Yo era apenas un niño cuando hace treinta años, en
febrero de 1987, mi tío abuelo Juan Pedro Ascanio García moría de un fallo
cardíaco, lo recuerdo como un hombre afable, de pequeña estatura, una persona a
la que muchos califican como un auténtico comunista.
Juan Pedro es uno de esos numerosos ejemplos de
persona con un compromiso militante que perdura en los años hasta el final de
sus días, de esos de los que no se suele hablar tanto como los que tras una
breve etapa rebelde vuelven al “dulce” regazo de la pasividad o incluso en
posiciones antagónicas a las de su juventud.
Este tipógrafo de origen gomero nació en Santa Cruz de Tenerife el 11 de
marzo de 1914 (1) en el seno de una familia de la pequeña burguesía gomera
dedicada principalmente a la exportación platanera, aunque su vida se
desarrollará principalmente en la Isla de Tenerife, donde su familia también
tenía propiedades en la capital. Allí vivirá con Eulalia, su madre, y sus
hermanos Benjamín y Narcisa. Una familia, como tantas otras de La Gomera en ese
momento, sufrió con dureza la debilidad de una economía centrada en la
exportación de plátanos, sector que se resintió de fenómenos como la Primera
Guerra Mundial y especialmente el denominado Crack de 1929.
El inicio de siglo XX supuso que una generación de
jóvenes gomeros, especialmente del pueblo de Vallehermoso, tomaran conciencia
de la difícil situación social y política que vivía la Isla en aquel momento,
sometida a un feroz caciquismo, muy especialmente entre los numerosos
trabajadores y trabajadoras del sector del plátano que formaban una parte
sustancial de la población de aquel municipio. Algunos de los hijos e hijas de
la pequeña burguesía gomera sufren un rápido proceso de toma de conciencia,
apoyada sobre una efervescencia política que se vivía con intensidad en ese
momento histórico, en especial tras el éxito de la revolución Rusa, que toma
cuerpo en un sector de los Ascanio de aquel valle, como el propio Juan Pedro y
sus primos, Guillermo Ascanio Moreno, Blanca Ascanio Moreno, Pablo y Fernando
Ascanio, ambos de Hermigua. Solo él y su prima Blanca sobrevivirán a la represión franquista (2).
La primera referencia escrita que encontramos en
la prensa tinerfeña de Juan Pedro Ascanio se refiere a las pequeñas donaciones
de apenas 25 céntimos que muchos niños y niñas de la capital hicieron al Hospital de Niños de Tenerife, conocido popularmente como
el Hospitalito, la institución benéfica sanitaria más importante de la Isla del
siglo XX (3).
A pesar de no disfrutar de una
situación económica del todo desahogada, el joven Juan Pedro puede realizar sus
estudios de bachillerato gracias a la pensión concedida por el Ayuntamiento
santacrucero en el año 1927, que fue solicitada por su madre, que ya era viuda
(4).
El periodista tinerfeño Juan Carlos
Monteverde recordaba a Juan Pedro en un artículo
publicado en 1998, como estudiante de la promoción 22 del Instituto Municipal
de Segunda Enseñanza en el que compartió aula, entre otros, con el que muchos
años después fue presidente del Cabildo franquista, Heliodoro Rodríguez. Entre
sus andanzas de aquella época el articulista de El Día rememora cómo introdujo
el burro y el carro de un carbonero de la zona por la puerta principal del
Instituto a modo de travesura, acción que le costó la expulsión del centro
hasta que sus propios compañeros solicitaron su vuelta para poder finalizar
estos estudios (5).
Al finalizar su formación logra empleo
con apenas 16 años como tipografista en Santa Cruz. En esos años la Isla vive
una creciente inestabilidad social alimentada por un incremento de los precios
de los productos básicos y un importante aumento del número de obreros que
sufren una difícil situación (6). Desde ese momento ya mantiene una posición
política muy activa, seguramente bajo la influencia de sus primos mayores con
los que colabora en la edición del periódico Altavoz, órgano de expresión de una
juventud gomera que cuestionaba claramente el orden establecido.
