Prisión de Fyffes
2 de marzo de 1937
Querida Plácida; cuando recibas esta, ya se habrá acabado todo. No te disgustes, pues era de esperar. Y te lo dije con tiempo.
Note aflijas, querida mía, no te aflijas; reconozco que has hecho todo lo que has podido por salvarme la vida, ya que por la libertad no se pudo hacer nada. No te aflijas que yo sé que hiciste más de lo que debías y que todo era inútil. Sobreponte al dolor que sientas y hazte fuerte pues llorar y abandonarse sólo se encuentra la infelicidad y la enfermedad y tú te debes a ti y a los niños.
Quisiera decirte muchas cosas pero no puedo, sólo te diré esto, lo mismo que ante el tribunal me presenté con la frente alta, me he podido presentar en todas partes, ten la certeza que desde todos los puntos de vista de la moral, tengo la conciencia perfectamente limpia y estoy en condiciones de no tener por qué bajar la vista ante nadie. Por lo tanto ante nadie que hable mal de mal de individuos de la Organización, diciendo que son inmorales debes avergonzarte, ni lamentar haber sido mi esposa, ni mis niños deben avergonzarse de mi.
A los niños, quiéreles mucho, si les puedes ocultar mi muerte mejor, pero cuando llegue el momento de saberlo, diles que he muerto como un hombre que ha sabido cumplir con su deber. Para su educación ten en cuenta que no deben despreciar a los que como yo han luchado por el establecimiento de una Sociedad mejor. Si puedes, procura que no vayan a ninguna escuela donde dominan los , pues ofenderán mi memoria., la de los que piensan como yo y te ofenderán a ti, creando al mismo tiempo en los niños, quizás odio y desprecio a mi o a tí. ¡Esos hombres son lo más bajo y ruin que existe y debes huir de ellos como de la peste!. No les des ningún dinero.
Cuando la nueva Sociedad porque he luchado, se establezca, comprenderás que valía la pena los esfuerzos hechos y que no debe lamentarse los muertos habidos en ella. Solo deseo que se establezca para bien de la humanidad.
Salud querida, cuando alguna vez pienses en mi, deja de lado estos meses que has pasado sufriendo y acuérdate de los ratos felices que hemos pasado juntos y el cariño que te tengo.
Sólo te deseo mucha salud para que pueda llegar el momento en que contemplando a nuestros hijos te puedas sentir feliz.
Dale muchos besos a los niños y cuídales bien. No te olvides de mis viejos que bastante desamparados quedan. Mucha salud y felicidad te desea, éste que tanto te ha querido y te abraza.
Rodrigo Martín Coello
Carta de despedida del secretario regional de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), fusilado el 6 de marzo de 1937 en la Batería Militar del Barranco del Hierro. Texto e imágenes cedidas por la familia para su publicación. (VV.AA., Tenerife. Así fue el siglo XX (1900-1945), Editora de Temas Canarios, para la Editorial Leoncio Rodríguez editora del periódico El Día, 1999, p. 461)
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