Poco
podían imaginar estos alegres excursionistas de la CNT, que
visitaron Los Silos en marzo de 1936, que entre los meses de enero y
marzo de 1937, hace justo 85 años, un total de veinticinco miembros
de su organización en Tenerife serían fusilados. Fueron casi la
mitad de los fusilados oficialmente en el Archipiélago, su único
delito había sido ser activos miembros de este movimiento
anarcosindicalista y tratar de organizar una resistencia popular al
golpe franquista del 18 de julio de 1936.
La
nueva sociedad franquista prestó especial atención a este proceso,
que no discurrió en la clandestinidad del resto de asesinatos, de
paseos al amanecer y de cuerpos enterrados en lugares recónditos o
simplemente lanzados al mar en un saco. Aquí se desplegó con todo
su odio y terror la “nueva legalidad” con un Consejo Militar que
apareció bien destacado en la prensa del momento, que anunció su
inicio para el lunes 4 de enero de 1937, pero se retrasó cuatro
días, dando comienzo el día 8 en el Salón de Actos del Cuartel del
Regimiento de Infantería de Santa Cruz de Tenerife, contra el
maestro armero de esto Regimiento, Fernando Rodríguez Domínguez, el
brigada Emilio Pastor Antón, los cabos, Manuel Díaz Camacho, Manuel
Quijada Pacheco y Francisco Millán Ruil, el músico, Miguel Varea
Serrano, el soldado Pedro Prieto Moróte y ocho individuos más,
todos del Regimiento de Infantería, y paisano Gutenbeg Pérez Martín
y cuarenta y cinco individuos más, “por el delito de traición”
(1).
A
los acusados se les señala como responsables de “un vasto complot
revolucionario organizado por elementos de la CNT”, a los que se le
atribuyen “actos extremistas, atentados y los crímenes cometidos
en los últimos tiempos en esta capital”, además de haber reunido
más de setenta armas de fuego, varios miles de cartuchos de fuego y
cajas con dinamita, junto con el reparto de propaganda animando a
resistir el golpe fascista, que fue encontrada en poder de los
militares antes mencionados (2).
¿Qué
ideas había detrás del poder que orquestó este Consejo de Guerra?.
Lo deja muy claro uno de los máximos responsables de este proceso,
el Fiscal Rafael Díaz-Llanos Lecuona, que en la tarde del 8 de enero
lanza su alegato más clarificador. Manifiesta, enlazando con
palabras de Adolf Hitler sobre el riesgo bolchevique, que “si el
ejército español, y toda la parte sana de España, no se hubiese
alzado para defender esencias nacionales a punto de ser aniquiladas,
habría estallado a los pocos días la revolución roja”. Considera
además que “el canciller Hitler, con su actitud decidida le hizo
un gran bien a la humanidad, poniendo una barrera a la revolución
salvaje que se avecinaba...” (3).
Las
consecuencias de los procesos pseudojudiciales de ese año fueron
brutales El
9 de enero de 1937 fue fusilado el cenetista Martín
Serasols Treserras, conocido como “Pepe el Catalán”.
Otros 19 miembros de la CNT fueron fusilados el 23 de enero, José
Alonso Pérez,
Marcos
Báez Afonso,
Tomás
Cabrera Vera,
Modesto
Carballo Sosa,
José
y
Pedro Carreño Hernández,
Domingo
Dieppa García,
Miguel
González Gutiérrez,
Teresol
Guerra Ortega,
Jorge
Hernández Mora,
Francisco
Infante Díaz,
José
Martín Herrero,
Feliciano
Pérez Jorge,
Ginés
Ramírez Basindo,
Francisco
Reyes Martín,
Tomás
Rodríguez Benítez,
Casimiro
Romero Renazco,
Vicente
Talavera Pachá y
Miguel
Varea Serrano.
El 6 de marzo se fusiló a otros 5 miembros de CNT, entre ellos el
presidente regional de la Confederación, Rodrigo
Coello Martín (4).
Dos mujeres también forman parte de la lista de condenadas a muerte,
aunque sus penas fueron conmutadas por prisión, son Carmen
Goya Hernández (indultada por treinta años de reclusión) y María
Luisa Hernández Remón (pasando varios años de reclusión).
El
investigador Ricardo García Luis recoge en un estudio algunas de las
despedidas de las personas que vivieron los días previos a su
fusilamiento, que sabían que tarde o temprano se ejecutaría por un
régimen que venía hambriento de sangre. Uno de ellos, Néstor
Mendoza, dejo dicho a su madre en una carta unas palabras que resumen
bien los sentimientos de muchos de ellos, “quiero que sepas que si
muero, muero por una causa que creí justa, no por hechos
vergonzosos. Puedes estar orgullosa de tu hijo, pues fue todo lo
honrado que se puede ser. No siento más que el dolor de Ustedes y el
de María” (5).
Este
Consejo Militar sirvió basicamente para llevar a las portadas de la
prensa una justificación encendida de la necesidad del Golpe y la
maldad de las ideas anarquistas y marxistas. Las páginas de La
Prensa, histórico diario republicano tomado por los franquistas, se
llenan en esos días de imágenes con las viviendas dañadas en la
huelga de inquilinos de 1933, los robos o las acciones violentas de
los movimientos obreros tinerfeños, acompañadas de las ardientes
palabras del Fiscal contra las “ideas rojas” destructoras de la
familia y los valores patrios. Veinticinco personas pierden la vida
por esa escenificación de la “maldad republicana”. Rafael
Díaz-Llanos, el apologista del nazismo y personaje central del
proceso judicial tendrá una vida larga. Su trayectoria militar y
profesional, estrechamente ligada al franquismo, le harán merecedor
de títulos como Primer
Presidente del Consejo General de Colegios de Economistas de España
1971-1978, Presidente
de Honor del Colegio Nacional de Economistas, Presidente de la Real
Academia de Doctores, Doctor en Derecho y en Ciencias Políticas y
Económicas, Gran Cruz de Alfonso X el Sabio y Medalla de Oro de la
Provincia de Santa Cruz de Tenerife (6). Tampoco faltó, como muchos
otros buenos defensores del régimen franquista, de consejos de
administración como el de Telefónica (7) e igualmente fue
Procurador en Cortes (8). Ojalá la futura Ley de Memoria Democrática
ayude a que algunos de esos vergonzosos reconocimientos le sean
retirados, aunque sea tarde y mal. Estoy seguro que los descendientes
de estos 25 militantes anarquistas asesinados, los de los jóvenes
torturados hasta la muerte para este proceso y los de las decenas de
presos durante años en las prisiones fascistas por este Consejo de
Guerra lo agradecerán como un tardío acto de justicia.
Hace
unos años, la iniciativa popular de vecinos y vecinas de Cueva Roja
permitió, no sin cierta resistencia del conservador poder político
chicharrero, organizar en el 2008 un reconocimiento a estos
represaliados, con la colocación de una placa conmemorativa que hoy
todavía perdura en la zona (9).
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