domingo, 25 de septiembre de 2022

El asesinato impune de Bartolomé García Lorenzo

En la madrugada del 22 de septiembre de 1976 seis policías franquistas dispararon sus armas contra la puerta de entrada de una vivienda del barrio de Somosierra. Treinta y tres balas impactaron en la vivienda, cinco alcanzaron de lleno a Bartolomé García Lorenzo, un joven estudiante de magisterio de 21 años, que soñaba con una Canarias libre y con justicia social, que fallecía a raíz de las graves heridas el 24 de septiembre.
Los responsables de este crimen no fueron penalizados, al contrario, prosperaron en la carrera policial e incluso acabaron siendo escoltas personales de ministros. 
La sociedad tinerfeña no permaneció impasible ante este crimen. Miles de personas salieron a las calles, transformando su dolor en una auténtica insurrección popular, como relata bien el profesor Domingo Garí en su libro Tenerife en Rojo.

El Eco de Canarias narra el sepelio de Bartolomé con detalle, cifrando en cerca de 14.000 las personas que acompañaron al joven de Somosierra en su despedida, el 26 de septiembre. Una auténtica riada humana rodeó la iglesia del barrio. Grupos de jóvenes entregaban a los asistentes crespones negros y claveles rojos. También taxis y vehículos particulares llevaban lazos negros en señal de luto.
Junto a la iglesia había un elocuente cartel en el que se podía leer: "Sus balas llamaron a su puerta. ¡Y él quería vivir!. Se rompieron sus vértices de asombro. ¡Y él quería vivir!. La razón de la fuerza le hizo daño. La razón de la fuerza y las balas le mataron. ¡Y él quería vivir!".
Al acabar el entierro la población no quiere volver a sus casas. Sabían que la impunidad taparía el crimen. A las tres y algo de la tarde de ese domingo miles de personas se manifestaron en la Avenida Benito Pérez Armas, pero "la policía cargó contra la misma con todo su material antidisturbios", saliendo los manifestantes rumbo a Chamberí y Somosierra. La autopista quedó cortada hasta las ocho de la noche por barricadas y guaguas que quedaron abandonadas por sus chóferes. 
A las siete de la tarde se celebra una gran asamblea popular en Somosierra. Más de 800 personas participan en ella. Piden la dimisión del gobernador civil, la disolución de los cuerpos represivos, la libertad de los presos políticos y convocan una huelga general para el lunes 27. También se informa de la llegada de 300 personas desde Gran Canaria, en solidaridad con la jornada de lucha.

La huelga del 27 se desarrolló con un éxito enorme. El propio Gobierno Civil reconoció la "paralización absoluta de la vida ciudadana". Las guaguas, los portuarios, la banca, las industrias, la educación, la refinería, todo se para, entre una durísima represión policial.
El asesinato de Bartolomé ocurrió después del del militante comunista Antonio González y meses antes de que Javier Fernández Quesada falleciera a raíz de los disparos de las fuerzas de seguridad en las escaleras centrales de la Universidad de La Laguna. Todos asesinatos impunes.
Ojalá la nueva Ley de Memoria Democrática ayude a que la memoria de Bartolomé y del resto de personas asesinadas en Canarias en esos años ocupe el lugar que merece y sus familias puedan sentir que la justicia, aunque tarde, llegó.

domingo, 28 de agosto de 2022

El largo verano del 36 en La Laguna

El de 1936 no fue un verano más en La Laguna. Muchos no pudieron disfrutar como hubieran querido de esos días algo más cálidos y de esas noches casi siempre frescas. En las primeras horas del 18 de julio los artilleros del Grupo de Montaña de Tenerife se apoderaron de los puntos neurálgicos de Aguere sin una mínima oposición (1). Posiblemente pocos podrían pensar que los sucesos de esa mañana marcarían las siguientes décadas y mantendrían su sombra en el presente.

El Ayuntamiento no fue ajeno a estos graves acontecimientos. Lo que se desencadenó en esa jornada era una respuesta militar y profúndamente reaccionaria contra la legitimidad republicana, que especialmente desde la victoria del Frente Popular había planteado grandes avances en los derechos de las mayorías trabajadoras y campesinas, los de las mujeres y a la promoción de una acción claramente laicista.

El alcalde de ese momento, Alonso Súarez Melián, fue despojado de su cargo ese mismo día y trasladado a prisión. Su propio nieto lo relató en el salón de plenos lagunero el 14 de abril de 2016, de “este Ayuntamiento no se llevó ni una cuartilla ni un plumín, ni permitió que durante su mandato nadie lo hiciera. Mi abuelo entró en política con la única finalidad de ayudar a los menos favorecidos” (2).

No fue el único en sufrir esta suerte, junto con líderes sindicales, activistas sociales o simples afiliados de las fuerzas republicanas, también el resto de concejales de izquierda sufrieron suertes similares. Como indica el excelente estudio del investigador Fabián Hernández “iban ingresando en las cárceles laguneras (cárcel municipal de La Laguna, cuartel de Artillería o la Jefatura Local de Investigación e Información de Falange sita en la trasera del instituto Cabrera Pinto). Muchos de ellos fueron sometidos a intensas torturas en los citados centros de reclusión” (3).

Una de las pocas crónicas desde La Laguna, realizada en primera persona tras vivir esos duros momentos, es la que aparece en las memorias del concejal comunista lagunero Mauro Martín Peña, que define a la perfección ese momento. Describe que las fuerzas reaccionarias apoyadas en los militares “se lanzaron como lobos hambrientos a la búsqueda y captura de todos los ciudadanos que habíamos ostentado cargos políticos, sociales, docentes y administrativos”. Su propia detención y la de su hermano se producirá en su domicilio en la noche del 19 de julio (4).

Las actas municipales de esos días, a pesar de su frío tono burocrático, también nos dan pistas de lo sucedido en el Consistorio en ese verano de 1936 y ayudan a retratar los perfiles que asumieron el poder en Aguere, por orden de los golpistas.

A las 12:30 horas del día del Golpe militar se celebra en el salón de plenos la primera reunión de la comisión gestora creada ese mismo día por los militares y las élites locales que les eran favorables, para tratar de remedar una legalidad que habían violentado. Dos vecinos ocupan un destacado lugar. Se trata de Ángel Núñez López, designado por ser el “mayor contribuyente de esta localidad”, y Agustín Monteverde y Lugo, que describen como “cabeza de familia más numerosa de este término municipal” La presidencia de esa primera cita la ostenta en esa sesión inicial el Teniente Jefe de Línea de la Guardia Civil en La Laguna, Pablo Sánchez Hernández, dando “cumplimiento a la orden recibida por el autorizante del señor coronel Comandante Militar accidental” (5)

En ese mismo día, pero a las 15:40 horas, se celebra una nueva sesión plenaria. En ella se designará como alcalde, por parte del Coronel Jefe de Estado Mayor de Tenerife, al Comandante de la Guardia Civil, Santiago Cuadrado, acudiendo igualmente los vecinos nombrados con anterioridad (6), que continuarán durante parte de ese verano ocupando sus puestos, ya que los volvemos a encontrar en las sesión del 21 de julio.

Santiago Cuadrado ese mismo día, durante el intercambio de disparos que se desarrolla en el exterior del Gobierno Civil, pierde a su hijo, fallecido en el tiroteo en el que participaba como voluntario y miembro de Falange.

Sus primeros mensajes se reflejan en las actas del día 21, donde manda un “afectuoso saludo al vecindario de esta localidad”, que quiere que llegue “a todos los ciudadanos sin ninguna distinción” (7). Eran poco más de las 16:20 horas y en ese mismo momento ya había numerosos vecinos y vecinas detenidos, presos y torturados por sus ideales políticos, como relata el propio Mauro Martín en sus recuerdos. Su hermano y él estaban en uno de los pontones prisión fondeados en el muelle de la capital tinerfeña sometidos a todo tipo de vejaciones (8). Dudo que en modo alguno conocieran o compartieran el mensaje de afecto de los responsables del nuevo régimen en Aguere.

En esa sesión de julio además se aborda la situación de algunos funcionarios. El alcalde faccioso indica que “para la buena marcha de todos los servicios es necesario el concurso de los funcionarios municipales”, por lo que se hace una relación de personas que deben recuperar sus puestos, ya que habían sido apartadas por diversos motivos durante los años de la República. Nada le preocuparon los 31 trabajadores, que según los estudios de Fabián Hernández y otros autores, fueron represaliados en el Consistorio lagunero por sus ideas anarquistas, republicanas, socialistas o comunistas entre julio de 1936 y 1940 (9), eran rojos peligrosos.

El primer alcalde franquista restituye en esa fecha a Cristóbal Salazar Suárez, que había sido apartado del Ayuntamiento en la última sesión plenaria de la República, en un expediente de “faltas de negligencia” promovido justamente por el concejal Mauro Martín Peña (10). Ese mismo funcionario es mencionado en el peródico de Falange, menos de dos años después, como “Jefe de Milicias de La Laguna” (11).

