras de aquí
para abajo, negras, llorando allí”, fruto de las palizas recibidas
durante sus interrogatorios (14).En
prisión (marcada con una equis blanca) volvió a vivir momentos de mala salud, especialmente entre
1941 y 1943, sufriendo varios episodios graves que obligaron a su
traslado al Hospital Civil por episodios recurrentes de
“colecistitis” (15).
Estando
en prisión recibe el cariño y el ánimo de varios compañeros de
lucha, que trasladan sus abrazos imposibles de realizar debido a la
distancia en un librito lleno de poesía y arte llamado Musas
Cautivas, dedicado a ella y a sus compañeras Nélida, Margarita
Rocha, María Luisa y Mercedes. Los relatos escritos en este formato,
nacido clandestino en la prisión de Gando de Las Palmas de Gran
Canaria, llegan a Margarita Rocha, una de las presas por el mitin de
Los Campitos, que lo mantiene escondido y lo conserva en su exilio
venezolano (16).
En
los años cuarenta Carmen es puesta en libertad por su mala salud y
desterrada a Las Palmas de Gran Canaria, donde según su propia
memoria “vivió
unos años felices ayudada por gente de ideología diversa a quien
sólo movía la solidaridad”. En los años 50 puede emigrar a
Venezuela, en donde permanece hasta la Transición, regresando y
viviendo en la capital tinerfeña hasta la fecha de su muerte, el 31
de diciembre de 1986 (17).
Carmen
Goya muere con sus ideas intactas, a pesar de los años de cárcel,
exilio, dolor y sufrimiento extremo. Dejó ese legado de dignidad y
de resistencia de tantas mujeres anónimas, luchadoras olvidadas, de
las que apenas se mantiene vivo un rescoldo de recuerdo, que ojalá
podamos reavivar y quizás, más pronto que tarde, ponerle también
rostro y darle el reconocimiento que merece.
Acabo
esta pequeña historia con un fragmento de Musas Cautivas, dedicado a
esas mujeres luchadoras, a las que desde el penal de Gando definían
a la perfección:
“Tú
eres culta y audaz con la pluma que acusa tu emancipación, de esta
sociedad inmunda, y le enseñas al mundo tu libro sin cadenas en el
alma” (18).
Bibliografía
y otros materiales utilizados
González
Lugo, Montserrat. “Carmen Goya, anarquista ejemplar”:
http://www.eltambor.es/carmen-goya-anarquista-ejemplar/
González
Pérez, Teresa. Mujeres republicanas y represión franquista en
Canarias. XIV Coloquio de Historia Canario Americana.
González
Lugo, Montserrat. Op cit.
El
Progreso. 12 de febrero de 1931. p2
El
Progreso. 27 de septiembre de 1931. p2
La
Prensa. 13 de noviembre de 1925. P1
La
Prensa. 10 de marzo de 1932. p5
VV.AA.
Antología de Musas Cautivas. Estudio Histórico. CCPC. 2007. P. 87
González
Lugo, Montserrat. Mujer y movimiento obrero, un amor a menudo no
correspondido. Revista Disenso. 1 de abril 2001. P.11-12
Falange.
26 de enero de 1937. p1
Hermida
Martín, Yanira. Mujeres y cambios sociales en la provincia de Santa
Cruz de Tenerife. 1931-1975. Amas de casa, camaradas y marginadas.
Tesis doctoral. P. 289
González
Pérez, Teresa. Op cit. p. 1769
Martín
Peña, Mauro. Sin rencor. Memorias de un republicano. Santa Cruz de
Tenerife. 2014. P.88
García
Luis, Ricardo. Crónica de vencidos. Santa Cruz de Tenerife. 2003.
p88
Hermida
Martín, Yanira. Op cit. p. 289
VV.AA.
Antología de Musas Cautivas. Estudio Histórico. CCPC. 2007. P.
60-61
González
Lugo, Montserrat. Op cit.
VV.AA.
Antología de Musas Cautivas. Edición facsímil. CCPC. 2007. P.136