Este combativo decenario de la
denominada Agrupación Juvenil Gomera, fue dirigido por el poeta Pedro García
Cabrera y contó entre sus colaboradores a Guillermo Ascanio, Ulises Herrera,
Gabriel Mejías Fragoso...El propio Juan Pedro colaboró activamente en este
medio que definió como un periódico pensado “con la pretensión de contribuir al
progreso de La Gomera y erradicar de ella los males de su aislamiento secular”
(7).
Su nombre también aparece como director de ese medio, en el proceso de finales de 1930, seguido contra Guillermo Ascanio, por rebelión y provocación, por uno de sus artículos en el semanario gomero, titulado "De Barcelona. Panorama político español". El expediente judicial existente en el Archivo Histórico Provincial dice “que en el periódico “Altavoz” que se publica en esta capital y en el número correspondiente al día diez de noviembre último, firmado por Juan Pedro, director de dicha publicación".
A partir de 1930, el adolescente Ascanio también
colabora con el periódico tinerfeño En Marcha, órgano portavoz de la
“Federación Obrera” de Santa Cruz de Tenerife en la que ya participa como
trabajador. Precisamente el 15 de
octubre de 1930 publica en ese periódico obrerista un artículo denominado “Hay
que ir a la Revolución” por el que se le procesa por el delito de “inducción a
la rebelión”, siendo detenido a finales de octubre de ese mismo año, una acción
que según plasma el periódico La Libertad “los obreros tinerfeños protestan
ante España entera de esos atropellos de un gobernador que no conoce más ley
que su capricho” (8). Hasta el 8 de marzo de 1931 no se celebró el juicio por
dicho suceso (9), que será el primero de varios acontecimientos similares en su
vida durante la década de los treinta.
La llegada de la república no calma las ansias de
cambio de sectores cada vez más amplios de la sociedad, no en vano en eso mismo
año, solo en Tenerife, se viven 24 episodios de huelga (10). La Federación
Obrera, con un importante componente anarquista y una creciente representación
comunista, sigue siendo uno de los
pilares básicos de estas protestas. El escritor Gilberto Alemán recordaba en
uno de sus artículos como el 29 de abril de 1931 un grupo de militantes de
izquierda, entre los que se contaba el propio Ascanio, visitaron el Gobierno
Civil para saludar al nuevo gobernador republicano, Enrique Izquierdo, al que
“le hicieron ver la necesidad de luchar contra el caciquismo” (11).
El 25 de noviembre de 1931 la Federación Obrera de
Tenerife celebró un mitin por el primer aniversario de los sucesos del 25 de
noviembre de 1930, en los que el sastre chicharrero Juan Agrella perdió la vida
a manos de la policía durante una manifestación de protesta (12). En el diario
republicano La Prensa recogen el acontecimiento como un acto en un local
“completamente atestado, quedándose muchas personas en la calle”. El mitin
estuvo a cargo de Manuel Pérez, Antonio Montelongo, el poeta y escritor
lagunero Saturnino Tejera, Amadeo Hernández, vecino de Tacoronte, además del
propio Juan Pedro Ascanio. Según la crónica periodística “todos ellos se
expresaron en términos de censura contra la actuación de las instituciones
armadas en aquellos y otros sucesos, atacando duramente a las autoridades
actuales...” (13).
En enero de 1932 nuestro protagonista es
nuevamente detenido, otra vez el presunto delito es la redacción de un artículo
que fue publicado el 21 de noviembre de 1931 en el semanario En Marcha, también
es detenido por los mismos motivos el sindicalista lagunero Bernardino Afonso,
recientemente recordado en el pleno lagunero por la muerte de su hermano en el
campo de concentración nazi de Mauthausen.
En su magnífico blog el investigador Pedro Medina
Sanabria refleja el escrito del abogado defensor de Ascanio, Luis Rodríguez Figueroa, en el que dice: “Consta del
sumario, que en el número 43 del semanario de esta Capital, titulado “En
Marcha”, correspondiente al 21 de noviembre del año anterior (folio 15) se
publicó un artículo con este rubro: “Los 108 laureles de la República”, del que
aparece ser autor (folio 41), el obrero tipógrafo Juan Pedro Ascanio. En el
consabido artículo no hay una sola frase, ni un solo concepto por los cuales se
injurie u ofenda al Ejército ni a ninguna de sus instituciones, Armas, clases o
Cuerpos del mismo, ni por ende a la Guardia Civil” (14). El abogado defensor de
obreros sufrió un alto precio por su compromiso social, siendo uno de los
desaparecidos tras el golpe del 18 de julio de 1936 (15).
