Ir al contenido principal

El triste final del exdiputado republicano Alonso Pérez Díaz

Al palmero Alonso Pérez Díaz le pudo la enfermedad. Sus últimos años los pasó entrando y saliendo de las cárceles franquistas, en especial de Fyffes. Habían acabado con la luz de una de las figuras políticas más destacadas de la primera mitad del siglo XX en Canarias se apagó. Era el 17 de octubre de 1941.

Alonso era un ejemplo del sector más moderado del republicanismo. Abierto al diálogo, favorable a la convivencia entre las clases y poco dado a la violencia verbal, aunque abiertamente demócrata, avanzado en sus ideas y masón. Además había sido un diputado querido, respetado y valorado por sus paisanos, quizás ese era el elemento de mayor peligro para la dictadura.

Había nacido en Mazo, en 1876 en el seno de una familia acomodada, en junio del año próximo se conmemorarán los 150 años de su nacimiento. Su familia consideraba la cultura como un eje central de su vida, por eso se crió rodeado de libros y pudiendo estudiar, en una sociedad donde eso era un lujo. Podría haber tenido una vida larga y tranquila, pero no era ajeno a las injusticias que veía de una sociedad marcada por cuatro caciques y por valores tradicionalistas que dejaban a miles en la más absoluta pobreza. Desde muy joven mostró inquietudes. En 1900 ayudó a fundar la Asociación de Estudiantes en Madrid, que llegó a reunir dos mil asociados (1). Con ventipocos años está finalizando sus estudios en Filosofía y Letras, especializándose en derecho, con viajes frecuentes entre Madrid, Tenerife y La Palma.

En 1904 fue uno de los firmantes que apoyarán la celebración del Primer Congreso Internacional de Libre Pensamiento, celebrado a las puertas del Vaticano (2), para defender la separación entre la Iglesia y el Estado. En el periódico Hoy recordó muchos años después esa etapa juvenil, “Regresaba yo de Madrid, al terminar mi carrera, para reintegrarme a la vida de mi Isla de La Palma, cuando fui recibido en Santa Cruz en la farmacia de Suárez Guerra y en la librería de Delgado Yumar, los dos templos del republicanismo tinerfeño, y desde entonces y allí mismo yo establecí un pacto espiritual con aquellos hombres, con Estévanez, con Rafael Calzadilla y con tantos otros” (3). Esa influencia de aquellos que habían promovido la I República caló con fuerza en su vida, igual que los ideales masónicos, de larga tradición en su tierra natal.

El abogado palmero se ocupó pronto de participar en la vida política y social de su Isla. En 1904 fue abogado en la causa que defendía a los redactores del periódico Germinal, medio republicano que había sido objeto de una denuncia por sus contenidos contrarios a la monarquía y al caciquismo, logrando su absolución (4).

Pérez Díaz defendía la República y la laicidad con una mirada liberal. Desde pronto tuvo claro que no podían centrarse en la incipiente burguesía urbana, que tenían que acercarse a la amplia clase obrera y sus problemas. El acceso a la educación y la difusión de la cultura entre los sectores que no tenían acceso a la formación estuvo siempre en el centro de sus demandas, para ello colaboró con numerosas entidades como la Sociedad Escolar de Obreros de La Palma, la Sociedad Nuevo Club, fundando el Ateneo Popular de Santa Cruz de La Palma, participando de La Cosmológica, que llegó a presidir, y otras.

Rondaba los treinta años cuando se aventuró en su primer intento de ser diputado, dentro de la candidatura republicana, donde le acompañaban Hermenegildo Rodríguez Méndez y Juan J. Martín Cabrera (5), en una campaña muy marcada por las presiones y ataques de conservadores que representaban al caciquismo local. Charlas, debates y manifestaciones marcaron esos años.

La sociedad canaria vivía un momento de agitación tras la reciente independencia de Cuba, que ejercía de polo de atracción de miles de emigrantes, además de un gran descrédito del viejo orden monárquico y de parálisis económica, a lo que se añadía el creciente pleito insular y la lucha sobre la división provincial. Alonso, igual que el Partido Republicano, apoyará la defensa de una única provincia. Su voz, como representante y delegado de numerosas entidades de La Palma, aparecerá en alguno de los mayores eventos realizados por esta causa (6).