También recuperan su plaza funcionarial Francisco Padilla Bethencourt, destituido en 1932 por el Tribunal Contencioso Administrativo (12) y afiliado en Falange en 1938 (13). Igualmente sucede con Segundo Díaz, identificado en el medio falangista como “Jefe de Semana de Falange por Las Mercedes” (14). Otros de los miembros de la administración recuperados por los fascistas serán Nicolás Vera Expósito, Miguel González Crespo, Luis Marrero Rodríguez, Felipe Báez y el sargento de la Guardia Municipal, Clemente Barrera, siendo archivados sus expedientes por el “estado pasional con el que se ha desarrollado la última etapa municipal” (15).

De la misma manera en la que mientras más de treinta funcionarios sufrían diversas penas, estos ocho recuperan su puesto y además mantienen diferentes vínculos con el nuevo poder político. Evidentemente no son sus líderes o promotores, pero sí parte de los instrumentos necesarios para poder implementar las acciones del nuevo tiempo político.

Echemos un vistazo más detenido al papel de los dos vecinos colocados como parte destacada de las nuevas autoridades en la jornada del 18 de julio. No son dos simples individuos que pasaban por allí, se trata de dos destacados miembros de la derecha local y con una dilatada presencia en puestos de responsabilidad en distintas entidades y ámbitos, muy especialmente el religioso, ya que ambos forman parte de la Esclavitud del Cristo de La Laguna. Ángel Núñez López era un destacado empresario, también promotor inmobiliario, pero no eran sus únicas virtudes a ojos de los golpistas. En 1927 había sido elegido Esclavo Mayor de la Esclavitud del Cristo (16) y en 1928 Vicepresidnete del Circulo Mercantil El Porvenir (17). En la Dictadura parece que se vincula a Falange, ya que su principal altavoz lo señala como “camarada”, al felicitarlo al ser elegido como presidente de Cruz Roja en el muncipio “por su reconocida caridad cristiana, sus positivos valores morales y su acentuado patriotismo” (18).

Por su parte, Agustín Monteverde y Lugo, responde a un perfil muy similar, un hombre estrechamente vinculados a los poderes y a las élites, Marqués de Villafuerte, fue vicepresidente del Casino de La Laguna (19). También forma parte de la dirección de la Esclavitud, siendo elegido Comisario de Fiestas Religiosas de esta entidad en 1930 (20) y también Esclavo Mayor de la misma en 1934 (21). Al igual que su compañero de ideales, es señalado como miembro de Falange poco después de la instauración del nuevo Régimen, siendo responsable del Servicio de Comedores Infantiles (22). Una organización que de forma muy activa protagonizará algunos de los incidentes de mayor brutalidad y numerosos asesinatos contra civiles, que en la mayoría de los casos habían mantenido posiciones totalmente pacíficas en su vida.

El nuevo tiempo que llegó a la Ciudad recordaba a sus añorados y largos viejos años de nobles, curas y caciques. Sus protagonistas llegaban con hambre de venganza frente al atrevimiento de aquellos miles de ciudadamos y ciudadanas que habían votado tan mal en febrero de 1936. Esos rojos que habían cuestionado sus privilegios y su moral, única posible y santa. Mientras algunos de esos imprudentes que soñaron con futuros de educación universal, pan, igualdad, justicia y cultura sufrían cárcel, violencia o incluso acababan sus días en el fondo del mar o en una fosa olvidada, los guardianes del nuevo poder y sus sirvientes disfrutaron de las mieles del regreso y de años donde pudieron recuperar el miedo en el alma de sus trabajadores y cada vez más monedas en sus bolsillos. Sus hijos y nietos, en algunos casos, supieron cambiar de chaqueta apenas unas décadas después. Saltaron desde el azul mahón a defender lo mismo, con la misma banderita como pulsera, pero como adalides de una pobre democracia y una supuesta libertad que huele a naftalina.


Fuentes consultadas

  1. Rivas García, Ramiro. Tenerife 1936. sublevación militar: resistencia y represión. Santa Cruz de Tenerife. 1999. p.49

  2. Acta de Pleno. 14 de abril de 2016. p.98

  3. Hernández Romero, Fabián. El último Gobierno municipal republicano de la ciudad de La Laguna: https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2015/06/28/el-ultimo-gobierno-municipal-republicano-de-la-ciudad-de-la-laguna/

  4. Martín Peña, Mauro. Sin rencor. Memorias de un republicano. Santa Cruz de Tenerife. 2013. p.p. 47-48

  5. Acta de Pleno de 18 de julio de 1936. p. 278

  6. Acta de Pleno de 18 de julio de 1936. p.279

  7. Acta de Pleno de 21 de julio de 1936. p.280

  8. Martín Peña, Mauro. Op. Cit. p. 49

  9. El Ayuntamiento de La Laguna propone restituir a los funcionarios represaliados por el franquismo: https://www.europapress.es/islas-canarias/noticia-ayuntamiento-laguna-propone-restituir-funcionarios-represaliados-franquismo-20191113145708.html

  10. Acta de Pleno de 16 de julio de 1936. p.277

  11. Amanecer. 16 de enero de 1938. p.2

  12. Gaceta de Tenerife. 3 de julio de 1932. p.2

  13. Amanecer. 1 de junio de 1938. p.2

  14. Amanecer. 19 de octubre de 1937. p.3

  15. Acta de Pleno de 21 de julio de 1936. p.280

  16. Gaceta de Tenerife. 5 de noviembre de 1926. p.2

  17. Gaceta de Tenerife. 28 de diciembre de 1928. p.2

  18. Amanecer. 30 de marzo de 1938. p.3

  19. Gaceta de Tenerife. 19 de diciembre de 1922. p.3

  20. Gaceta de Tenerife. 29 de octubre de 1930. p.1

  21. Gaceta de Tenerife. 27 de noviembre de 1934. p.8

  22. Amanecer. 30 de noviembre de 1938. p.3



domingo, 21 de agosto de 2022

El apoyo a las Olimpiadas Populares de Barcelona de 1936 en Canarias

Militantes antifascistas de muchos países sabían perfectamente que las olimpiadas de Berlín de 1936 representaban una gigantesca campaña de publicidad para los nazis, que ayudarían a tapar sus crímenes. Frente a ese foco lleno de racismo y odio se articuló una alternativa crítica, obrera y valiente, las Olimpiadas Populares de Barcelona, que supusieron organizar cientos de comités de trabajo locales y territoriales en diversos países, también en nuestra tierra.

Canarias no vivió al margen de este proceso de solidaridad frente a la impunidad. Aquí se organizaron por parte de activistas de la izquierda, especialmente comunistas, comités de acción insulares y regionales que pretendía dar apoyo a esta iniciativa, que trataba de reunir a unos seis mil deportistas de medio mundo, durante las últimas semanas de julio de ese año, y en donde pelearon con todo para lograr que una nutrida representación de deportistas y grupos folclóricos de las Islas estuvieran presentes. No sabían que en la madrugada del 18 de julio cualquier proyecto de celebración del deporte, la paz y la solidaridad quedaría totalmente imposibilitado.

Desde el Archipélago se realizó una intensa actividad de apoyo a las Olimpiadas Populares, a pesar de que el tiempo corría a la contra y que sabían lo dificil que sería lograr pagar los pasajes necesarios para llegar a Barcelona, por la pobreza en la que se vivía y los grandes costes que suponía un desplazamiento, siendo esta una de sus principales quejas en los periódicos de la época.

En abril se había reunido en París la Conferencia Internacional para el Respeto al Ideal Olímpico, que finalmente tomó el acuerdo de ubicar en Barcelona el evento que mostrara que los valores olímpicos no tenían nada que ver con el nazismo (1). Incluso los carteles dejan clara la diferencia entre la convocatoria alemana y la que se iba a celebrar en Barcelona. En una un gigante ario con los rasgos típicos del ideal nazi, sobresale sobre la puerta de Brandenburgo o una joven le coloca una corona de laureles a otro hombre blanco. En la cartelería de la Olimpiada Popular aparecen mujeres corriendo en igualdad con los hombres o personas blancas y negras juntas. Los organizadores sabían que “la imagen de la Olimpiada Popular no estaría completa si una mujer no ocupaba el lugar que le corresponde en ella” (2).

En el Comité Regional conformado en Canarias da inicio a su actividad con bastante retraso, en junio designan un comité de honor en el que estaban representados el Gobernador Civil, el presidente de la Mancomunidad, Lucio Illada, el presidente del Cabildo de Tenerife, Bethencourt del Río y los diputados Figueroa, Díaz Castro, Sosa Acevedo y Elfidio Alonso (3), todos sufrirían prisión tras al golpe franquista y la mayoría serían asesinados y posteriormente desaparecidos en los últimos meses de ese año 1936.

En el diario La Prensa se relata como el Comité “gestiona actualmente el mayor número de pasajes, con el fin de que la representación canaria abarque deportes netamente regionales, tales como la lucha canaria, juegos del palo y pértiga y otros deportes”. Además en la misma noticia destacan la designación de entrenadores en diversas categorías, como atletismo, lucha, esgrima, natación, boxeo, fútbol, baloncesto y ciclismo. Además se invita a Santa Cruz de La Palma a sumarse a esta labor, por su amplia afición al baloncesto (4).

