Fernando Álvarez Astorga regresó al campo de prisioneros de La Isleta lleno de moratones y “despavorido, con la mirada huidiza como un animal acorralado”, así lo recuerda Juan Rodríguez Doreste en sus memorias (1). Aunque parezca increíble tuvo suerte, de los 41 presos trasladados según los registros oficiales, solo once regresaron con vida a la prisión (2). Era finales de enero de 1937.
Menos de un año antes había sido nombrado candidato por Las Palmas por Alianza Obrera, dentro del espacio del Frente Popular, para ser uno de los compromisarios isleños en las elecciones que elegirían al presidente de la II República. La suya fue la segunda candidatura más votada en su Isla, con 41.482 votos (3).
Había nacido en Barco de Valdeorra (Orense) en 1900 (4), aunque buena parte de su vida la hizo en la capital grancanaria. Su padre, Alejandro Álvarez, fue Magistrado, lo que le había permitido estudiar y tener una juventud tranquila. Su vida se vio marcada por la participación social y sindical. Su hermano Luis había llegado a ser presidente de la Federación de Fútbol en Gran Canaria, aunque falleció prematuramente en el mes de octubre de 1931. Fernando, como tantos otros de su generación, vivió con ilusión la llegada de la República y la libertad que ofrecía para participar en la vida social y para pensar. Él aprovechó esa oportunidad.
Había presidido el Centro de Dependientes de Comercio, adherido a la U.G.T. También formó parte del Sindicato de Trabajadores Mercantiles de Las Palmas de Gran Canaria, que en agosto de 1934 lo nombró responsable de la comisión de Legislación (5). En esa labor, también estuvo muy presente en la Federación Obrera de la capital, que tan importante papel tuvo en las luchas de mejora de las condiciones laborales y social de la clase trabajadora.
En marzo de 1935 fue nombrado presidente del Comité Ejecutivo de la Agrupación Socialista de Las Palmas (6), paso que sería determinante, igual que su militancia en la UGT, para ser uno de los seleccionados como compromisarios a la elección del presidente de la República. Junto a otras figuras del Frente Popular, como Juan Doreste Casanova, que llegó a ser alcalde de Arucas, Antonio López Pelaez, destacado referente de la UGT y el socialista donostiarra, José Sanz Iraola (7).
Las elecciones de febrero de 1936 supusieron un gran éxito para la candidatura de unidad de las fuerzas de izquierdas. En los primeros días de ese mes se había dado a conocer la candidatura elegida, donde además de Fernando, estaba formada por José Antonio Junco Toral por los socialistas, Fernando González por Unión Republicana, y Bernardino Valle, del Partido Federal Republicano (8). La campaña no estuvo exenta de tensiones e incluso detenciones de militantes de las fuerzas de izquierdas por parte de las autoridades conservadoras, desarrollándose los comicios en el mes de abril, los últimos democráticos hasta 1977.
Los compromisarios canarios electos, que debían votar junto a los diputados al nuevo presidente republicano en el Congreso, se reunieron en Tenerife a principios de mayo. Además de los ya mencionados, estaban por la isla picuda, Pedro García Cabrera, José Carlos Schwartz, Rodríguez Sanfiel, Lucio Illada y, por La Palma, el comunista José Miguel Pérez. En la capital tinerfeña se encontraron en la terraza del Bar Atlántico (9), teniendo que viajar en avión militar hasta Madrid, debido a la huelga que se vivía en la marina.
Al llegar a Madrid, tal y como cuenta Juan Rodríguez Doreste, Pedro García Cabrera, Fernando Álvarez y él mismo, se trasladaron a la sede socialista en Madrid, donde se vivía una gran tensión entre los diversos sectores, donde chocaban los más obreristas y los más institucionales. En esos días vivieron ataques a pedradas de grupos de jóvenes ligados a Falange, además del asesinato de algunos militantes de su partido (10). Fernando no regresó especialmente contento de este proceso, él mismo reveló a las autoridades franquistas que había presentado su renuncia al puesto de Secretario General poco antes del Golpe (11).