La Guerra de África y los coletazos económicos que dejó la I Guerra Mundial y la epidemia de gripe, además de las tensiones sociales, acabó llevando a la dictadura de Primo de Rivera. En 1923 Alonso ocupó por unos meses la alcaldía de Santa Cruz de La Palma (7), aunque renunciaría al no ceder a la presión de integrarse en el partido promovido por el dictador.

Seguía siendo un firme defensor de la República como instrumento de mejora y avance de la sociedad. Una de las mayores preocupaciones que mostrará será una vez más la de la educación.

Así lo afirma en 1926 cuando dice que “el número de nuestros analfabetos demanda con caracteres de urgencia la creación de gran número de escuelas, y, si bien hemos de interesar del Estado la retribución a los maestros, debemos cooperar por todos los medios a hacer popular la enseñanza, a dar prestigio a los maestros” (8). Su creencia en la capacidad de la educación de romper con las diferencias sociales y favorecer el avance colectivo eran muy firmes. Trató de plasmar su ideal participando activamente en diversas comisiones que viajaron a Madrid en busca de fondos y recursos para proyectos portuarios de La Palma, es el caso de su reunión con el director de Enseñanza Superior, al que le solicitaron la creación en Santa Cruz de La Palma de un Instituto Segunda Enseñanza (9).

La II República fue un revulsivo enorme para toda la sociedad. El Partido Republicano Tinerfeño mantuvo una intensa actividad, creando nuevos locales y numerosas actividades de difusión de sus ideales. La candidatura que presentarán a las primeras elecciones de esa nueva etapa política será la de Alejandro Lerroux, Antonio Lara y Zárate y Alonso Pérez Díaz (10). El 21 de junio de 1931 fue una de las voces destacadas del gran mitin republicano celebrado en la Plaza de Toros de la capital tinerfeña. Allí, en un acto lleno de banderas republicanas, bajo los sones del Himno de Riego, La Marsellesa y el Himno a la Libertad de la Calesera, intervino Alonso. Destacó como la sociedad canaria daba un apoyo “fervoroso y entusiasta a los ideales democráticos, y pasión desbordada de su corazón por la tierra isleña” (11).

Como es sabido, el Partido Republicano logró un amplio apoyo, destacando el resultado de Alonso en su Isla natal. Su papel, estuvo marcado por una gran actividad en favor de las mejoras que las Islas demandaban, en especial en materia de infraestructuras, pero también las educativas. Desde el Congreso de los Diputados hizo una clara defensa de los Cabildos en la Constitución, de proyectos como el Puerto de Tazacorte o el de Santa Cruz de La Palma, además del desarrollo de nuevas infraestructuras educativas. Sus discursos en la cámara abordan esas peticiones. Defiende un modelo político que no se haga sin contar con las clases populares. Como afirmó en uno de sus mítines en el teatro Guimerá: “no sé puede tratar de gobernar a espaldas del pueblo. La República representa la dignidad y la libertad humana, y en ello colabora también el pueblo” (12).

Más allá de La Palma, su obsesión central era la cultura. No es de extrañar que una de sus acciones generara un necesario apoyo económico desde el Gobierno estatal al Instituto Estudios Canarios (13). Su labor tan pegada a las demandas de su tierra se vio recompensada en las elecciones de 1933, cuando amplió sus apoyos, siendo, detrás del tinerfeño Antonio Lara, el segundo más apoyado en la Provincia, con más de 30.000 votos (14).

Las tensiones y diferencias de los distintos espacios republicanos, en especial los más progresistas, provocaron una ruptura que facilitó la entrada de un gobierno claramente conservador, como era el de la CEDA. Los medios conservadores, como el diario católico la Gaceta de Tenerife, no dudaron en señalarlo unos meses antes del Golpe militar. Sobre uno de sus recientes mítines decía que se presentó ante el auditorio “explicando absurdos, justificando actitudes, sin llegar a convencer ni a sus más íntimos camaradas. No quiere resignarse a morir políticamente. Ansia respirar aún en su estrecho círculo de fracaso, en su ambiente masónico” (15). Y es que precisamente ese señalamiento como masón fue el elemento de mayor peso en su persecución posterior.

