En este mes de agosto se cumplen 68
años del viaje del Telémaco, uno de los veleros que salieron sin
permiso de Canarias cargados de emigrantes que buscaban el futuro y
la libertad que no tenían en esta tierra. Esta historia cercana para
tantas familias de estas Islas nos recuerda mucho a lo que día a día
vemos en la televisión de un drama que habla de la humanidad, de la
solidaridad...y de la falta de ellas.
Mi abuelo Benjamín contó en 1981 en
el Diario de Avisos su vivencia personal y la de 170 personas más en
esos 43 días de travesía, apenas sin agua y comida. Me gustaría
destacar algunos extractos de sus recuerdos:
“Finalmente, salimos rumbo a La
Guaira, en Venezuela, en unas condiciones precarias, sin carta de
navegación, sin sextante, nada, completamente solos. Porque por el
sextante pedían 15.000 pesetas y los organizadores no querían
gastarse esa cantidad, eso que ellos se ganaron en ese viaje 800.000
pesetas, a 5000 por persona”
Al cabo de más o menos una semana se
empezó a racionar el agua, tomando solo la cuarta parte de una
leche condensada dos veces al día, montándose guardia junto al
barril para que no se cometieran abusos: “Hubo momentos en los que
la sed llegó a ser tremenda, concretamente yo llegué a perder 11
kilos”...”yo llegué a tomar gofio con agua salada porqué,
equivocadamente, creía que era mejor que la deshidratación y no
hacíamos sino bañarnos continuamente para apagar la sed”.
El 27 de agosto se encontraron con El
Campante, un petrolero español, y mi abuelo dice: “les pedimos una
carta de navegación, libro de faro, agua, petróleo, etcétera. No
nos dejaron atracar junto a su barco, no arriaron ni siquiera un bote
para acercarnos lo que nos daban, lo echaron al mar. Un barril de
petróleo, dos barriquitas de agua, una lata de aceite, arroz, fue lo
que tuvimos que recoger, tirándonos en pleno Caribe al mar. Es
decir, solo cumplieron con las normas estrictas de ayuda en
navegación. Tenían la idea de que todos éramos comunistas,
huidos”.
El 17 de septiembre llegaron a La
Guaira, de ese momento dice “nada más llegar la policía preguntó
que quién había traído y a mí me pusieron en una lista de la
tripulación y aunque intentamos desmentirlo después de varias veces
no nos creyeron. Total que los pasajeros fueron trasladados a la Isla
de Orchilla y más tarde se instalaron en Caracas. La tripulación y
yo, que supuestamente pertenecía a ella, estuvimos durante un mes en
la cárcel modelo de Caracas. Al cabo de un tiempo fuimos
repatriados”.