Isabel nació en 1909 en Hermigua, en La Gomera, aunque desde niña se traslada a Tenerife, donde con apenas 12 años ya empezó a trabajar en el sector del tabaco, entrando a las 16 años en la CNT.
No fue una trabajadora más. Isabel Hernández fue una activista sindical destacada y con gran capacidad, en una sociedad donde no era frecuente este papel destacado de las mujeres. Entre 1935 y 1936 su voz aparece una y otra vez en los grandes mítines de la CNT en Tenerife, siendo especialmente sonada su intervención en el que se celebró con motivo del último y masivo primero de mayo de la II República, en la Plaza de Toros chicharrera, ante miles de personas, donde compartió escenario con destacados dirigentes estatales de su organización.
A partir del 18 de julio de 1936 su organización es una de las pocas que trata de plantar cara a los golpistas, con brutales consecuencias. Las reuniones de compañeros y compañeras donde se trataron de coordinar para responder a la agresión militar acabaron con decenas de detenidos y más de 56 fusilados y desaparecidos, entre los elementos más activos de la lucha obrera tinerfeña. Isabel tratará de escapar a las detenciones masivas y a las torturas salvajes, buscando un escondite, aunque es condenada a doce años de prisión. Poco después trasladándose a Las Palmas de Gran Canaria con otra identidad, donde articula una nueva vida y tendrá dos hijas, Josefa y Nieves.
En 1951 recibe el indulto a su pena de cárcel, volviendo a Tenerife. Su vida se mueve entre el trabajo y la familia, sin poder hacer florecer su activismo y su sensibilidad política. Con la muerte del dictador logra recuperar la militancia. Su voz vuelve a resonar, esta vez en otro primero de mayo, pero de 1978, ante 1000 personas, colaborando también con la Coordinadora Feminista en 1979.
En 1983, a los 74 años, su voz se apaga definitivamente, sin duda una de las mujeres referentes de la lucha social y sindical del siglo XX en Tenerife, a la que probablemente no conocías.
MARCELINA MATA LORENZO
La historia de Marcelina Mata Lorenzo la conocí gracias a Pilar Cabrera en su obra sobre Garafía y la Guerra Civil. Esta palmera vinculada a Izquierda Republicana fue una mujer adelantada a su tiempo, muy vinculada a Las Tricias. Ayudó a constituir la Mutualidad Escolar Iscagua, donde fue nombrada tesorera. Era dueña de una tienda que se surtía en Gran Canaria y en la que se vendía de todo, Marcelina “fue una mujer muy activa que logró para Las Tricias la primera central telefónica de barrio de la isla y una de las primeras carterías”.
Las Tricias en esa época era un lugar con uno de los niveles de analfabetismo más bajos de La Palma y con una intensa vida social, donde una parte significativa de la población simpatizó abiertamente con el Frente Popular.
No es de extrañar que cuando la breve resistencia de la II República en La Palma y muchos jóvenes se alzan a los montes para tratar de resistir a los golpistas, fueran a casa de Marcelina a tratar de buscar alimento. Sabía que se jugaba mucho al hacer eso, pero les atendió y les dio apoyo.
Su yerno, el también garafiano Ramón Rodríguez Martín, maestro socialista, había sido desterrado a Tuineje por su militancia y por escribir un artículo donde alababa al Ministro de educación republicano. En 1938 Marcelina fue interrogada por las autoridades franquistas por prestar “2.500 pesetas a su yerno Ramón Rodríguez Martín, para abonar la defensa de un hermano que tenía detenido por hechos contrarios al Movimiento Nacional”. No fue la primera vez que su nombre aparecía en las pesquisas de los golpistas. A Marcelina ya la habían depurado apenas unos meses después del golpe. La Compañía Telefónica le había suspendido de empleo y sueldo por sus ideales políticos. Precisamente en 1939 los responsables militares preguntaron por ella al consistorio que contestó que “era de buena conducta, pero de ideología política de izquierdas”. Con eso bastaba.
Una mujer resuelta y autónoma, que afrontaba un negocio por sí sola y además apoyaba el derecho a la educación de los menos pudientes, era en si misma todo un peligro para el nuevo régimen. No solo eso, también su familia en conjunto suponía un ejemplo peligroso y preocupante. Ella había ayudado a su hermana y sus sobrinos, Gregorio Nacianceno y Orencio Mata Rodríguez, a montar una especie de pensión en la lagunera calle San Agustín. Los dos jóvenes fueron movilizados para luchar por Franco, pero simpatizaban abiertamente con el Frente Popular. Aprovecharon la menor ocasión para pasarse al bando republicano y siguieron la guerra de ese lado, hasta tener que refugiarse en Francia y posteriormente acabar detenidos por los nazis y presos en Mauthausen.
