domingo, 11 de febrero de 2024

El asesinato del luchador Mariano Cabrera López "Marianito" en la II República

En noviembre de 1933 el barrio de El Toscal vivió una masiva jornada de luto. El veterano luchador, Mariano Cabrera López, conocido como “Marianito”, obrero del Puerto de Santa Cruz y sindicalista, recibía un disparo de un guardia municipal, presuntamente por la colocación de unos pasquines revolucionarios, durante la noche del día 11. Permaneció ingresado y grave hasta que el 14 fallece. Cuando se conoció su muerte la rabia se desató, generándose una masiva respuesta durante su sepelio y una jornada de huelga.

En ese año la II República vivía un momento de movilizaciones y reacción. Desde enero Tenerife vivió algunas de las jornadas más destacadas de huelga de unos sectores populares que no acababan de ver plasmadas sus reivindicaciones políticas y sociales. Una de las más destacadas fue la Huelga de Inquilinos de ese verano, que provocó una intensa respuesta policial. En el mes de noviembre se celebraban unas elecciones reñidas, donde la izquierda se fracturaba, mientras que las fuerzas conservadoras se organizan en un bloque con altas posibilidades de victoria.

Mariano había nacido en Fuerteventura, en la localidad de Tiscamanita (1), en los últimos años del siglo XIX. Siendo muy joven emigró a Tenerife, como tantos otros majoreros. Todo el mundo lo conocía por su nombre de luchador, “Marianito”, uno de los más reconocidos de su generación. Todavía era recordado años después de su muerte, incluso en la prensa franquista no pudieron tapar su memoria, definiéndolo como “otro buen luchador de las grandes sorpresas. Sus especialidades eran los remolinos encaderados, y sus magníficos garabatos de salida sobre derecha eran siempre cerrados por gran ovación del público, que premiaban así sus vistosas luchas” (2).

La lucha canaria era el deporte más seguido y querido en la mayor parte de las islas. La plaza de toros en Santa Cruz se había convertido en un gran terrero que periódicamente se llenaba con luchadas en las que equipos confrontaban sus habilidades ante un público emocionado. Eran trabajadores del campo, artesanos o trabajadores de la pequeña industria que conocían las mañas y compaginaban su día a día con este deporte autóctono. En los primeros años del siglo XX todavía el fútbol era un deporte que estaba empezando a arraigar.

Un ejemplo de la simpatía que generaba fue la gran luchada celebrada en Tejina entre un combinado de La Laguna y Tegueste con otro de la capital, donde estaba nuestro protagonista. El cronista periodístico describe la gran emoción de las luchadas, “entre ellas las realizadas por Mariano Cabrera, que ayer tuvo una felicísima, derrocado a tres adversarios de gran poder, por atravesadas; cadera, y sacada, lucha que tanto nombre y prestigio dieron” (3).

Mariano fue hijo de esa emigración interior que llevó a que desde otras islas y del campo a la ciudad, se generara una población obrera urbana que sería abono clave donde germinaría la semilla de muchas de las grandes luchas sociales del momento. Como tantos otros deportistas de la época, de idéntico origen, él tenía claro de dónde venía y el mundo que quería dejar para sus hijos.

En 1923, con 26 años, se casa con la chicharrera María Peraza Rodríguez de 22 años, con la que tendrá varios hijos en esos diez años de matrimonio (4). En la década de los treinta Mariano está afiliado a la Sociedad Obrera Marítima y según algunas fuentes era miembro del Partido Comunista (5). Esta sección sindical tendrá un papel clave en las jornadas de huelga de los portuarios de mayo de 1932, que incluso genera que fuerzas del Regimiento de Infantería deban custodiar el muelle y proteger a los esquiroles contratados por la patronal (6). En ese contexto de movilizaciones portuarias y de acciones de radicalización de sectores sindicales de este ámbito, que se acercan al comunismo, Marianito es detenido junto a otro obrero, conocido como Aurelio Dorta “El Rubio”, por una extraña acción con una barca en la zona del puerto en la madrugada del 8 de julio de 1932, donde se realizan varios disparos por parte de los militares (7). Fruto de esa situación ambos son detenidos y sancionados con una multa de 75 pesetas, que al ser insolventes son trasladados a prisión como pago de esa sanción (8).

En el convulso 1933 las huelgas y las luchas sindicales no dejan de crecer, en un contexto donde la campaña electoral y el previsible crecimiento de las fuerzas conservadoras generan un creciente proceso de tensión social. Las calles se llenan de pintadas y pasquines, siendo precisamente uno de estos la excusa que supuestamente provoca el asesinato de Mariano Cabrera. En la noche del sábado 11 de noviembre nuestro protagonista se encontraba a las once y media de la madrugada en la calle de San Martín, cerca del sitio conocido como Los Lavaderos. Según la prensa “tuvo su origen en una cuestión que sostuvieron Mariano Cabrera y un amigo de éste, que le acompañaba, llamado Ramón Expósito Peraza, con cuatro guardias municipales, que vestidos de paisano prestaban servicio en aquellos lugares” (9). Según las distintas crónicas periodísticas realizadas, estos guardias buscaban a los responsables de unos pasquines pegados en las paredes de la zona, donde residían muchos trabajadores.

