Panadería familiar de Antonio Padrón Jorge, calle San Francisco de La Laguna
Muchos
panaderos fueron cara visible de distintos espacios políticos y
sindicales durante la II República, siendo uno de los colectivos que
mayor represión sufrieron en Tenerife. Solo en la CNT había 167
afiliados entre los panaderos de Santa Cruz y La Laguna en 1933 (1).
El 27 de abril de 1935 el joven panadero lagunero, Zoilo Afonso
Campos, escribía en el periódico En Marcha sobre la necesidad de
retomar la labor de la CNT. Decía que “el Sindicato de panaderos
de La Laguna está reorganizando, dispuesto a hacerse respetar; a que
se cumpla el contrato de trabajo que todos sabéis que no se ha
anulado y, en fin, que se nos respete el derecho a la vida”. A sus
cerca de veinticinco años denunciaba en ese pequeño artículo la
forma en la que algunos patrones usaban a sus empleados, tras
terminar el trabajo a las cuatro de la madrugada, “mientras habían
de estar durmiendo, han de ir a segar yerba (sic) para las vacas del
amo” (2). Tenía un enorme valor al escribir públicamente eso, en
un territorio insular donde lograr un empleo alternativo no le sería
fácil si se identificaba que era un trabajador con ideales.

Los
panaderos era un sector importante, con una alta sindicación. Muchos
de ellos sufrieron los golpes más duros de la dictadura, casos como
Miguel González (fusilado), Jacinto Silvera (desaparecido), Miguel
Campos (preso), Antonio Bodria (preso y torturado), Mauro Martín
(preso) o Manuel Marrero (fusilado). Antonio Padrón Jorge, del que
uso una imagen de su propiedad para ilustrar esta pequeña historia,
también era panadero y amigo de Zoilo. Él no era anarquista,
formaba parte de las Juventudes Comunistas y, a pesar del pique
ideológico, compartían afectos e ideas. Al investigador Ricardo
García Luis le contó que: “Un día me llevó a una ciudadela
donde vivían como en una comuna -en la calle Consolación- como para
que yo fuera también, entré y me enseñó una caja, donde todos
ponían el dinero que ganaban y cogían lo que necesitaban, vamos,
que todo era de todos. Más tarde, estando preso, me enteré que
estuvo escondido en unas cuevas, hasta que lo atraparon” (3).
Zoilo
Afonso era una persona implicada y también sensible, no solo por su
implicación social y su mirada. Un joven obrero y sin muchos
recursos no dejaba mucho rastro de su vida en la hemeroteca
histórica, casi el único que queda en los periódicos burgueses de
la época fue su ingreso en la Casa de Socorro por una “crisis
nerviosa”, que sufrió cuando estaba viviendo en la calle Sin
Salida Nº6 de la capital tinerfeña (4).
El
18 de julio de 1936 no tuvo dudas que debía estar del lado de los
que se opusieron a los golpistas. Zoilo subió a la zona de Cueva
Roja, en Santa Cruz de Tenerife, donde varias decenas de militantes
de la CNT se reunieron para acordar cómo podrían enfrentar a los
franquistas que se habían hecho con el control de la Isla. Esa
reunión marcó su suerte y la de muchos otros. Sobre sus
participantes se descargó un nivel de violencia enorme y buena parte
acabaron enfrentándose a las balas de los pelotones de fusilamiento.
Él, al igual que el resto, serán señalados “por haber
intervenido en el complot tramado el día 18 de julio contra el
movimiento nacional, asistiendo a la reunión que en la tarde de
dicho día se celebró en la carretera de Los Campitos, convocada por
Pepe el Catalán” (5). Al día siguiente se había celebrado otra
reunión, aunque ya muchas personas habían sido detenidas o estaban
refugiadas en diversos escondites.
A
esas alturas el golpe ya era casi imposible de detener. Zoilo primero
trató de permanecer en la casa de Martí
Serarols Treserras, conocido como Pepe el Catalán.
Allí estaban junto a compañeros cenetistas como “Villaverde,
Nestor Mendoza, Pepe el Catalan, Francisco Bethencour, Vidal, Jorge
el Matanza, y Margarita Rocha Mata”, hasta que la presión policial
hizo insostenible mantener este espacio de refugio. En ese momento
tuvieron que huir, entre tiroteos con miembros de Acción Ciudadana,
resguardándose en la zona de Pico del Inglés unos días, hasta que
optaron por volver a bajar más cerca de poblado (6).
Vista aérea de la Montaña de Ofra en 1964
Afonso
se unió a un grupo de compañeros y decidieron buscar refugio en las
cuevas de la Montaña de Ofra (7). El cono volcánico, del que apenas
quedan rastros en la actualidad por la acción de las piconeras, se
encontraba en una ubicación algo alejada de las zonas pobladas.
Allí, con apenas sin comida ni agua, dependiendo de unas redes de
apoyo cada día más frágiles a medida que sus compañeros de lucha,
familiares y amistades iban sufriendo las medidas represivas,
permanecieron refugiados tres meses. En las cuevas estaba junto al
obrero tabaquero de origen palmero, Néstor Mendoza, a Francisco
Bethencourt Clavijo y a otra persona que no identificó. Allí les
iban llegando noticias durante las semanas siguientes sobre la
detención y también desapariciones de amigos y compañeros. La
situación era difícil de sostener en el tiempo. En noviembre de
1936 Zoilo decidió que no podía soportar más tiempo y planteó que
quería entregarse, algo que generó una respuesta de miedo entre sus
compañeros, que trataron de impedírselo, a pesar de ello Zoilo
logra acudir a un puesto del Fielato de la Carretera del Rosario.
Quizás creían que al entregarse las nuevas autoridades serían algo
más benévolas, pero se equivocaba.
Zoilo
pasó por la Comisaría de Investigación y Vigilancia del Palacio de
Justicia (8), una oficina reconvertida en un centro de tortura, que
estaba dirigido por el capitán de artillería Manuel Otero Rubido y
el comandante Aurelio Matos Calderón (9). Sus declaraciones fueron
un instrumento clave en la sentencia que le llegaría después. Su
compañero de fuga, Néstor Mendoza, fue detenido, mientras que el
albañil, Francisco Bethencourt, logró huir a tiros de la zona,
abriéndose desde ese momento una persecución brutal que acabó en
junio de 1937 cuando lo asesinan en Taganana (10).

El
25 de febrero de 1937 Zoilo forma parte de los acusados que fueron
sometidos a un Consejo de Guerra que sin duda fue una cruel
pantomima. Un ejemplo de ello es que Aurelio Matos, compañero de
torturas de Otero, ejercía de juez. Los acusados, todos miembros de
la CNT, son, además de Afonso, Antonio González Hernández, Antonio
Sola Vila, Enrique Villaverde Plasencia, Rafael Jorge Rosas, Sixto
Juan Concepción, Rodrigo Coello Martín, Antonio Espinosa Rodríguez
, Rafael Fajardo Peraza, José Puig Martí, Miguel Gutiérrez Darías,
Manuel Hernández Dorta, José García Martín, Vicente Acuña
García, Pedro Mesa García y Pedro Oliva (11). Las sesiones se
celebrarán en la sede de la Mancomunidad, el edificio que hoy
alberga el Parlamento de Canarias. Posiblemente pocos de los electos
de hoy sepan que ese fue el uso de la sala que hoy acoge las sesiones
de la representación democrática del Archipiélago. Allí se dieron
numerosas sentencias de muerte y largas condenas de cárcel a muchos
militantes de organizaciones obreras y republicanas.
Todo
transcurrió con gran rapidez. Los franquistas no tenían tiempo que
perder, el nuevo régimen estaba ansioso por meter bien adentro del
alma de toda la población el miedo y la sumisión. Durante meses
había culpado en las páginas de los diarios a los militantes de
izquierda de todos los males vividos en la Isla durante la II
República. Rafael
Fajardo Peraza, Zoilo Afonso Campos, Enrique Villaverde Plasencia,
Néstor Mendoza Santos y Rodrigo Coello Martín, fueron condenados a
muerte, el resto a largas penas de cárcel. Los señalados fueron
fusilados el 6 de marzo de 1937 en la Batería Militar de Barranco
del Hierro (12). Zoilo, el panadero lagunero, con solo 26 años de edad,
dejaba de existir, aunque sus sueños de libertad y justicia no
desaparecieron.
Fuentes
utilizadas
En
Marcha. 8 de abril de 1933 p3
En
Marcha. 27 de abril de 1935. p2
García
Luis, Ricardo. La justicia de los rebeldes. Los fusilados en Santa
Cruz de Tenerife (1936-1940), Baile del Sol, Tenerife, 1994. p138
Gaceta
de Tenerife. 20 de octubre de 1935. p2
La
Prensa. 26 de febrero de 1937 p2
Medina
Sanabria, Pedro. Zoilo Afonso Campos declara en Casa de Socorro:
https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2010/12/09/zoilo-afonso-campos-declara-en-la-casa-de-socorro/
Medina
Sanabria, Pedro. Zoilo Afonso Campos escapado de una cueva en la
Montaña de Ofra:
https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2010/12/04/zoilo-afonso-campos-escapado-de-una-cueva-en-la-montana-de-ofra/
Gaceta
de Tenerife. 4 de diciembre de 1936. p4
García
Luis, Ricardo. Historia de una maleta. Introducción al libro
Fraternalmente Emma, cartas de amor y de guerra. Ediciones La
Felguera. La Laguna. 2008. p18-19
Gaceta
de Tenerife. 24 de junio de 1937. p4
La
Prensa. 26 de febrero de 1937 p2
García Luis, Ricardo (1994). Op cit p150
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