21 de marzo de 1932 se celebra un Consejo de
Guerra contra Bernardino y Juan Pedro, siendo aprobada la sentencia en abril
del mismo año, en la que se les condena a un año de “prisión correccional, con
accesorias, como autores de un delito de Injurias al Instituto de la Guardia
Civil” (16). Afortunadamente los reclusos no cumplen la condena completa y en
septiembre de 1932 la prensa recoge el decreto del Ministerio de la Guerra por
el que se concede la libertad provisional a propuesta de la Junta de disciplina
de la Prisión provincial de Santa Cruz de Tenerife. Le acompañan en la salida
su compañero Bernardino Afonso, Antonio Vidal Arabi, anarcosindicalista catalán
implicado en el intento de asesinato de Francisco Franco, e Imeldo Guerra
Hernández, obrero del tabaco (17).
En este contexto político tan convulso Juan Pedro
no tarda mucho en volver a tener problemas con la justicia, más aún cuando sigue
siendo un activo articulista. En octubre de 1932 está vista para sentencia la
causa por “delito de sedición” por el contenido del folletín denominado “El
problema de la tierra en Canarias”, en el que el “delegado de Artes Gráficas”
dice que “el remedio está en la lucha; frente al proyecto de reforma agraria
debe oponerse otro por acción revolucionaria de las masas; que no son las
Cortes constituyentes ni el Gobierno quienes pueden realizar ese programa, sino
las milicias revolucionarias, los consejos o soviets en lucha contra todas las
castas dominantes; que los obreros agrícolas deben crear milicias
revolucionarias; que se debe proceder a la expropiación sin indemnización de
todas las tierras y de la maquinaria, que debe procederse a la conquista
revolucionaria de la tierra cuando los terratenientes cesen en sus labores”. El
ministerio Fiscal lo acusa de provocación a la sedición, aunque reconoce que
“concurre la circunstancia atenuante de ser menor de 18 años” (18). El juicio
se celebrará finalmente en diciembre de 1932 y se le impone una multa de 125
pesetas (una cantidad considerable en ese momento) y el pago de las costas
(19).
El año 1932 también supuso la irrupción oficial
del Partido Comunista en la vida política isleña, organización en la que
confluyen principalmente obreros, acompañados de dirigentes sindicales, activistas
desencantados con la trayectoria del PSOE en los primeros años de la república,
intelectuales, artistas, universitarios, etc...Personas como José Miguel Pérez,
Imeldo Guerra, Jacobo Calero, Floreal Rodríguez, Guillermo Ascanio o el propio
Juan Pedro Ascanio (20).
Si hay un año especialmente duro en cuanto a la
conflictividad en esta década ese es el de 1933. La
salida del Partido Socialista del Gobierno republicano y el aumento de la
crisis general provoca que los conflictos se intensifiquen a lo largo y ancho
del Archipiélago. Paralelamente se van configurando oficialmente los diferentes
radios comunistas en el área metropolitana de Tenerife (21).
El diario La Prensa del 14 de enero de
1933 recoge en su portada los efectos de la huelga general que vive Tenerife
desde el día 7 de ese mes. A raíz de un atentado contra la fábrica de pastas
“La India” el Gobernador Civil ordena la clausura de los locales de la
Federación Obrera y de la Confederación Regional del Trabajo, así como la
detención de dirigentes obreros, en este caso Manuel Pérez Fernández,
secretario de la CNT, Rafael Parrado León, Manuel Morales García, Carlos Alonso
Magdaleno, Manuel Pérez González, Salvador Domínguez Durán, Antonio Espinosa
Rodríguez, Juan Pedro Ascanio García y Juan Arbelo Hernández. A consecuencia de
esas detenciones a las doce de ese sábado se declara la huelga general,
“retirándose de la circulación todos los taxis y autobuses de servicio urbano”,
siendo un paro total en toda la capital por la tarde (22). La situación se
mantuvo hasta el 14 de enero, cuando tras importantes y numerosas asambleas de
los obreros de los distintos gremios (madera, puertos, artes gráficas, tranvía,
refinería, limpieza pública...) se decide volver al trabajo. Uno de los
asistentes a estas asambleas, afiliado de transportes, indicó que “no podía
considerarse el conflicto que se había planteado como una huelga general, sino
como un movimiento de protesta de los obreros por la arbitraria medida
gubernativa encarcelando a los compañeros y cerrando los locales de los
sindicatos” (23).
