domingo, 27 de abril de 2025

Zoilo Afonso Campos, el panadero anarquista fusilado

Panadería familiar de Antonio Padrón Jorge, calle San Francisco de La Laguna
Muchos panaderos fueron cara visible de distintos espacios políticos y sindicales durante la II República, siendo uno de los colectivos que mayor represión sufrieron en Tenerife. Solo en la CNT había 167 afiliados entre los panaderos de Santa Cruz y La Laguna en 1933 (1). El 27 de abril de 1935 el joven panadero lagunero, Zoilo Afonso Campos, escribía en el periódico En Marcha sobre la necesidad de retomar la labor de la CNT. Decía que “el Sindicato de panaderos de La Laguna está reorganizando, dispuesto a hacerse respetar; a que se cumpla el contrato de trabajo que todos sabéis que no se ha anulado y, en fin, que se nos respete el derecho a la vida”. A sus cerca de veinticinco años denunciaba en ese pequeño artículo la forma en la que algunos patrones usaban a sus empleados, tras terminar el trabajo a las cuatro de la madrugada, “mientras habían de estar durmiendo, han de ir a segar yerba (sic) para las vacas del amo” (2). Tenía un enorme valor al escribir públicamente eso, en un territorio insular donde lograr un empleo alternativo no le sería fácil si se identificaba que era un trabajador con ideales.

Los panaderos era un sector importante, con una alta sindicación. Muchos de ellos sufrieron los golpes más duros de la dictadura, casos como Miguel González (fusilado), Jacinto Silvera (desaparecido), Miguel Campos (preso), Antonio Bodria (preso y torturado), Mauro Martín (preso) o Manuel Marrero (fusilado). Antonio Padrón Jorge, del que uso una imagen de su propiedad para ilustrar esta pequeña historia, también era panadero y amigo de Zoilo. Él no era anarquista, formaba parte de las Juventudes Comunistas y, a pesar del pique ideológico, compartían afectos e ideas. Al investigador Ricardo García Luis le contó que: “Un día me llevó a una ciudadela donde vivían como en una comuna -en la calle Consolación- como para que yo fuera también, entré y me enseñó una caja, donde todos ponían el dinero que ganaban y cogían lo que necesitaban, vamos, que todo era de todos. Más tarde, estando preso, me enteré que estuvo escondido en unas cuevas, hasta que lo atraparon” (3).

Zoilo Afonso era una persona implicada y también sensible, no solo por su implicación social y su mirada. Un joven obrero y sin muchos recursos no dejaba mucho rastro de su vida en la hemeroteca histórica, casi el único que queda en los periódicos burgueses de la época fue su ingreso en la Casa de Socorro por una “crisis nerviosa”, que sufrió cuando estaba viviendo en la calle Sin Salida Nº6 de la capital tinerfeña (4).

El 18 de julio de 1936 no tuvo dudas que debía estar del lado de los que se opusieron a los golpistas. Zoilo subió a la zona de Cueva Roja, en Santa Cruz de Tenerife, donde varias decenas de militantes de la CNT se reunieron para acordar cómo podrían enfrentar a los franquistas que se habían hecho con el control de la Isla. Esa reunión marcó su suerte y la de muchos otros. Sobre sus participantes se descargó un nivel de violencia enorme y buena parte acabaron enfrentándose a las balas de los pelotones de fusilamiento. Él, al igual que el resto, serán señalados “por haber intervenido en el complot tramado el día 18 de julio contra el movimiento nacional, asistiendo a la reunión que en la tarde de dicho día se celebró en la carretera de Los Campitos, convocada por Pepe el Catalán” (5). Al día siguiente se había celebrado otra reunión, aunque ya muchas personas habían sido detenidas o estaban refugiadas en diversos escondites.

A esas alturas el golpe ya era casi imposible de detener. Zoilo primero trató de permanecer en la casa de Martí Serarols Treserras, conocido como Pepe el Catalán. Allí estaban junto a compañeros cenetistas como “Villaverde, Nestor Mendoza, Pepe el Catalan, Francisco Bethencour, Vidal, Jorge el Matanza, y Margarita Rocha Mata”, hasta que la presión policial hizo insostenible mantener este espacio de refugio. En ese momento tuvieron que huir, entre tiroteos con miembros de Acción Ciudadana, resguardándose en la zona de Pico del Inglés unos días, hasta que optaron por volver a bajar más cerca de poblado (6).

Vista aérea de la Montaña de Ofra en 1964
Afonso se unió a un grupo de compañeros y decidieron buscar refugio en las cuevas de la Montaña de Ofra (7). El cono volcánico, del que apenas quedan rastros en la actualidad por la acción de las piconeras, se encontraba en una ubicación algo alejada de las zonas pobladas. Allí, con apenas sin comida ni agua, dependiendo de unas redes de apoyo cada día más frágiles a medida que sus compañeros de lucha, familiares y amistades iban sufriendo las medidas represivas, permanecieron refugiados tres meses. En las cuevas estaba junto al obrero tabaquero de origen palmero, Néstor Mendoza, a Francisco Bethencourt Clavijo y a otra persona que no identificó. Allí les iban llegando noticias durante las semanas siguientes sobre la detención y también desapariciones de amigos y compañeros. La situación era difícil de sostener en el tiempo. En noviembre de 1936 Zoilo decidió que no podía soportar más tiempo y planteó que quería entregarse, algo que generó una respuesta de miedo entre sus compañeros, que trataron de impedírselo, a pesar de ello Zoilo logra acudir a un puesto del Fielato de la Carretera del Rosario. Quizás creían que al entregarse las nuevas autoridades serían algo más benévolas, pero se equivocaba.

