lunes, 12 de abril de 2010

En defensa de la política.


Hay un aroma nauseabundo en Santa Cruz de Tenerife que a pesar de lo que puedes pensar no proviene de las chimeneas de La Refinería, es un olor sucio que parece filtrarse por debajo de las puertas y las rendijas del Ayuntamiento.
En las últimas semanas nos podemos desayunar, comer y cenar descubriendo como la concejal de urbanismo de la capital aprovechando su puesto ha utilizado miles de euros de todos los ciudadanos de Santa Cruz para realizar actividades lúdicas bastante alejadas de su función principal o más recientemente la contratación de la novia de un periodista amigo de nuestro alcalde como asesora, con un sueldo de más de cincuenta mil euros anuales, sin que hasta el momento nadie de sus supuestos compañeros de trabajo sepan ni como es su cara.
Desde luego no rechazo que los ayuntamientos contraten asesores o técnicos que puedan aportar ideas y trabajo para un municipio que está falto de ellas. Lo que me parece absolutamente inmoral es que se paguen esos sueldos tan desproporcionados a personas cuyo único mérito es ser más o menos amigos de los políticos de turno.
Política, la verdad que esta palabra cada vez gana más y más enemigos. Al descubrir casos como estos cada día más ciudadanos huyen de la idea de la política como el gato del agua. Tal vez no saben que precisamente con esta actitud se favorece a esas rémoras que se alimentan del resto de la sociedad.
En las pasadas elecciones del 2007 tuve la ocasión de compartir un vuelo a Lanzarote con otro político. En esa ocasión iba como uno de los candidatos de la coalición Alternativa Popular Canaria-Alternativa Ciudadana 25 de Mayo para presentarla ante los medios en rueda de prensa. Para poder ir en ese vuelo había logrado escaparme por un día de mi trabajo precario en una fábrica de producto lácteos y juntado el dinero del pasaje gracias a varios compañeros. Dos asientos por delante de mi estaba Ignacio González, candidato del CCN al Parlamento. Rodeado por dos asesores, consultando papeles, con un traje caro absolutamente ajeno a eso otro “político” de la competencia que viajaba casi de prestado unos asientos y millones de euros por detrás de él.
Probablemente les parecerá una tontería, sin embargo a mi me parece un ejemplo del abismo existente entre dos maneras de hacer y entender la política. Si queremos podemos mirarnos en el espejo de dos líderes latinoamericanos como son Evo Morales, presidente de Bolivia y José Mújica presidente de Uruguay. Dos buenos ejemplos de ciudadanos, trabajadores metidos en la política que aún viven en casas humildes como una persona más de su País, tan cercanos a su pueblo que resultan casi inexplicables para los que sufrimos la forma de hacer política que se hace en Canarias.
Sinceramente no entiendo que esos elementos metidos en política para enriquecerse ellos y sus familias sean verdaderos políticos. Un tipo como el Alcalde de Arona que gana mensualmente más que Zapatero y reconoce abiertamente que ha hecho favores a amigos diversos gracias a su cargo no merece ese apelativo, se me ocurren muchos otros pero no quiero ser yo el que acabe en los juzgados.
La política se quiere convertir en un problema y no en una posible solución. Sin embargo no deja se ser verdad, oculta para muchos pero verdad al fin y al cabo, que hay miles de personas que trabajan duro para cambiar las cosas, que todos los días se arremangan la camisa sin pedir nada a cambio para cargar el mundo a sus espaldas, ellos y ellas son verdaderos políticos, son los políticos que nos hacen falta, los que rompen el tópico, los silenciados, los que cambian el mundo. Alguno fruncirá las cejas y pensará “al final acabarán vendiéndose” a estos siempre les digo que resulta mucho más fácil venderse ya mismo desde el poder la verdad es que pagan mucho mejor, en los grandes monopolios partidistas están enormemente faltos de sangre fresca y más que afiliados podemos hablar de contratados...sin embargo cuando uno lleva ya tanto tiempo echado al monte merece la pena al menos darle un poco de confianza, creo que con eso basta para poner el mundo patas arribas.

Pepe Mújica un hombre del pueblo y un ejemplo visual de mis palabras.