En la madrugada del 22 de septiembre de 1976 seis policías franquistas dispararon sus armas contra la puerta de entrada de una vivienda del barrio de Somosierra. Treinta y tres balas impactaron en la vivienda, cinco alcanzaron de lleno a Bartolomé García Lorenzo, un joven estudiante de magisterio de 21 años, que soñaba con una Canarias libre y con justicia social, que fallecía a raíz de las graves heridas el 24 de septiembre.
Los responsables de este crimen no fueron penalizados, al contrario, prosperaron en la carrera policial e incluso acabaron siendo escoltas personales de ministros.
La sociedad tinerfeña no permaneció impasible ante este crimen. Miles de personas salieron a las calles, transformando su dolor en una auténtica insurrección popular, como relata bien el profesor Domingo Garí en su libro Tenerife en Rojo.
El Eco de Canarias narra el sepelio de Bartolomé con detalle, cifrando en cerca de 14.000 las personas que acompañaron al joven de Somosierra en su despedida, el 26 de septiembre. Una auténtica riada humana rodeó la iglesia del barrio. Grupos de jóvenes entregaban a los asistentes crespones negros y claveles rojos. También taxis y vehículos particulares llevaban lazos negros en señal de luto.
Junto a la iglesia había un elocuente cartel en el que se podía leer: "Sus balas llamaron a su puerta. ¡Y él quería vivir!. Se rompieron sus vértices de asombro. ¡Y él quería vivir!. La razón de la fuerza le hizo daño. La razón de la fuerza y las balas le mataron. ¡Y él quería vivir!".
Al acabar el entierro la población no quiere volver a sus casas. Sabían que la impunidad taparía el crimen. A las tres y algo de la tarde de ese domingo miles de personas se manifestaron en la Avenida Benito Pérez Armas, pero "la policía cargó contra la misma con todo su material antidisturbios", saliendo los manifestantes rumbo a Chamberí y Somosierra. La autopista quedó cortada hasta las ocho de la noche por barricadas y guaguas que quedaron abandonadas por sus chóferes.
A las siete de la tarde se celebra una gran asamblea popular en Somosierra. Más de 800 personas participan en ella. Piden la dimisión del gobernador civil, la disolución de los cuerpos represivos, la libertad de los presos políticos y convocan una huelga general para el lunes 27. También se informa de la llegada de 300 personas desde Gran Canaria, en solidaridad con la jornada de lucha.
La huelga del 27 se desarrolló con un éxito enorme. El propio Gobierno Civil reconoció la "paralización absoluta de la vida ciudadana". Las guaguas, los portuarios, la banca, las industrias, la educación, la refinería, todo se para, entre una durísima represión policial.
El asesinato de Bartolomé ocurrió después del del militante comunista Antonio González y meses antes de que Javier Fernández Quesada falleciera a raíz de los disparos de las fuerzas de seguridad en las escaleras centrales de la Universidad de La Laguna. Todos asesinatos impunes.
Ojalá la nueva Ley de Memoria Democrática ayude a que la memoria de Bartolomé y del resto de personas asesinadas en Canarias en esos años ocupe el lugar que merece y sus familias puedan sentir que la justicia, aunque tarde, llegó.
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