A su regreso a la Isla Fernando pudo ver el discurrir de los primeros meses del breve gobierno del Frente Popular, con una apuesta por la mejora de la vida de la clase obrera, la reducción del coste de la vivienda y la ampliación de escuelas e institutos como algunos de sus ejes centrales. Todo ese ímpetu reformador nacido de las urnas quedaría detenido a partir del 18 de julio de 1936. Aunque hubo grupos que trataron de ejercer una breve pero heroica resistencia ante unas fuerzas bien armadas y preparadas, Álvarez Astorga tratará de buscar un refugio seguro en el que esperar a que la situación volviera a la normalidad. Junto con otros compañeros de ideales, como eran Tomás Agustín Cabrera Suárez, José Ochoa Alcázar, y José Suárez Cabral, usarán como refugio unas casas abandonadas del lugar llamado Pico del Viento. Allí permanecieron con el apoyo de algunos amigos y vecinos, hasta el 10 de agosto, día en el que tropas militares los capturan. Tomás era presidente de la gestora de la Federación Obrera de Gran Canaria, se le acusó de estar ligado al PCE. José Suárez era vecino de Telde y también estaba ligado al partido comunista, “habiendo estado en Rusia durante un año después de la huelga Revolucionaria de Octubre, regresando en Abril a esta Capital”. El tercero del grupo será José Ochoa, nacido en Puerto Rico y periodista de Mundo Obrero, interviniéndosele tras su detención “varios libros comunistas y una maleta conteniendo libros y periódicos todo de carácter comunista” (12).
La detención fue realizada tras una denuncia anónima. Se llevó a cabo por dos guardias civiles y miembros de la Segunda Sección de la Compañía de Voluntarios Patriotas, grupo paramilitar al servicio del nuevo orden. Formaron esa unidad el suboficial de la Guardia civil, Luis Robledano, junto el cabo Juan López Polín y un grupo de voluntarios ligados a las organizaciones fascistas, Fernando Clavijo, Vicente Díaz, Benjamín Artiles y Vicente Marrero (13). Por la crónica periodística parece intuirse que Fernando era el principal objetivo de esa operación. Se le acusó por su militancia y por el mitin que dio el 22 de marzo de 1936 en el Teatro Circo Puerto de la capital grancanaria. La condena que recibió fue de doce años de cárcel (14).
Pero volvamos al 28 de enero de 1937. Fernando había pasado primero por la Prisión Provincial y después fue llevado al campo de concentración de La Isleta, donde con 1100 residentes en diciembre de 1936, casi triplicaban la cantidad máxima de presos prevista (15). Los trabajos forzados, la escasa alimentación y los malos tratos formaron parte del día a día de los presos.
En diciembre de 1936 un grupo de militares simpatizantes de la legalidad republicana y activistas de la Isla de Gran Canaria, tratan de organizar un ataque contra el cuartel de La Isleta, que permitiera liberar a los más de 1100 presos que allí se hacinaban. La operación quedó desmantelada por alguna filtración, que acabó con numerosas detenciones y desató una campaña represiva contra obreros de la zona y los propios presos. Las autoridades franquistas creían que Fernando, por su popularidad, podía haber sido cómplice. Una noche vinieron a buscarlo y se lo llevaron junto con otros presos. Los guardias les pidieron que se fueran “con todo lo que tengan”. Según Antonio Junco reflejó en sus memorias, esa frase se entendía de dos maneras, “se marchaba en “libertad” para la vida o para la muerte” (16). Fernando Álvarez Astorga fue llevado a la Comisaría de Investigación y Vigilancia de Las Palmas, donde, como sabemos, sufrió terribles torturas. Otro compañero del mismo grupo sí tuvo la sangre fría de mostrar las señales de la brutalidad vivida. Vuelvo a usar las memorias de Junco Toral: “Con ansiedad le hicimos infinitas preguntas a Miguel Fernández, este se bajó los pantalones y nos enseñó los muslos, las nalgas, la cintura, cubierto todo de un negro cárdeno, intenso, con ramalazos sanguíneos, ¡un horror!, apenas se podía sentar” (17).
Al ser devuelto al campo tenía claro que ese ritual de dolor se iba a repetir. En silencio, brutalmente marcado en la cara y el cuerpo, se metió en la chabola 29. Allí, con una hojilla de afeitar trató de quitarse la vida, algo que por fortuna no llegó a culminar. Fue descubierto ensangrentado. Como afirma Rodríguez Doreste, “había soportado los severísimos castigos sin abrir la boca, sin pronunciar un nombre. Pero sentía que sus fuerzas llegaban al límite: temía que una nueva sesión de tortura lo hiciera flaquear, que su ánimo se rompiera” (18).