Zoilo pasó por la Comisaría de Investigación y Vigilancia del Palacio de Justicia (8), una oficina reconvertida en un centro de tortura, que estaba dirigido por el capitán de artillería Manuel Otero Rubido y el comandante Aurelio Matos Calderón (9). Sus declaraciones fueron un instrumento clave en la sentencia que le llegaría después. Su compañero de fuga, Néstor Mendoza, fue detenido, mientras que el albañil, Francisco Bethencourt, logró huir a tiros de la zona, abriéndose desde ese momento una persecución brutal que acabó en junio de 1937 cuando lo asesinan en Taganana (10).

El 25 de febrero de 1937 Zoilo forma parte de los acusados que fueron sometidos a un Consejo de Guerra que sin duda fue una cruel pantomima. Un ejemplo de ello es que Aurelio Matos, compañero de torturas de Otero, ejercía de juez. Los acusados, todos miembros de la CNT, son, además de Afonso, Antonio González Hernández, Antonio Sola Vila, Enrique Villaverde Plasencia, Rafael Jorge Rosas, Sixto Juan Concepción, Rodrigo Coello Martín, Antonio Espinosa Rodríguez , Rafael Fajardo Peraza, José Puig Martí, Miguel Gutiérrez Darías, Manuel Hernández Dorta, José García Martín, Vicente Acuña García, Pedro Mesa García y Pedro Oliva (11). Las sesiones se celebrarán en la sede de la Mancomunidad, el edificio que hoy alberga el Parlamento de Canarias. Posiblemente pocos de los electos de hoy sepan que ese fue el uso de la sala que hoy acoge las sesiones de la representación democrática del Archipiélago. Allí se dieron numerosas sentencias de muerte y largas condenas de cárcel a muchos militantes de organizaciones obreras y republicanas.

Todo transcurrió con gran rapidez. Los franquistas no tenían tiempo que perder, el nuevo régimen estaba ansioso por meter bien adentro del alma de toda la población el miedo y la sumisión. Durante meses había culpado en las páginas de los diarios a los militantes de izquierda de todos los males vividos en la Isla durante la II República. Rafael Fajardo Peraza, Zoilo Afonso Campos, Enrique Villaverde Plasencia, Néstor Mendoza Santos y Rodrigo Coello Martín, fueron condenados a muerte, el resto a largas penas de cárcel. Los señalados fueron fusilados el 6 de marzo de 1937 en la Batería Militar de Barranco del Hierro (12). Zoilo, el panadero lagunero, con solo 26 años de edad, dejaba de existir, aunque sus sueños de libertad y justicia no desaparecieron.


Fuentes utilizadas

  1. En Marcha. 8 de abril de 1933 p3

  2. En Marcha. 27 de abril de 1935. p2

  3. García Luis, Ricardo. La justicia de los rebeldes. Los fusilados en Santa Cruz de Tenerife (1936-1940), Baile del Sol, Tenerife, 1994. p138

  4. Gaceta de Tenerife. 20 de octubre de 1935. p2

  5. La Prensa. 26 de febrero de 1937 p2

  6. Medina Sanabria, Pedro. Zoilo Afonso Campos declara en Casa de Socorro: https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2010/12/09/zoilo-afonso-campos-declara-en-la-casa-de-socorro/

  7. Medina Sanabria, Pedro. Zoilo Afonso Campos escapado de una cueva en la Montaña de Ofra: https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2010/12/04/zoilo-afonso-campos-escapado-de-una-cueva-en-la-montana-de-ofra/

  8. Gaceta de Tenerife. 4 de diciembre de 1936. p4

  9. García Luis, Ricardo. Historia de una maleta. Introducción al libro Fraternalmente Emma, cartas de amor y de guerra. Ediciones La Felguera. La Laguna. 2008. p18-19

  10. Gaceta de Tenerife. 24 de junio de 1937. p4

  11. La Prensa. 26 de febrero de 1937 p2

  12. García Luis, Ricardo (1994). Op cit p150


domingo, 20 de abril de 2025

Pedro García Cabrera: El encarcelamiento de un poeta que amó la libertad


El próximo sábado se cumplirán ochenta años de la entrada en Fyffes de uno de los mayores poetas nacidos en Canarias en el siglo XX, Pedro García Cabrera. Allí finalizó un recorrido de casi seis años por las cárceles franquistas.

De niño los libros le habían abierto al mundo y soñó con cambiarlo. Con veinticinco años formó parte de Juventud Gomera, que puso en marcha el decenario Altavoz, medio del que fue director, y desde donde denunciaron el caciquismo que asolaba la Isla en la que nació. Más tarde también dirigió medios como El Socialista o Rebelión, mientras crecía como poeta y ejerció en dos periodos como concejal en Santa Cruz de Tenerife. Además de eso fue un gran defensor de la cultura como herramienta de cambio, fomentando la creación de medios como Cartones o Gaceta de Arte, trabajando mano con mano con algunos de los mayores referentes de la poesía y el arte en Canarias.

La Comisaría de Investigación franquista dirá de él tras el golpe del 18 de julio que era “gran organizador y propagandista del marxismo”. Sin duda, era un intelectual, pero además una persona comprometida con la mejora de la sociedad, lo que lo hacía doblemente peligroso. El mes de julio de 1936 lo había empezado en el escenario del Teatro Guimerá, tomando la palabra en un gran acto organizado por las Juventudes Socialistas, “contra la guerra y el fascio”, justo lo que llegó catorce días después.