Mientras Juan Pedro Ascanio permanece una
vez más en prisión, el 19 de enero tiene lugar la vista por la causa contra él,
relativa al ya mencionado artículo titulado “Los 108 laureles de la República”.
El motivo de la denuncia es una frase en la que se refiere a que “108 fueron
los inmolados por Maura”, en referencia a obreros asesinados en conflictos, y
que “de los del actual ministro de la Gobernación, señor Casares Quiroga, ya
haremos el balance cuando termine su reinado, aunque quizás ya no sean laureles
para la república” (24).
Pocos días después, el 26 de ese mismo
mes, la Gaceta de Tenerife publica noticias sobre la liberación de los
detenidos en las jornadas del 7 de enero, a los que el Gobernador Civil, Gil
Tirado, consideró que no había encontrado causa ninguna para que continuaran en la cárcel, por ello decretó su
liberación, no antes de llamar “a los ocho individuos a su despacho,
hablándoles paternalmente, y advirtiéndoles que también les hablaba como
autoridad, y que habrán de saber de aquí en adelante la actuación de todos
ellos en la vida pública había de ser una línea recta, porque cuando él dictara
una sanción aquella sería inflexible” (25).
Tras esta nueva salida de la prisión
la labor de las células que dan origen al PCE en la zona metropolitana sigue
intensa. El 29 de enero el llamado “Comité pro presos” acordó la celebración de
una asamblea a las diez de la mañana en el Teatro Leal de La Laguna en el que
participaron diversos representantes de las federaciones obreras de la Isla,
así como dirigentes como Guillermo Ascanio, Lucio Illada, Emiliano Díaz,
Alfonso Martón y el propio Juan Pedro (26).
También estará presente en el mitin
Florencio Sosa, maestro portuense y primer diputado del PCE por Tenerife, del
que Ascanio dijo en 1977 que “fue un auténtico dirigente sindical, no solo por
su capacidad e inteligencia para organizar y defender a los trabajadores, sino
sobre todo, porque lejos de haber sido un dirigente absorbente e imprescindible
supo ser un educador de militantes obreros” (27).
El nivel de tensión social que vive el
Archipiélago tiene uno de sus máximos exponentes en los famosos sucesos de
Hermigua, que en marzo de 1933 tiñeron de sangre el valle gomero y en los que
el articulista Francisco Ayala ubicó también a Juan Pedro Ascanio, al que
conoció como tipógrafo en el periódico El Día y que describe como “uno de los
profesionales más competentes que he conocido en la confección de páginas”
(28), tesis que sin embargo ningún otro dato confirma.
La situación política de ese 1933
provoca que en el verano Juan Pedro vuelva a dar con sus huesos en la cárcel,
de donde sale en libertad junto a varios sindicalistas más el 12 de julio (29).
Ascanio, ya plenamente integrado en el
llamado Radio Comunista de Santa Cruz, que se constituye formalmente en el mes
de mayo, sigue manteniendo un papel altamente activo, junto a compañeras como
Isabel González, conocida como Azucena Roja, con la que mantendrá una estrecha
relación y colaborará activamente. En el mes de noviembre organizan un nuevo
acto público en el Teatro Leal para dar a conocer la posición de la formación
política ante la cercanía de las elecciones del mes de noviembre en la que las
fuerzas de la derecha, articuladas entorno a la Confederación Española de
Derechas Autónomas (CEDA) logran la victoria. En el
mitin comunista estarán presentes él, junto a Hostilio Rodríguez, hijo del ya mencionado
Luis Rodríguez Figueroa, Domingo García, posteriormente concejal comunista
lagunero y desaparecido en 1936, y Rafael Mellado (30). En esos comicios son
candidatos del PCE Guillermo Ascanio, José Miguel Pérez, Isabel González y
Rizal Pérez, (31) tres de los cuatro fueron asesinados entre 1936-1941.
