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Salvador Allende, un hombre bueno.


Como es la historia, hoy parece que casi todos los medios de comunicación sólo han tenido ojos y oídos para recordar que hace ocho años del atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono, un acto terrible sin duda. Por desgracia mucho menos recordado ha sido el hecho de que tal día como hoy se produjo uno de los golpes de estado más viles y sucios contra un gobierno legítimo, me refiero al golpe contra Salvador Allende en Chile.
La verdad que haberme criado escuchando a Quilapayún, Víctor Jara, Violeta Parra, Isabel Parra o Inti Illimani me hacer sentir una enorme cercanía y sensibilidad hacia Salvador Allende.
Para mi Salvador Allende es el reflejo de lo mejor de la especie humana, con sus necesarios defectos, pero también llenos de virtudes positivas. Allende desde muy pequeño se convirtió para mi en un modelo político que me gustaría que fuese más estudiado e imitado por muchos que se definen a si mismos de izquierdas.
Este modesto doctor de ideas auténticamente socialistas supo avanzar en la unidad de la izquierda chilena para construir la organización popular que dio los mayores logros políticos que la izquierda ha tenido en la historia de su País.
Allende con su cercanía con el pueblo y con el trabajo de todas las organizaciones que conformaban la Unidad Popular generó un proceso de ilusión y esperanza de proporciones gigantescas que por supuesto tenía que ser cortado de tajo por parte de la primera potencia del planeta. Los Estados Unidos y su brazo ejecutor llamado la CIA no podían permitir que el pueblos soberano decidiese su destino, no podía permitir que se construyera un socialismo auténtico a través de las urnas y con métodos pacíficos, no querían contaminaciones.
Allende en sus tres años de gobierno nos legó campañas de alfabetización a lo largo de Chile, apoyó a los barrios y pueblos para mejorar sus condiciones de vida, avanzó en la sanidad y la educación, nacionalizó los recursos más importantes del País para entregárselos a los trabajadores y trabajadoras...como cantaban Inti Illimani generó la segunda independencia de Chile, esta vez aún más peligrosa y temida para los poderosos.
Allende se ha ganado mi respeto también por su gigantesca bondad que lo llevó a confiar en alguno de lo que lo traicionaron en el golpe, casi hasta el momento final. En Radio Magallanes pudieron escucharse sus palabras de despedida y aún se permitía hacer llamamientos a los militares para que depusieran las armas mientras que el Palacio Presidencial aún ardía por las bombas lanzadas en aviones “Made in USA”.
Dignidad es una palabra hermosa, una de mis palabras favoritas y en esa segunda independencia cantada por Inti Illimani en gran parte se canta a eso, a la dignidad recuperada, al derecho a decidir y a construir entre todas las personas un futuro mejor. Ese es el gran legado de Allende que nos dejó hasta en sus palabras radiadas poco antes de morir en su puesto, el puesto que el pueblo le había otorgado y que sólo el pueblo le podía arrebatar.
Por suerte hoy América Latina nos sigue dando ejemplos de lucha y de construcción de libertad, como dice el grupo chileno en su canción:
“Por toda América soplan
vientos que no han de parar.
Hasta que entierren las sombras,
no hay orden de descansar”.
Esperemos que ese viento que sopla cada vez más fuerte en América Latina llegue cada vez más fuerte y más lejos, así tal vez ayude a inflar las velas de otros pueblos que a unos miles de kilómetros observamos con sana envidia como se conquista la libertad y la justicia para los que nunca la han tenido.
Para acabar me gustaría que vieses esta entrevista a Allende que es muy interesante y refleja bien el espíritu de Allende, muy vigente aún hoy en día. Nos muestra al Allende político que explica el origen de UP, su programa y los problemas a los que se enfrentaba, pero también al hombre cercano al pueblo, como el mismo dice "un presidente que no va en tanque".

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