La misma jornada en la que los militares y sus aliados acababan con las instituciones democráticas detuvieron a Pedro. Él, que era concejal y teniente alcalde en el Ayuntamiento de la capital en el gobierno de José Carlos Schwartz, último alcalde republicano, había pedido quince días para descansar. Estaba en La Laguna, en casa de su tía, Consolación García Sánchez, leyendo y escribiendo poemas en cuartillas. Allí es donde los franquistas fueron a buscarlo, llevándolo al cuartel de ingenieros ubicado en la lagunera Plaza del Cristo. El 28 de julio escribía a su madre, la avisaba de que lo iban a trasladar a los barcos prisión del muelle de Santa Cruz de Tenerife.

Los barcos, muchos entregados por los exportadores plataneros a los fascistas para habilitar cárceles provisionales, se convirtieron en el llamado "Archipiélago fantasma". A él lo ingresaron en el vapor Gomera. Su hermano Carmelo, que sería uno de los biólogos marinos más destacados de Canarias, también había sido detenido por sus ideales políticos.

Dentro de esas naves malvivían cientos de hombres, militantes de las distintas organizaciones de izquierda. En el vientre de esas embarcaciones, a pesar del miedo a ser desaparecidos y de la constante vigilancia, lograron articular redes de solidaridad y resistencia. Allí compartían las escasas noticias que llegaban del exterior, los pocos alimentos que recibían, algunas lecturas o se impartían clases. Incluso llegaron a realizar periódicos clandestinos, hechos a mano. En el Gomera fue llamado Rataplán, del que milagrosamente lograron hacer diecisiete números. Allí tuvieron que afrontar el miedo constante, no solo por la pérdida de la libertad, sabían que noche tras noche se llevaban hombres de los que nunca más se volvía a saber nada.

A las pocas semanas llegaron los falangistas a rapar a los presos entre risas y fiestas. Poco después les comunicaron una lista de 38 nombres que debía ser trasladados a otro de los barcos, el Adeje. Desde ese lugar fueron subidos al vapor Viera y Clavijo para ser deportados a Villa Cisneros, en el actual Sahara Occidental. Eran una lista de políticos, intelectuales, sindicalistas y activistas que eran considerados especialmente peligrosos. Pensaron que no saldrían con vida de ese inhóspito lugar, pero ocurrió un milagro. Los presos, junto a algunos jóvenes canarios que hacían el servicio militar en ese destino, muchos hijos de jornaleros, se organizaron y lograron liberarse. Como cuenta magníficamente bien José Manuel Hernández, en su libro dedicado a la fuga, presos, soldados y algunos marineros del Viera y Clavijo lograron llegar a Dakar y desde allí, incorporarse al esfuerzo bélico de la República.

Pedro García Cabrera fue designado para formar parte del Servicio de Información Militar del Ejército del Sur, en Baza, Granada. Allí sufrió un terrible accidente de circulación que casi le cuesta la vida y lo dejó hospitalizado hasta casi el final de la Guerra. Gracias a esa experiencia conoció a la cordobesa Matilde Torres Marichal, enfermera republicana con la que compartió el resto de su existencia.

Aunque había tratado de alcanzar el exilio por Cartagena, el 29 de marzo de 1939 fue apresado y llevado a la Prisión de Baza, donde el deterioro de su salud casi le cuesta la vida. Allí acabó los poemas para su libro, Romancero cautivo, que había iniciado en Villa Cisneros y continuado en Dakar. El nombre inicial con el que quería llamar a ese libro había sido "Con el puño en alto", aunque le fue imposible bautizarlo de esa manera. En las cartas de esa época manifestaba su dolor por la sequía intelectual que vivía, entre la guerra y la cárcel.

El recorrido por las prisiones continuó. El 24 de julio de 1942 lo llevaron a la Prisión Provincial de Granada, donde permanece otros dos años. El 21 de diciembre de 1944 se decretó su libertad, aunque apenas la puede disfrutar. Decide reunirse con Matilde en Madrid, donde residía. El 24 de enero de 1945 fue detenido nuevamente, reclamado por su fuga de Villa Cisneros. Lo trasladan a la Prisión de Carabanchel. El 20 de febrero el Capitán General de Canarias, Francisco García-Escamez, lo reclama para procesarlo por su participación en la fuga de Villa Cisneros.

En una cuerda de presos fue trasladado a Tenerife. El 26 de abril de 1945 ingresa en el depósito de Costa Sur (Fyffes), siendo procesado por el Juzgado Militar en septiembre de 1945, donde aunque el ministerio fiscal solicitó pena de muerte, recibe el indulto el 9 de octubre. Tuvo suerte, solo cinco años antes habían fusilado a otros compañeros de esa fuga. Es más que posible que el contexto internacional le ayudara enormemente. Tras la derrota de Hitler y Mussolini, a España le interesaba reducir su imagen de cruel dictadura aliada del fascismo.

Pedro había estado casi siete años de penal en penal, comunicándose con el exterior a través de cartas y con escasas oportunidades de cubrir sus aspiraciones intelectuales. Había conocido la suerte de amigos y compañeros desaparecidos, como Domingo López Torres, José Carlos Schwartz o Luis Ortiz Rosales. Puesto en libertad vigilada, con una orden de destierro a Tacoronte, tuvo claro que viviría una sociedad bien distinta a la que había conocido. Tuvo que adaptarse a esa nueva realidad vital y política, volver a una normalidad que ya no era normal. En 1948 se casó con Marisa y al año siguiente trató de retomar Gaceta de Arte junto a otros represaliados supervivientes, Domingo Pérez Minik y Eduardo Westerdahl, aunque solo consiguió producir un único número. Después vendrían más experimentos que trataban de lograr reverdecer el espacio de resistencia cultural previo a la Guerra, como la Gaceta semanal de las artes o Gánigo.

