sábado, 15 de febrero de 2025

La huella canaria en la independencia de Cuba

La madre del niño canario Francisco Rufino, de solo trece años de edad, escribía desesperada a las autoridades. Pedía que su hijo regresara a su tierra tras seis meses trabajando en los ferrocarriles cubanos. Las autoridades españolas rechazaron la petición, su hijo debía 40 pesos del pasaje que le pagaron para trabajar. Pocas semanas después aparecía en el listado de los fallecidos. Esta historia de 1838 refleja la realidad de miles de canarios y canarias, que con la prohibición de la esclavitud, fueron atraídos para convertirse en una mano de obra barata y supuestamente sumisa. La firma habanero-catalana González y Torstal ofrecía nueve pesos al mes a los isleños, pero estos debían pagar por el gasto que habían hecho en trasportarlos, alojamiento y alimento. Este sistema les hacía un 50% más baratos que cualquier otro trabajador (1).

En las vegas donde se cultivaba el tabaco, en la caña de azúcar, en los trenes, los comercios...incluso en los prostíbulos de La Habana. El canario, llamado isleño, estaba mano a mano con la cubana, ambos supieron juntos de sus penas y sus deseos.

La emigración desde Canarias se mantuvo de forma continuada desde los inicios de la época colonial. Este vínculo generó una proximidad, no solo laboral, incluso emocional. Como decía en 1908 el escritor cubano Joaquín Nicolás Aramburu, no había en la isla caribeña tierra de labranza “donde no hayan caído gotas de sudor, chorros de sudor, de alguna frente canaria; yo no sé si hay bohíos en el fondo de esas praderas eternamente florecidas, donde no haya vivido, con la nostalgia de la patria en la mente y el amor de la familia en el corazón, algún descendiente de los recios guanches ” (2). Pero no solo fue sudor el que quedó en tierra cubana, también corrió su sangre.

Con la llegada de los ideales independentistas numerosos canarios asumieron esta lucha como propia. Las condiciones de explotación de muchos de estos guajiros les empujasen a adherirse a las tropas mambisas o a colaborar con ellas.

Entrevista a José Fuentes Dorta
En 1978 la revista Aguayro plasmaba el testimonio directo de uno de ellos. El tacorontero José Fuentes Dorta, que había cumplido en ese momento 101 años, participó en la independencia cubana del lado mambí, decía: “El peninsular miraba al canario como una cosa inferior y siempre lo despreciaba hablando mal de él. Nos desprestigiaban. Ellos no conocían las Canarias y sólo sabían que eran un risco de África”. La explotación que sufrió en el cultivo del tabaco, en un régimen casi de esclavitud, le hizo tomar partido por los guajiros como él, como dijo a sus entrevistadores, “era una cuestión de dignidad” (3).

Aunque como es evidente, en los estallidos independentistas que vivió Cuba, hubo canarios en los dos bandos, muchos colaboraron con la administración colonial, en especial los de las ciudades. Hubo incluso algunos que no quisieron tomar ninguno. A pesar de ello, resulta muy llamativa la alta presencia de canarios en las filas del ejército rebelde. En la guerra de 1895-1898 los isleños representaban un 41% de los españoles que pelearon al lado de los mambises y el 31,3% de todos los extranjeros participantes ese conflicto, sumando unos 567 efectivos (4). Uno de estos canarios llegó a ser general de las tropas rebeldes, Manuel Suárez Delgado, nacido en Santa Cruz de Tenerife. Otro ejemplo es el de Manuel Moreno Roldán, alistado en las filas mambisas en mayo de 1896 y que llegó a alcanzar el grado de sargento del Regimiento de Baracoa, en el Oriente cubano.

Manuel Suárez Delgado
Los hubo también que estuvieron en los intentos anteriores. José Martí, gran prócer de la independencia cubana, hijo de la canaria Leonor Pérez, habló de Joaquín Montesinos Trujillo, gomero nacido en Arure, del que en 1892 dijo que “no había en el presidio de La Habana penado más rebelde, ni más criollo”. Martí lo hace ejemplo de esos guajiros de sangre canaria, ya que: “no hay valla al valor del isleño ni a su fidelidad, ni a su constancia, cuando siente en su misma persona, o en la de los que ama, maltratada la justicia” (5).

La independencia de Cuba no solo dio la oportunidad de liberar esas energías que el isleño parece reservar para su experiencia americana. En 1895 los jóvenes canarios, hasta ese momento exentos de participar en las guerras coloniales españolas, fueron llamados a filas. Varios miles embarcaron, enviados en pésimas condiciones a servir a Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Otros formaron parte de los miles prófugos del servicio militar. Uno de estos jóvenes que no pudo esquivar el sorteo de mozos o pagar para evitar ir a una guerra que no acababan de entender, fue mi tatarabuelo, Ramón García Ascanio.

La independencia de Cuba ayudó a generar procesos más allá. Secundino Delgado, uno de los niños de la emigración canaria, pasó de la lucha por la mejora de los obreros tabaqueros a colaborar activamente con los independentistas, conformando unas ideas que se plasmaron en el periódico El Guanche.

El último episodio de este proceso se da con el Tratado de París, que consagra el fin de la guerra y de las últimas colonias españolas en América y Asia. Los firmantes se olvidaron de una de las comunidades más extensas en Cuba y Puerto Rico, la canaria, que fueron excluidos de la nacionalidad española por el artículo IX del Tratado de Paz con los Estados Unidos (6). El recuerdo de estos sucesos y la historia isleña en América contribuyó, sin duda, a los procesos de avance y debate político que tendrían lugar en el siglo XX,


Fuentes utilizadas

  1. Domingo Acebrón, María Dolores. Los canarios en el ejército libertador de Cuba, 1895-1898. Tebeto: Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura. Nº5, 1992 pp 37-38

  2. Fernández Cabrera, Manuel (de). Álbum patriótico conmemorativo dedicado a la Asociación Canaria. En el segundo aniversario de su fundación. Ediciones Idea. Santa Cruz de Tenerife. 2010 pp53-54

  3. Martín, Carmelo. Testimonio vivo de un cimarrón canario. Revista Aguayro. Nº101. 1978. pp 6-8

  4. Martín Fadragas, Alfredo. Los canarios y las luchas emancipadoras y sociales en Cuba. p 31

  5. Rodríguez, Pedro Pablo. Un canario amigo de Martí: Joaquín Montesinos Trujillo: http://www.habanaradio.cu/articulos/un-canario-amigo-de-marti-joaquin-montesinos-trujillo/

  6. Márquez Quevedo, Javier. Identidad nacional y conflicto: Canarios en Cuba al final de la dominación española de la isla (1898). Anuario Americanista Europeo, N° 4-5, 2006-2007 pp 259-270


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