A finales de 1941 Amelia Ascanio Moreno estaba en prisión en Madrid. En el verano de ese mismo año hermano había sido fusilado por su activismo comunista y su papel en la defensa de la capital española durante la Guerra Civil, su pareja había sufrido la misma suerte en diciembre de 1939 y sus primos Pablo y Fernando estaban desaparecidos desde el año 1936, habían tenido la mala suerte de quedar en La Gomera. Su hermana Blanca y primo Juan Pedro estaban en prisión, una en la cárcel de mujeres de Tenerife y el otro en un campo de concentración de Marruecos, tras fugarse de la zona del Protectorado español.
Al borde del 8 de marzo me gustaría recordar a una mujer que pagó su compromiso político con cinco años de prisión y decenas de años de exilio forzado.
Amelia, junto con sus hermanos Blanca y Guillermo, eran parte de una familia de la pequeña burguesía de Vallehermoso que vivieron con emoción la resistencia a los últimos años de la Dictadura de Primo de Rivera, la caída de la monarquía y el inicio de la Segunda República. Su conciencia política se forjó en la lucha contra los poderes caciquiles de ese momento y en la defensa de la clase obrera isleña.
En la década de los treinta acompañó la lucha de tantos gomeros y gomeras en defensa de mejores condiciones laborales y de vida, junto a quienes llevaban años denunciando las difíciles condiciones de vida de la Isla en el periódico Altavoz. Su pareja, Gabriel Megías Fragoso, era uno más de los jóvenes que pasaron del socialismo al comunismo al calor de las movilizaciones en defensa de los derechos sociales y laborales de la clase trabajadora.
A finales de 1935 Amelia se traslada con parte de su familia a Madrid, naciendo su primer hijo, Miguel Ángel Megías Ascanio en febrero de 1936, pocos días antes de la victoria del Frente Popular. Durante la Guerra Civil, Amelia y su marido colaboran activamente con el Partido Comunista en las tareas de defensa de la ciudad. Esta labor hace que en el proceso que se le realizó tras la entrada de los fascistas en la capital española se señale que era “de filiación comunista se significó todo el tiempo por su propaganda revolucionaria amenazando e insultando a personas de orden y a la Causa Nacional, regocijándose de los excesos cometidos, frecuentando y siendo dirigente de un Cuerpo Comunista, sito en la calle de O´Donell, habitando en unión de su esposo un piso de un aviador Nacional no obstante la oposición del Portero y en ocasión de la revuelta comunista intentó formar una lista de vecinos derechistas”, por la que la condenan a 20 años de reclusión mayor, permaneciendo en prisión hasta 1944, año en el que parte junto a su hermana y a su hijo de ocho años a un largo exilio en Venezuela, como tantos otros canarios y canarias.
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