Su existencia fluyó tratando de ocupar los espacios que el régimen le permitía, intentando inyectar aire a las pequeñas burbujas de libertad que formaban las sociedades del arte y la cultura. Todavía en 1969 las autoridades franquistas impedían que la sección de literatura del Círculo de Bellas Artes le rindiera un justo homenaje. A pesar de eso logró editar nuevos poemarios y su voz creció como referente indudable de varias generaciones. Los guiños a la libertad fueron recurrentes. En mi biblioteca conservo un ejemplar de su obra Entre 4 paredes, que dedicó a mi abuelo “con amistad y libertad de expresión”. Aunque la esperanza lo mantenía, Pedro no pudo disfrutar demasiado de su añorada libertad. Con la muerte del dictador fue una figura destacada del socialismo, que incluso lo propuso como senador por La Gomera en 1977. El miedo no le había quebrado sus sueños de cambio. Hasta una Isla donde poco cambió en lo político, tuvo que reconocerle el mérito de su tarea, dándole la medalla de oro de Tenerife, que recibió poco días antes de su muerte, en marzo de 1981. Murió como vivió, como en su poema “A voz en cuello”, amando la libertad.

Este verano se cumplirán 120 años de su nacimiento. La casa donde nació en Vallehermoso, comprada con dinero público en 2008, no sé si conseguirá volver a la vida para ese día. Tampoco creo que se recuerde demasiado que el poeta que alumbró a tantas generaciones pagó su atrevimiento con demasiados años de cárcel, mientras los verdugos disfrutaron de honores y beneficios hasta el final de sus días.

Fuentes utilizadas

- Amado Santana. Esteban. Pedro García Cabrera. En torno a una existencia poética. Aula de Cultura de Tenerife. 1985.

- Castro Morales, Federico ( coord. ). Islas raíces: Visiones insulares de la vanguardia de Canarias. Fundación Pedro García Cabrera. 2005

- El Eco de Canarias. 21 de marzo de 1981 p5

- La Prensa. 2 de julio de 1936 p2

- Gaceta de Tenerife. 9 de julio de 1936 p5

- Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife. Expediente del proceso de Responsabilidades Políticas contra los concejales del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife.  


domingo, 13 de abril de 2025

La lealtad del general. El último 14 de abril de la II República en Canarias

Hay imágenes que generan un escalofrío casi inevitable. Esta la tomaron en la mañana del 14 de abril de 1936 en Tenerife. El capitán general de Canarias, Francisco Franco, aparece escoltado a su izquierda por el alcalde capitalino, José Carlos Schwartz, a su derecha por el Gobernador Civil, Manuel Vázquez Moro. Los dos serían asesinados seis meses después, señalados por el dedo cruel del régimen que el general Franco lideró durante casi cuatro décadas. De poco valieron los telegramas al Jefe del Estado, recién nombrado, o las solicitudes de clemencia, el dictador no mostró piedad alguna. Ese día se celebraba el quinto aniversario de la proclamación de la II República, era una jornada de fiesta y celebración, más aún por la reciente victoria del Frente Popular, que había devuelto las esperanzas a muchos sectores de la población con el nuevo tiempo político.

Franco había llegado a Canarias apenas un mes antes. El cambio de Gobierno hizo que se tomara la cuestionada decisión de alejar de Madrid a los militares más sospechosos de no ser leales a la República. Quizás gracias a eso pudieron tener más libertad para conspirar. El militar recibió a finales de febrero la orden por la que se le nombraba comandante militar del Archipiélago y el 13 de marzo había llegado a las Islas a bordo del vapor Dómine (1). Ese mismo barco fue usado meses después para trasladar tropas y diez presos canarios, estos últimos salvajemente asesinados y lanzados al Tajo, mientras iban rumbo a la Guerra. A su llegada fue recibido por José Carlos Schwartz, que ejercía como Gobernador Civil interino, y otras autoridades civiles y militares, pasando revista a las tropas. Una de las fotos de la jornada volvía a mostrar al general escoltado con dos represaliados, el futuro alcalde, y el periodista tinerfeño, Luis Álvarez Cruz.

El mismo día de su llegada se anunciaba en la prensa la salida desde Cádiz de Manuel Vázquez Moro, recién nombrado para ubicarse al frente del Gobierno Civil. Había nacido en 1901 en Galicia, igual que el general, en Vilagarcía de Arousa. Había estudiado para ser capitán de la marina mercante y vivió varios años en Andalucía. Como muchos otros de su generación se aproximó al republicanismo, militando en Izquierda Republicana, llegando a ser alcalde de Jerez de la Frontera, donde también ejerció de director de un periódico ligado a Acción Republicana (2). Al llegar a Santa Cruz de Tenerife ocupó la plaza de Gobernador Civil. La imagen de la fotonoticia fue igualmente significativa, con cuatro víctimas mortales de la dictadura. Lo recibieron José Carlos Schwartz, Isidro Navarro, que fue su secretario, y José María Martín Díaz, concejal santacrucero de Izquierda Republicana, que ejerció de apoyo al Gobierno Civil durante esos meses (3) y fue igualmente asesinado en los primeros meses de la dictadura.
Cuatro asesinados en una sola imagen, Isidro Navarro, Vázquez Moro, Schwartz y José María Martín 

José Carlos Schwartz había nacido en 1897 en Santa Cruz de Tenerife. Durante los años veinte se prodigaba como poeta en la prensa isleña, estudiando magisterio y derecho. Desde 1924 ejercía de abogado en la capital, en la calle General Antequera nº13 (4), y muy pronto demostró su alta sensibilidad social y política, militando en Juventud Republicana y defendiendo numerosas causas sociales y obreras, destacando su papel en el proceso judicial de los Sucesos de Hermigua. En 1936 fue nombrado alcalde de Santa Cruz y además recibió un merecido homenaje por su breve labor como Gobernador Civil interino, con un almuerzo popular celebrado el 22 de marzo en la plaza de Toros capitalina, organizado por el poeta y concejal, Pedro García Cabrera. El alcalde del Frente Popular recordó en esa ocasión los ciertos ataques y amenazas anónimas que había recibido, asegurando que “no le intimidaban ni le impedirían luchar con entusiasmo, como hasta ahora, por la República y por el bienestar de su ciudad” (5). Solo le permitieron ejercer cuatro meses, seguramente no imaginaba lo que vendría.

