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En la paz está nuestra única esperanza.


Uno de los guerrilleros más grandes que ha conocido el planeta, Ernesto “Che” Guevara decía en su conocidísima obra “la guerra de guerrillas” decía: “Es preciso diferenciar claramente entre sabotaje, medida revolucionaria de guerra, altamente eficaz y el terrorismo, medida bastante ineficaz, en general indiscriminada en sus consecuencias, pues hace víctimas de sus efectos a gente inocente en muchos casos y que cuesta gran número de vidas valiosas para la revolución”.
Muchas veces la izquierda ha sido responsable de un “encandilamiento” peligroso con todos los movimientos políticos del mismo corte. Ante ellos ninguna crítica o cuestionamiento era mal visto, signo de flojedad y aburguesamiento. Esa falsa pose radical que no va a la raíz como diría Martí, sino que al contrario se queda en una carcasa absolutamente irreflexiva y sumisa ha sido peligrosa y una pesada tara que ha separado cada vez más a algunas organizaciones de la población por la que dicen luchar.
Con ETA ha pasado en numerosos casos eso, para algunos cuestionar o criticar era visto como una falta de respeto a unos “luchadores” o un pueblo hermano. Estos ciegos luchadores han “celebrado” su cincuenta aniversario dejando dos nuevos muertos sobre la mesa que no sirven para nada, como todos los muertos, vistan el uniforme que vistan.
Como nacionalista de izquierda considero un insulto a mi inteligencia que se me diga que la única forma de luchar contra el Estado Español es mediante las bombas, es una enorme mentira que día a día demuestran miles de nacionalista de izquierda de los diferentes pueblos sometidos por el Estado Español.
Hoy no quiero callarme, no me apetece callarme y mirar para otro lado. La estrategia que está siguiendo ETA y su entorno es la de una disparatada y absurda espiral de muertes, cárcel y represión. No, ningún acto del Gobierno Español justifica una muerte, ninguna muerte va a hacer que Euskadi logre su independencia, eso lo deben de entender ya. Al contrario, cada muerte o atentado genera un movimiento de rechazo al nacionalismo, de leyes más severas contra la izquierda en general y de respuestas ultras que dificultan aún más nuestros objetivos...si aún les quedara algo de razón en sus cabezas entenderían que la respuesta social revolucionaria que esperan los ideólogos de ETA no llega ni llegará por esa vía.
En el año 1998 recuerdo la ilusión y esperanza que despertó en mí y en muchos otros la tregua, el diálogo político, el proceso de Lizarra y la formación de EH que aglutinaba a muchísimas organizaciones de la izquierda abertzale y que logró los mejores resultados políticos de la historia de esta corriente política (votos emitidos aún en paz). Sin embargo al poco los halcones de ETA decidieron reanudar la matanza y acabar con todo aquello.
Defiendo la causa y el derecho a la independencia del pueblo vasco, pero no defiendo ni defenderé las muertes en nombre de ese derecho. Voté y apoyé en las elecciones europeas a Iniciativa Internacionalista por el intento marrullero que sufrió de ilegalización y eso despertó mi solidaridad, pero el asesinato de cualquier ser humano no despierta en mi ninguna solidaridad, me genera asco y ese asco es cada vez es mayor.
La estrategia de ETA es una carrera loca y sin sentido hacia un precipicio que les está costando cárcel, desgaste, desconexión con la realidad, grupusculismo, antinacionalismo y un cada vez más evidente rechazo de un sector progresivamente mayor de la sociedad vasca, incluida parte de su propia gente. En realidad el gran “logro” político de ETA en los últimos años ha sido el de poner de acuerdo a PSOE y PP para sacar al partido mayoritario del gobierno en Euskadi.
Mi respeto y apoyo a las familias de los muertos, mi respeto a la lucha política de la izquierda abertzale y deseos, enormes deseos de que venza finalmente la auténtica valentía para el abandono de las armas y una vuelta a la acción política.

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