jueves, 21 de septiembre de 2023

Bartolomé Hernández Acosta, luz de revolución hasta la muerte

La dictadura franquista estuvo llena de momentos de resistencia más o menos invisibles, pero todos ellos arriesgados. Uno de los que tenemos testimonio en Tenerife sucedió con motivo del funeral del destacado político, sindicalista, masón y deportista, Bartolomé Hernández Acosta.

Una imagen compartida por su nieto nos deja patente la abrumadora demostración de afecto y cariño que despertó su fallecimiento, el 27 de febrero de 1947. Allí, casi encabezando el cortejo fúnebre, estaba la primera concejala del Ayuntamiento santacrucero, miembro del PCE, Isabel González. Había pasado los últimos diez años escondida de las autoridades franquistas y era la primera ocasión que abandonaba esta vida de encierro involuntario.  Según el investigador José Manuel Rodríguez, “El acto coincidía con el auge de una importante actividad comunista clandestina en los barrios de la capital y se convirtió en una verdadera demostración política de ex presos y militantes de izquierda” (1).

Evidentemente el luto y el dolor por este reconocido ciudadano no fue impedimento para que la policía franquista, por orden de la Dirección General de Seguridad, realizara un informe de los asistentes. No en vano se trataba de un “individuo peligroso” para el régimen y entendían que sus amistades también lo serían. Otro de los identificados en esa jornada Germinal Bello, antiguo miembro del Partido Republicano Tinerfeño (2).

En ese mismo año, apenas un mes después, se desarrollarán las acciones más importantes del periodo para la desarticulación y detención de algunas incipientes células de resistencia antifranquista.  El informe de la Brigada Político Social detalla que “...en el mes de marzo de 1947 fue descubierta en esta Plaza la existencia de una Organización Clandestina, que siguiendo la inspiración de Grupos Políticos en el exilio se encimaba (sic) a unificar elementos descontentos con el actual Régimen, reorganizándolos en Partidos Políticos de tendencia marxista, utilizando como medio la publicación de folletos en los que se hacía propaganda antiestatal, insertando artículos y noticias tendenciosos; el reparto de periódicos subversivos, pasquines y octavillas, consiguiendo adeptos y recabando fondos para la organización mediante cotización entre los afiliados y rifas de objetos” (3).

La vida de Bartolomé fue como la de tantos jóvenes de su época, quizás por eso fue imposible para el régimen franquista impedir esta masiva demostración de respeto. Nacido en torno a 1889, desde muy joven aparece como un activo integrante de múltiples asociaciones y actividades, entre lo cultural y lo deportivo, además de participar del movimiento obrero y del Partido Socialista en Tenerife, donde seguramente conocerá a Isabel González, durante su militancia en esa formación.

Una de las primeras referencias periodísticas que he podido encontrar se refiere a la solicitud que realiza para convertirse en uno de los “aspirantes al concurso abierto para proveer 3 plazas de vigilantes al servicio de la Administración de Arbitrios de esta Capital” (4).

Las primeras huellas de su activismo social aparecen también en esos años, se convierte en secretario contador de la nueva sociedad de recreo llamada “La Unión”, ubicada en la capital y presidida por Agustín Morales Santiago (5).

Bartolomé es además un claro impulsor y defensor del fútbol en la Isla. Su papel es visible en la constitución en 1925 de la “Asociación Insular de Foot-Ball”, que agrupaba a todos los equipos de la capital y al Real Hespérides lagunero, donde es elegido miembro del comité directivo (6) , ya que desde esa misma época mantiene una intensa labor en el equipo Iberia, club del que será vicesecretario en 1927 (7).

También dará los primeros pasos en la acción política, ocupando el cargo de vicepresidente de la Agrupación Socialista capitalina, presidido en ese momento por Benigno Mascareño (8). De una edad similar y de convicciones parecidas, seguramente a Isabel González la conoció en esos años veinte o a finales de la década anterior, cuando era una activa articulista en El Socialista, bajo el pseudónimo, Azucena Roja (9).   

La pasión política en eso momento se ve superada por las pasiones futbolísticas, prueba de ello es una polémica en la que varios periodistas deportivos y el propio Bartolomé se ven implicados, vinculados a un disputado encuentro. Uno de los articulistas trató de menospreciar a nuestro protagonista por su trabajo como panadero, siendo el propio Bartolomé el que se defiende con un texto en el que dice, “en el mentado artículo y tras un popurrí de harinas, apellidos y amasijos, con lo que pretende usted humillarme por mí, para usted deshonrosa, profesión de obrero panadero con la que yo, por el contrario—créame el señor Kadiosa—me considero muy honrado” (10).     