Durante las elecciones de ese año
Ascanio aparece en la prensa como Secretario de la Comisión, dentro del llamado
Bloque de Izquierdas, que suma a socialistas y comunistas de varias de las
Islas (31).
El nuevo escenario político resultado
de los intensos procesos de lucha obrera de los últimos meses, junto a la
victoria de la CEDA, hacen que el PCE se embarque en un proceso de debate que
promueve la creación de un frente único de izquierdas en el que tratan de
confluir junto a socialistas, izquierda republicana y las diversas tendencias
transformadoras existentes, incluidos los anarquistas (32). Como resultado de
esta situación el 5 de febrero de 1934 se celebra un nuevo mitin, esta vez pro
frente único. En el mismo participa el presidente de la Juventud Socialista de
Santa Cruz, Santiago Alberto, que además señaló en su intervención el apoyo al
acto de la Juventud Libertaria y la Federación Regional Obrera. Juan Pedro toma
la palabra en nombre de los comunistas, afirmando que “es preciso dar al olvido
los odios entre obreros” y entiende que no es posible realizar “movimientos
limitados porque están condenados al fracaso”. Añade que “la unión debe hacerse
por los comités de fábricas, talleres y campos, y no por los líderes”, lo que
mereció calurosos aplausos según la crónica de la época (33).
En ese momento el Partido Comunista en
Canarias inicia además un proceso de reflexión muy interesante sobre la
cuestión nacional, incorporando el derecho de autodeterminación del
Archipiélago, ideas que son también recogidas por el Frente Único
Revolucionario, constituido en 1934, siendo por tanto unas posiciones asumidas
claramente y en solitario por las fuerzas obreras, aunque la reivindicación
nacional siempre estuviera relegada a un segundo plano (34). Probablemente el
mejor testimonio de ese momento es el que plasma en su artículos Guillermo
Ascanio.
Con 20 años el joven Juan Pedro
aparece entre los que deben componer el reemplazo de 1935 del servicio militar,
así aparece publicado en la prensa de finales de 1934, ya que no se conocía su
domicilio, debían presentarse voluntariamente para no ser declarados prófugos
(35).
A inicios de 1935 una delegación
canaria del PCE participó en los actos del 1º de mayo en Moscú, en la misma
está su buena amiga Isabel González, que al volver a crea la asociación de
Amigos de la Unión Soviética, encargada de organizar actos culturales
vinculados con aquel país (36) y donde muy posiblemente colaboró Ascanio, que
no pudo participar en el viaje al estar a punto de entrar en el ejército.
El 1 de agosto de 1935 Juan Pedro inicia el
servicio militar, siendo destinado en noviembre del mismo año al Grupo Autónomo
Mixto de Zapadores y Telégrafos nº 4 con base en Las Palmas de Gran Canaria
(37). En ese lugar continúa su labor propagandística, por lo que es sometido a
juicio a inicios de 1936 y debe comparecer por un documento que se encuentra en
el cuartel en el que se anima a los soldados a sumarse al partido. El acusado
declara: “ser de ideas comunistas, pero dado el carácter de la hoja referida no
puede tampoco precisar cual pueda ser su procedencia ni a quién fuera dirigida.
pues aun suponiendo fuera de su partido las organizaciones del mismo son tan
secretas que el mismo deponente de recibirlas no sabría la procedencia y por
qué conducto se las enviaron, y que no tiene más que decir” (38).
El documento al que hacen referencia tenía
fragmentos como el siguiente: “...vuestro deber como hijos del pueblo
trabajador es aprender bien el manejo de las armas y toda la técnica militar,
no para hacer de ellas el uso que quiere la burguesía y los jefes
monárquico-fascistas del ejército pero si para ponerlas al servicio de vuestros
hermanos, al servicio del pueblo trabajador, al servicio de la revolución, es
decir, para conseguir con ella vuestra liberación y Ia liberación de la clase
de la cual formáis parte” (39).
Juan Pedro Ascanio no podrá disfrutar mucho del
triunfo del Frente Popular que tiene lugar en febrero de 1936, su presencia en
el servicio militar no le hace ajeno a la realidad en la que algunos de sus
compañeros y compañeras entran en las instituciones como concejales de varios
ayuntamientos. Es el caso de su amiga Isabel, que se convierte en la primera
mujer concejala de la capital tinerfeña o el del lagunero anteriormente
mencionado, Domingo García.
