domingo, 15 de diciembre de 2024

El tren de los niños y la solidaridad con la infancia en los conflictos sociales de Canarias en la II República

La verdad que la película de Netflix, “El tren de los niños”, me emocionó mucho y me trajo a la memoria momentos de solidaridad del pasado, donde los colectivos obreros acogían a niños y niñas que no conocían, de lugares sometidos a guerras o conflictos, algunos en Canarias.

La historia de la película, basada en el libro de Viola Ardone, recoge la historia de los sesenta mil niños y niñas de Nápoles (Italia) que, debido a la hambruna tras la II Guerra Mundial, fueron trasladados y acogidos por militantes comunistas del norte del país. Mucho antes de eso, esa práctica se repitió en numerosas ocasiones durante procesos de lucha obrera o guerras, en especial por parte de sindicatos, además de anarquistas, comunistas y socialistas.

La clave de estos procesos era aumentar las posibilidades de resistencia de las familias en huelgas por sus derechos sociales o sindicales, que podían resistir el hambre, pero no ver morir o enfermar a los miembros más frágiles. En 1885 las familias campesinas danesas decidieron acoger en sus hogares a hijos e hijas de los obreros urbanos, debido a una larga huelga que dificultó la alimentación de los más pequeños (1).

Antes y después de esa fecha fueron numerosos los ejemplos de solidaridad entre sectores obreros y campesinos. Entre 1920 y 1921, once mil mineros de Río Tinto, en Huelva, fueron a la huelga por las malas condiciones de vida que debían afrontar. Tres mil de sus hijos fueron repartidos entre comités obreros y sindicatos de diversos puntos de España, asegurando así que la huelga pudiera continuar (2). Enorme sacrificio el de estas familias, con tal de ganar una lucha en la que le iba la vida.

Canarias no fue ajena a esta práctica humanitaria y revolucionaria. Durante los grandes procesos de huelga y lucha sindical de la II República la acogida de menores procedentes de las zonas en conflicto o las acciones de solidaridad, se convirtieron en algo frecuente. Con motivo de los Sucesos de Hermigua, los medios obreristas, como Espartaco, animaron a no olvidar a los pequeños de los más de treinta presos gomeros, diciendo para las navidades de 1933 “enviad juguetes a vuestros hermanitos los hijos de los presos” (3).

El año 1934 fue especialmente intenso, durante el gobierno de las derechas republicanas las tensiones sociales y sindicales se extremaron, también lo hizo la solidaridad de clase. En la huelga agrícola que estalló en el Norte de Tenerife, miles de jornaleros y trabajadores de los empaquetados ligados a la actividad platanera se volcaron en una enorme movilización para mejorar sus condiciones laborales. La respuesta de los poderes caciquiles locales y del Gobierno Civil fue especialmente intensa, en zonas como La Orotava, Puerto de la Cruz, a la que se sumaron también Los Silos o Buenavista.

Durante el segundo semestre de 1934 unos quinientos menores de La Orotava y el Puerto fueron trasladados a Santa Cruz y La Laguna (4), en una operación compleja y hermosa. La mayoría sindical de la zona eran de miembros de la UGT, aunque la solidaridad fue diversa, donde muchos miembros de la CNT, en especial del poderoso sector tabaquero, participaron junto a socialistas y comunistas. La solidaridad entre familias que no se conocían, entre sectores políticos que no se estimaban demasiado entre ellos, dieron una lección enorme.

En septiembre las Juventudes Socialistas era una de las entidades encargadas de localizar a familias y personas voluntarias para esta acogida (5). Tenemos que tener en cuenta que estamos en una etapa marcada por la crisis económica mundial del crack del 1929, las familias que acogen a estos niños y niñas también vivían con escasos medios, aún así afrontaron el reto pensando en un bien colectivo.

El líder anarquista, Manuel Pérez Fernández, recuerda en sus memorias que se organizó “una caravana compuesta de 50 automóviles a fin de ir a buscar a los niños de La Orotava”. Hacen este proceso con una dura presión de las autoridades, que mandaron a interceptarlos a “patrullas de Guardias de Asalto con fusiles”, que se negaron a intervenir en contra de los niños y las personas que les trasladaban (6).

A pesar de la dificultad y la presión política de las fuerzas conservadoras, el lunes 24 de septiembre de 1934 empezaron a llegar los pequeños a la capital tinerfeña.