Según la declaración de los policías “vieron cómo dos individuos se dedicaban a pegar pasquines en las paredes de carácter comunista, y como tenían instrucciones de su jefe de prohibir tales hechos, los requirieron, dándoles el alto. Nos agregó que al acercarse a los referidos sujetos, uno de ellos, o sea el Ramón Expósito, hizo uso de un a navaja que llevaba en el bolsillo de la americana, con propósito de agredirle y seguido todo de insultos. En el mismo momento, Mariano Cabrera le dio un golpe con la mano en la boca, que le hizo caer al suelo, en cuya posición continuó la agresión”.

El otro afectado por este incidente, Ramón Expósito ofreció otra versión del hecho, “desmintiendo rotundamente cuanto nos dijo el guardia Marrero”. Según manifiesta “invitó a "Marianito" a tomar un a copa, a lo que se negó, alegando que tenia que trabajar hoy en el muelle. Hallándose en esta conversación, asegura Ramón Expósito, que se presentaron tres individuos vestidos de paisano, a los cuales desconocían, obligándoles a poner las manos en alto, y sacando uno de ellos una navaja de uno de los bolsillos de la americana. Como no dijeran que eran guardias, los tomaron por unos ladrones o atracadores, dada la forma en que les dieron el alto y ante el hecho de registrarles seguidamente los bolsillos. Afirma también Ramón que ni él ni su compañero estaban dispuestos a dejarse robar el dinero que llevaban encima, por lo cual dio un empujón a uno de aquellos individuos. En dicho momento dice que sacaron las pistolas, haciendo varios disparos, uno de los cuales dirigió contra el Mariano, a muy corta distancia. Agregó que a él lo maniataron y lo apalearon bárbaramente, hiriéndole en la cabeza y conduciéndole después a la Casa de Socorro” (10). Mariano Cabrera López presentaba una “herida penetrante de arma de fuego, en el tórax, con orificio de entrada en el plano posterior, al nivel del cuarto espacio intercostal derecho, que interesa la pleura y el pulmón del mismo lado, con orificio de salida, al nivel del primer espacio intercostal derecho” (11).

Aunque el Ayuntamiento procedió a cesar a los guardias municipales implicados en este extraño suceso, la respuesta de los sindicatos se produce desde el día siguiente, primero con una jornada de huelga en el Puerto, produciéndose una importante concentración y posteriormente el 14 la Federación Obrera llama a una huelga general (12).

Antonio Espinosa, militante de la CNT y testigo de ese momento, recordaba en 1992 esta huelga: Me acuerdo también de otra huelga que hubo, con un muerto, precisamente de Fuerteventura, un luchador llamado Marianito Cabrera, de Tiscamanita, sindicalista muy conocido allí y buena persona. Iba por la calle San Martín, para la casa cantando y un guardia municipal llamado Abreu, una mala persona, se metió con él. Marianito, que iba bebido, le contestó y el guardia municipal lo mató. Al día siguiente hubo una huelga general, ¡pero de todo!, ¡se paralizó todo!” (13).

Según las crónicas el domingo doce, “alrededor de las nueve, comenzaron a situarse en la ¡plaza de la Constitución, frente al edificio del Gobierno civil, nutridos grupos de trabajadores, y a las diez de la mañana había en dicho lugar alrededor de seiscientos operarios del muelle”, reuniéndose una delegación con el Gobernador Civil. Posteriormente se celebró una asamblea para valorar las acciones a desarrollar, donde “hicieron uso de la palabra varios elementos del Sindicato obrero marítimo de carga y descarga, que dirigieron duras frases contra los guardias”, donde se acordó declarar huelga general en caso del fallecimiento de Marianito (14).

El 15 de noviembre Mariano Cabrera fallece a consecuencia de sus heridas, declarándose ese mismo día una huelga general de 24 horas donde industria, comercio y hasta medios de comunicación quedaron paralizados. A las tres de la tarde se realizó el funeral, saliendo el féretro desde su domicilio en la calle San Antonio hasta el Paseo de las Asuncionistas, arropado por miles de tinerfeños “de todas las clases sociales y en gran mayoría la clase obrera. La Federación Obrera y otras entidades y amigos dedicaron a la víctima artísticas coronas”. La jornada tuvo también un incidente mortal, tras el apedreo de un vehículo descapotable, que provocó un accidente que acabó con la vida del joven chófer del coche, Celestino Ramos (15).