A pesar del corto tiempo disponible se hace un enorme esfuerzo organizativo, apoyado en las redes que las organizaciones obreristas tenían en los distintos municipios y en los diferentes ámbitos deportivos. A finales de junio de 1936 se habla de cómo se han organizado comités pro Olimpiada Popular en todas las provincias, que en el caso de Canarias están promovidas por “las organizaciones deportivas y las juventudes de los partidos de izquierda”. Según esta misma crónica periodística “Tenerife cuenta con fútbol, boxeo, base-ball, ciclismo, basket y otras manifestaciones”, aseguranedo que “podríamos traernos una buena cosecha de triunfos de la gran ciudad condal”. Igualmente no dejan de hacer referencia al principal problema que limitaba la participación de los deportistas isleños, inistiendo en que si “Madrid no paga los gastos de viaje y hospedaje de los atletas que irían a las justas, nos hace pensar que los nuestros se quedarán en el terruño” (5).

Recuerdan de esta manera que el Congreso de los Diputados había acordado a inicios de ese mismo mes “ver con simpatía la Olimpiada Popular de Barcelona y recabar del Frente Popular que la apoye” (6). A esto se sumará el acuerdo de dar una subvención de 250.000 pesetas de la época a este evento, siguiendo el ejemplo de Francia, cuyo gobierno también se sumó activamente a promover este evento y había “hecho un estimable esfuerzo” en esta materia (7).

En Tenerife se constituye a finales de junio el Comité Pro Olimpiada Popular, que estará presidido por el hijo del diputado republicano, Luis Rodríguez Figueroa, Guetón Rodríguez, tendrá a Andrés Fernández Bethencourt como Secretario, Salvador Romero como Secretario de Relaciones, Julio Fernández como Secretario de Prensa, Antonio Núñez como Secretario Deportivo, con los vocales Fernando Arozena, Manuel Martín Arencibia, Luis González y Vicente Pujol, teniendo como sede principal en número tres de la lagunera Calle Tabares de Cala (8).

El cuatro de julio a las seis de la tarde ya se habían cerrado oficialmente las inscripciones en Tenerife para este evento deportivo, indicándose además que el Comité Regional estaba gestionando “de los diputados tinerfeños en Madrid el mayor número posibles de pasajes gratuitos con objeto de que la representación canaria sea lo más nutrida posible”. En ese mismo diario se aportan más noticias referidas a las Olimpiadas Populares, como los 28 atletas y futbolistas palestinos que estaban en camino de las mismas o como que el Madrid Fútbol Club había mandado a su equipo amateur a este importante evento deportivo (9).

El 12 de julio de 1936 se realiza en Tenerife un gran evento deportivo del que saldrían diversos seleccionados para participar en el viaje a Barcelona. En el Norte de la isla se celebró una carrera ciclista a Icod para identificar a “los mejores corredores de fondo que cuenta Tenerife” (10). Mientras, en el estadio de la capital tinerfeña, desde las tres de la tarde se realizaban los desfiles de deportistas, un encuentro de baloncesto entre las selecciones de la Isla y de La Palma, además de fútbol, atletismo, salto de longitud y altura, lanzamiento de disco y peso, además de un encuentro de lucha canaria, todo amenizado por la Banda Municipal de Santa Cruz (11). Este acto sin duda fue uno de los más importantes promovidos con motivo de esta actividad, además de un ejemplo de organización, con las apenas dos semanas transcurridas desde la constitución formal del Comité Insular.

Los ayuntamientos y el Cabildo no fueron ajenos a esta importante actividad social, política y deportiva. En el pleno de La Laguna del 15 de julio toma conocimiento de un escrito promovido por el Comité Insular y firmado por su presidente, en el que se pedían fondos para apoyar esta iniciativa, para facilitar la asistencia de deportistas, de la lucha canaria o el juego del palo, además del folclore “debidamente ataviado” (12), ya que también los grupos musicales de distintas nacionalidades estaban convocados. Esa misma jornada se lee el mismo texto en el pleno del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife (13).

A pesar del tiempo y esfuerzo dedicado el peródico La Prensa del 18 de julio de 1936, publicado antes de la intervención de las rotativas por los golpistas, habla de esa normalidad, desaparecida ese mismo día. El Comité se dirige a la opinión pública explicando que respondieron como “fervorosos entusiastas” del mundo deportivo y por “franco espíritu de compenetración, a esa magna competición deportiva internacional de carácter popular”, sin embargo señalan que la falta de respuesta de Madrid dejan a Tenerife “huérfana de tan magna competición”. Por contra agradecen los apoyos logrados por parte del Cabildo, que destinó 1500 pesestas a esta actividad, y del Gobierno Civil. Ese mismo diario recoje la desilusión de los ciclistas Miguel Castro, Manuel Delgado, Jaime Márquez y José Antonio Aguiar, que tuvieron que desembarcar el mismo 17 de julio, cuando ya iban a partir rumbo a Barcelona (14).

Los deportistas y los grupos folclóricos isleños no pudieron acudir a la cita, una vez más en Madrid no entendían la realidad de unas islas lejanas y éxoticas a sus ojos mesetarios. No sé qué hubiera sido de muchos señalados representantes deportivos designados si hubieran llegado a la ciudad Condal antes del 18 de julio, tal vez el presidente del Comité tinerfeño, Guetón Rodríguez, habría salvado su vida de los asesinos que venían con hambre de venganza, que destrozaron a su familia.

La violencia de los grupos ultras se desató de la mano de amplios sectores del ejército esa jornada. Muchos de los deportistas llegados de otros países a Barcelona se vieron desde las primeras horas ayudando en la resistencia frente al golpe, montando barricadas, y posteriormente en la guerra.

Para el nuevo régimen todo lo referido a la Olimpiada Popular era un ejemplo perfecto de lo que no querían. Los peródicos franquistas lo dejan claro en sus páginas, tal vez entusiasmados por el éxito de Berlín, con esa antorcha olímpica paseada por niños de las juventudes hitlerianas. Con evidentes influencias nazis dicen que lo que se iba a celebrar en Barcelona era “la llamada de los comunistas españoles a los extranjeros, a judios y rusos que comenzaron a pisar las fronteras españolas para colaborar en el advenimiento de la nueva república soviética” (15).

Muchos de los deportistas o de los promotores de los comités de apoyo sintieron en su propia piel el odio que para los franquistas implicaba haber apoyado o promovido esta Olimpiada Popular. El poder que llegó a España en ese momento apoyaba y compartía su adn con los regímenes fascistas europeos, para el que la autorganización de la clase trabajadora o los valores auténticamente deportivos eran simplemente sospechosos.


Fuentes consultadas

  1. Stout, James. La brutal historia de la Olimpiada Popular de 1936: un boicot al fascismo y a Hitler: https://www.nationalgeographic.es/historia/2021/07/brutal-historia-de-olimpiada-popular-de-1936-boicot-al-fascismo-y-a-hitler

