domingo, 27 de abril de 2025

Zoilo Afonso Campos, el panadero anarquista fusilado

Panadería familiar de Antonio Padrón Jorge, calle San Francisco de La Laguna
Muchos panaderos fueron cara visible de distintos espacios políticos y sindicales durante la II República, siendo uno de los colectivos que mayor represión sufrieron en Tenerife. Solo en la CNT había 167 afiliados entre los panaderos de Santa Cruz y La Laguna en 1933 (1). El 27 de abril de 1935 el joven panadero lagunero, Zoilo Afonso Campos, escribía en el periódico En Marcha sobre la necesidad de retomar la labor de la CNT. Decía que “el Sindicato de panaderos de La Laguna está reorganizando, dispuesto a hacerse respetar; a que se cumpla el contrato de trabajo que todos sabéis que no se ha anulado y, en fin, que se nos respete el derecho a la vida”. A sus cerca de veinticinco años denunciaba en ese pequeño artículo la forma en la que algunos patrones usaban a sus empleados, tras terminar el trabajo a las cuatro de la madrugada, “mientras habían de estar durmiendo, han de ir a segar yerba (sic) para las vacas del amo” (2). Tenía un enorme valor al escribir públicamente eso, en un territorio insular donde lograr un empleo alternativo no le sería fácil si se identificaba que era un trabajador con ideales.

Los panaderos era un sector importante, con una alta sindicación. Muchos de ellos sufrieron los golpes más duros de la dictadura, casos como Miguel González (fusilado), Jacinto Silvera (desaparecido), Miguel Campos (preso), Antonio Bodria (preso y torturado), Mauro Martín (preso) o Manuel Marrero (fusilado). Antonio Padrón Jorge, del que uso una imagen de su propiedad para ilustrar esta pequeña historia, también era panadero y amigo de Zoilo. Él no era anarquista, formaba parte de las Juventudes Comunistas y, a pesar del pique ideológico, compartían afectos e ideas. Al investigador Ricardo García Luis le contó que: “Un día me llevó a una ciudadela donde vivían como en una comuna -en la calle Consolación- como para que yo fuera también, entré y me enseñó una caja, donde todos ponían el dinero que ganaban y cogían lo que necesitaban, vamos, que todo era de todos. Más tarde, estando preso, me enteré que estuvo escondido en unas cuevas, hasta que lo atraparon” (3).

Zoilo Afonso era una persona implicada y también sensible, no solo por su implicación social y su mirada. Un joven obrero y sin muchos recursos no dejaba mucho rastro de su vida en la hemeroteca histórica, casi el único que queda en los periódicos burgueses de la época fue su ingreso en la Casa de Socorro por una “crisis nerviosa”, que sufrió cuando estaba viviendo en la calle Sin Salida Nº6 de la capital tinerfeña (4).

El 18 de julio de 1936 no tuvo dudas que debía estar del lado de los que se opusieron a los golpistas. Zoilo subió a la zona de Cueva Roja, en Santa Cruz de Tenerife, donde varias decenas de militantes de la CNT se reunieron para acordar cómo podrían enfrentar a los franquistas que se habían hecho con el control de la Isla. Esa reunión marcó su suerte y la de muchos otros. Sobre sus participantes se descargó un nivel de violencia enorme y buena parte acabaron enfrentándose a las balas de los pelotones de fusilamiento. Él, al igual que el resto, serán señalados “por haber intervenido en el complot tramado el día 18 de julio contra el movimiento nacional, asistiendo a la reunión que en la tarde de dicho día se celebró en la carretera de Los Campitos, convocada por Pepe el Catalán” (5). Al día siguiente se había celebrado otra reunión, aunque ya muchas personas habían sido detenidas o estaban refugiadas en diversos escondites.

A esas alturas el golpe ya era casi imposible de detener. Zoilo primero trató de permanecer en la casa de Martí Serarols Treserras, conocido como Pepe el Catalán. Allí estaban junto a compañeros cenetistas como “Villaverde, Nestor Mendoza, Pepe el Catalan, Francisco Bethencour, Vidal, Jorge el Matanza, y Margarita Rocha Mata”, hasta que la presión policial hizo insostenible mantener este espacio de refugio. En ese momento tuvieron que huir, entre tiroteos con miembros de Acción Ciudadana, resguardándose en la zona de Pico del Inglés unos días, hasta que optaron por volver a bajar más cerca de poblado (6).

Vista aérea de la Montaña de Ofra en 1964
Afonso se unió a un grupo de compañeros y decidieron buscar refugio en las cuevas de la Montaña de Ofra (7). El cono volcánico, del que apenas quedan rastros en la actualidad por la acción de las piconeras, se encontraba en una ubicación algo alejada de las zonas pobladas. Allí, con apenas sin comida ni agua, dependiendo de unas redes de apoyo cada día más frágiles a medida que sus compañeros de lucha, familiares y amistades iban sufriendo las medidas represivas, permanecieron refugiados tres meses. En las cuevas estaba junto al obrero tabaquero de origen palmero, Néstor Mendoza, a Francisco Bethencourt Clavijo y a otra persona que no identificó. Allí les iban llegando noticias durante las semanas siguientes sobre la detención y también desapariciones de amigos y compañeros. La situación era difícil de sostener en el tiempo. En noviembre de 1936 Zoilo decidió que no podía soportar más tiempo y planteó que quería entregarse, algo que generó una respuesta de miedo entre sus compañeros, que trataron de impedírselo, a pesar de ello Zoilo logra acudir a un puesto del Fielato de la Carretera del Rosario. Quizás creían que al entregarse las nuevas autoridades serían algo más benévolas, pero se equivocaba.

Zoilo pasó por la Comisaría de Investigación y Vigilancia del Palacio de Justicia (8), una oficina reconvertida en un centro de tortura, que estaba dirigido por el capitán de artillería Manuel Otero Rubido y el comandante Aurelio Matos Calderón (9). Sus declaraciones fueron un instrumento clave en la sentencia que le llegaría después. Su compañero de fuga, Néstor Mendoza, fue detenido, mientras que el albañil, Francisco Bethencourt, logró huir a tiros de la zona, abriéndose desde ese momento una persecución brutal que acabó en junio de 1937 cuando lo asesinan en Taganana (10).

El 25 de febrero de 1937 Zoilo forma parte de los acusados que fueron sometidos a un Consejo de Guerra que sin duda fue una cruel pantomima. Un ejemplo de ello es que Aurelio Matos, compañero de torturas de Otero, ejercía de juez. Los acusados, todos miembros de la CNT, son, además de Afonso, Antonio González Hernández, Antonio Sola Vila, Enrique Villaverde Plasencia, Rafael Jorge Rosas, Sixto Juan Concepción, Rodrigo Coello Martín, Antonio Espinosa Rodríguez , Rafael Fajardo Peraza, José Puig Martí, Miguel Gutiérrez Darías, Manuel Hernández Dorta, José García Martín, Vicente Acuña García, Pedro Mesa García y Pedro Oliva (11). Las sesiones se celebrarán en la sede de la Mancomunidad, el edificio que hoy alberga el Parlamento de Canarias. Posiblemente pocos de los electos de hoy sepan que ese fue el uso de la sala que hoy acoge las sesiones de la representación democrática del Archipiélago. Allí se dieron numerosas sentencias de muerte y largas condenas de cárcel a muchos militantes de organizaciones obreras y republicanas.

Todo transcurrió con gran rapidez. Los franquistas no tenían tiempo que perder, el nuevo régimen estaba ansioso por meter bien adentro del alma de toda la población el miedo y la sumisión. Durante meses había culpado en las páginas de los diarios a los militantes de izquierda de todos los males vividos en la Isla durante la II República. Rafael Fajardo Peraza, Zoilo Afonso Campos, Enrique Villaverde Plasencia, Néstor Mendoza Santos y Rodrigo Coello Martín, fueron condenados a muerte, el resto a largas penas de cárcel. Los señalados fueron fusilados el 6 de marzo de 1937 en la Batería Militar de Barranco del Hierro (12). Zoilo, el panadero lagunero, con solo 26 años de edad, dejaba de existir, aunque sus sueños de libertad y justicia no desaparecieron.


Fuentes utilizadas

  1. En Marcha. 8 de abril de 1933 p3

  2. En Marcha. 27 de abril de 1935. p2

  3. García Luis, Ricardo. La justicia de los rebeldes. Los fusilados en Santa Cruz de Tenerife (1936-1940), Baile del Sol, Tenerife, 1994. p138

  4. Gaceta de Tenerife. 20 de octubre de 1935. p2

  5. La Prensa. 26 de febrero de 1937 p2

  6. Medina Sanabria, Pedro. Zoilo Afonso Campos declara en Casa de Socorro: https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2010/12/09/zoilo-afonso-campos-declara-en-la-casa-de-socorro/

  7. Medina Sanabria, Pedro. Zoilo Afonso Campos escapado de una cueva en la Montaña de Ofra: https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2010/12/04/zoilo-afonso-campos-escapado-de-una-cueva-en-la-montana-de-ofra/

  8. Gaceta de Tenerife. 4 de diciembre de 1936. p4

  9. García Luis, Ricardo. Historia de una maleta. Introducción al libro Fraternalmente Emma, cartas de amor y de guerra. Ediciones La Felguera. La Laguna. 2008. p18-19

  10. Gaceta de Tenerife. 24 de junio de 1937. p4

  11. La Prensa. 26 de febrero de 1937 p2

  12. García Luis, Ricardo (1994). Op cit p150


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