La población quiso manifestar la solidaridad con la familia de Mariano, con actividades con las que dar apoyo económico a la viuda y sus hijos. Es el caso de la destacada luchada celebrada en diciembre de 1933 en la Plaza de Toros “a beneficio de los familiares del malogrado luchador Marianito Cabrera y del desgraciado chófer Celestino Ramos”, en la que participaron grandes luchadores con compromiso político, como el “desafío entre Francisco Camurria, uno de los mejores luchadores de Santa Cruz, y sin duda el más maestro y valiente de todos, y Víctor Rodríguez” de Tegueste (16).

No transcurrió ni un año del asesinato de Mariano Cabrera y la prensa denuncia la situación de miseria y hambre que sufre su familia, que mal vive, “falta de recursos y con la carga a cuestas de sus cinco hijos. Cinco criaturas, dos de ellas enfermas actualmente, sin recurso de ninguna especie, abandonados -juntamente con su madre a las inclemencias de una existencia azarosa llena de privaciones y de hambre. ¡Pobre mujer y pobres niños!” (17). Ante esta denuncia periodística el asunto fue tratado en el pleno municipal del Ayuntamiento, donde se reclamó una suma prometida por el consistorio “para aliviar la aflictiva situación en que dicha familia se encuentra en la actualidad” (18).

La propia viuda, María Candelaria Peraza, dedica un mensaje de agradecimiento a las entidades y personas que quisieron darle apoyo, ante su desesperada situación. En La Prensa explica que “me apresuro a dar las gracias a todos cuantos nos han auxiliado y consolado en los tristes momentos, y especialmente he de mencionar a los compañeros de mi finado esposo en las labores de carga y descarga, así como a los organizadores de la luchada de la Plaza de Toros...” (19).

Finalmente el juicio por este asesinato se celebra en octubre de 1934, donde la defensa se basa en que hubo un operativo para detectar a los autores de pintadas por la zona del Toscal y que el fallecimiento no fue por el disparo, sino por una peritonitis debido al mal estado del hígado de Mariano Cabrera. Mientras, el fiscal, trata de dejar claro que el disparo se produjo por la espalda, mientras el fallecido trataba de huir y que “los guardias municipales, vestidos de paisanos, carecen en absoluto de autoridad, y que si el servicio el día de autos se hizo sin uniforme, la misión debió haber sido únicamente de investigación”. La resolución del juicio, por esperada no deja de sorprender, ya que se absuelve de cualquier culpa al guardia acusado del disparo, Vicente Pérez Soto, negando la solicitud del Fiscal de celebrar un nuevo proceso con otro jurado (20).

La familia de Mariano Cabrera continuará recibiendo muestras de cariño y apoyo, es el caso de la colecta celebrada en la gran luchada celebrada en octubre de 1934 en la plaza de Toros (21) o en un partido entre “El Pequeño Unión y el Leonés del Toscal (…) en el campo de la Avenida a beneficio de la viuda de Marianito” (22).

El asesinato de Mariano Cabrera fue la expresión de un momento de convulsión y reacción política, donde los movimientos obreros logran avances históricos y una fuerza que les permite soñar con una revolución real, que fue enfrentada con toda la violencia posible por parte de las fuerzas sociales que deseaban mantener un modelo político y social basado en los valores tradicionales. Su caso, como el de los desaparecidos en las fosas del franquismo o las víctimas de la no tan pacífica Transición, quedaron absolutamente libres de cualquier responsabilidad. La injusticia tiene un largo recorrido en esta tierra.


Fuentes consultadas

  1. Giraldez, Jesús. Marianito: https://elmajado.radiopimienta.org/2015/02/24/marianito/

  2. Aire Libre. 2 de abril 1945. p6

  3. El Progreso. 19 de julio 1926. p1

  4. La Prensa. 2 de mayo 1932. p2

  5. Cabrera Acosta, Miguel Ángel. La II República en las Canarias Occidentales. Santa Cruz de Tenerife. 1991. p355

  6. Idem. Pp 227-229

  7. Gaceta de Tenerife. 8 de julio 1932. p7

  8. La Prensa. 10 de julio 1932. p3

  9. Gaceta de Tenerife. 12 de noviembre 1933. p8

  10. Idem

  11. Hoy. 12 de noviembre 1933. p6

  12. Cabrera Acosta, Miguel Ángel. Op, Cit. P355

  13. Giraldez, Jesús, Op, Cit.

  14. Hoy. 14 de noviembre 1933. p2

  15. Gaceta de Tenerife. 16 de noviembre 1933. p5

  16. Hoy. 15 de diciembre 1933. p3

  17. Hoy. 15 de agosto 1934. p8

  18. Hoy. 16 de agosto 1934. p1

  19. La Prensa. 27 de enero 1934. p5

  20. Gaceta de Tenerife. 21 de octubre 1934. p5

  21. Hoy. 31 de octubre 1934. p3

  22. Informaciones. 15 de diciembre 1934. p34

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