Marcelina sufrió esa persecución a ella y sus familiares desde su fortaleza. Nunca había ejercido la menor violencia con sus adversarios políticos. No había protagonizado ningún enfrentamiento, pero era una mujer roja. Era un mal ejemplo para una dictadura que venía con hambre de venganza, con la firme voluntad de cortar cualquier esperanza o sueño.
JULIA MESA
En un mes de marzo dedicado a mujeres valientes y rebeldes, hoy hablo de la arafera Julia Mesa, que en enero de 1938 era, tal y como recoge la documentación del anterior régimen, una de las “hembras residentes” en la prisión de San Miguel, junto a otras jóvenes anarquistas socialistas o comunistas.
¿Cuál fue su delito?, ser una mujer políticamente activa. Nacida en Arafo en 1909, militante de la UGT y del PSOE desde 1931. Los investigadores Luana Studer y Aarón León realizaron una entrevista a su marido, Álvaro Fariña, que llegó a los cien años. Reconoció el papel de Julia, como la persona que escribía los manifiestos y escritos de la agrupación socialista, “ella, como tenía un poco más de ortografía y era quién más leía, pues era quien escribía esos manifiestos. Los demás también decíamos, pero ella era quien los escribía, esos manifiestos (…) mi mujer fue muy perseguida. Tal es así que la llamaban «La Pasionaria»”.
El 18 de julio de 1936 el odio contenido de caciques, militares y militantes de las derechas se desató. Varios miembros de los grupos de izquierda de Arafo se escaparon a los montes. Julia permaneció cinco meses oculta en cuevas y barrancos. Sabía bien lo que le estaban sucediendo a tantos compañeros y compañeras.
A Álvaro lo detuvieron pocos días después del Golpe. La Guardia Civil lo sometió a tortura, que lo mantuvieron en un colchón durante varios meses.
Julia Mesa, “propagandista de los ideales socialistas”, fue detenida al “no haber comparecido a presencia de las Autoridades locales a donde fue llamada en primeros días del Glorioso Movimiento Nacional y por el contrario haberse ocultado hasta que fue detenida”.
En la cárcel de San Miguel estaba junto a Cristina Arteaga, Francisca Brito, Blanca Ascanio, Candelaria González o Leonor Fuentes, “rojas peligrosas”. Nueve mujeres en enero de 1938, de las que ocho sabían leer y escribir, algo muy significativo en una sociedad con un índice altísimo de analfabetismo. Allí, sin libertad, se mantuvo durante tres años, hasta que su salud se resintió tanto que temieron por su vida y decidieron liberarla, tal vez pensando que no duraría mucho más. Su compañero de vida mientras estaba realizando trabajos forzados en el Batallón 180, en el Marruecos español, logrando recuperar la libertad poco después.
La vida de Julia, como la de tantas mujeres y hombres con ideales, permaneció parada durante varias décadas. Sus sueños y deseos eran ilegales, no pudiendo retomar la actividad política hasta la muerte de Franco. Su memoria habita en artículos históricos, pero se ha borrado de la colectividad, aunque en el 2007 los partidos progresistas de Arafo lograron un acuerdo para conmemorar la figura de las personas represaliadas en un municipio marcado por las políticas de los que creen que hacer justicia es levantar ampollas.
Fuentes utilizadas:
Aarón Leon y Luana Studer. La Segunda República y la guerra civil en la memoria de un militante socialista: el caso de Álvaro Fariña Rodríguez. III Jórnadas de Historia del Sur de Tenerife pp 143-164
Medina Sanabria, Pedro. Hembras empadronadas en la prisión de San Miguel 11: https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2013/04/29/hembras-empadronadas-en-san-miguel-11/
https://fpabloiglesias.es/entrada-db/mesa-hernandez-julia/
Cabrera Pombrol, Pilar. Garafía y la guerra civil Notas para la historia contemporánea de La Palma. Puntagorda. 2012
Pérez Brito, Raquel. Isabel Hernández Marichal. Los procesos revolucionarios desde la vida cotidiana. Revista Canarii octubre 2007
Los diecinueve: https://www.junoniadigital.com/2023/01/24/los-diecinueve/
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