Azucena Roja mantiene al soldado raso bien informado
de sus acciones, quedando como testimonio una carta, que los franquistas
requisaron, en la que apenas diez días antes del golpe le describe los actos
desarrollados por Amigos de la Unión Soviética y le comenta que “Núñez
me ha dicho que cuando tu vengas se estudiará la posibilidad de hacer un buen
periódico tal vez transformando el de los Socialistas en órgano del Frente
Único o haciendo otro del partido. Si esto es así ya puedes estar contento,
pues verás cumplidos tus deseos” (40).
Poco durará la alegría. Desde febrero los sectores
más conservadores de la sociedad, apoyados por los poderes económicos,
religiosos y militares, preparan una rápida respuesta contra esta victoria de
la izquierda. El 18 de julio este proceso concluye en el golpe militar liderado
por Francisco Franco que en el Archipiélago logra hacerse en cuestión de días
con el control de casi todo el territorio, salvo algunos núcleos con fuerte
presencia obrera de La Palma y La Gomera.
Juan Pedro llegará a Tenerife el 10 de julio, en la
Isla participa en reuniones, especialmente con su amiga Isabel, además de
participar en compromisos familiares, como la boda de su hermana Narcisa,
ceremonia de la que dice “que no asistió por no tener ideas religiosas”, que se celebró justo el día del golpe. Tras varios días sin saber qué
hacer, es detenido en la llamada Rambla XII de Febrero el 21 de julio de 1936
(41) y trasladado a la prisión militar denominada Costa Sur, más famosa por su
denominación popular de “los salones de Fyffes”, al ser
parte de las instalaciones que esta compañía inglesa tenía en la capital de
Tenerife y ser cedida como muestra de adhesión al golpe fascista (42).
En Fyffes,
Ascanio comparte espacio con unos 1650 compañeros más, sindicalistas,
intelectuales, artistas, políticos, profesionales, etc..que en ese recinto
viven con temor los días y meses, mientras algunos son sacados para nunca más
volver. Su amigo y artista, Policarpo Niebla refleja esa situación, que también
sufrió, en sus poemas y dibujos. Precisamente en uno de sus escritos habla de su
amigo tipógrafo y lo define como “poeta, por lema la inquietud” (43).
Tras su
estancia en Fyffes y debido al gran número de presos, algunas familias
adineradas de Tenerife deciden colaborar con los franquistas donando barcos que
sirvieron como grandes prisiones flotantes. En uno de ellas estará Juan Pedro
esperando su destino final (44).
Mientras dura
la guerra los republicanos que no fueron “desaparecidos” o intercambiados
permanecen en las prisiones hasta decidirse su destino. Algunos de los más
jóvenes, especialmente los que no habían completado el servicio militar, se les
destina al Batallón de Trabajadores Nº180 destinado en el protectorado español
de Marruecos, conformado por unos 1000 hombres de
distintas procedencias, casi un tercio isleños, divididos en 4 compañías de 250
hombres. Los isleños estaban
repartidos entre la 1ª y la 4ª, ubicadas en Agadir - El Krusch y Larache, respectivamente.
Los 321
presos gubernativos canarios son trasladados el 6 de mayo de 1939, entre
ellos estaba Juan Pedro Ascanio, que
tras una escala en Rota, llegan a su nuevo destino, a poca distancia del
Marruecos francés. Ascanio forma parte de la 1ª compañía, ubicada en Agadir - El Krusch, en la que los deportados sufrirán trabajos forzados en unas penosas condiciones
(45). Comparte destino con otros republicanos gomeros, como Alberto y Gregorio
Cabello, Lorenzo Perera Rodríguez, Manuel Mora Ascanio, aunque nuestro
protagonista logra escapar de los vigilantes y cruzar un barranco hasta el
territorio colonial francés, siendo uno de los primeros que logra hacerlo
(46)(47).