Ya en ese momento forma parte activa del sindicalismo, siendo representante del Sindicato de Panaderos de la UGT, sector al que representó en el XVI congreso de esta entidad (11), viviendo, como veremos posteriormente, una evolución paulatina de sus postulados políticos en el ámbito de la Federación Obrera y de la CNT.   

En 1929 es elegido como representante de los obreros propietarios en el ámbito de las “artes blancas”, en la elección de los comités paritarios de la Provincia (12), organismos de representación de obreros y patronos creados durante los años de la dictadura de Primo de Rivera, en los que los sindicalistas cercanos al socialismo participaban (13). Su labor en este espacio se mantiene durante los siguientes años, ocupando el puesto de vocal y además interviniendo en procedimientos como los “autos sobre ejecución de la sentencia dictada por el Comité de Transportes de la Comisión Mixta Provincial del Trabajo de esta capital, dictada en la reclamación interpuesta por don Carlos Alonso Magdaleno y 54 más, representados los dichos autos por don Bartolomé Hernández Acosta, contra la Asociación Mixta de Patronos, empleados y obreros” (14).

No solo se vincula con estos ámbitos ya comentados, su nombre también aparece en los estudios del profesor Manuel de Paz sobre la Logia Añaza Nº270, entre 1931 y 1936 como mínimo (15). Una participación en la masonería ya de por sí generaría suficientes suspicacias entre las autoridades golpistas con posterioridad al 18 de julio.

Su acción sindical le hace acercarse a las posiciones de la Federación Obrera, entidad en la que preside un importante mitin, casi a modo de congreso, celebrado en el cine La Paz en junio de 1932. Allí, junto a otros destacados integrantes de este movimiento de muchos otros municipios y algunas islas, se decide crear un Comité de Defensa Proletario para las negociaciones con la patronal a los numerosos conflictos laborales del momento (16).

En el año 1934 es nombrado secretario general de la Federación Tinerfeña de Fútbol, donde el nuevo comité firmó un documento dirigido a los clubes y medios de la Isla para “dignificar y fomentar el deporte” (17).

Al año siguiente también se encuentra su nombre entre los vocales de la nueva directiva de la Masa Coral Tinerfeña (18), demostrando además ese carácter polifacético que parece que le siguió durante toda su etapa vital. No solo eso, también se le encuentra entre el amplio listado de promotores del famoso Monumento a García Sanabria, exalcalde de la capital, fallecido un mes antes (19).

En los últimos años de la II República parece que Bartolomé tiene un acercamiento a la CNT, a través de la Federación Obrera, y este será uno de los elementos centrales de su detención con posterioridad al alzamiento franquista. Cabe destacar, por ejemplo, el viaje a Madrid en mayo de 1936 junto a Juan José Cova, uno de los más destacados dirigentes de la rama más sindicalista de esta organización y uno de los responsables de su órgano de comunicación, En Marcha (20). Ambos regresan en junio a la Isla, sin saber el tiempo que estaba por venir (21). Hay que recordar que justo en los primeros días de ese mes la CNT celebró su IV Congreso, que supuso una intensa actividad organizativa anterior y posterior, en parte vinculada con el debate que supuso su apoyo tácito al Frente Popular, (22) que no sabemos si estaba detrás de ese viaje.

Con la llegada al poder de los militares, Bartolomé, es detenido, tal y como demuestran los documentos investigados por Pedro Medina Sanabria. Se le identifica como vecino de la capital y casado con Rosalía Oliva, nacida en La Palma. El informe define las  señas personales del procesado que son las siguientes: Color de las pupilas verdosos, cabello castaño, cara alargada, cejas al pelo, boca regular, barba poblada estatura un metro seiscientos setenta milímetros, señas particulares ninguna”. Además, la ficha indica, posiblemente aleccionado por la dureza de la prisión y las indagatorias policiales, que él “nunca, ni en ningún momento ha sido enemigo” (23).

Bartolomé se encuentra prisionero y es juzgado en la Causa 246 de 1936, enfocada en los responsables y militantes de la CNT tinerfeña y sus intentos de resistencia al golpe fascista. En ella se ratifican las “declaraciones de rebeldía hechas por el Instructor, la elevación de la presente causa a plenario contra los procesados Miguel Amador Marrero, Juan Cabello, José Antonio Méndez Cabrera, Francisco Román Romero, Juan García Monteverde, José Indalecio Pérez, Ramón Sosa Castilla, José Clavijo González, Bartolomé Hernández Acosta, Joaquín Pomares Castellano, José Antonio Rial, Francisco Cedrés Cabrera, Aurelio Manuel Cedrés García, Amalia Pérez Bonilla, Clara Juana Anta González, Vicente Rodríguez Martín, Rafael Alberto, Alejo Díaz Fernández, José Estévez Déniz, Pablo Gonzalo González, Marcelino Martínez Alet y Francisco Bethencourt Clavijo solo por lo que respecta a la responsabilidad civil del mismo quedando todos aquellos en situación de prisión preventiva” (24).