  2. Stout James. Op. Cit.

  3. La Prensa. 26 de junio de 1936. p.6

  4. Idem

  5. Acción. 27 de junio de 1936. p.14

  6. Gaceta de Tenerife. 5 de junio de 1936. p.4

  7. Gaceta de Tenerife. 4 de julio de 1936. p.4

  8. La Prensa. 23 de junio de 1936. p.6

  9. La Prensa. 4 de julio de 1936. p.6

  10. Gaceta de Tenerife. 11 de julio de 1936. p.2

  11. La Prensa. 12 de julio de 1936. p.6

  12. AMLL. Libro de actas de sesiones plenarias del Ayuntamiento de La Laguna, sesión de 15 de julio de 1936. p. 274

  13. Gaceta de Tenerife. 16 de julio de 1936. p.5

  14. La Prensa. 18 de julio de 1936. p.5

  15. Gaceta de Tenerife. 13 de agosto de 1936. p.1


domingo, 14 de agosto de 2022

El Teniente Alfonso González Campos frente al golpe del 18 de julio

Hasta los fascistas decían que el Teniente Alfonso González Campos era un hombre risueño, pero fue su odio el que le borró la sonrisa para siempre. Casi a la misma hora en la que dió inicio el Golpe militar, apenas 25 días antes, las balas de un pelotón de fusilamiento acabaron con su vida. Eran las cinco y cuarto de la madrugada del 11 de agosto de 1936 y el marco de esta terrible ceremonia de muerte fue una vez más la Batería del Barranco del Hierro (1). Nunca había cometido ningún delito, algunos dicen incluso que era más monárquico que republicano, pero fue uno de los pocos miembros de las fuerzas del orden tinerfeñas que en esa jornada lúgubre cumplió con su deber, defendiendo hasta las últimas consecuencias la legalidad democrática republicana. Alfonso tenía solo 32 años y su esposa, Themis Hernández Pérez, quedaba viuda embarazada del primer hijo de la pareja. La Gaceta de Tenerife, uno de los medios que más aplaudió la acción ilegal de los militares franquistas, recoje la nota de la Comandancia Militar en la que se cumplía la sentencia del Consejo de Guerra, iniciado pocos días antes. La fría literatura castrense menciona con una crueldad insondable como el Teniente “rescató con una muerte digna el momento de ofuscación que a ella le condujo” ya que según sus propios verdugos estaba “arrepentido de su culpa” y a la hora de morir gritó un “viva España” (2). Según sus asesinos, la ofuscación fue ser leal a los valores democráticos y constitucionales que los golpistas borrarían brutalmente durante casi cuatro décadas, protagonizando uno de los escasos momentos de resistencia que se dió en la jornada del 18 de julio en la isla de Tenerife. Nuestro protagonista había nacido en 1904 en Güímar (3), iniciándose en la carrera militar siendo muy jóven. La prensa de la época ofrece un número importante de noticias referidas a sus progresos en esta materia, sobre sus idas y venidas de la Isla, incluso algunos momentos de su vida personal. Con apenas doce años logra el cuarto puesto y un sobresaliente en los exámenes realizados en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife para obtener la beca de bachillerato (4). En marzo de 1922 aprueba el cuarto ejercicio para el ingreso en la Academia de Infantería de Toledo (5), logrando finalmente entrar en esta institución en julio de 1923 (6). Tres años después el Diario Oficial, por real orden del 8 de julio, notifica el ascenso del jóven Alfonso al puesto de Alferez en la Academia de Infantería, felicitando la prensa de la época también a su padre, José González Duarte (7). Poco después es destinado por primera vez a Tenerife, incorporado al Regimiento Nº64 (8). Entre 1928 y 1930 pasa por varios destinos, como el Batallón de África Nº15, emplazado en Melilla, y la Brigada Disciplinaria de Cabo Juby (9)(10). También se nos permite conocer por las amarillentas páginas periodísticas algunas de las aficiones de militar güimarero, caso del fútbol, ejerciendo el 8 de diciembre de 1929 de árbitro en el partido entre la Unión Cabojubiana y el Club Disciplinario, derby ganado por cuatro goles por los primeros (11). En mayo de 1930 regresa a Tenerife, a su antiguo regimiento (12). Con la llegada de la II República se reorganizan las fuerzas militares emplazadas en Canarias, siendo trasladado al Regimiento 34, al que ya entra con el grado de Teniente (13). Otra muestra clara de su interés por el mundo futbolístico aparace destacada en los medios escritos del momento, al ser nombrado vicepresidente de la Federación Tinerfeña de Fútbol en su asamblea del 13 de agosto de 1934, donde Adrián Savoie ocupará el puesto de presidente de un deporte que en ese momento ya tenía una enorme popularidad (14). Parece que la noticia no sentó demasiado bien entre sus mandos, que solo cuatro días después reclaman que se presente de forma inmediata en el cuartel, “por haberse ausentado de esta plaza en uso de permiso de verano” (15). En los últimos meses de 1934 le tocará en dos ocasiones ejercer de abogado defensor en dos consejos de guerra diferentes. Poco podía suponer el proceso que él mismo sufriría en apenas unos meses, una vez desencadenado el golpe militar. En la primera corte marcial le toca defender a los guardias civiles Casimiro Ruíz y Francisco Bermejo, detenidos por “delito de homicidio” (16). Según nos cuenta el brillante estudio documental del investigador Pedro Medina Sanabria, este juicio se desarrolla ante el asesinato del vecino de La Guancha, Pedro Domínguez Dorta, tiroteado por los anteriormente mencionados por haber proferido unos supuestos “insultos a la autoridad”, siendo ambos militares posteriormente liberados sin cargos, gracias a los amplios beneficios que el Gobierno conservador de ese momento daba a las fuerzas del orden (17). El segundo juicio será contra Anselmo González y Alfredo García, soldados del Grupo Mixto de Artillería Nº2, acusados de “desobediencia e insulto a superior” (18), no teniendo testimonios posteriores de cómo quedó este procedimiento. En 1935 entra a formar parte del Cuerpo de Seguridad y Asalto, conocido como Guardia de Asalto, creado por el gobierno de la II República en 1932 (19). Su primer destino es la Comandancia de Barcelona (20), pero en julio de ese mismo año regresa nuevamente al Archipiélago, esta vez para ocupar la plaza de Teniente de dicho cuerpo en Santa Cruz de La Palma (21). Poco antes de marchar a La Palma se casa con la ya mencionada Themis Hernández Pérez. Justo el día antes de la boda, que se celebró el 16 de julio en Tacoronte (22), vivirá una experiencia muy in tensa, al detener al responsable de un intento de asesinato en la zona de La Medida, al que junto con el juez municipal de Güímar, Santos Angulo, captura mientras intentaba huir rumbo a Santa Cruz (23). El destino quiso que la “Superioridad” decidiera la disolución de la sección de Asalto de la capital palmera, con lo que Alfonso, junto a su mujer, vuelve a la capital tinerfeña a inicios de 1936 (23), dejándolo de esta manera a las puertas de su terrible final. Poco después de esa fecha se produce el triunfo del Frente Popular, un gobierno obrero era la excusa que las fuerzas reaccionarias necesitaban para desatar su violencia contra el nuevo tiempo que empezaba apenas a florecer. En la jornada del 18 de julio nuestro protagonista está junto a sus hombres en la capital tinerfeña. En la madrugada los militares ultras desplegaron sus tropas, ocupando las zonas estratégicas de la ciudad, incluído el Gobierno Civil, en el que según el libro de Andrés Chávez y la crónica del Comandante fascista Alfonso Moreno Ureña, se encontraba el Teniente de la Guardia de Asalto asistiendo al Gobernador Civil y otras autoridades civiles y policiales. Según la prensa Ureña vio al entrar “un grupo de unas nueve personas entre las que vió al Gobernador, su secretario, el inspector jefe de la Policía, este con las manos en los bolsillos de su americana, y al infortunado teniente don Alfonso González Campos; era este el más próximo a la puerta, y su gesto alegre y risueño a que me tenía acostumbrado, era para mi, en aquel momento, algo totalmente desconocido, tanto que me preocupó desde el instante de verle”. La charla del comandante golpista, en la que se permite dar vivas a “nuestro insigne caudillo” y al “ejército de salvación” (25), indica que el Teniente González no simpatizaba con lo que en ese momento sucedía en los exteriores de los principales edificios públicos de la Isla. Según el amplio y necesario estudio de ese período del profesor Cabrera Acosta, lo que sucede en esa jornada en las inmediaciones del Gobierno Civil “implica sobre todo al republicanismo de izquierdas”, que instigó la respuesta de la Guardia de Asalto para que se liberaran a las principales autoridades de la Isla (26). Desde la propia prensa, totalmente sometida al nuevo régimen, se narra el momento, detallando como “los jefes militares con fuerzas a sus órdenes ocuparon el Gobierno Civil y demás centros oficiales” y “con motivo de este movimiento fueron destituidas todas las autoridades de la Provincia”, quedando el gobernador, Vázquez Moro, detenido, igual que el alcalde capitalino, para ser posteriormente trasladados a Paso Alto (27), ambos serían asesinados y desaparecidos poco después. En la Gaceta describen una “colisión sangrienta entre la fuerza del ejército que se encontraba guarneciendo el edificio del Gobierno Civil y una fracción de doce guardias de Asalto de esta capital (…) dirigidos por el teniente del mismo cuerpo, don Alfonso González Campos”. Igualmente se explica que tras el tirotero producido, que dejó un saldo de un guardia y un falangista voluntario muerto, además de varios heridos de diversa gravedad, “Campos logró huir sin ser detenido” (28). A las pocas horas el Teniente González Campos decide entregarse, sus hombres también habían sido desarmados y detenidos. El 4 de agosto se inicia el Consejo de Guerra contra ese pequeño grupo de valientes que decidieron enfrentarse a fuerzas superiores para liberar a las autoridades retenidas de forma ilegal y recuperar el control democrático de Tenerife. Son en total 36 guardias de asalto los que acompañan a su superior, así como un vecino que participó de la lucha (29). Según un extracto de la crónica de José Antonio Rial, publicado en el libro que Andrés Chávez dedica a estos sucesos, el propio González Campos había comentado a otros compañeros presos “que un hombre decidido al frente de una pequeña tropa leal, como la que él mandaba, hubiera podido tomar sin resistencias el Parque de Artillería de la plaza Weyler (…) ese error táctico me va a costar la cabeza” (30) El 10 de agosto termina el Consejo de Guerra. Posiblemente todas las partes ya sabían plenamente lo que era la “justicia” de los golpistas. Se condena a muerte a nuestro protagonista, a 26 años de reclusión mayor militar a 14 guardias de asalto, 20 años de reclusión menor a otros 20 guardias y a 6 años al paisano Diego Poveda Pestano. En esa lenguaje gris de la prensa bajo el franquismo, también se traslada a la sociedad que tras la sentencia “se han cursado numerosos telegramas a la Junta Nacional de Burgos y al general Franco, que han suscrito entidades y representantes de todas las clases sociales”, en los que se pedía clemencia y se permitiera vivir a Alfonso, hasta los medios locales La Tarde, La Prensa y Gaceta de Tenerife suscribieron esas manifestaciones (31), peticiones que no fueron escuchadas. Alfonso González Campos ya estaba muerto y enterrado cuando en noviembre de 1936 su único hijo nació (32), también aparece en los peródicos que aplaudían al nuevo poder, las victorias de Franco y los ejemplos “luminosos” de otros grandes líderes de occidente como Hitler y Mussolini. Acabo el artículo precisamente con un fragmento de la propia memoria de su hijo, Alfonso González Hernández, que relata la vivencia de una familia rota por el dolor de ese asesinato de ese padre “simpático, entregado a los demás” que no conoció. Cuenta como su madre, viuda con solo 23 años, hablaba de su marido, “y lloraba amargamente. Yo dejé de preguntarle por mi padre porque le entristecía mucho todo aquello. Aquel abatimiento le provocó una enfermedad irreparable; murió joven, con 47 años” (33), una familia más, como tantas miles, también marcadas por el dolor de la violencia que quebró la paz y la convivencia, personas que tuvieron que mantener en silencio su sentimiento y sus lágrimas mientras los verdugos eran premiados en las calles o en la vida civil. 

