En el trozo del papel aparecían los nombres del Antonio Montelongo (militante de la CNT), Francisco Delgado Herrera (presidente del sindicato de maestros de la UGT), Domingo López Torres (concejal socialista y uno de los grandes poetas de Canarias), Pedro Hernández Yanes (presidente local del PCE), José Yanes (también del PCE), los hermanos Cirilo y Leandro Liria (posiblemente de la CNT), Pedro Domínguez (comunista), Vicente Cabrera (de las Juventudes Libertarias), Juan José Martín Escobar (también cercano al PCE), Salvador García Díaz (amigo del socialista Emiliano Díaz Castro) y el gomero Fernando Ascanio Armas (socialista señalado por los Sucesos de Hermigua). El que fue alcalde de Vallehermoso, Victor Cabrera Armenteros, preso en ese barco, recordó esta historia para el investigador Ricardo García Luis (1).
Un primo de uno de estos hombres lanzados a las oscuras aguas cercanas a las costas del pueblito de San Andrés, mi tío abuelo Juan Pedro Ascanio García, describía este método de terror aplicado en los primeros años de la dictadura. En un artículo publicado en el periódico La Tarde, allá por el año 1986, ofrece un relato donde ofrece datos muy relevantes sobre este sistema salvaje, como el nombre de algunos implicados en este tipo de asesinatos. “Tenemos la certeza de las fechas de lo que podemos llamar fusilamientos “legales” realizados por los sublevados contra el gobierno de la República, con todo el aparato de los Consejos de Guerra y la instrucción de las causas consiguientes y su vista ante los Tribunales militares. Lo que es imposible es fijar las fechas de los asesinatos “ilegales” cometidos por los falangistas y otros derechistas, y también por autoridades militares como el general Dolla Lahoz, que ordenaba la puesta en libertad de presos gubernativos internados en la prisión de Fyffes quienes eran entregados en las mismas oficinas de la prisión a los guardias civiles dirigidos por el cabo Matesanz, quienes les conducían hasta la prisión flotante, donde eran encerrados en las carboneras del “Santa Úrsula” para de allí ser sacados uno o dos días más tarde en una falúa guiada por un marinero llamado Andrés, acompañado por dos guardias civiles, que se llevaban a los condenados mar adentro para ser arrojados al agua amarrados dentro de un saco con unas piedras. Era la “ley del saco” en la que perecieron más personas que en los fusilamientos “legales” ”(2). Muy posiblemente al cabo al que se refiere es Manuel Matesanz García, que poco antes había prestado servicios en La Palma (3).
Muchos testimonios de presos recuerdan el terror que miles sufrieron, noche tras noche, mientras esperaban si esa sería la que les despertarían para subir a la falúa. El maestro gran canario, Antonio Ojeda, estuvo dieciocho meses en Fyffes, y dejó en un artículo sobre la labor de las brigadas del amanecer, que buscaba una “cruz pensionada” realizando la tarea de localizar a sus víctimas. Recordó muchos años después que “allí las sacas se producían se producían con una frecuencia y puntualidad (siempre a media noche) extraordinarias, trabajo que realizaban tan diligentemente” (5).
El hijo de una de las víctimas del listado del papel escondido, Antonio Montelongo Morales, recordaba que sacaban a los presos y los llevaban “frente a la parada de guaguas de San Andrés”, para meterlos en un vehículo que los llevaba atados hasta Cueva Bermeja, desde su muellito (7) los metían en barcos como el Faraón o el Bufadero, que los trasladaba hasta su final. A veces la potala fallaba y los sacos salían a la superficie, algunos acababan en las costas, otros eran encontrados por los barcos que navegaban la zona.
En 2016, Francisca Melián, presidenta de la asociación de mayores de San Andrés, recordaba una historia que le había llegado en su infancia, sobre unas gangocheras que habían ayudado a escapar a unos presos, cuando se encontraron a los guardias sacándolos para llevarlos a su final. Casi a modo de leyenda de resistencia cuenta que una de ellas “cogió la lámpara y al grito de ‘¡Viene el diablo!’, la tiró contra el suelo y provocó una llamarada”, el susto que provocó hizo que algunos de los prisioneros lograran escapar rumbo a las montañas de Anaga (8).
Una sociedad insular como la nuestra facilitó que pronto el boca oreja sobre lo que pasaba a los que cuestionaban el franquismo llegara a todas partes. Con ello se logró un objetivo claro, generalizar el miedo y paralizar al conjunto de la sociedad, romper cualquier esperanza de mejora o cambio, sembrar obediencia y pasividad.
En 2022, por primera vez, una placa en memoria de estas víctimas fue colocada en el fondo marino, en el lugar donde la memoria colectiva coloca la mayoría de las desapariciones. Ese espacio, a una profundidad de unos 400 metros, es posible que todavía guarde algún resto de estas ejecuciones, no solamente elementos metálicos como monedas, hebillas, piezas dentales de metal, gafas, además de otros productos como peines, botones o cepillos de dientes hechos con baquelita...hasta algunos huesos que en estos noventa años puedan resistir. No es descabellado pensar esto, si en el Mediterráneo se han encontrado restos humanos de naufragios ocurridos muchos siglos atrás, como los de Anticitera. ¿Qué impide que esto no se haya hecho ya con la tecnología disponible?...probablemente lo mismo que explica que miles de fosas de represaliados sigan en sin estudiarse.
Fuentes
utilizadas
García Luis, Ricardo. Crónica de vencidos. Canarias: resistentes de la guerra civil. La Marea. Islas Canarias. 2003 pp. 177-192
Ascanio García, Juan Pedro. En el cincuentenario de su fusilamiento (I). José Miguel Miguel Pérez, educador revolucionario y comunista fundador. La Tarde 2 de septiembre de 1986 p 3 y 4
Cabrera Pombrol, Pilar. Garafía y la Guerra Civil.Notas para la historia contemporánea de La Palma. Santa Cruz de La Palma. 2012. p 277
Frente Rojo. Órgano del Partido Comunista. 3 de septiembre de 1938 p5
Ojeda Medina, Antonio. Más sobre los puentes volados y la Guerra Civil en Las Palmas. La Provincia. 7 de septiembre de 2008 p21
Acta del Pleno del Ayuntamiento de La Laguna del 14 de abril 2016. p.98-99
García Luis, Ricardo (2003) Op cit p183
San Andrés: la fosa de la desmemoria: https://diariodeavisos.elespanol.com/2016/04/san-andres-la-fosa-la-desmemoria/
No hay comentarios:
Publicar un comentario