Los vehículos “se estacionaron frente al Taller colectivo del Sindicato de Obreros Tabaqueros, sito en la calle de Méndez Núñez, numerosas personas, que iban recogiendo a los pequeños a medida que llegaban de La Orotava y Puerto de la Cruz” (7). Días antes, el Gobernador Civil había reiterado un llamamiento para evitar aglomeraciones “a la llegada de los niños a esta ciudad”, pero permitiendo finalmente que llegaran (8).

No será tan razonable cuando se plantee la “celebración de varias funciones en los cinematógrafos de Tenerife, para qué las presencien exclusiva y gratuitamente los niños de los huelguistas de La Orotava”, que el Gobernador Civil prohíbe, supuestamente para evitar “aglomeraciones de multitudes y especialmente la de los pequeñuelos” (9).

Los intentos de bloqueo de esta solidaridad, que amenazaba con alargar la huelga, provocó diversas detenciones, entre ellas las de algunos dirigentes socialistas que habían llegado a La Orotava a recoger a niños y niñas de los huelguistas (10). Un ejemplo de estas familias de acogida son las formadas por Inocencio Delgado García, su esposa América Ladeveze González, su hermano Gilberto Alcalá García, y su cuñado Alfonso Martínez, estos dos últimos también casados. Eran miembros del Sindicato de Tabaqueros, militantes de la CNT, que tuvieron hasta el final del conflicto a hijos de los jornaleros y trabajadores del Norte (11). Tras el Golpe de 1936, los tres matrimonios de acogida fueron asesinados por los franquistas y desaparecidos (12), señalados por su activismo político y sindical. Eran familias que, como tantas otras, apenas podían mantenerse, pero que se esforzaron por un bien superior, por una humanidad que creían que solo a través de la fraternidad podría cambiarse.

Es difícil saber qué relaciones se generaron en esas acogidas temporales, qué historias de afecto o qué ideas fluyeron con ellas, lo cierto es que son ejemplos hermosos de la capacidad de la humanidad para ejercer lo que precisamente le da esa humanidad, la solidaridad, la capacidad de transcender del egoísmo personal al interés colectivo. Muchas de esas familias de acogida tuvieron, apenas dos años después, que contar con otras fórmulas de solidaridad, muchas veces clandestinas y secretas, para poder sobrevivir a la represión y a la falta de alimentos que se extendió con la Guerra Civil y la dictadura.


Fuentes utilizadas

  1. "Los campesinos de los alrededores de Copenhague y del interior han tomado la heroica resolución de llevar a sus viviendas a los hijos de los huelguistas, hasta tanto que aquélla se termine. Este rasgo de solidaridad es acreedor de todas veras al aplauso”. Bandera social. 25 de octubre de 1885 p4

  2. Pérez, Manuel. 30 años de lucha. Mi actuación como militante de la CNT y anarquista español. Asociación Isaac Puente. P1088

  3. Espartaco. 16 de diciembre de 1933. p2

  4. Cabrera Acosta, M.A. (1991). La II República en las Canarias Occidentales. La Laguna. CCPC p462

  5. Nueva relación de los afiliados y simpatizantes que se han ofrecido a recoger niños de los obreros que se hallan en huelga en la Orotava: Oscar Pestana, Sixto Concepción, Ramón González, José Arozena, Eladio Martín Peña, Francisco Palacios, Juan Borges, Antonio Suárez, Cristóbal Guanche Suárez, Pedro Mojica González, Pedro Hernández, Jesús Pérez Hernández y Bonifacio Barreto. Invitamos a los que quieran recoger a los niños se inscriban inmediatamente pues, de domingo a lunes, vendrá la primera expedición”. La Prensa. 21 de septiembre de 1934. p3

  6. Rivas García, Ramiro. Tenerife, del Frente Popular al 18 de julio. https://www.ramirorivasgarcia.com/libros/1.Primeraparte.pdf p101

  7. Hoy. 27 de septiembre de 1934 p8

  8. Hoy. 23 de septiembre de 1934 p1

  9. Gaceta de Tenerife. 4 de octubre de 1934 p5

  10. La Prensa. 27 de septiembre de 1934 p3

  11. García Luis, Ricardo (2008): El Pozo. 55 artículos sobre la Guerra Civil en Canarias (mayo, 1995-febrero, 1997). Ediciones Idea, pp.135-141

  12. Studer Villazán, Luana. Voces silenciadas. La represión franquista sobre las mujeres en La Laguna. Le Canarien ediciones. La Laguna. 2023 pp120-121


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