Los datos indican que, solo en la capital tinerfeña, entre 1920 y 1950 la población urbana se duplicó, con la llegada masiva de personas de municipios agrícolas y de otras Islas (1). La urbanización poco controlada y en manos de pocas personas multiplicó fenómenos como las ciudadelas y las infraviviendas, además de disparar los precios de los alquileres. Esta realidad, sumada a la crisis generada al finalizar la Primera Guerra Mundial y los efectos colaterales de la del 1929, acentuó las respuestas organizadas ante esta situación. Esos pasos marcaron avances y tomas de conciencia claves de esa etapa de transición, entre el final de la monarquía, los cambios republicanos y la posterior dictadura.
En la segunda mitad del siglo XIX Karl Marx definía en sus escritos el efecto de “las malas condiciones de habitación de los obreros a consecuencia de la afluencia repentina de la población hacia las grandes ciudades; es el alza formidable de los alquileres, una mayor aglomeración de inquilinos en cada casa y, para algunos, la imposibilidad total de encontrar albergue”. En esos años se empezaron a configurar sociedades y ligas de inquilinos en diversos puntos urbanos del planeta. En 1913 la Liga de Inquilinos de París tomó gran relevancia, años antes ya habían surgido movimientos de este tipo en polos obreros como Barcelona, Valencia, Bilbao o Baracaldo... (2).
En Canarias, poco antes de la Dictadura de Primo de Rivera, se organizaron las primeras Ligas de Inquilinos. En diciembre de 1922 se impulsó la creación de la primera asociación de este tipo, que daría inicio en Las Palmas de Gran Canaria. Según sus propias palabras lo haría enfocada en las demandas de la clase media, “...visto que la vivienda está siendo objeto de agio escandaloso, igual que lo ha sido y lo es el aumento humano” (3). En marzo de 1923 celebró la primera reunión de su directiva con “importantes acuerdos encaminados a evitar y corregir los abusos de los caseros” (4). El 1 de abril la Liga de Inquilinos de la capital grancanaria convocó su primer mitin en el Teatro Cuyas, donde intervinieron algunos de sus impulsores como el periodista y abogado, Rafael Ramírez Doreste, y Cristóbal Bonilla, siendo uno de sus objetivos la puesta en marcha de casas baratas en la ciudad y velar por poner freno a los desmanes de los propietarios (5).
Los ecos de estos pasos, igual que las luchas que se estaban desarrollando en otros puntos del planeta, generaron su respuesta en Tenerife. El 27 de mayo de 1923 se anunció la voluntad de constituir la Liga de Inquilinos, trasladándose al ayuntamiento de la capital una comisión de la misma para tratar de lograr avance en la puesta en marcha de casas baratas (6). En junio creó formalmente la entidad, que en un primer momento tendrá como sede el Centro Socialista de la calle Ángel Guimerá número 24 (7), aunque en los años posteriores serán los sectores más cercanos a los ideales anarquistas los que tengan una clara mayoría en este movimiento. En la noche del quince de junio se constituyó de manera formal, con la asistencia de unas setenta personas, presidiendo Francisco Palacios, que en la etapa final republicana fue concejal socialista, y como secretario Victoriano Hernández (8).
En el mes de agosto un manifiesto impreso llegó a muchos puntos de la ciudad. La nueva asociación daba a conocer sus primeros pasos, denunciando “el escándalo de los alquileres es ya una epidemia, hay que cortarla de raíz, uniéndose los inquilinos a esta Liga, para que ella cumpla con su misión llevando a los tribunales de Justicia a los dueños que se extralimiten de lo prudencial en el precio del alquiler” (9).
En septiembre la Liga en la capital tinerfeña eligió a su directiva, presidida por Francisco Manzano Martín (10), coincidiendo con el inicio de la dictadura de Primo de Rivera. Una de sus primeras tareas fue recordar al gobierno estatal el cumplimiento de la Ley de 1920 sobre vivienda, mandando un telegrama que manifestaba que aplicando esta medida se evitarían “enormidades abusos caseros, reclámalo opinión pública vecinos humildes país” (11).
Mientras esto ocurría, en Las Palmas de Gran Canaria ya se empezaban a ver algunos avances gracias al impulso de la Liga. Un ejemplo de ello fue la exposición pública de los planos de “nuevas barriadas” en el escaparate del bazar Londres, en terrenos de su propiedad ubicados en Lugo y Alcaravaneras (12). En esta primera etapa la posición de las Ligas canarias de inquilinos se sitúa en la gestión de servicios de asesoramiento jurídico ante desahucios y en el desarrollo de medidas de compra de solares y desarrollo de obras de casas baratas para obreros asociados a esta entidad, creyendo que a través del trabajo conjunto con los representantes institucionales y a su peso organizativo podrían lograr un cambio en las políticas de alquiler.
