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Un día sin Mario.


Esta mañana me enteré de la muerte del poeta uruguayo Mario Benedetti a sus escasos ochenta y ocho años de edad (hay gente que aunque viva mucho su vida nos sabe a poco) y sentí como si un trocito de mi mismo muriera con el. Nunca pude verlo en persona, sin embargo su presencia amable, de hombre bueno, camarada, con asma como yo, que me acompaña desde hace mucho tiempo, media vida.
En el Instituto con apenas quince años posé mis ojos en un texto de Benedetti que formaba parte de un compendio del cuento Latinoamericano. Poco después gracias a una amiga de mi hermana escuché emocionado su cadenciosa voz en un “cassette” del recital “A dos voces” donde Benedetti unía su calidad literaria a la de la música de Daniel Viglietti. No pude asistir a su recital en el viejo Paraninfo de la Universidad pero se de la cantidad de gente que se quedó sin entrada, por fuera, y que a petición de ambos y de forma extraordinaria se les dejó entrar y sentarse en el suelo para sumarse al paroxismo colectivo. En ese tiempo de la alta adolescencia un amigo se iniciaba en su andadura poética y en muchas tardes de conversación y paseo los libros de Benedetti nos acompañaron en nuestro caminar por Santa Cruz o La Laguna.
Benedetti también logró colarse en mi mente a través de su obra, especialmente a la prosa más que a la poética, uno siempre ha sido un poco obtuso para ese arte.
Leyendo y escuchando la hermosa canción de Pablo Milanés, “Hombre preso que mira a su hijo” me emocioné hasta las lágrimas, por solidaridad y rabia. En los fotogramas de “El lado oscuro del corazón” que descubrí en la Universidad se escuchaba y se sentía su obra, incluso lo podías ver recitando en alemán. En parte me enseñó a amar a mujeres que “saben volar” y como al protagonista a regalar esos poemas amorosos tan cercanos a lo que siento en cartas, postales, mensajes...
Recuerdo lo que me contaban algunos compañeros del Sindicato de Estudiantes Canarios que lo acompañaron en su visita al sur de Tenerife con motivo del Son Latinos, cercano, sonriente y con ese respirar costoso que produce el asma habló del mundo ese mundo posmoderno que a veces nos asombra y nos asusta tanto, donde un poeta del pueblo seguía metiendo el dedo entre la llaga y el pecho.
Hace pocos años otro poema suyo me sirvió de apoyo y excusa en la boda de unos de unos de mis mejores amigos, al fin y al cabo también estuvo allí, igual que ha estado presente sin estar en tantas otras bodas, fiestas, conciertos, marchas, manifestaciones, homenajes, noches de amor.
Mario nos deja un poco huerfanitos a todos y todas, a la gente de izquierda del mundo, a los niños de la calle, a las trabajadoras, a las personas que aman, a los jóvenes que aún llenaban sus recitales, a los viejos a los que acompañó durante tantos años, a los músicos y cineastas para los que fue musa, para los pacifistas que lo usaron de escudo tantas veces, en definitiva a los seres humanos que premiaron y devoraron sus decenas de obras, mucho, muchísimo más que a los señores del Nobel o a los del Cervantes que no gustan de los políticamente incorrectos en sus cenas de gala. Ellos se lo perdieron, aunque veremos como tratarán de hacerse con parte de su recuerdo.
Mario muere en el mismo país del que tuvo que huir por sus ideales políticos, en la patria creada por ese medio canario que era Artigas y donde, tras la brutal dictadura militar que a tantos compañeros y compañeras asesinó y torturó, el pueblo gobierna gracias al triunfo del Frente Amplio del que el maestro de poetas formó parte en los años setenta.
Mario nos deja pero espero que no descanse en paz, que sus libros y poemas griten, canten, nos sigan llenando de humanidad, de rabia y de amor, que sea como el decía un “olvido lleno de memoria” para que ese uruguayo desexiliado siga sonriendo y componiendo en algún lugar, acompañado de tanta y tanta buena gente que se fue antes que él.

Me gustaría que disfruten de este documental sobre la vida de Mario Benedetti llamado “Palabras Verdaderas” del año 2004 obra de Ricardo Casas, hoy más necesario que nunca.

Les dejo además esta magnífica versión del poema de Mario “Te quiero” interpretado por la voz potente de Nacha Guevara. Te la dedico a ti, amigo, amiga, donde quiera que estés, nos falta su codo junto al nuestro, pero cuento contigo, el cuenta con nosotros esté donde esté, tal vez en la nada que el mismo recitaba.

De la maravillosa “El Lado oscuro del corazón” te dejo esta interpretación de uno de los poemas más célebres y recordados de Benedetti “Táctica y estrategia”.

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