En un extraordinario ejemplo de hipocresía, el general Franco mandó un telegrama al Ministro de la Guerra, que decía que "Con motivo del quinto aniversario de la instauración de la República, felicito y saludo afectuosamente a V.E en nombre propio y de las fuerzas a mis órdenes, rogándole haga llegar a S. E, el Presidente de la República y jefe del Gobierno, sentimientos lealtad, disciplina y adhesión firmísimos en bien de España y de la República” (6). Lealtad, disciplina y adhesión, del que fue clave en orquestar el golpe militar, la lealtad de los golpistas.

El 14 de abril de 1936 sirvió para el encuentro histórico que hoy comentamos. A las diez y media de la mañana salieron desde la Comandancia General de Santa Cruz. La fecha sirvió para un encuentro inusual entre sectores que defendían la República y otros que la cuestionaban y participaron del golpe. Por un lado militares y miembros de la judicatura, como Franco, Alfonso Arriaga, Comandante de Marina de la Provincia Marítima de Tenerife, el juez de Instrucción del Partido, Arturo Ascanio, Juan Sánchez Real, presidente de la Audiencia Provincial, o Alejandro Cobelas, Fiscal de la Audiencia de Santa Cruz. Por el otro, los políticos republicanos o el rector de la Universidad, Jesús Maynar Duplá (7), destituido y detenido cinco meses después. Los viejos poderes, que resistían al cambio democrático, compartían una jornada de conmemoración de un tiempo político al que desafiaron en todo momento y donde las autoridades políticas no quisieron vulnerar una legalidad que venía desde la vieja monarquía y la época de la dictadura de Primo de Rivera. La crónica decía que el “gentío estacionado frente a la plaza de Weyler aclamó a las fuerzas, que al cruzar frente a las autoridades daban el viva reglamentario a la República”.

Ese mismo día en La Laguna se celebró un evento musical y cultural en el Teatro Leal, organizado por el Ayuntamiento y maestros de las escuelas municipales. El salón lucía “adornado con las banderas de las organizaciones societarias y numerosas enseñas tricolores. La banda municipal ejecutó el Himno de Riego y la Internacional al principio y final del acto” (8). El papel de la infancia en ese aniversario fue destacado, tanto en Santa Cruz como en La Laguna. En la tarde del 14 de abril la plaza de Toros se llenó de niños y niñas, además de numeroso público, donde se vieron cabezudos, actuaciones musicales y los menores llevaban trajes regionales, además de celebrar una luchada infantil (9). En La Laguna se eligió nuevamente el Teatro Leal, donde los escolares realizaron bailes e interpretaron canciones, siendo muy felicitada la directora de la Escuela graduada, Ángeles Machado, y a las maestras de sección de la misma escuela (10), muchas de ellas depuradas poco después del golpe militar.

Otros lugares de las Islas vivieron con similar emoción la jornada, que sería la última de esta etapa. En Icod hubo un importante varias actividades, desde cine infantil a bailes en las sociedades "Centro Icodense" y "Círculo de Obreros” (11). En San Sebastián de La Gomera se celebró una acampada de escolares y exploradores de la Villa en la zona conocida como Honduras, además de cerreras de sortijas y bailes (12). En Las Palmas de Gran Canaria el desfile del día fue por el Paseo de Chile, congregando a muchas personas, además del festival infantil y de otros bailes y celebraciones (13).

Después de abril llegaría el primero de mayo, que ya empezó a marcar la clara señal de que un amplio sector del ejército y los grupos más destacados de la vieja oligarquía no iban a permitir que el Frente Popular lograra sostenerse en el tiempo. El tiempo de los golpistas se acercaba y sus consecuencias serían notables.

José Carlos Schwartz y Manuel Vázquez Moro fueron detenidos a las pocas horas del 18 de julio de 1936. Los dos formaron parte de las autoridades republicanas que llevaron a las celdas de Paso Alto. El 13 de octubre Vázquez Moro fue fusilado junto a otros responsables republicanos, su cuerpo “arrojado a la fosa común número 6 del patio 7 del Cementerio Lastenia de Santa Cruz” (14). Schwartz había recibido una visita en la prisión el día 2 de octubre. Eran dos amigos cercanos a las autoridades franquistas, que según diversos testimonios, se lo llevaron a la zona de Las Cañadas y lo asesinaron (15). De los de la imagen que ilustra este texto, solo uno murió mansamente en una cama, solo uno fue enterrado con todos los honores, nuevamente trasladado hace poco a otro mausoleo, mientras que Vázquez y Schwartz siguen perdidos, con sus huesos esperando a que alguien los logre identificar. Una imagen y una historia que refleja bien buena parte de nuestra historia del siglo XX.