Nuestro protagonista pasará más años de cárcel en cárcel. De La Isleta lo llevarán a Gando y de allí a la prisión de Guanarteme. En septiembre de 1937 se presentó voluntario para el canje que, con intermediación de la Cruz Roja, pretendía intercambiar prisioneros republicanos por golpistas (19), aunque no llegó a ejecutarse. En octubre de 1941 podrá volver a disfrutar de la libertad, saliendo de la Prisión Campamento de Guanarteme de Las Palmas de Gran Canaria (20).
Fernando, el hijo del Magistrado, el sindicalista y el político, quedó a media luz, trabajando con dificultades por su etiqueta de rojo y llevando adelante a una familia numerosa. Su vida terminó en diciembre de 1974, falleciendo en la Residencia Sanitaria Nuestra Señora del Pino “tras larga dolencia” (21). Como tantos otros, murió sin volver a ver la libertad y a decir a los cuatro vientos que otro mundo era posible.
Fuentes utilizadas
“Esquivaba las preguntas, no quería hablar. Solo nos dijo que volverían otra noche por él, que lo habían devuelto unas horas al campo para que refrescara la memoria. Se tocó retreta y se retiró cada quisque a su chabola. Fernando no podía dormir y no lo desvelaba únicamente la incomodidad de las fuertes contusiones que no le permitían adoptar una adecuada posición”. Rodríguez Doreste, J. (1978). Cuadros del penal (Memorias de un tiempo de confusión). Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, España: Edirca pp 64-65
GONZÁLEZ VAZQUEZ, SALVADOR Y MILLARES CANTERO, SERGIO: “Los campos de concentración en Canarias (1936.1945)”, en Congreso Los Campos de concentración y el mundo penitenciario en España durante la guerra civil y el franquismo, Barcelona, Crítica, 2003 p177
Medina Sanabria, Pedro. Fernando Álvarez Astorga declara: https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2010/02/28/fernando-alvarez-astorga-declara/
En asamblea general celebrada por el Sindicato de Trabajadores Mercantiles de esta localidad quedó constituido el Comité ejecutivo del mismo en la forma siguiente.
“Presidente general, Isidro González Estévez ; vicepresidente, Agustín Luz Paz ; secretario general, Antonio González Marrero ; de Actas, Francisco Guedes Santos ; de Tesorería, Antonio Castellón Palmero ; de Contaduría, Pedro Rodríguez Perrera ; de Cultura, Manuel Jaén Díaz; de Legislación, Fernando Álvarez Astorga ; de Prensa y Propaganda, Sinforiano Armas Calcines.
Los que al tomar posesión de sus cargos se ofrecen a todo el proletariado para el mejor logro de las reivindicaciones de clase”. El Trabajador Mercantil. Agosto de 1934. p4
La Prensa. 29 de noviembre de 1936. p2
La Prensa. 4 de febrero de 1936 p1
Rodríguez Doreste, Juan. (1988). Memorias de un hijo del siglo. Caja Insular de Ahorros de Canarias. Las Palmas de Gran Canaria. Pp165-168
Idem p169
Medina Sanabria, Pedro. Op cit
Medina Sanabria, Pedro. Detenidos el 10 de agosto de 1936: https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2010/01/31/detenidos-el-10-de-agosto-de-1936/
Gaceta de Tenerife. 13 de agosto de 1936. p5
Medina Sanabria, Juan. (2002. Isleta/Puerto de la Luz: campos de concentración. Las Palmas de Gran Canaria. p358
Cabrera Acosta, Miguel Ángel (Ed).(2000). La Guerra Civil en Canarias. Francisco Lemus Editor. Santa Cruz de Tenerife. p30
Junco Toral, Antonio. (2022). Héroes de Chabola. Memoria del encarcelamiento en prisiones y campos de concentración de Canarias durante la Guerra Civil. Mercurio Editorial. Madrid. P207
Rodríguez Doreste, J. (1978). Op cit p65
Portal PARES. Listados de la Cruz Roja española. Lista 1024 D.G. (solicitadas por la República): Propuestas de canje. Provincia De Las Palmas De Gran Canaria. Fechada a 30 de septiembre de 1937. Página 114
El Eco de Canarias. 21 de diciembre de 1974. p6




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