Ambos militantes socialistas tuvieron un papel muy activo en la defensa de algunos de los procesos judiciales que amenazaban a activistas sociales, sindicales y políticos durante la II República. Igual que ahora, la judicatura y el ejército no simpatizaba con los valores más avanzados de su tiempo político, aprovechando para aplicar con mano dura normas que venían de tiempos pasados.
En este caso, Vidarte y Asúa llegaban para defender a los trabajadores acusados por los llamados Sucesos de Hermigua, que no sabrían que años después Luis Jiménez, se convertiría en presidente de las Cortes y más tarde, desde enero de 1962 hasta 1970, presidente de la II República en el exilio. Los destacados abogados canarios, José Carlos Schwartz Hernández, José Arozena Paredes, Benigno Mascareño, Luis Rodríguez Figueroa, Aurelio Ballester y Sebastián Castro Díaz, con similares valores ideológicos que los anteriores, completaban una defensa.
Jiménez de Asúa había visitado Canarias antes, concretamente en junio de 1925, donde cuando se dirigía a Buenos Aires pasó unas horas en Tenerife. En 1930 volvería a pisar las Islas, esta vez por Gran Canaria, donde fue nombrado miembro de honor de la Asociación de Periodistas de la Isla. Con la llegada de la II República su figura sería destacada, tanto en la redacción de la nueva Constitución como en su labor política.
El 22 de marzo de 1933 el pueblo de Hermigua vivió un momento de gran tensión social y política. La crisis social y económica había pegado con fuerza en la Isla, dejando cientos de desempleados. La Federación Obrera llamó a la Huelga General por los incumplimientos de los caciques locales, que trataron de hacer uso de los miembros de la Guardia Civil local para romperla, y la violencia se desató. Dos guardias civiles quedaron sin vida, igual que uno de los huelguistas. La respuesta de las autoridades fue contundente, generando un proceso judicial que venía cargado de posibles sentencias de muerte.
La llegada de los dos afamados juristas generó la respuesta de los medios conservadores, como Gaceta de Tenerife, que le dedicaron a Asúa calificativos muy crudos, como “ditirambo aburguesado, perfumado y versallesco”, además de ser defensor de antiespañoles y separatistas.
A su llegada le esperaban en el muelle destacados representantes del Partido Socialista y curiosos que querían conocer a esta destacada figura republicana. Dedicarán dos días a consultar el expediente y preparar la defensa, pero también aprovecharán la visita a Tenerife para participar en diversos eventos sociales y culturales, además de una visita al Teide. Según edición de La Prensa del 28 de junio de 1934 “el domingo, a las seis de la tarde, la Agrupación Socialista tinerfeña les obsequiará con un vino de honor en el Palace Hotel, y el mismo día, por la noche, dará el señor Jiménez de Asúa una conferencia en el Teatro Guimerá”. La charla, organizada por las Juventudes Socialistas, tuvo gran éxito, estando centrada en el tema "Terrorismo y pena capital". El ponente fue claro y rotundo en su crítica contra la pena de muerte, recordando que “es la antigua Ley de Talión "ojo por ojo, diente por diente, sangre por sangre, vida por vida", principio que no puede mantenerse hoy porque su rigidez le hace inadaptable a las características de nuestra época, estando equivocados los que hacen de esta Ley una pena terminante”.
El 29 de junio de 1934 el Cuartel de San Carlos de Santa Cruz de Tenerife acogió el inicio del juicio. El Ministerio público había pedido veintiuna penas de muerte. A Jiménez de Asúa le tocó defender a cuatro de ellas, Juan Darias Brito, Serafín Casanova, Francisco Martín y Manuel Mendoza. Sus intervenciones fueron de las más sonadas, donde, aprovechado su papel en la defensa de los campesinos de Castilblanco, donde también abordó el papel de la masa y psicología multitudinaria como base para su defensa.
Luis Jiménez sabía que el franquismo vendría cargado de sangre. Ya en marzo de 1936 sobrevivió de milagro a un atentado falangista, que le costó la vida a un escolta. En ese momento seguía siendo diputado, vicepresidente de la comisión ejecutiva socialista. Tras el inicio de la Guerra Civil intervino como mediador con las potencias extranjeras, tratando de impedir el apoyo alemán e italiano a Franco, llegando a ser representante de la República ante la Sociedad de Naciones.
Con la derrota llegaron los años de exilio y el horror de saber el destino de muchos amigos y familiares. En Argentina, en 1941, recibió por la prensa la sentencia que los tribunales franquistas había emitido contra él y otras destacadas figuras. El país que le acogería aprovechó su formación, le permitió ejercer de profesor y trabajar en la elaboración de estudios jurídicos avanzado. En ese largo exilio mantuvo vivos sus ideales, ocupando el puesto de presidente de las Cortes republicanas en el exilio y posteriormente la presidencia, que dejó a raíz de su muerte en 1970 en la capital de Argentina. Su féretro, adornado por una bandera republicana, fue enterrado en el cementerio porteño de La Chacarita. Allí permanecieron sus restos hasta 1991. Hoy, probablemente pocos habitantes de Hermigua sabrán que su pueblo fue ayudado por uno de los últimos presidentes de la República.
Fuentes utilizadas
Martínez Cánovas, Gonzalo G. Luis Jiménez de Asúa. El penalista de la retaguardia imposible. Tesis Doctoral de la Universidad de Alicante. 2020
Gaceta de Tenerife. 13 de junio de 1925. p1
La Prensa. 17 de junio de 1930. p5
La Prensa. 28 de junio de 1934. p8
Gaceta de Tenerife. 1 de julio de 1934. p2
La Prensa. 1 de julio de 1934. p2
La Prensa. 3 de julio de 1934. p1
La Prensa. 6 de julio de 1934 p1
La Prensa. 7 de julio de 1934 p2
Rebelión. 7 de julio de 1934
Pueblo. 30 de septiembre de 1941 p4
Ascanio Gómez, Rubens. La venganza contra los gomeros protagonistas de los Sucesos de Hermigua: https://latadelgofio.blogspot.com/2024/06/la-cruel-venganza-contra-los-sucesos-de.html
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