En esta causa se le acusa de haberse hecho eco del llamamiento realizado por la CNT para impedir el Golpe, “el procesado en esta pieza separada (Bartolomé Hernández Acosta) a la vez que individuo de gran influencia entre el elemento obrero de la Confederación y miembro del Comité de Defensa que funcionaba dentro de aquel; siendo de recordar que en esa reunión se acordó lanzarse a un movimiento revolucionario que traería como consecuencia arrebatar la Plaza al mando Militar” (25).

No solo sufrirá prisión y castigos de todo tipo, también se aplicará contra Bartolomé Hernández y su familia un embargo de sus bienes en 1943, poco antes de morir, tal y como testimonia la documentación conservada en el Archivo Histórico Provincial (26).

Resulta hasta poético pensar, que después de este sufrimiento, su muerte se convirtió en todo un gran acto de rebeldía en un momento que, tras la caída de Hitler y Mussolini con el fin de la II Guerra Mundial, algunos pensaban que sería posible recuperar la senda de la democracia antes de lo pensado. Algunos vieron esa jornada como una toma de las calles, como una demostración de pérdida de miedo, aunque todavía quedaban demasiadas noches oscuras y mucha dictadura por delante.  

Fotos: Grupo Fotos Antiguas de Tenerife

Fuentes consultadas

1.       Rodríguez Acevedo, José Manuel. La aparición del Comunismo en Tenerife: Azucena Roja. Boletín Millares Carlo. 2003. P. 172

2.       Hoy. 24 de enero 1936. P. 3

3.       Cabrera Acosta, Miguel Ángel. Algunas notas sobre la oposición política al franquismo en las Canarias Occidentales (1940-1960). Museo Canario. Nº48. P.159-160

4.       El Progreso. 29 de julio 1915. P1

5.       El Progreso. 20 de noviembre 1917. P. 1

6.       La Prensa. 5 de agosto 1925. P.3

7.       El Progreso.  20 de agosto 1927. P.2

8.       El Progreso. 20 de abril 1926. P.2

9.       Pacheco Báez, Laura. Azucena Roja, la gran olvidada. La Clara Campoamor de Canarias: https://www.soldelsurtenerife.com/articulo/cultura1/azucena-roja-gran-olvidada-clara-campoamor-canarias/20210503163620058116.html

10.   El Progreso. 19 de septiembre 1927. P.2

11.   Fundación Pablo Iglesias: https://fpabloiglesias.es/entrada-db/10037_hernandez-acosta-bartolome/

12.   La Prensa. 22 de febrero 1929. P.5

13.   Montagut Contreras, Eduardo. Los socialistas y los Comités Paritarios en el final de Primo de Rivera: http://www.andalan.es/?p=16246

14.   Gaceta de Tenerife. 16 de abril 1932. P.6

15.   De Paz Sánchez, Manuel. La francmasonería canaria del siglo XX (1895-1936). Santa Cruz de Tenerife. 2008

16.    La Prensa. 28 de junio 1932. P.4

17.   La Prensa. 12 de septiembre 1934. P.6

18.    La Prensa. 26 de mayo 1935. P.3

19.    Gaceta de Tenerife. 26 de junio 1935. P.8

20.    La Prensa. 15 de mayo 1936. P.3

21.    La Prensa. 4 de junio 1936. P.3

22.   Calero, Juan Pablo. Vísperas de la revolución. El congreso de la CNT (1936). Germinal. Revista de Estudios Libertarios. Nº7, 2009. Pp. 97-132

23.   Medina Sanabria, Pedro. Indagatoria de Bartolomé Hernández Acosta: https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2015/07/13/indagatoria-de-bartolome-hernandez-acosta/

24.    Medina Sanabria, Pedro. Auditor Mariano García Cambra en quinta pieza:  https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2011/05/30/auditor-mariano-garcia-cambra-en-quinta-pieza/

25.   Medina Sanabria, Pedro. Gracias a la inspiración de nuestro imperecedero Franco:  https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2011/05/31/gracias-a-la-inspiracion-de-nuestro-imperecedero-franco/

26.   Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife. Número de expediente: 489/1943