Hace 18 años tuve la
suerte de ser uno de los pibes y pibas que entramos por primera vez en el Cso
Taucho. Cargados de ilusiones y ganas nos encontramos con esta vieja casona
modernista llena de basura, palomas muertas, ratas, piernas ortopédicas rotas...y
la llenamos de vida, de color. Esta casa que fue robada por los fascistas
durante la dictadura se destinó a centro de ayuda a heridos de guerra, siendo
abandonada en los años setenta y quedando en algún oscuro registro de algún
ministerio que ahora reclama su presa.
No quieren que Taucho viva, lo quieren ver muerto, cerrado,
silencioso. Taucho logró sumar voluntades. Recuerdo que el Che que nos miraba desde
la pared del bar social salió de las manos de compas de JCC. Sus pareces
acogieron a muchas organizaciones para decidir estrategias, para lanzar las
revistas Añaza, para aprender, pasar algún rato en las noches de lucha en
alguna huelga general, ver películas maravillosas, escuchar buena música o
simplemente compartir experiencias.
De todo lo que viví en Taucho hoy, escuchando la noticia del
desalojo, me viene una y otra vez el recuerdo de Leo, una piba chiquita y
tímida que una tarde se vino por Taucho a ayudar a pintar pancartas y se
convirtió en su breve vida en una compañera entrañable, a la que l@s que las
conocimos echamos de menos todavía. La recuerdo con su peto y sus pulseras aprendiendo
a rellenar esas letras grandes con témperas multicolores y me jode pensar que
ese suelo, donde se dieron vida a tantas consignas llenas de sentido, sólo
servirá para que algún Ministro especule con el.
Quiero estar mañana allí, no quiero que pasen sobre nuestros
recuerdos, que borren nuestra memoria, no quiero que nos ganen la batalla, no
se lo merecen. ¡Este miércoles tod@s a Taucho!.