Fuentes consultadas
1. Gaceta de Tenerife. 11 de agosto de 1936. p.1 
2. Idem 
3.https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2018/09/05/victimas-mortales-del-franquismo-en-la-villa-de-guimar/ 
4. Gaceta de Tenerife. 23 de julio de 1916. p.2 
5. La Prensa. 22 de marzo de 1922. p.1 
6. El Progreso. 20 de julio de 1923. p.1 
7. El Progreso. 16 de julio de 1926. p.1 
8. La Prensa. 31 de julio de 1926. p.3 
9. La Prensa. 9 de mayo de 1928. p.6 
10. La Prensa. 26 de enero de 1929. p.5 
11. La Prensa. 3 de enero de 1930. p.3 
12. La Prensa. 25 de mayo de 1931. p.4 
13. El Progreso. 24 de junio de 1931. p.1 
14. La Prensa. 15 de agosto de 1934. p.6 
15. La Prensa. 18 de agosto de 1934. p.6 
16. Gaceta de Tenerife. 8 de noviembre de 1934. p.10 
17. https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2014/08/16/pedro-dominguez-dorta-muerto-a-tiros-por-la-guardia-civil-en-la-guancha/ 18. Gaceta de Tenerife. 6 de enero de 1935. p.2  
19. http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/autoridad/59576 
20. La Prensa. 11 de mayo de 1935. p.3 
21. La Prensa. 2 de julio de 1935. p.4
22. La Prensa. 12 de julio de 1935. p.3 
23. Gaceta de Tenerife. 16 de julio de 1935. p.3 
24. La Prensa. 30 de enero de 1936. p.8 
25. La Prensa. 27 de noviembre de 1936. p.5 
26. Cabrera Acosta, Miguel Ángel. La II República en las Canarias Occidentales. Santa Cruz de Tenerife. 1991. p. 611 
27. Gaceta de Tenerife. 19 de julio de 1936. p.4 
28. Idem 
29. La Prensa. 4 de agosto de 1936. p.2 
30. Chaves, Andrés. Gesta y sacrificio del Teniente González Campos. Santa Cruz de Tenerife. 2003. p.51 
31. La Prensa. 11 de agosto de 1936. p.3 
32. La Prensa. 13 de noviembre de 1936. p.3 
33. Chaves, Andrés. op. Cit. p.70-71

domingo, 12 de junio de 2022

Ramón García Ascanio y el caciquismo gomero


En junio de 1903 el vapor interinsular León y Castillo llevaba hasta Santa Cruz de Tenerife a un vecino de Vallehermoso, detenido y acompañado por dos guardias civiles. Era mi tatarabuelo, Ramón García Ascanio.
La prensa deja testimonio de esta pequeña historia de arqueología familiar que traigo hoy. Decían, "ningún delito ha cometido; su única falta la constituye el hecho de haber querido sacudir el yugo del más desenfrenado, brutal e insoportable de los caciquismos que los pactistas, los amigos de León y Castillo, han implantado en la desdichada isla de La Gomera; del infame caciquismo que en Vallehermoso ejerce don Domingo García González, uno de los esbirros más crueles y decididos con que cuentan en aquella Isla".
El periódico La Opinión del 27 de junio narra este incidente y describe el papel del caciquismo que en esos primeros años del siglo XX, igual que en el siglo XXI lo hacen sus descendientes ideológicos, se marcaba como objetivo central "hallarse eternamente en el poder para satisfacer sus deseos de venganza y exterminar a los que se atreven a censurarle".
A Ramón García se le detiene por el hecho de "haber tenido una discusión más o menos violenta con Don Antonio Bethencourt, juez municipal de Vallehermoso, en la casa de este, a consecuencia de negarse sin fundamento ni razón alguna a despacharle un expediente posesorio que tenía promovido, negativa que quizá obedecía a instrucciones del cacique...".
Mi tatarabuelo sufrió ese encarcelamiento mientras su mujer, Francisca Barroso Mora, y mis bisabuelas Alicia y Eulalia García Barroso permanecían enfermas en casa (1).
No era la primera vez que se separaba de su familia y de su Isla. A Ramón le tocó la desgracia de ser de esa generación obligada a marchar a Cuba a participar en una guerra colonial triste y miserable, como todas las guerras. Regresó el 21 de septiembre de 1898 en el vapor correo Hespérides, como soldadito derrotado (2).
El juicio que sufrió, a costa del poder caciquil de los años del régimen pactista, culmina en octubre de 1904, en el que le defiende el abogado Adolfo Carrillo (3). 
Unos años después Ramón vuelve a abandonar la Isla, lo sé por una vieja postal fechada el 2 de septiembre de 1910 que conservo entre los recuerdos de mi abuela. Desde Cayo Hueso, en Florida, manda una postal ilustrada con un dibujo de un soldado yankee despidiéndose de su esposa para dirigirse a "otras tierras lejanas". Ramón escribe a su hermana Eulalia a la que le dice "querida hermana. Hoy voy a terminar de mandarte la colección que desde hace tiempo empecé. Tu hermano que te quiere".

No sé en qué medida la dura experiencia vital de Ramón García Ascanio sembró semillas en las generaciones más jóvenes. Sus nietos, como Juan Pedro Ascanio García, mantuvieron  esa crítica al caciquismo isleño y gomero, ayudando al nacimiento de medios como el Altavoz. Tal vez lo que no pudo ver en sus años de juventud fue lo que tomó forma en esa incipiente República que nació años después, para ser arrasada por los viejos poderes.
Ojalá más pronto que tarde tenga algo de tiempo para acercarme a los archivos que conservan el proceso judicial y conocer las declaraciones detrás de este proceso. Seguro que serán de interés para ver ese pasado no tan lejano.

Fuentes consultadas 
1. La Opinión 27 de junio 1903 p.1
2. La Opinión 21 de septiembre de 1898 p.3
3. La Opinión 25 de octubre de 1904 p2
4. Archivo familiar.


domingo, 22 de mayo de 2022

La tumba oceánica de Pablo Ascanio


El cuerpo de Pablo Ascanio Armas acabó en el fondo del océano, igual que su hermano Fernando. El mar fue una de las grandes fosas de la represión franquista en Canarias, sin duda la mayor. 
Ambos hermanos nacieron en Hermigua y fueron activistas vinculados al socialismo, en un lugar donde las grandes movilizaciones por los derechos laborales de los jornaleros de la platanera acabaron con un episodio de violencia que provocó una intensa represión en 1933.
Pablo estudió en el antiguo Instituto de Canarias, su familia hizo el esfuerzo de apoyar sus estudios. Su nombre aparece entre los que aportan dinero al homenaje al profesor y director de ese centro de estudios, Cabrera Pinto, que posteriormente le dio el nombre al instituto lagunero (1).
La prensa del momento y los testimonios del momento no recogen un papel especialmente activo de Pablo en la agitada vida política de la República. Su hermano Fernando sí. Es uno de los acusados por los llamados Sucesos de Hermigua, siendo especialmente señalado en el juicio. 
Pablo aparece en 1935 en una importante Asamblea de Agricultores plataneros, del Sindicato Agrícola del Norte de La Gomera, donde propusieron unir sus intereses al Sindicato Norte de Tenerife. Pablo Ascanio y Ramón Negrín, fueron dos de los productores que apoyaron la propuesta de la presidencia para "unidos todos defender nuestra riqueza agrícola" (2).
Tras el golpe de Estado de julio de 1936 Pablo es detenido, igual que su hermano y varios de sus primos originarios de la vecina Vallehermoso, como Blanca Ascanio o Juan Pedro Ascanio. José Antonio Rial, en su novela autobiográfica "La Prisión de Fyffes" habla de los dos hermanos de Hermigua, trasladados como tantos miles de republicanos a los barracones de la empresa platanera en Santa Cruz de Tenerife. Los presenta de esta manera, diciendo en palabras de Fernando: "estábamos sentenciados por los caciques de la Isla desde la muerte de los guardias civiles, y ahora nos tienen en sus manos. Son odios de pueblos y de familia. A mi padre también lo mataron" (3).
El libro asegura que Pablo estaba en esos días casi inmovilizado debido a una enfermedad reumática, que le generaba grandes dolores que apenas le permitían levantarse del camastro donde se encontraba postrado. Rial relata como llegó finalmente la ronda de la muerte a llevarse a Pablo. Narra como los hermanos se abrazaron y a nuestro protagonista, junto con otros ocho compañeros de pena, "despeinados, macilentos, casi cadáveres..." y es cargado en un jergón "al alzarlo, el enfermo de dolores reumáticos dio un pequeño grito" (4).
Después de ese momento es difícil saber lo ocurrido. Según la mayoría de las fuentes fue lanzado al mar, junto con los otros ocho hombres. Su hermano le acompañaría pocas semanas después (5). Diversos testigos dieron posibles fechas de esta muerte, indicando que los hermanos Ascanio “fueron botados al mar en enero de 1937” (6). Poco después llegarían más asesinatos aprovechando la misma fosa marina, como el del también socialista, poeta y exconcejal. Domingo López Torres (7). 
El océano, fosa de tantos hombres dignos en esos años oscuros, esconderá posiblemente para siempre a los hermanos Ascanio, pero no borrará su memoria. 