José Carlos Schwartz

Manuel Vázquez Moro



Fuentes utilizadas

  1. La Prensa. 13 de marzo de 1936. p1

  2. Ríos Samaniego, Ángeles de Lourdes. Prensa jerezana de los primeros años del s. XX. Un estudio de la figura y obra del periodista y escritor jerezano Francisco Guerra Tenorio. Tesis doctoral. P67

  3. La Prensa. 15 de marzo de 1936. p1

  4. La Prensa. 21 de noviembre de 1924. p3

  5. La Prensa. 24 de marzo de 1936. p4

  6. La Prensa. 16 de abril de 1936. p1

  7. La Prensa. 15 de abril de 1936. p1

  8. La Prensa. 15 de abril de 1936. p2

  9. Gaceta de Tenerife. 16 de abril de 1936. p8

  10. La Prensa. 16 de abril de 1936. p4

  11. La Prensa. 19 de abril de 1936. p1

  12. La Prensa. 19 de abril de 1936. p4

  13. Acción. 16 de abril de 1936. p4

  14. Puga, Laura. Navegando entre la arbitrariedad y la impunidad, en los márgenes del Estado español. Cuadernos Republicanos, n.º 97 Primavera-verano 2018. p13

  15. Riomesta, Tulio. El último alcalde republicano de Santa Cruz de Tenerife, José Carlos Schwartz Hernández, fue asesinado por criminales franquistas y arrojado a la fosa del Bucio de Maja (Tenerife) en 1936: https://www.lavozdelarepublica.es/2023/05/el-ultimo-alcalde-republicano-de-santa.html


domingo, 6 de abril de 2025

Francisco Delgado Herrera, destacado maestro y músico tinerfeño represaliado por el franquismo

El 18 de julio de 1936 no solo se quebró la democracia, también se vivió una hecatombe cultural que hizo retroceder varias décadas la educación y diversas ramas del arte. Un ejemplo fue lo sucedido con el extraordinario maestro y músico tinerfeño, Francisco Delgado Herrera, que tuvo el dudoso honor de ser uno de los once maestros víctimas mortales de esos primeros años de dictadura.

Francisco había nacido el 3 de diciembre de 1875 en Santa Cruz de Tenerife, este año se cumplirán 150 años de esa fecha. Desde niño desarrolló su vida en La Laguna, donde recibió formación como ebanista, además de iniciarse en el mundo de la música, algo que marcó su vida. En la Banda de Música de La Orotava, donde ejerció como primer clarinete, logró ampliar sus conocimientos y mejorar su formación (1). Además de su pasión por la música, logró formarse como maestro, oficio al que dedicó sus últimos años de vida.

En 1907 formó parte en La Laguna de la creación de la sociedad filarmónica “La Esperanza”, presidida por Fernando Rodríguez Díaz, donde ejerció como vicepresidente (2), que sería parte de la fundación de la Banda Municipal de La Laguna. Francisco ya ejercía de profesor de música en Aguere, obteniendo “un brillante éxito en un concurso abierto por la Revista Musical que se publica en Madrid” por su vals Pálidas rosas (3).

El autor musical fue sin duda uno de los más reconocidos de su generación en el Archipiélago, pero además de su educación, la prensa empieza a demostrar un alto grado de conciencia social y sensibilidad con los más desfavorecidos, posiblemente fruto de su propia existencia. A inicios de 1909 fue uno de los que contribuyeron con la Cruz Roja lagunera para recaudar fondos ante el terremoto de Mesina, que asoló Sicilia y Calabria, en Italia (4).

La vida de Delgado Herrera estuvo también muy ligada al activismo social y cultural, además del compromiso político, en unos ideales que fueron evolucionando a lo largo de los años. Formó parte es de la directiva del Casino Democrático Brisas del Teide (5), ubicado también en La Laguna, una “nueva sociedad de instrucción y recreo”, ligada a las corrientes republicanas más centristas, presidido por el profesor del Instituto de Canarias, Isaac Cabrera.

En los primeros años del siglo XX el nombre de Francisco Delgado será habitual, al crear melodías de distintos géneros que triunfan en las veladas del Ateneo o en las fiestas más populares de la Isla, desde valses a zarzuelas, incluso entrando en el mundo de la ópera. Su éxito hizo que incluso la revista madrileña “Nuevo Mundo” le dedicara una foto en la que destacaba los éxitos del joven compositor canario (6), algo nada frecuente en ese momento para alguien de las Islas.

A partir de 1912 empezó a ejercer como maestro, realizando una ruta por distintos puntos de la Isla en esa etapa de interinidad inicial. El primer año fue designado para ocupar plaza como interino en la escuela de Igueste de San Andrés (7), en la capital tinerfeña. Al año siguiente le tocará plaza en La Victoria (8) y el siguiente ostentará la escuela de Valle de Guerra (9).

El interés por el vínculo entre la cultura, la formación educativa y los avances sociales se plasman en su designación como presidente de la Sociedad “Juventud Obrera”, donde fijaron sus objetivos en “difundir entre la clase obrera el mayor grado de cultura que nos sea factible. Para ello crearemos Escuelas de Artes Decorativas, Letras, Música, Pintura y Dibujo lineal”, que planteó colaborar con el Ayuntamiento lagunero en sus tareas (10). A pesar de estas tareas sociales, sus colaboraciones musicales y su labor como maestro, logró preparar y sacar adelante la plaza de maestro en las oposiciones celebradas en 1916, obteniendo el puesto de maestro en Tacoronte (11). Su faceta musical seguirá creciendo en ese tiempo, con motivo del 28 aniversario de la Banda la Fe participó en un importante evento musical y poético en el Teatro Viana de La Laguna, ofreciendo el cuplé oriental Zoraida (12).

En su labor como maestro también se implicó en las demandas laborales y formativas necesarias para lograr avances importantes en una sociedad donde el analfabetismo seguía siendo una enorme lacra para las clases populares. En 1921 ya formaba parte de la Asamblea de Magisterio como maestro de la escuela graduada de Tacoronte (13).

La Banda de la Fe reconoció el apoyo y compromiso de Francisco Delgado en un acto público celebrado en el Teatro Leal de Aguere, en noviembre de 1923 (14), pero su acción generosa iba mucho más allá, en 1925 también fue uno de los que acompañaba las labores del Orfeón La Paz en sus primeros pasos, dirigiendo su agrupación de bandurrias y guitarras (15), haciendo una labor similar al frente de la orquesta del Círculo de la Amistad XII de enero de la capital (16).

En 1927 el maestro, a sus cincuenta y dos años, además de una reconocida labor, tiene una extensa familia. Prueba de ello fue la solicitud de “subsidio que otorga el Estado a los empleados de familias numerosas”, que hizo ese mismo año ante el Ministerio de Trabajo (17). Su trayectoria le hizo merecedor de la presidencia, al año siguiente, de la Asociación de Maestros Nacionales de la Provincia (18), una de las labores centrales que le pondría en el foco de la represión política desatada por los militares.

Poco antes de la llegada de la II República, Francisco Delgado consiguió un gran éxito con su poema musical «Schubertiada», dedicada al famoso compositor austriaco, estrenado por la banda municipal de la capital tinerfeña en la Plaza del Príncipe (19). En esos años el compositor y maestro ya residía en Santa Cruz de Tenerife, donde ejercía sus labores propias del magisterio, además de formar parte de sociedades, como el Círculo de la Amistad, donde ejerció de vocal en la directiva elegida para 1931 (20). En el final de la etapa monárquica fue designado para ocupar tareas en el Patronato de Protección Escolar, junto a la maestra Felicidad González y otros (21). Con la llegada del nuevo tiempo político el papel político de nuestro protagonista pudo salir más a la luz. La II República llegaba con la ambición de lograr mejoras, en especial entre la clase trabajadora. En los primeros meses de la misma, Delgado aparecía entre los que contribuían con aportaciones económicas en apoyo de las ayudas para el paro obrero (22).

Entre su labor social de esta etapa destaca la Asociación al Servicio de Tenerife (23), una “Institución puramente patriótica y tinerfeña”, que pretende desarrollar una “constante labor de regeneración insular y local”. Esta asociación, en la que Francisco fue su representante en la capital, se marcó una “cruzada contra el analfabetismo; la creación de bibliotecas populares e itinerantes; el fomento del embellecimiento y ornato locales; sostenimiento de campañas culturales; cooperación con instituciones benéficas; protección, fomento y propagación del arbolado y las aves” (24). En esta curiosa entidad, cofundada por Alfonso Ramos Fresneda, gestor de profesión, y socio del Orfeón la Paz, convivieron diversos sectores y tendencias, desde los republicanos a algunos que acabaron ligados al primer franquismo.

En el mes de septiembre de 1931 falleció en La Laguna el padre de Francisco, Benito Delgado, con 86 años de edad (25). Ese mismo mes fue designado para conformar el Consejo Provincial de Instrucción Pública, junto a la ya mencionada maestra, Felicidad González (26), que ejercieron, con breves parones, entre ese año y el verano de 1936 en el control y mejora de los servicios escolares. Al año siguiente ya logró la plaza permanente en la “escuela nacional de niños número 5 de esta capital (San Francisco)” (27), que poco después pasa su sede a la calle Cruz Verde.

Fernando Delgado militó en el socialismo. Prueba de ello es que formó parte de la sección de enseñanza de la UGT, constituido formalmente su directiva el 9 de julio de 1933, donde fue nombrado vicesecretario (28), siendo su nombre frecuente en su órgano de comunicación durante esos años, “Obreros de la Cultura”. En sus páginas recogen la labor que realiza en ese año para las “fiestas de septiembre” en La Laguna, organizando un festival infantil, a cargo del “notable compositor musical, quien presentará unos interesantes conjuntos musicales y gimnásticos” (29). El 28 de diciembre de 1933 participó en el “congresillo” de la Federación Tinerfeña de Trabajadores de la Enseñanza, presidiendo la delegación de Santa Cruz de Tenerife, siendo nombrado presidente de la Comisión Ejecutiva. Además, fue nombrado para participar en el Congreso que se celebrará en 1934 en Las Palmas y se toman “acuerdos conducentes al aplastamiento del fascismo y defensa del proletariado” (30). Claramente el auge de los nazis en Alemania y el gobierno de los sectores ultraconservadores, durante ese bienio de la República española, marcó una preocupación que por un lado favoreció la unidad de acción de cara a las elecciones de 1936 y por otro fue el caldo de cultivo necesario para el futuro golpe militar. Con la constitución del Frente Popular, en enero de ese año fue nombrado vicepresidente de la Agrupación Socialista de Santa Cruz (31). Ese último semestre de la II República fue intenso. Las elecciones de febrero dieron un gran triunfo para la candidatura que aglutinaba a las izquierdas, que sin duda Francisco celebró. Su música también se consagraba. En 1935 había presentado su composición, Calvario de Tacoronte, a un concurso de convocado en Hamburgo, donde fue premiada. Siendo retransmitida por Radio Berlín, e interpretada por la Orquesta de dicha Radio el 24 de marzo de 1936. Esta misma obra la interpretó la Orquesta de Cámara de Canarias, bajo la batuta de Santiago Sabina, el 20 de mayo de 1936 (32).

