Qué bueno que la presidenta de la Comunidad de Madrid vino a recordar que el Aeropuerto de los Rodeos debería ser lugar de memoria…aunque ella no quiera saber nada de recordar a las víctimas de la dictadura y de respetar las leyes de memoria. Qué bien que el ministro del ramo, Ángel Víctor Torres haya dicho que es uno de los acuerdos que piensan ejecutar.
Es que desde 2016 venimos defendiendo
en el pleno de La Laguna y dejando una ristra de acuerdos que hablan de esa
realidad, antes incluso que la Ley de Memoria Democrática estuviera aprobada,
pidiendo recordar a los cientos de republicanos condenados a realizar trabajos
forzados, mano de obra casi esclava, que en los primeros meses de la dictadura
estuvieron trabajando para dar forma a lo que hoy es uno de los principales aeropuertos
de Canarias.
Pocos saben que en ese tiempo
estuvieron alojados en unas casetas y barracas precarias personas cuyo único
delito fue soñar con que un mundo más justo. Jóvenes, en su mayoría, que
lucharon por esas ideas de libertad, igualdad y fraternidad, que cuestionaron
el poder de algunos viejos caciques y defendieron la conquista de más derechos
para la mayoría que menos oportunidades tenía.
La señora Ayuso usa la demagogia
para justificar sus incumplimientos y los de su partido en Madrid. Es el mismo partido
que tiró al suelo las placas que, con los versos de Miguel Hernández,
recordaban a los cientos de víctimas fusiladas en el Cementerio del Este de
Madrid. O el mismo sector que defiende mantener el monumento a Franco, si
hablamos de cosas más cercanas.
Estoy seguro que la presidenta no
sabrá que en Los Rodeos estuvo Mauro Martín Peña, exconcejal republicano
lagunero, que en su libro de memorias nos legó la historia de los 150
republicanos presos que fueron destinados a trabajar en ese campo de
concentración improvisado. Diez tiendas de campaña rodeadas por un cerco de
alambre de espino, entre frío, golpes y penurias. Allí pasaron meses moviendo
tierra y arrancando plantas. En su libro recuerda a algunos compañeros de
fatigas, como su hermano Pepe, Antonio Velázquez, "gran compañero que
gozaba de poca salud, enfermó de tuberculosis y murió a poco de salir en
libertad", Edmundo García, exiliado posteriormente a México, Clemente
Hernández, exiliado a Venezuela o Pedro Duque, todos maestros de escuela
represaliados. También estuvo como un esclavo más el último alcalde republicano
de La Laguna, el abogado Alonso Suárez Melian. Decía: "duro era el trabajo
en el campamento-prisión, cavar, remover la tierra y transportarla en las
pesadas vagonetas de un lado para otro; pero hasta cierto punto era necesario,
los meses de invierno en Los Rodeos eran muy fríos y no se podía estar inactivo".
Mauro recordó muchos años después
lo que le hicieron algunos de los que compartieron la ideología de la señora
Ayuso, en una noche donde pensaron que iban a perder la vida a mano de "un
grupo de falangistas confabulados con varios individuos de la rancia
aristocracia lagunera, intentaron asaltar el campamento con el fin de
"liquidar" a los que allí estábamos concentrados".
También el periodista socialista
José Antonio Rial estuvo en ese campamento de prisioneros y coincide en parte
de sus recuerdos. En su libro narra lo siguiente "...el trabajo de picar,
cavar y arrastrar vagonetas cargadas de tierra en lo que llegaría a ser un
aeropuerto, fue ajustando a los concentrados de Los Rodeos a sus faenas y a la
nueva situación”. Espero que la placa que se ponga o la exposición que se haga
recuerde que fue el Cabildo Insular, “el honrado organismo que utilizó presos
políticos como forzados, mejoró el rancho, aportando una peseta diaria para
este fin, por cada concentrado...".
Ojalá esta salida de la
presidenta de Madrid, hecha para provocar y dañar, deje al menos lo que con los
múltiples acuerdos plenarios de La
Laguna no pudimos, por la memoria de todos los que pasaron mil y una penas trabajando
para dar forma a esas primeras pistas de Los Rodeos.
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