Fuentes consultadas:
1. El Progreso. 18 de junio de 1925. P.1
2. Gaceta de Tenerife. 17 de marzo 1935. P.3.
3. Rial, José Antonio. La prisión de Fyffes". Tenerife. 2003. P.42
4. Ídem. P. 55-56 
5. https://fpabloiglesias.es/entrada-db/1952_ascanio-armas-fernando/
6. Cabrera Acosta, M. Á. (Ed.). (2000). La Guerra Civil en Canarias. San Cristóbal de La Laguna: Francisco Lemus Editor. Pp 123-124
7. Al mar dentro de un saco. https://www.eldia.es/dominical/2020/09/20/mar-saco-22339353.html

lunes, 16 de mayo de 2022

La Laguna y la lucha por una correcta gestión de los residuos en Tenerife


Entre 6 y el 12 de mayo de 1982 el alcalde Pedro González y catorce concejales del Consistorio, de los grupos políticos del PSOE, Unión del Pueblo Canario, PCE y Asamblea Lagunera, junto a un miembro de UCD, realizaron un encierro y una huelga de hambre en las dependencias del Ayuntamiento durante seis días, en protesta contra el emplazamiento del vertedero de Montaña del Aire en nuestro municipio. La semana pasada se cumplieron cuarenta años de ese importante acontecimiento, uno de los más recordados de los primeros años de la etapa democrática en nuestro municipio.

La isla de Tenerife vivía en ese momento una situación muy complicada. El 1 de mayo de 1982 se debía aplicar el cierre del vertedero del Lazareto de Santa Cruz, que tras muchos años de uso había alcanzado más de 40 metros de altura, corriendo serio riesgo de colapso. En ese lugar dejaron durante años sus residuos diarios casi la mitad de los municipios tinerfeños, el resto usaban alguno de los 219 vertederos clandestinos de cierta importancia que había en la Isla, que se mantenían "en permanente combustión" (1).

Desde el verano de 1981 se empezó a intensificar la polémica sobre el riesgo que suponía el nuevo vertedero previsto, no sólo en el medio ambiente o el agua, también por su efecto para el tráfico aéreo por la "concentración de aves atraídas por los vertidos" (2).

El PCE fue de los primeros grupos políticos en preguntar por la situación del futuro vertedero insular. A finales de 1981 el grupo parlamentario comunista en el Congreso trasladó una pregunta sobre la peligrosidad del proyecto, celebrando su secretario insular, Nicolás Pérez, que sus criterios fueran compartidos por la Junta de Canarias, calificando el vertedero como "insalubre y peligroso". Además recordó que el PSOE había cambiando de opinión sobre esta polémica infraestructura, aludiendo a unas declaraciones del dirigente socialista, Antonio Martinón, donde se cuestionaba la misma (3).

En marzo de 1982 la Coordinadora de Alcaldes de Tenerife se reunió en La Laguna, apoyando por mayoría que Montaña del Aire fuera la "solución provisional al anunciado cierre del Lazareto" en el que quince municipios vertían en ese momento 800 toneladas de basura y que debía cerrarse el primero de mayo de ese año (4).

Los concejales de UPC y PCE en el Ayuntamiento de Santa Cruz también manifestaron su rechazo a este proyecto, señalando que el Gobernador Civil actuaba como "militante disciplinario de su partido, la UCD, con el triste objeto de salvar la imagen de sus compañeros de partido, Hermoso y Galván Bello, alcalde de la capital y presidente del Cabildo" (5). Recordemos que ambos políticos habían pasado de ser mandos del anterior régimen a políticos de la UCD y posteriormente fundadores de ATI y su continuidad, Coalición Canaria.

El 3 de mayo el Gobernador Civil, Jesús Javier Rebollo, aplica, al amparo de la Ley General de Sanidad de ese momento, la apertura oficial de Montaña del Aire como principal vertedero insular. El 6 de mayo el Ayuntamiento, con un gobierno de izquierdas formado por PSOE, UPC, PCE y Asamblea Lagunera, optan por pedir el cierre del mismo por carecer de licencia municipal. Además se acuerda clausurar de inmediato el depósito de agua de la zona por el riesgo de contaminación por filtraciones procedentes de los restos de basura. Tras dos intentos infructuosos de cerrar la instalación, la Corporación toma el acuerdo de iniciar un encierro en el Ayuntamiento acompañado de una huelga de hambre, con la intención clara de forzar a negociar al Gobernador Civil (6).

El alcalde Pedro González declaró a las 24 horas del inicio de la acción de protesta "mi pueblo ha sido burlado, avasallado y pisoteado por el Gobierno y por la UCD" y en nombre de los otros catorce concejales en huelga manifestó su "deber moral" de ejercer esta forma de protesta (7).

El 11 de mayo continuaron las protestas y también numerosas acciones vecinales de apoyo. El equipo médico que seguía las constantes vitales de los huelguistas manifestó su preocupación por el estado de Pedro González, con 54 años en aquel momento, y de otros dos concejales. Ese mismo día el movimiento ciudadano convoca para el jueves 13 de mayo una huelga general en la Isla, en la que además del cierre de Montaña del Aire se pide el cese del Gobernador Civil (8).

El 12 de mayo el Pleno de Cabildo vive una de las sesiones más complejas de su historia. Los vecinos y vecinas habían acudido "en masa" para abordar la necesidad de un Pacto Insular sobre los vertidos. A priori no era una decisión fácil de tomar, pero tras varias horas de trabajo se logró un acuerdo entre UCD, PSOE, PCE, CD y UPC que permitió que ese mismo día se levantara la huelga (9).

Las acciones institucionales no pararon desde ese momento. Los Silos ofreció suelo para ubicar un vertedero legal, igual que Santa Cruz de Tenerife (10). El Cabildo apostó poco después por la costa de Güímar como vertedero provisional (11).

Durante varios meses más continuarían las acciones de los afectados por el vertedero (12)(13), también tras el cambio de Gobierno estatal producido en las elecciones generales de 1982. Todo este intenso proceso de protesta y lucha sin duda ayudó a abrir un necesario debate insular sobre el futuro de los residuos y hacer un mejor uso de los mismos, una gestión sostenible que nunca acaba de llegar del todo.

La Laguna, a cuarenta años de la lucha del vertedero de Montaña del Aire, merece recordar esta acción civil y política, que acabó con la clausura de este vertedero. Por ello vamos a dar traslado de una propuesta que sirva para este necesario fin, como una lucha que dio origen a un debate necesario y a una reflexión sobre el modelo de Isla, que todavía no está concluido.

