sábado, 20 de junio de 2009
Reflexiones urbanísticas junto al “mamotreto” de Las Teresitas
Para mi siempre son bonitos los días donde el pueblo sale a pedir lo que por justicia le pertenece, en este caso puedo decir que hoy fue un bonito día, soleado y reivindicativo.
A las doce de la mañana en el pueblo pesquero de San Andrés estábamos todos los ciudadanos y ciudadanas de santa cruz convocados para pedir el uso público del escaso litoral de la zona urbana de la capital y el derribo del tristemente famoso “mamotreto”. Esta obra es parte del costosísimo proyecto urbanístico de Las Teresitas obra del premiado arquitecto Perrault que invade el dominio público marítimo-terrestre y se empezó a construir sin las licencias pertinentes e impactando considerablemente sobre un espacio que era el punto de enlace de la playa y el pueblo de San Andrés.
Muchos nos preguntamos cuantos de los 35 millones de euros de dinero público en que se presupuestó la obra en el 2003 se han gastado ya o cuántos millones se habrán gastado sólo en el diseño de la mole de cemento ideada por este arquitecto estrella y que muy posiblemente habrá que demoler. ¡Cuánto dinero público usado para hacer más ricos a los ricos!.
Como fiel y resignado usuario del trasporte público tardé en mi traslado desde mi casa en Ofra hasta San Andrés casi una hora y media. En la guagua de San Andrés estuve enlatado entre las aproximadamente cien de personas que tuvimos la “fortuna” de entrar en esa guagua y que casi sin poder movernos soportamos estoicamente los cincuenta minutos que tardamos en el trayecto del intercambiador hasta San Andrés.
Por el camino, dolorido de la espalda y arrinconado contra una de las puertas pude ver el Parque Marítimo que tanto dinero público nos costó y que permanece cerrado hasta no se sabe cuando. Un poco más allá vi la abandonada playa de Valleseco, a modo de pequeño “Prestige”, con unas medidas de contención contra los vertidos de crudo que han llegado a su orilla y hace que se cuestione su uso este verano. Un poco más allá tenemos los restos abandonados del antiguo Club Náutico y poco después la zona de ampliación de la Dársena Pesquera que ocupó unos cuantos de miles de metros al mar, pasando eso no tardamos en ver San Andrés y la única playa de la zona urbana de la capital utilizable, para alegría de todos los acalorados pasajeros de la guagua.
Por suerte a mi llegada ya había un nutrido grupo de personas con pancartas, banderas, camisas y megáfonos. Pude ver llegar a Pedro Fernández Arcila en su bicicleta, sencillo y humilde como es él, como un manifestante más a pesar de ser el artífice legal de la paralización de las obras al presentar una denuncia en enero del año pasado por la ocupación ilegal que se hacía de la zona de dominio público marítimo-terrestre.
Junto con él y casi mil personas más, muchos de ellos vecinos del pueblo, cruzamos San Andrés bajo una estrecha vigilancia policial. Los antidisturbios se dirigieron a varios de los compañeros y compañeras de la mesa para conocer el recorrido, un compa me decía con acierto que lo más propio es que les hubiesen preguntado a sus mandos políticos del PSOE que también se dejaron ver y fotografiar por la zona, a pesar de la actitud tan sospechosa e incompetente al respecto de Las Teresitas mantenida por sus compañeros de la Demarcación de Costas.
Al final, junto a esa mole de cemento y acero vacía que es el mamotreto escuchamos la voz de los vecinos y de miembros de Asamblea por Tenerife, entre los aplausos finales un vecino de Suculum se nos acercaba indignado por lo que habían hecho en su playa, la verdad es que muchos somos los que estamos indignados ante la incapacidad demostrada por parte de un Ayuntamiento que sólo aplica las leyes a los humildes, que privatiza una costa que es de tod@s usando dinero público que también es de tod@s o unos concejales que niegan la mayor y se lanzan la pelota para no reconocer su incompetencia.
En alguna pancarta, camiseta y mente estaban presentes el recuerdo del derribo de Cho Vito y como se aplica la misma ley de maneras tan distintas dependiendo del apellido y el pelaje y “padrinos” de cada uno.
Me fui de San Andrés contento por el apoyo de la gente, un poco quemado del sol y sobretodo del desgobierno municipal que ha hecho crecer tanto las cuentas bancarias de unos pocos a costa de un espacio costero que es de todos.
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