domingo, 17 de mayo de 2009
Una soberana pitada.
La semana pasada saltó el escándalo en el Estado Español cuando las aficiones del Atlético de Bilbao y del Barcelona silbaron y abuchearon al himno español y al rey. Sinceramente este tipo de reacciones a mi no me asustan, me parece normal y legítimo que las aficiones de dos equipos que en gran parte tienen aficiones nacionalistas y de izquierda no se sientan identificados con esos símbolos que al fin y al cabo son impuestos.
Yo y muchos de los aficionados que estaban ese día en las gradas del Estadio Valenciano jamás hemos votado ni al monarca ni por supuesto el himno que supuestamente nos representa como ciudadanos del Estado Español.
Los ultras españoles se han rasgado durante toda la semana las vestiduras hablando de unidad nacional, respeto a los símbolos “nacionales” y hasta de impedir que estos equipos jueguen la Copa del Rey. Están verdaderamente escandalizados porque no les entra en sus cabezas anoréxicas de neuronas que existan personas que ni respeten ni acepten la realidad política impuesta desde el Estado Español. No quieren entender que cientos de miles de personas no se sienten españolas y que eso es respetable y digno también.
Esos mismos ultras españoles son los mismos que cuando en determinados estadios lucen banderas franquistas o se cantan consignas racistas o fascistas se dedican a mirar para otro lado e incluso cuando se realizó la pitada a Zapatero en el desfile de las “Fuerzas Armadas” lo jalearon abiertamente (que aunque no nos guste al menos esa persona fue elegida democráticamente). Para el periódico “El Mundo” incluso se tendría haber detenido el partido ¿lo mismo habría que hacer en los estadios donde asomen banderas fascistas o donde se griten consignas xenófobas?, seguro que de algunos equipos se jugarían pocos partidos.
Reconozco que a mi el futbol nunca me ha gustado, contrariamente a lo que se suele opinar a mi me llama la atención los efectos políticos que tiene este deporte de masas sobre la población y como de alguna manera saca las pasiones de cada pueblo.
Los que conocen mínimamente el tipo de afición que existe en esos dos equipos sabía y esperaba lo que iba a suceder. Los mismos responsables de televisión española dieron un espectáculo lamentable tratando se censurar ese momento. Me recordaron lo que he leído de la campaña del año 1961 del Movimiento Canarias Libre en el Estadio Insular de las Palmas y la manera en que se trató de ocultar lo sucedido usando a la policía.
Algunos demuestran con sus actos y declaraciones su miedo y señalan claramente los límites de una libertad que nos venden como infinita, los mismos que se escudan en el Artículo 2 de la Constitución Española para finalizar sus exposiciones de ideas.
Yo siempre he creído que el libre ejercicio de la libertad de opinión es algo incuestionable, en todos los sentidos. Aunque me cueste trato de extender ese principio a aquellos que incluso chocan frontalmente con mi forma de entender y pensar. En ese sentido entiendo a los millares de aficionados vascos y catalanes que afearon la noche al rey y al Himno que ellos nunca eligieron.
Muchos de los apóstoles de la corona consideran dos momentos los claves en la vida del rey Juan Carlos, el canto del “Eusko Gudariak” en la casa de Juntas de Guernika por parte de los abertzales y la noche del 23F...tal vez ahora le puedan poner un tercer momento a un Jefe de Estado creado para dejar todo “atado y bien atado”.
Creo que le hacen un flaco favor a la monarquía los que se empeñan en convertir a esta familia medieval en una flor de invernadero, que sólo admite mimos, paseos en velero y fiestas. La monarquía es una institución caduca igual que lo es la misma idea de España que se tiene hoy en día.
Incorporo video del momento en cuestión, pido disculpas a los que se ofendan por el audio (me refiero al himno que se escucha entre los pitidos)lo he puesto sólo por su interés periodístico y por si viste la señal censurada de la primera.
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