En esta semana se cerrará, si
alguna petición vecinal o las acciones de la oposición no lo impiden, la fase
de alegaciones del Plan General de La Laguna, el documento que marcará el
desarrollo del municipio durante los próximos años.
Un documento que ha sido vendido
como un gran avance en la participación, llegando al paroxismo con la
posibilidad de consultarlo también el jueves y viernes santo, aunque realmente sea
a la participación ciudadana lo que las marchas militares a la música.
Este proceso nos ha dado la
oportunidad de contactar y trabajar con muchos vecinos y vecinas que nos han
demostrado lo que ya suponíamos, la población está totalmente desinformada de
lo que pasará con sus viviendas, sus terrenos y sus barrios. A esta situación
nos lleva un plan que se quiere aprobar con una velocidad inaudita, más aun si
pensamos en la caducidad del PGO actual.
La inmensa mayoría de los
habitantes de La Laguna desconoce los cambios que traerá este documento. No entienden
que son las unidades de actuación que plagan el municipio, que convierte a los
ciudadanos en los “paganinis” del proceso urbanístico. No saben lo que supondrá
para unas economías familiares cada vez más enflaquecidas el paso de grandes
cantidades de suelo rústico a urbano, e incluso desde el gobierno local se les
asegura que no les supondrá un problema. Desconocen que todas esas grandes
zonas verdes y espacios públicos marcados en los planos no cuentan con fondo
municipal alguno que las haga realidad, esperando por un “cambio del ciclo
económico” que ni siquiera se espera.
Nos hemos encontrado de frente
con un plan heredero del pasado, que establece la construcción de miles de
casas nuevas cuando en La Laguna hay más de 15.000 viviendas vacías, cuando no
existe necesidad real de seguir hinchando la burbuja, cuando el suelo agrícola
o natural vale más que el piche y el cemento. Esta insistencia en las viejas
fórmulas nos resulta como mínimo chocante y se nos hace difícil de entender, a
menos que esconda un simple interés recaudatorio.
Es un PGO que no establece zonas
para las energías renovables, que no pone en valor el sector primario, que
racanea las viviendas sociales y que desprotege nuestro patrimonio cultural y
natural.
En estos días hemos estado
acompañando a unos vecinos y vecinas que no entienden que las promesas que les
hicieron en el 2010 se hayan incumplido, que se enteran que sus casas estarán afectadas
por polígonos industriales, que la vivienda de sus abuelos ya no está
catalogada, que su finca será atravesada por una carretera innecesaria, etc...
Será nuestra particular semana de
pasión. Días para entregar alegaciones, hablar con los laguneros de cosas que
nadie les explica, temas que nadie más parece escuchar.
Al equipo de gobierno le
aterroriza que se hable sin su control del modelo de municipio que se quiere,
eso se nota. Creo que jamás los he visto tan nerviosos y agresivos, repitiendo
los males de un proceso como el que se vivió recientemente en Santa Cruz,
temblando ante la presencia de voces críticas e informadas.
Se equivocan en pensar que con
las prisas y los parches se va a resolver el desarrollo del PGO sin pena ni
gloria. El plan que regirá el futuro de La Laguna, hecho a toda velocidad, será
un mal plan, más contestado socialmente y que alargará el proceso en los
próximos meses. Lo quieran o no tendrán que escuchar las razones de la
oposición, no les quedará otro remedio, y para esto no habrá campaña de publicidad
que logre acallarlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario