El próximo miércoles se cumplen ochenta años del juicio por un delito de rebelión militar contra un puñado de jóvenes idealistas, entre los que estaba mi abuelo Benjamín Ascanio. Él f ue sorprendido cuando colocaba pasquines subversivos en el barrio de El Toscal, en la capital tinerfeña. Los escritos tenían consignas como "Viva la República", "La fuerza obrera está en el sindicato único" y “Viva la unión sindical”. Era octubre de 1945. La Segunda Guerra Mundial había terminado y ya se preparaban los juicios de Nuremberg. Muchos creyeron que las potencias aliadas ayudarían en la tarea de devolver la democracia y la república a España, pero se equivocaban. El PCE, inspirado por la experiencia de los grupos de la resistencia anti nazi, había optado por promover una nueva fuerza de coordinación, denominada Unión Nacional. La idea era sumar a todas las fuerzas y sensibilidades opuestas al franquismo en un espacio único, que pudiera negociar con los aliados. Este proyect...
Las cárceles franquistas se llenaron de campesinos, obreros y activistas, pero también de intelectuales y artistas. Uno de ellos fue el pintor tinerfeño Antonio Torres González. Había nacido en 1910 en un hogar humilde. Desde muy joven tuvo que trabajar como tornero en una carpintería. Allí se acercó a los ideales anarquistas de la mano de la CNT, organización sindical mayoritaria en la capital tinerfeña. Según comentó al final de su vida, dio ese paso “porque UGT estaba manipulada por el Partido Socialista”. En la Academia de Bellas Artes de Nicolás Granados, en Santa Cruz, mejoró sus habilidades con el dibujo y la pintura, Esa militancia fue clave en lo que tuvo que afrontar a partir del 18 de julio de 1936. Daba igual que no se hubiera significado especialmente, hasta daba igual que fuera un católico practicante. Su hijo, en su tesis doctoral, indica que “un “chivatazo” fue el origen de que una oscura noche se lo llevaran pistola en mano”. Las autoridades franquistas lo apresaron, s...