En el Marruecos francés sufre la misma suerte que tantos otros republicanos. Así entre 1939 y 1943 permanecerá internado en el campo de concentración de Abouarfa, en una zona desértica cercana a la frontera argelina, donde trabajará junto a otros 800 presos en un batallón del denominado 4º grupo de trabajadores extranjeros forzados en la puesta en marcha del tren transahariano en unas condiciones muy penosas. Aunque los aliados ocuparán en Norte de África a partir de 1942, estos trabajadores forzados no abandonan la zona hasta bien entrado 1943.
En el Marruecos francés sufre la misma suerte que tantos otros republicanos. Así entre 1939 y 1943 permanecerá internado en el campo de concentración de Abouarfa, en una zona desértica cercana a la frontera argelina, donde trabajará junto a otros 800 presos en un batallón del denominado 4º grupo de trabajadores extranjeros forzados en la puesta en marcha del tren transahariano en unas condiciones muy penosas. Aunque los aliados ocuparán en Norte de África a partir de 1942, estos trabajadores forzados no abandonan la zona hasta bien entrado 1943.
En el
Marruecos francés sufre también detenciones por sus ideas, aunque también consigue
realizar su trabajo en Casablanca y también en Orán (Argelia), donde se
comprometió con la causa independentista de estos países (48). En la
necrológica publicada con motivo de su muerte por el periódico El País comenta
que allí pasó “23 años de exilio en Marruecos, durante los cuales recorrió
todas las prisiones y campos de concentración, desde Rabat hasta Uxda” (49). De
esa etapa tenemos recuerdos familiares relativos a la visita que a finales de
los cincuenta realizó mi abuelo y mi padre a Casablanca, tras la misma surgió
la idea en los hermanos Ascanio de tratar de hacer miel de palma en el
importante palmeral existente en la zona, idea que se plasmó con la llegada de
un maestro guarapero a la zona, proyecto que acabó bastante mal por sus
dificultades para comunicarse con los potenciales aprendices.
Aprovechando
el Decreto 2824/1966, de 10 de
noviembre, de indulto para extinción
definitiva de responsabilidades
políticas, Juan Pedro Ascanio regresará a
Tenerife, entrando al poco tiempo a formar parte del personal de los talleres
gráficos del periódico El Día. A pesar del exilio y los años de prisión
sufridos, el ya maduro militante desea seguir con su tarea de compromiso
político, social y sindical, formando parte del PCE en la clandestinidad y
jugando un papel importante en la conformación de Comisiones Obreras en la
Isla, estrechamente vinculado al trabajo de abogados laboralistas muy
significados y a los militantes clandestinos comunistas (50).
En su faceta
laboral es uno de los promotores de la sección de El Día denominada “La Isla de
los niños”, que entre 1971 y 1976 marcó una interesante experiencia educativa,
tal como recoge mi compañero José Luis Hernández en su tesis doctoral “La Isla
de los niños: una experiencia de periodismo y expresión libre infantil en la
prensa tinerfeña” (51).
De ese
espacio periodístico data la página
monográfica titulada ¿Cómo nace un niño?, publicada el jueves 17 de octubre de
1974. La polvareda que levantó hablar de un asunto como ese en un momento en el
que cualquier referencia al sexo era absolutamente tabú hizo que Ascanio
publicara en el recuadro superior derecho de la página un comentario editorial
titulado A propósito de esta página de la 'La Isla de los niños'. El tabú y el
mito, en el que manifestaba: “Seguro
que la publicación de esta página monográfica sobre el tema ¿Cómo nace un niño?
va a provocar muchas más indignaciones abiertas y solapadas, vestidas de
pudibunda hipocresía, que la legítima inquietud que suscita la constatación de
la supina ignorancia que todos cultivamos tan cuidadosamente como expresión de
nuestro respeto al más omnipotente tabú que haya existido en la historia de la
humanidad.
(…) por favor, a los denostadores conviene antes que nada mirar a los ojos de sus hijos, de sus hijas y preguntarse sobre las virtudes de la Santa Ignorancia, que nos ha mantenido en este aspecto sin diferenciarnos del resto de los componentes del reino animal. Porque el caso es que el que esto escribe tampoco ha podido dar a su hijo las respuestas adecuadas a unas interrogantes que nunca me enseñó la escuela a resolver” (52).