 

Fuentes:

1.      Dinámica: revista de la ingeniería canaria. 1 de enero de 1990 – p. 26

2.      El Eco de Canarias: diario de la mañana. 16 de julio de 1981. P12

3.      Tierra Canaria. 1 de diciembre de 1981. P.6

4.      El Eco de Canarias: diario de la mañana. 31 de marzo de 1982. P.11

5.      El Eco de Canarias: diario de la mañana. 5 de mayo de 1982. P.12

6.      El Eco de Canarias: diario de la mañana. 7 de mayo de 1982. P.11

7.      El Eco de Canarias: diario de la mañana. 8 de mayo de 1982. P. 11

8.      El Eco de Canarias: diario de la mañana. 9 de mayo de 1982. P. 14

9.      El Eco de Canarias: diario de la mañana. 12 de mayo de 1982. P.12

10.  El Eco de Canarias: diario de la mañana. 13 de mayo de 1982. P.14

11.  El Eco de Canarias: diario de la mañana. 30 de mayo de 1982. P.12

12.  El Eco de Canarias: diario de la mañana. 26 de junio de 1982. P. 12

13.  El Eco de Canarias: diario de la mañana. 13 de enero de 1983. P.11

 


sábado, 26 de febrero de 2022

Los fusilados de Vallehermoso y los procesos contra la resistencia republicana gomera


Hace justo 85 años, un 26 de febrero de 1937, finalizó el juicio contra 47 vecinos y vecinas de Vallehermoso acusados de tratar de defender la legalidad republicana en su pueblo. Tres de ellos acabarían fusilados. La mayoría pasaron largo tiempo en prisión por “rebelión militar” contra los militares que se rebelaron y acabaron con la democracia.
El espacio del Palacio de la Mancomunidad, que hoy acoge el salón plenario del Parlamento de Canarias, sirvió de marco donde desarrollar ese proceso, como otros sonados juicios políticos que provocaron decenas de muertos y un infinito sufrimiento.
Los vecinos y vecinas de La Gomera desfilaron por este espacio sabiendo lo que les había sucedido, cinco meses antes, a los considerados cabecillas de uno de los episodios de resistencia más sonados de la etapa franquista en Canarias.
En agosto de 1936 ya habían sido condenados a pena de muerte el Brigada de la Guardia Civil Francisco Mas García y los militantes de la izquierda gomera, Ramón Cabrera Bernal y Manuel Quintana Florentino Pérez (1). La prensa de la época destaca de su fusilamiento que el brigada “dio un “¡Viva España!” al situarse frente al piquete, siendo contestado por todos los presentes, incluso por sus compañeros de condena. Una vez más la razón ha precedido a la muerte y han muerto como españoles, los que ofuscados por ideas disolventes, se atrevieron a combatir contra su Patria” (2). Un mensaje periodístico que perfila y destila claramente el odio patriotero de quienes se creían defensores de los valores más tradicionales, por desgracia tan vigente en el debate político de los últimos tiempos.
Los otros 47 habitantes de Vallehermoso tuvieron que esperar hasta febrero de 1937 para enfrentarse a un Consejo de Guerra en el que sabían que no tenían ninguna oportunidad. Habían pasado meses en prisión, con el miedo a una muerte más que posible, como la de sus compañeros. La espera de ellos y sus familiares tuvo que ser terrorífica.
La prisión de Fyffes acoge a la mayoría, la de San Miguel a las tres mujeres detenidas en este proceso. Eran unos gomeros más de los cerca de 290 detenidos por sus “ideas marxistas” en los primeros días, tras la llegada de los militares golpistas a la Isla (3).
El Consejo de Guerra transcurrió como lo preveían sus sufridos protagonistas. El proceso lo describe en el libro el Fogueo uno de los acusados, “¿hablar con mi abogado?¡Qué va! Abogado, ¡nunca!”. La acusación los señala como “extremistas de acusada peligrosidad”, indicando que la maestra Blanca Ascanio Moreno, su pareja, Francisco González Jaumandreu y los militantes de la Federación Obrera, Daniel Hernández Gaspar, Manuel Méndez Prieto, Juan Medina Herrera, Nicolás Prieto Ventura y Antonio González Jaumandreu eran los más destacados en su beligerancia en la defensa de los derechos de los obreros y campesinos (4).

Los siete señalados por el brazo judicial del régimen son condenados a muerte ese día de febrero, aunque posteriormente se les conmuta sus penas por cárcel a Blanca Ascanio, los hermanos González Jaumandreu y Daniel Hernández Gaspar, dejándoles pena de muerte a Manuel Méndez Prieto, Juan Medina Herrera y Nicolás Prieto Ventura, fusilados en el Barranco del Hierro, en la capital tinerfeña, el 10 de marzo de 1937.
Juan Medina era un joven campesino, “un muchacho con muy poca preparación, pero se sumó como todo el mundo a la resistencia”(5). Varios de sus hermanos fueron detenidos también en esos oscuros días de verano de 1936 y sufrieron años de cárcel (6).
Manuel Méndez era un obrero militante de las Juventudes Comunistas, que según sus contemporáneos era “un hombre muy capacitado para defender las leyes del trabajador, que es lo que quería, era un defensor de la justicia” (7).
Nicolás Prieto era socialista y trabajaba de peón, lo consideraban un hombre tranquilo y se despide con varias emocionantes cartas dirigidas a sus familiares. Con un fragmento de ella termino esta historia, apenas un párrafo escrito a la espera de la temida sentencia, el 26 de febrero de 1937, en las que pide que a su hija: “cuando tenga conocimiento le dices por las ideas que murió su padre, que ella siga mi camino, que yo he luchado para el bien de ella y todos los demás de la edad de ella” (8).

Bibliografía y fuentes: 

  1. Medina Sanabria, Pedro. Orden para conducción de tres cadáveres. https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2014/06/06/orden-para-conduccion-de-tres-cadaveres/

  2. Gaceta de Tenerife. 4 de septiembre de 1936. P3

  3. López Felipe, José Francisco. La represión franquista en las Islas Canarias. 1936-1950. Santa Cruz de Tenerife-Las Palmas de Gran Canaria. 2002. P.34

  4. García Luis, Ricardo y Torres Vera, Juan Manuel. Vallehermoso, “El Fogueo”. Santa Cruz de Tenerife. 1986. P. 209

  5. Idem. P. 218

  6. Medina Cabrera, Pedro. El modelo autonómico y de integración en la Unión Europea está diseñado para convertirnos en una colonia de mercado cautivo: https://www.elpaiscanario.com/pedro-medina-calero-el-modelo-autonomico-y-de-integracion-en-la-union-europea-esta-disenado-para-convertirnos-en-una-colonia-de-mercado-cautivo-donde-colocar-las-producciones-y-excedentes-es/

  7. García Luis, Ricardo y Torres Vera, Juan Manuel. Op cit. Pp. 215-216

  8. Idem. p. 219



domingo, 20 de febrero de 2022

El alma sin cadenas de la anarquista tinerfeña Carmen Goya

No he logrado encontrar una buena imagen de Carmen Goya, la que utilizo para ilustrar este texto es de otra compañera de lucha. No es de extrañar, las mujeres represaliadas lo fueron doblemente, por sus ideas y por su género, ocupando un reiterado papel de inmerecido olvido en esos momentos históricos, en la historiografía y en el presente.

Gregoria Magdalena Goya Hernández, conocida como Carmen, fue una obrera más del poderoso sector del tabaco de Tenerife en la década de los treinta, pero también una mujer implicada activamente en el sindicato CNT y una comprometida anarquista, aunque nunca ocupó un puesto directivo u orgánico, como tantas de sus compañeras. Su destacado protagonismo lo evidencia al ser una de las pocas mujeres condenadas a muerte en Canarias, aunque posteriormente su pena fuera conmutada por una larga estancia en las cárceles franquistas y el exilio.

El mejor relato de su memoria nos lo dejó Montserrat González Lugo, que conoció directamente a Carmen en sus últimos años de vida. Gracias a él sabemos que nació en Santa Cruz de Tenerife el 10 de agosto de 1905 y era hija de Pedro Goya, “trabajador subalterno del ayuntamiento de la capital y activo militante del Partido Republicano Federal. Obsesionado por la educación y la instrucción, asistía regularmente con sus hijos e hijas mayores a las escuelas obreras, donde, impartidas por maestros de izquierdas y planteadas con lenguaje asequible, se daban charlas sobre cuestiones culturales de toda índole” (1).

El conocimiento de la escritura y la lectura parece que es un aspecto clave en la toma de conciencia, especialmente en las mujeres represaliadas, que según los estudios históricos realizados, mantienen un índice altísimo de niveles educativos o de estudios, muchas de las represaliadas eran directamente profesoras de los colegios de niñas más humildes del Archipiélago o algunas de sus más aventajadas alumnas (2).

Siendo apenas una adolescente Carmen empieza a trabajar, a pesar de sus aptitudes para el estudio su familia no se lo puede permitir. El sector del Tabaco reunía a cientos de trabajadores y trabajadoras en Tenerife en ese momento, siendo la CNT el sindicato más fuerte en la capital tinerfeña. Ella era una más, aunque con una extraordinaria sensibilidad combativa. Según los testimonios de sus compañeros de lucha era considerada una mujer elegante con una “gran capacidad expresiva y sus intervenciones en mítines, según el también anarcosindicalista tinerfeño, José Carrillo Belmonte, “eran electrizantes”. Conectaba con las masas de obreros y obreras del tabaco en un lenguaje llano y directo, incitándoles a la huelga o a cualquier otra acción para mejorar sus condiciones laborales y de vida” (3).

La década de los treinta sumó la llegada de la II República y un notable incremento de la conflictividad social y política, con la Huelga de Inquilinos y los Sucesos de Hermigua de 1933 como algunos de sus momentos más destacados. La acción militante y el apoyo a las personas presas a raíz de estos acontecimientos marcó a esa generación de activistas políticos y sociales. Carmen era una de las destacadas figuras de esa época, aunque por el hecho de ser mujer no ocupara un papel protagonista.