A pesar de sus tareas políticas, Francisco no detuvo su apretada agenda de participaciones en entidades y asociaciones del ámbito cultural. Poco más de un mes antes del golpe militar Francisco había sido elegido vicepresidente de la Masa Coral Tinerfeña (33), entidad de gran arraigo republicano. Poco después se celebró la penúltima sesión del Patronato de Protección Escolar. En el conviven personas que tendrán caminos absolutamente divergentes, por un lado perfiles como el de Susana Villavicencio, inspectora-Jefe de Primera Enseñanza en Tenerife, una de las más activas implicadas en la depuración del profesorado durante el franquismo en la Isla (34). En el otro lado, tres víctimas mortales del fascismo, el Gobernador Civil, Manuel Vázquez Moro, fusilado en octubre de 1936, y Lucio Illada, en representación de la Mancomunidad, fusilado en 1940, además de Francisco Delgado (35).

El 18 de julio de 1936 llegó un tiempo nuevo. El mundo de la enseñanza, la cultura, el arte, formaba parte de los sospechosos, a los que había que depurar y perseguir. Francisco era ya todo un veterano, con 61 años de edad, a pesar de su buena relación con diversos sectores sociales, fue detenido el 8 de agosto (36) y trasladado a los barcos prisión que se ubicaron en el puerto de Santa Cruz de Tenerife. En septiembre de 1936 la noticia de la pérdida de su plaza de maestro se publica en los medios del régimen. En la lista le acompañan nombres de otros miembros de la FETE, como José Galán, Robustiano Toledo y Víctor Pérez (37). Tres meses después de su muerte, la Comisión Depuradora del Magisterio Primario de la Provincia de Santa Cruz de Tenerife, le sigue reclamando informes y expedientes (38), que ya nunca podrá ofrecer.

Los datos dicen que murió menos de seis meses después, entre tantos otros compañeros de las diversas fuerzas políticas y sindicales. Algunos familiares aseguran que fue arrojado al océano, como tantos otros, aunque hay un certificado militar que indica que falleció en enero de 1937. Su desaparición puso fin a su creatividad y a su implicación, enterró su cuerpo, pero además de eso su nombre, su historia y sus obras. En los años cuarenta sus familiares recibieron otra vez la cruel noticia de que su padre estaba siendo investigado por el Juzgado Instructor de Responsabilidades Políticas de Santa Cruz de Tenerife, conservándose su expediente en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas.

Hoy, su memoria está emborronada. Pocos conocen la existencia de este compositor y maestro. Una de sus obras más conocidas, Calvario de Tacoronte, no se volvería a tocar hasta la década de los ochenta. Habían pasado más de cuarenta años sin sonar esos acordes.


Fuentes utilizadas

  1. Álvarez Martínez, Rosario. Semblanza del compositor Francisco Delgado Herrea (1875-1937), artículo incluido en Memorias del Contrabando. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. (2015). p 44

  2. La Opinión. 3 de enero de 1907. p2

  3. El País. 9 de noviembre de 1908. p2

  4. El Defensor del Magisterio, 22 de enero de 1909, p6

  5. El Progreso. 10 de julio de 1909. p2

  6. Nuevo Mundo. 10 de noviembre de 1910. p29

  7. La Opinión. 1 de octubre de 1910. p2

  8. Diario de Tenerife. 24 de septiembre de 1913. p2

  9. La Opinión. 30 de mayo de 1914. p1

  10. Gaceta de Tenerife. 18 de enero de 1916. p1

  11. La Opinión. 17 de abril de 1916. p1

  12. Gaceta de Tenerife. 2 de diciembre de 1919. p2

  13. Gaceta de Tenerife. 11 de septiembre de 1921. p2

  14. Gaceta de Tenerife. 11 de noviembre de 1923. p2

  15. Gaceta de Tenerife. 13 de febrero de 1925. p1

  16. La Prensa. 24 de julio de 1925. p2

  17. Gaceta de Tenerife. 6 de agosto de 1927. p2

  18. Eco del Magisterio Canario. 7 de enero de 1928, p9

  19. Gaceta de Tenerife. 6 de agosto de 1930. p1

  20. Gaceta de Tenerife. 18 de diciembre de 1930. p1

  21. Gaceta de Tenerife. 11 de febrero de 1931. p3

  22. La Prensa. 31 de mayo de 1931. p1

  23. Gaceta de Tenerife. 18 de julio de 1931. p2

  24. Alonso Delgado, Víctor Lorenzo. Deporte, Ocio y Sociabilidad en las Islas Canarias Occidentales (1850- 1936). Tesis Doctoral Universidad Ramón Llull. P195

  25. La Prensa. 9 de septiembre de 1931. p5

  26. Las Noticias. 18 de septiembre de 1931. p1

  27. La Prensa. 6 de marzo de 1932. p2

  28. Obreros de la Cultura. 15 de julio de 1933. p8

  29. Obreros de la Cultura. 30 de julio de 1933. p7

  30. Obreros de la Cultura. 1 de enero de 1934. p4

  31. La Prensa. 4 de enero de 1936. p3

  32. Álvarez Martínez, Rosario. (2015). Op cit p44

  33. Gaceta de Tenerife. 17 de junio de 1936. p2

  34. García Vera, Cristóbal. Las oscuras razones de la burguesía canaria contra la recuperación de la memoria histórica: https://rebelion.org/las-oscuras-razones-de-la-burguesia-canaria-contra-la-recuperacion-de-la-memoria-historica/

  35. La Prensa. 28 de junio de 1936. p11

  36. Álvarez Abreu, Bruno Juan. Francisco Delgado Herrera. Pancho el de la Jueza: https://efemeridestenerife.blogspot.com/2017/10/francisco-delgado-herrera-pancho-el-de.html

  37. La Prensa. 19 de septiembre de 1936. p3

  38. La Prensa. 11 de abril de 1937. p2