A pesar de las dificultades de esa etapa política republicana, Alonso Pérez siguió en el Congreso defendiendo proyectos culturales y educativos, poniendo como ejemplo el proyecto de teatro de La Barraca (16), además de nuevos fondos para la Cosmológica, la Coral, la cátedra bordado o la escuela de Forjado de la Escuela de Artes y Oficios (17).

Las elecciones de febrero de 1936 lo dejaron entre los sectores republicanos que no quisieron acompañar al Frente Popular. La Palma volvió a ser el eje central de operaciones de su labor, sumándose a la Unión Republicana, del que sería elegido presidente honorario un apenas mes antes del golpe militar (18). La noticia del movimiento militar llegó el mismo 18 de julio a La Palma, pero la fuerte implantación republicana, junto a socialistas y comunistas, hizo que no tuviera éxito. Hasta el 25 de julio la Isla se mantiene leal a la República. Las fuerzas republicanas mantuvieron el control total en un territorio que, a diferencia de los dominados por los fascistas, ni una sola persona de los sectores conservadores perdió la vida o vio dañadas sus propiedades. La llegada del Canalejas, cargado de militares y falangistas, acabó con esa breve resistencia. Alonso fue partidario de evitar una resistencia que consideraba inútil, a pesar de ello la represión no tardaría en caer sobre él.

Aunque inicialmente no se aplicó una pena de cárcel, estuvo en el punto de mira de los militares. Primero fue deportado a Tenerife, donde sería detenido en mayo de 1937 y puesto en libertad en febrero de 1939, siendo nuevamente encarcelado el 8 de septiembre, permaneciendo en esa situación hasta su muerte en 1941 (19). Fue acusado del delito de rebelión según la causa número 220/1939 de la Capitanía General de Canarias, proceso sumarísimo.

Diógenes Díaz Cabrera, compañero de infortunios, recordaba, muchos años después, como trataron de hacerle renegar de sus ideales para recuperar la libertad, asegurando que “jamás le vimos retractarse de su larga y digna trayectoria” (20). Su salud, siempre frágil, se resintió en la situación de escasa higiene y gran preocupación que debía afrontar en Fyffes. Su compañero de cautiverio Manuel Rodríguez Acosta, recordaba que en junio de 1941 ya había sufrido un edema pulmonar, del que tardaron varios días en llevarlo al Hospital Civil de Santa Cruz de Tenerife (21).

Alejado de La Palma, de sus familiares y amigos, murió en Las Palmas de Gran Canaria, donde fue enterrado hasta que en 1958 su familia pudo devolverlo a la Isla que tanto amó. Su viuda legó, como era su deseo, la casa familiar y su gran biblioteca, para dar forma a la biblioteca municipal de Mazo. Hoy Alonso es recordado en varias calles y plazas, además del instituto que ayudo a crear. Posiblemente menos gente sepa el cruel destino que le reservaron aquellos que temían sus ideales de libertad y justicia, que a pesar de su calma y su suavidad, lo trataron con toda la brutalidad que pudieron. Ojalá su recuerdo no se borre nunca.



Fuentes consultadas


  1. La Defensa, 4 de mayo de 1900, p3

  2. Las Dominicales del libre pensamiento. 16 de septiembre de 1904. p3

  3. Hoy. 6 de agosto de 1932. p8

  4. Germinal. 10 de junio de 1904 p3

  5. El Grito del Pueblo. 4 de marzo de 1905. p1

  6. La Prensa. 8 de noviembre de 1910 p1

  7. El Progreso. 3 de octubre de 1923 p1

  8. La Prensa. 3 de octubre de 1926 p3

  9. La Prensa. 14 de septiembre de 1927 p1

  10. Las Noticias. 17 de junio de 1931 p1

  11. La Prensa. 23 de junio de 1931 p4

  12. La Prensa. 20 de septiembre de 1932 p4

  13. La Prensa. 23 de diciembre de 1932 p5

  14. La Prensa. 21 de noviembre de 1933 p5

  15. Gaceta de Tenerife. 15 de febrero de 1935 p1

  16. El Liberal. 30 de junio de 1935 p3

  17. La Prensa. 4 de julio de 1935 p1

  18. La Prensa. 27 de junio de 1936 p2

  19. Velázquez, Cirilo. La luz de don Alonso. Un trágico final: https://elapuron.com/noticias/opinion/157053/la-luz-don-alonso/