(…) por favor, a los denostadores conviene antes que nada mirar a los ojos de sus hijos, de sus hijas y preguntarse sobre las virtudes de la Santa Ignorancia, que nos ha mantenido en este aspecto sin diferenciarnos del resto de los componentes del reino animal. Porque el caso es que el que esto escribe tampoco ha podido dar a su hijo las respuestas adecuadas a unas interrogantes que nunca me enseñó la escuela a resolver” (52).
También se
convirtió en un activo colaborador de otra de las experiencias periodísticas
más avanzadas del momento, el semanario Sansofé, nacido en 1970, en el que
junto a Angel Tristán Pimienta,
Faustino García Márquez, José A. Alemán, José Carlos Mauricio, Andrés Suárez
Cruz, Agustín Quevedo, Luis León Barreto, Agustín Millares Cantero, Andrés
Sánchez Robayna, entre otros, puso negro sobre blanco algunas
reflexiones muy novedosas sobre la realidad canaria del momento. Ejemplo de
estos son el artículo dedicado a la colecta popular que hizo posible el
Telesférico del Teide o el que habla sobre la capitalidad canaria, en el que
asegura que uno de los problemas del Archipiélago es la “existencia de una
clase comercial burguesa caracterizada por su corta visión en los negocios y de
la política y su supeditación constante a las políticas de turno en Madrid, de
los que ha tratado siempre de obtener las migajas de sus favores” (53).
La muerte de
Franco marca un momento de esperanza, de vuelta a la libertad. Ahí está un
curtido militante como Juan Pedro Ascanio que sigue en sus diversas tareas,
incluso cuando el 9 de abril de 1977 se legaliza su partido. Nuevamente me
refiero a la necrológica publicada por El País en la que se dice que “sus
compañeros del periódico El Día recuerdan que cuando fue legalizado el PCE se
detuvo sólo un instante para comprobar la noticia y acto seguido reanudó su
trabajo entonando en voz baja La Internacional” (54).
El nuevo
momento político permite que colectivos y entidades que hasta ese momento eran
clandestinos puedan salir a la luz. En esta línea tenemos la celebración el 28
de octubre de 1978 del I Congreso de Comisiones Obreras en Canarias, del que
será uno de los integrantes de las delegaciones que participan, además de
miembro activo desde la etapa anterior a la legalización, junto a otros
destacados militantes como Augusto Hidalgo, Tony Gallardo o Agustín Millares
Sall (55).
En el Partido
Comunista Juan Pedro Ascanio seguía siendo un compañero valorado y querido, por
ello se le nombra candidato por Tenerife al Senado en las elecciones de marzo
de 1979, obteniendo 4349 votos en el municipio de Santa Cruz y 1650 en el de La
Laguna. Nuevamente las fuerzas conservadoras eran las que obtenían la victoria,
pero eso no impidió que Ascanio continuara con su trabajo, así lo vemos
impugnando en 1982 la candidatura al senado de Eligio Hernández, del PSOE, por
no haber renunciado a su cargo de magistrado juez ejerciente (56).
Incluso
pasada la edad de jubilación un inquieto Juan Pedro Ascanio sigue siendo una
mezcla de articulista y militante apasionado, ocupando también tareas de
Secretario de PCE en el Parlamento entre 1983 y 1987, colaborando en el germen
del Izquierda Canaria Unida y lo que después sería Izquierda Unida (57). En
estas labores, formó parte destacada de la comisión negociadora del PCE ante el
PSOE en la firma del llamado pacto de
progreso, en el verano de 1985, con el que Jerónimo Saavedra recuperó la
presidencia del Gobierno canario.
La vida de
Juan Pedro Ascanio terminó el 8 de febrero de 1987, a los 72 años de una vida
intensa y apasionada, precisamente esa pasión es lo que considero que merece un
justo recuerdo, que espero que en el futuro pueda ser más amplio y elaborado,
como corresponde a una persona con un compromiso político y social constante,
que dejó su huella en numerosos compañeros y compañeras que compartieron parte
de su estancia vital con este gomero pequeño de tamaño, pero grande en ideales.
Notas
bibliográficas
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junio de 2013). Filiación del soldado Juan Pedro Ascanio García. https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2013/06/15/filiacion-del-soldado-juan-pedro-ascanio-garcia/
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