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La juventud quebrada del anarquista Juan Torres

Juan Torres, el segundo de la imagen por la izquierda, era un joven de apenas 21 años de edad cuando estalló el Golpe. Su vida estuvo marcada por la militancia anarquista, siendo miembro de las Juventudes Libertarias siendo poco más que un adolescente. A partir de julio de 1936 su existencia pasó por la clandestinidad y la supervivencia.

La foto que ilustra se salvó del olvido gracias a la labor encomiable del investigador Ricardo García Luis. En ella se ve a uno de los activistas más destacados de la CNT-FAI en Tenerife, Antonio Vidal Arabi (primero por la izquierda).

El anarquismo había arraigado con fuerza en la capital tinerfeña, más aún en el sector de los trabajadores del tabaco, donde Juan logró empleo. Allí se integraría en la Juventudes Libertarias y se acercaría al núcleo más duro de la FAI, integrándose en el Comité de Defensa, manteniendo vínculos con los sectores organizados de Tenerife y Gran Canaria.

En las páginas del periódico En Marcha se conserva un artículo elaborado en noviembre de 1933 por nuestro protagonista. En él critica el concepto de justicia que encierra al que roba por no tener que comer. Llama a los jóvenes a sumarse a las Juventudes, ya que “guía nuestro ideal el esplendor de la naturaleza, los principios naturales, humanitarios, donde para el hombre todo sea armonía, concordancia, felicidad de vivir libre. Por eso todos los jóvenes libertarios propugnamos por el comunismo libertario”.

Juan recibió una gran formación para saber ocultarse y mantenerse en la clandestinidad. Su amigo Antonio Vidal era uno de los veteranos luchadores anarquistas y posiblemente ayudó en darle claves para evitar ser detenido. Ambos lograrían escapar de la policía franquista.

Ya en febrero de 1936 había sufrido una detención por participar en la elaboración de dos manifiestos, “A todos los Hombres de conciencia liberal” y “Soldados, Campesinos y Obreros”. En la elaboración de estos textos, considerados una excitación a la sedición por las autoridades militares, donde participaron Francisco Silvestre Infante, Horacio de Paz Martín y Modesto Carballo Sosa, además de Juan Torres Pérez. El manifiesto reflejaba el deseo de una revolución que creían cercana, un texto que finalizaba diciendo: “Soldados, Obreros y Campesinos; la Revolución espera de vosotros el aplastamiento definitivo de las fuerzas reaccionarias y policiales que se han distinguido ensañándose criminalmente sobre nuestros hermanos caídos”.

No sabían que en pocas semanas todo su mundo cambiaría. Juan Torres vivió el 18 de julio de 1936 como tantos otros, aunque hubo intentos de resistencia muchos entendieron que era momento de esconderse y tratar de sobrevivir. Juan usó su máquina de escribir para tratar de elaborar escritos y manifiestos que ayudaran a generar una respuesta popular al golpe. Al final las detenciones y desapariciones empezaban a convertirse en el día a día de los activistas del momento. Como otros logró mantener una red de apoyo que le permitió evitar a los policías franquistas.

Juan usó diversos alias en esos días, manteniéndose entre la capital tinerfeña y Las Palmas de Gran Canaria, organizando redes de apoyo a quienes trataban de sobrevivir. Primero tratará de buscar refugio en casa del tabaquero Néstor Mendoza, donde coincide con Antonio Vidal, Enrique Villaverde, Francisco Bethencourt o Isabel Hernández, entre otros, marchando poco después a la zona de Los Campitos.

En abril de 1937 Francisco Bethencourt Clavijo y Juan Torres fueron señalados en la Causa 126 de 1937 como autores de un intercambio de disparos con una pareja de Acción Ciudadana que vigilaba una zona de plataneras en el entorno de Salamanca Chica. Francisco Bethencourt fue asesinado a tiros poco después en Taganana, otros compañeros de Juan, como eran Zoilo Afonso Campos, Rafael Fajardo Peraza, Enrique Villaverde Plasencia y Néstor Mendoza Santos, serían fusilados el 6 de marzo de 1937. Muchas decenas más formarían parte de otros fusilamientos y de las desapariciones, Casi de milagro Juan logró llegar a Las Palmas de Gran Canaria, allí, en 1943, se encontraría con la palmera Margarita Rocha, viuda de Néstor Mendoza. Poco después nacería su hijo Juan Torres Rocha. El riesgo a ser detenidos y la evidencia que el fin de la Segunda Guerra Mundial no acabaría con el dictador, provocó que tomaran la búsqueda de una salida. Juan Torres, junto a compañeros cono José Perdomo, logró embarcarse junto a 24 personas más en la balandra Santa Ana, con la que trataron de llegar a Venezuela, aunque las corrientes les llevaron a la capital de Senegal, Dakar. Desde allí lograron sumarse a la expedición del velero Arlequín, que llegó a Venezuela en septiembre de 1948 cargado de exiliados canarios.

Margarita Rocha Mata

Poco después, en 1949, su compañera y su hijo logran llegar a Venezuela. Ambos pagaron caro soñar con un mundo de justicia y libertad. Su exilio sería permanente. Margarita murió el 7 de abril de 1989 en Caracas, en 1994, en la misma ciudad, lo haría Juan Torres.

Fotos: Hemeroteca de la Universidad de La Laguna, Antología de Musas Cautivas (2007) y Fraternalmente Emma (2008)

Fuentes consultadas


- Rivas García, Ramiro. La Guerra Civil en Tenerife (1936-1939). Tesis Doctoral de la Universidad de La Laguna. 2015.

VV.AA. Antología de Musas Cautivas. Estudio Histórico. CCPC. 2007

Goldman, Emma. Fraternalmente, Emma. Cartas de Amor y de Guerra (La Felguera, 2008)

- Medina Sanabria, Pedro. Avatares de los encartados en la causa 10 de 1936: https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2011/05/02/avatares-de-los-encartados-en-la-causa-10-de-1936/

- Medina Sanabria, Pedro. Declaración de Juan Torres Pérez: https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2011/04/26/declaracion-de-juan-torres-perez-en-causa-101936/

- En Marcha : Órgano de la Confederación Regional Canaria y Portavoz de la CNT, n.º 130, 4 de noviembre de 1933. p3


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