  20. Díaz Cabrera, Diógenes. Don Alonso Pérez Díaz. Diario de Avisos 18 de diciembre de 1981 p4

  21. Velázquez, Cirilo. Op cit


Comentarios

Entradas populares de este blog

La fuga del Silva el Marino y el testimonio sobre el criminal coronel José Cáceres Sánchez

En ocasiones hay testimonios de crímenes que sobreviven, incluso cuando víctimas y ejecutores ya no estén. El papel del coronel José Cáceres Sánchez en las conocidas como Brigadas del Amanecer quedó descrito con detalles estremecedores por uno de los participantes en esas madrugadas en las que presos republicanos eran lanzados en sacos en el océano, frente a la costa tinerfeña. En un documento poco conocido, el patrón de estos barcos de la muerte, Antonio Martín Brito, describió el ritual de muerte y lo que pudo ver, gracias a una fuga de película. Antonio, conocido en el pueblo como Morín, había nacido en Igueste de San Andrés en mayo de 1905 (1) y vivía en el pueblo pesquero de San Andrés. Seguramente ese entorno facilitó que se acercara al mundo del mar y a la navegación, dedicándose a la pesca, según cuenta el expediente judicial abierto contra él por los franquistas. Nunca tuvo demasiado interés por la política, más bien al contrario. El hambre y la miseria le había llevado a pro...

Historias breves sobre niños de Eduardo Galeano

Conocí a Galeano en un breve recopilatorio de autores latinoamericanos que me “obligaron” a leer en el instituto a los 15 años. Me sorprendió y me enganchó su forma sencilla, fresca y cercana de hablar de las grandes cuestiones que preocupan a la gente. Galeano es una señal de la humanidad, como ese disco que vuela en la entrañas de la sonda espacial Voyager I que pretendía trasmitir a otras civilizaciones de la galaxia que en la Tierra éramos seres inteligentes. Galeano es un intelectual con mayúsculas, sin miedo a hablar claro de cuestiones que los grandes medios consideran tabú. Un intelectual que a parte de escribir fantásticamente bien se remanga la camisa para participar en todas las grandes luchas de este planeta asolado de hambre, guerra y miseria. Sí, me encanta este escritor, me llega muy dentro lo que dice y lo que piensa, que en gran parte es lo que yo mismo pienso. A continuación les dejo algunos breves cuentos de Galeano, si lo conocen seguro que lo disfrutarán, si por un...

El debate entre lo público y lo laico a cuenta de las banderas de Nelson en Santa Cruz de Tenerife

Había caras de alegría ese 30 de mayo de 1936. Tras dos décadas de debates se cumplía una vieja demanda republicana, que las banderas de Nelson se llevaran al museo municipal de Santa Cruz de Tenerife. La II República quiso lograr una mayor separación entre la Iglesia y el Estado. Diversos momentos cargados de simbolismo se dieron en esos cinco años y movieron una encendida resistencia de los sectores más conservadores. Ese mes los concejales del Frente Popular en la capital lograban que las banderas de la expedición bélica de Horacio Nelson pasaran de estar colgadas como exvotos en la iglesia de La Concepción a ser conservadas a un espacio público. Esa alegría se volvió horror a partir de julio de 1936. Las fuerzas conservadoras fueron de la mano del Obispado de Tenerife para devolver con brutalidad lo que consideraron una afrenta. En el mes de agosto de 1939, el informe del párroco de la Concepción, Luis María de Eguiraun Corcura, colaboró activamente en el expediente de responsab...