Había caras de alegría ese 30 de mayo de 1936. Tras dos décadas de debates se cumplía una vieja demanda republicana, que las banderas de Nelson se llevaran al museo municipal de Santa Cruz de Tenerife. La II República quiso lograr una mayor separación entre la Iglesia y el Estado. Diversos momentos cargados de simbolismo se dieron en esos cinco años y movieron una encendida resistencia de los sectores más conservadores. Ese mes los concejales del Frente Popular en la capital lograban que las banderas de la expedición bélica de Horacio Nelson pasaran de estar colgadas como exvotos en la iglesia de La Concepción a ser conservadas a un espacio público. Esa alegría se volvió horror a partir de julio de 1936. Las fuerzas conservadoras fueron de la mano del Obispado de Tenerife para devolver con brutalidad lo que consideraron una afrenta. En el mes de agosto de 1939, el informe del párroco de la Concepción, Luis María de Eguiraun Corcura, colaboró activamente en el expediente de responsab...