La prensa apenas recoge ninguna mención a su vida, no así de la de su padre, Pedro Goya Rivero, que destaca en los círculos republicanos isleños, siendo una de las figuras tinerfeñas que firman el telegrama que el febrero de 1931, días antes de la declaración de la II República, mandan ánimos a Niceto Alcalá Zamora, encarcelado en ese momento en la Modelo de Madrid (4). No será el último ejemplo, poco después, en septiembre de ese mismo año, también participa en la firma de otro comunicado de apoyo al Gobierno republicano junto con decenas de funcionarios del Ayuntamiento chicharrero (5).

Una joven Carmen aparece también en los periódicos, en los años previos a la república, como una de las actrices aficionadas que dan vida a varias obras teatrales que se desarrollan en la Sociedad Prosperidad-Nakens del Barrio de Salamanca, en la que interpreta uno de los papeles de la obra “La casa de los milagros”, un sainete de Paradas y Jiménez, donde aparece junto a Nena Goya, tal vez una hermana (6). Como en otras ocasiones hemos comentado, las sociedades populares o culturales siempre fueron un espacio clave para la participación activa de las entidades políticas del momento.

También la salud o su falta fue también un acontecimiento destacado en los medios del momento. En 1932 Carmen es sometida a una delicada operación quirúrgica en la Clínica del Doctor Capote, como asociada de la entidad “La benéfica” (7), posiblemente vinculada con las afecciones que sufrió en sus años de cárcel.

A diferencia de otros correligionarios masculinos, no queda testimonio alguno de su papel como sindicalista o en las acciones de protesta que se dieron en esos años, su nombre solo vuelve a aparecer como destacada militante en el proceso 246/1936, tras el golpe fascista, señalada por el delito de rebelión en el macrojuicio contra 61 anarcosindicalistas y algunos militares isleños. En este proceso, ampliamente destacado por su papel pedagógico y justificador de la violencia franquista en los medios del momento, Carmen es condenada a muerte, que posteriormente se le conmuta la pena a 30 años de prisión (8).

Con respecto a su conciencia como mujeres y el papel de las mismas en la lucha, Carmen participa en actividades dentro de la CNT vinculadas a esta cuestión importante, como Mujeres Libres, “aunque no entendieron el feminismo ni a las feministas, sí acudían en los días ilusionantes de la transición a todo tipo de actos y manifestaciones de este cariz, aplicando el viejo lema solidario de "cualquier lucha libera"” (9).

En el mencionado proceso contra la CNT tinerfeña, donde se fusila a algunos de los más destacados activistas de la isla, Carmen es condenada a muerte junto con su compañera María Luisa Hernández, pero como comentamos, su pena fue conmutada apenas unas horas antes de que sus compañeros fueran asesinados. No podemos imaginar la espera y el sufrimiento de ese trance, al que se añade la pérdida de amigos y activistas con los que compartió sueños e ideales. El sábado 23 de enero de 1937, a las siete de la mañana, fueron ejecutados por varios piquetes de los Cuerpos de la guarnición de Tenerife, José Martín Herrera, Ginés Ramírez Racindo, Modesto Carballo Sosa, Teresol Guerra Ortega, Tomás Rodríguez Benítez, Feliciano Pérez Jorge, Francisco Infante Díaz, Marcos Pérez Alfonso, Vicente Talavera Pechan, Casimiro Romero Velázquez, José Alonso Pérez, José Carreño Hernández, Pedro Carreño Hernández, Tomás Cabrera Vega, Domingo Dieppa García, Jorge Hernández Mora, Miguel González Gutiérrez, Francisco Reyes Martín y el sargento-músico del Regimiento de Infantería, Miguel Varea Serrano (10).

A partir del 18 de julio de 1936 la vida de Carmen se transforma por completo. No solamente por su trayectoria vital durante la etapa republicana, también por participar activamente en el intento de resistencia armada al franquismo a raíz de un amplio encuentro de militantes anarquistas en la zona de Los Campitos que desencadena el proceso judicial mencionado. Es detenida por ello el 28 de agosto de 1936, siendo definida en los expedientes judiciales como “muy revoltosa y propagandista de la violencia” (11).

Sus días transcurren entre prisiones y juzgados, primero en la de mujeres de San Miguel, en la capital tinerfeña. Posteriormente en la municipal de La Laguna, a donde llega junto a otras destacadas activistas republicanas, como Mª Luisa Hernández Remón y Blanca Ascanio, también “recluidas en el depósito municipal de La Laguna, allí fueron condenadas a reclusión perpetua y por disposición superior, fechada el 19 de septiembre de 1938, trasladadas a la prisión provincial” (12). Ya hemos hablado en otras ocasiones de las duras condiciones de vida que tuvieron que soportar las presas de esta cárcel municipal, que en las memorias de Mauro Martín Peña las describe ese espacio con el gráfico adjetivo de “pocilga” (13).

No solamente perdió su libertad o sufrió la larga espera de saber si en enero de 1937 sería fusilada junto a sus compañeros de la CNT, también vivió en sus propias carnes la tortura. Antonio Tejera, histórico anarcosindicalista, narra como se la encontró en el Palacio de Justicia santacrucero, destacado lugar de maltrato y violencia política, en donde encontró fugazmente a Carmen y a su compañera Domitila Hernández, a las que vio “negras de aquí para abajo, negras, llorando allí”, fruto de las palizas recibidas durante sus interrogatorios (14).

En prisión (marcada con una equis blanca) volvió a vivir momentos de mala salud, especialmente entre 1941 y 1943, sufriendo varios episodios graves que obligaron a su traslado al Hospital Civil por episodios recurrentes de “colecistitis” (15).

Estando en prisión recibe el cariño y el ánimo de varios compañeros de lucha, que trasladan sus abrazos imposibles de realizar debido a la distancia en un librito lleno de poesía y arte llamado Musas Cautivas, dedicado a ella y a sus compañeras Nélida, Margarita Rocha, María Luisa y Mercedes. Los relatos escritos en este formato, nacido clandestino en la prisión de Gando de Las Palmas de Gran Canaria, llegan a Margarita Rocha, una de las presas por el mitin de Los Campitos, que lo mantiene escondido y lo conserva en su exilio venezolano (16).

En los años cuarenta Carmen es puesta en libertad por su mala salud y desterrada a Las Palmas de Gran Canaria, donde según su propia memoria “vivió unos años felices ayudada por gente de ideología diversa a quien sólo movía la solidaridad”. En los años 50 puede emigrar a Venezuela, en donde permanece hasta la Transición, regresando y viviendo en la capital tinerfeña hasta la fecha de su muerte, el 31 de diciembre de 1986 (17).

Carmen Goya muere con sus ideas intactas, a pesar de los años de cárcel, exilio, dolor y sufrimiento extremo. Dejó ese legado de dignidad y de resistencia de tantas mujeres anónimas, luchadoras olvidadas, de las que apenas se mantiene vivo un rescoldo de recuerdo, que ojalá podamos reavivar y quizás, más pronto que tarde, ponerle también rostro y darle el reconocimiento que merece.

Acabo esta pequeña historia con un fragmento de Musas Cautivas, dedicado a esas mujeres luchadoras, a las que desde el penal de Gando definían a la perfección:

Tú eres culta y audaz con la pluma que acusa tu emancipación, de esta sociedad inmunda, y le enseñas al mundo tu libro sin cadenas en el alma” (18).


Bibliografía y otros materiales utilizados

  1. González Lugo, Montserrat. “Carmen Goya, anarquista ejemplar”: http://www.eltambor.es/carmen-goya-anarquista-ejemplar/

  2. González Pérez, Teresa. Mujeres republicanas y represión franquista en Canarias. XIV Coloquio de Historia Canario Americana.

  3. González Lugo, Montserrat. Op cit.

  4. El Progreso. 12 de febrero de 1931. p2

  5. El Progreso. 27 de septiembre de 1931. p2

  6. La Prensa. 13 de noviembre de 1925. P1

  7. La Prensa. 10 de marzo de 1932. p5

  8. VV.AA. Antología de Musas Cautivas. Estudio Histórico. CCPC. 2007. P. 87

  9. González Lugo, Montserrat. Mujer y movimiento obrero, un amor a menudo no correspondido. Revista Disenso. 1 de abril 2001. P.11-12

  10. Falange. 26 de enero de 1937. p1

  11. Hermida Martín, Yanira. Mujeres y cambios sociales en la provincia de Santa Cruz de Tenerife. 1931-1975. Amas de casa, camaradas y marginadas. Tesis doctoral. P. 289

  12. González Pérez, Teresa. Op cit. p. 1769

  13. Martín Peña, Mauro. Sin rencor. Memorias de un republicano. Santa Cruz de Tenerife. 2014. P.88

  14. García Luis, Ricardo. Crónica de vencidos. Santa Cruz de Tenerife. 2003. p88

  15. Hermida Martín, Yanira. Op cit. p. 289

  16. VV.AA. Antología de Musas Cautivas. Estudio Histórico. CCPC. 2007. P. 60-61

  17. González Lugo, Montserrat. Op cit.

  18. VV.AA. Antología de Musas Cautivas. Edición facsímil. CCPC. 2007. P.136