viernes, 10 de abril de 2009

Planeta Bulimia.


En plena crisis saltan a las portadas de los distintos medios propuestas sobre como resolver los problemas urgentes que sufren día a día miles de familias trabajadoras.
Desde los medios de comunicación masivos durante décadas se ha pretendido vender una imagen de prosperidad y de crecimiento imparable de Occidente que era falsa, aunque necesaria para que los acomodados habitantes de ese lado del planeta hayan consumido e hipotecado sus vidas hasta reventar.
Mientras millones de personas en el mundo mueren de hambre nos encontramos con la paradoja de que en los países desarrollados se tiran millones de toneladas de alimentos en perfecto estado, porque la oferta excede a la demanda.
Es un sistema que se mantiene a costa del saqueo de una parte del planeta, la mayoritaria, que vive en la pobreza más absoluta y que apenas tiene para sobrevivir. De hecho, todos los expertos coinciden en que si todos los países tuvieran el nivel de consumo de los EE.UU. se necesitarían varios planetas para asumir esa demanda. De este modo o mantenemos a millones de personas en la miseria o cambiamos nuestra forma de vida de una forma radical (yo personalmente me decanto por la segunda opción).
Es lo que llamo un planeta bulímico que come sin parar hasta que se provoca el vómito, para poder seguir comiendo.
Esta tarde mientras paseaba con mi hija y mi compañera he vuelto a ver, como casi todas las tardes, a un grupo cada vez más numeroso de jubilados que espera la hora de cierre de un centro comercial para recoger la verdura que se tira cada día.
Es lamentable que esto suceda, que miles de personas deban de rebuscar entre las cajas, junto a contenedores de basura para llenar la despensa.
El Gobierno Canario ha lanzado hace unas semanas la propuesta de recoger los alimentos que los comercios quitan de sus estantes por estar cerca de su fecha de consumo preferente para repartirlos entre las familias necesitadas.
Me parece una medida que aunque en la forma parezca acertada, ya que se trata en recuperar unos recursos que de otra manera acabarían en la basura, en el fondo es una forma de establecer medidas populistas, que sirven para llenar titulares pero no neveras.
Hace años que los bancos de alimentos funcionan y muchas asociaciones también hacen estas labores, ese no es el problema. El problema se basa en falta de medios e inversión, así como de políticas serias.
Los políticos Canarios deben de reconocer el fracaso y el chanchullo que ha sido sistemas como el del REA (Régimen Específico de Abastecimiento de Canarias) donde algunos importadores se han hecho de oro a costa de los productores locales y de nuestros bolsillos.
No podemos permitir que para recibir ayuda de alimentos en un Ayuntamiento como el de Santa Cruz de Tenerife, esta se resuelva en un año, tampoco se puede hacer depender a cientos de familias de la caridad o de la buena voluntad de una institución o dejarlas en manos de ONGs o las parroquias de barrio.
Los liberales dirían que lo que hace falta es no hacer nada, dejar que la gente resuelva sus problemas...sin embargo desde la izquierda debemos decir algo al respecto de este problema.
Hay que reconocer que muchas ONGs e incluso grupos católicos de base o evangelistas nos llevan una gran delantera en el trabajo directo con los colectivos en exclusión, tal vez sin un discurso elaborado sobre el modelo social alternativo deseable para la humanidad.
Muchas veces desde la izquierda hemos querido lanzar más un discurso del largo plazo, de objetivos finales, el discurso más maximalista posible, antes que asumir el problema inmediato, el que debemos resolver sobre la marcha. Probablemente nuestro aislamiento de las instituciones donde se deciden las medidas y las estrategias ha ayudado a eso. Parece que de verdad creemos que al día siguiente de tomar el poder todos los problemas desaparecerán por arte de magia.
En la Venezuela Bolivariana, junto con todo un proceso de leyes de protección de los trabajadores/as, de reparto de la riqueza, de recuperación del campo venezolano y diversificación económica,..etc., se ha establecido un sistema conocido como “Mercales”, establecimientos donde se ofrecen productos alimenticios de primera necesidad con precios protegidos y donde la población se puede ahorrar hasta un 50% con respecto al comercio general. Actualmente esta labor ha convertido al Estado Venezolano en el primer comprador de alimentos de su País.
Podría ser un modelo interesante a importar para resolver un problema que lo tenemos aquí y ahora, que no puede esperar al 2010 o al 2015.
En Canarias, donde tenemos la cesta de la compra más cara del Estado y unos de los sueldos más bajos este problema debe de resolverse ya.
Es necesario que se apliquen medidas de ayuda inmediata y eso requiere trabajo e inversión (aunque no sea para salvar bancos o multinacionales, sólo a personas).
Creo que debemos de llegar a la conclusión que los recursos del planeta son limitados, que la alimentación debe ser un derecho humano más y no un negocio multimillonario, que no es posible que los alimentos se tiren a la basura, en este sentido no debe haber negocio que valga por encima del derecho a la alimentación.

1 comentario:

Francisco Malgosa dijo...

Para seguir con este tema que considero muy interesante en mi blog he escrito sobre el mismo y temas relacionados.
La direccion es fmalgosa.blogspot.com