En Las Palmas, en 1928 entra a presidir la Liga Juan de Rueda Trujillo, actuando como vicepresidente, don Antonio Guerra Navarro. En esa directiva destacaba el destacado periodista y escritor republicano nacido en Lobos, José Rial Vázquez (16).
La Liga hará demandas, a pesar de las limitaciones del momento político, como poner en marcha un “Comité paritario de la vivienda”, donde promotores, parte política y representantes de la entidad trataran de buscar soluciones, “ya que también muchas de las cuestiones que ha de resolver la nueva organización, en esta ciudad se hallan planteadas en términos muy agudos” (17).
El cambio político y los efectos de la crisis económica global, derivada del Crack de 1929, aceleró el proceso de toma de conciencia y la demanda de la sociedad en la búsqueda de soluciones, que provocó un salto organizativo fundamental, pasando de un par de cientos de socios al inicio de la II República a superar los 3500 socios en la capital de Tenerife (19) a las puertas del gran proceso que supuso la Huelga de Inquilinos del verano de 1933. Este episodio de estallido social, ligado al refuerzo organizativo con el Sindicato de Inquilinos, tuvo una consecuencia añadida, primero una fase represiva de los sectores más conservadores republicanos, y posteriormente la violencia desatada por el franquismo, que acabó con la detención, tortura e incluso asesinato de buena parte de las figuras más destacadas de este espacio (20), de lo que ya hemos hablado en otros momentos.
La preocupación por la vivienda y las necesidades de la población logró cierto nivel de respuesta durante la etapa republicana. En esos años en Santa Cruz de Tenerife se autorizaron las parcelaciones que darían lugar a barrio de la Salud Bajo, El Ramonal, Camino del Hierro, Vistabella, Cruz del Señor, Sosa Perdomo, Finca Ramos, Villa Benítez, Valleseco o Las Cabritas (21), en un largo proceso donde convivirían las ciudadelas y la urbanización clandestina de lugares marginales de la ciudad.
Sin el movimiento social, que ayudó a organizar la respuesta del conjunto de la sociedad, pocos avances se hubieran logrado a la hora de alcanzar mejoras y la construcción de nuevos espacios urbanos que nacieron de esa lucha y esa fase política. Su fuerza incluso se mantendría en los procesos urbanísticos del Mando Económico, muchas veces sobre lo ya proyectado en la etapa anterior.
Fuentes utilizadas
VVAA. Construir la ciudad. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. 1983. p67
Bonshoms Guzmán, Jordi y Sabaté Muriel, Irene. Cien años de lucha por la bajada de los alquileres: el Decreto de 1920: https://www.elsaltodiario.com/memoria-historica/cien-anos-lucha-bajada-de-los-alquileres-el-decreto-1920
“El ejemplo no ha podido producirse con mayor oportunidad para Tenerife, donde también la indefensa clase media está, sufriendo toda suerte de abusos y atropellos, sin. que valgan protestas ni reclamaciones” La Prensa. 10 de diciembre de 1922 p1
La Prensa. 6 de marzo de 1923. p1
Gaceta de Tenerife. 7 de abril de 1923. p1
La Prensa. 27 de mayo de 1923. p1
El Progreso. 12 de junio de 1923 p1
El Progreso. 16 de junio de 1923 p1
Gaceta de Tenerife. 23 de agosto de 1923 p2
Gaceta de Tenerife. 7 de septiembre de 1923 p3
Gaceta de Tenerife. 6 de septiembre de 1923. p3
La Mañana. 23 de septiembre de 1923 p3
La Prensa. 29 de diciembre de 1923. p1
La Prensa. 10 de enero de 1924 p1
La Prensa. 13 de junio de 1924 p3
Gaceta de Tenerife. 27 de enero de 1928 p2
El Progreso. 6 de julio de 1928 p1
Las Noticias. 30 de enero de 1930 p3
Gaceta de Tenerife. 23 de mayo de 1933 p8
Ascanio Gómez, Rubens. La carestía de vivienda en Tenerife y la gran huelga de inquilinos de 1933 a los ojos de la prensa burguesa: https://latadelgofio.blogspot.com/2023/07/la-carestia-de-vivienda-en-tenerife-y.html
VVAA. Construir la ciudad. Op cit pp78-79
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