domingo, 19 de mayo de 2024

Alonso Súarez Melián, último alcalde republicano de La Laguna

El último alcalde de la II República en La Laguna fue el socialista Alonso Suárez Melián, que ocupó el cargo con apenas 35 años de edad. Nacido el día 15 de enero de 1901 (1), su labor como militante político y abogado le hizo merecedor de un destacado papel en los últimos días del periodo republicano en Aguere, pero también le convirtió en una diana humana para el nuevo régimen franquista.

En junio de 1919 Alonso finaliza su bachillerato en el Instituto General lagunero, donde la prensa destaca a los jóvenes que han obtenido “muy buenas notas”. Le acompañan en esa promoción Aurora García Guanche y Matilde García Guanche, Juan González Cabrera, Leopoldo Díaz González, Juan Pérez Delgado (el popular poeta y escritor conocido como Nijota), Cecilio Marrero Martin, Tomás Quintero Guerra, Guillermo Cubillo Nóbrega, Isidoro Hernández González, Alfonso Trujillo Brito y Juan González del Carmen (2). En sus estudios superiores se enfoca en la abogacía, donde también será un alumno destacado, recibiendo matrícula de honor en Historia General del Derecho Español (3) y Derecho Administrativo.

Su vida social y sus primeros pasos políticos aparecen plasmados en la prensa del momento, frecuente entre quienes en esa época llegaban a una formación superior. Por ejemplo, es uno de los intervinientes en la inauguración de un nuevo centro escolar en La Guancha, evento en el que le acompañan el estudiante de Magisterio de la zona, Cristóbal Barrios, y el profesor y periodista, Luis Diego Cuscoy, que también sufrió a partir de 1936 persecución por sus ideas republicanas. Según destaca la crónica, “todos los oradores abundaron en brillantes conceptos acerca de la importancia de la enseñanza” (4), algo que sin duda siempre puso en valor en su acción política.

En los meses previos a la proclamación de la II República, Alonso Suárez ya cuenta con un despacho propio con “consulta diaria”. Será en el número 89 de la calle Alfonso XIII de Aguere, que posteriormente retomará su popular nombre de calle Herradores. Los anuncios donde promociona su labor los publicará de forma recurrente en el diario republicano La Prensa (5).


De su buena faceta profesional, como “abogado de casi todos los magos” de La Laguna, deja testimonio el escritor Juan Oliva-Tristán en un artículo que lo recuerda: “Don Alonso siempre repetía la frase siguiente: "El trabajo es el vicio de los que no servimos para hacer otra cosa", y procreó a dos hijos que también se hicieron abogados como él, que son Alonso y Juan Vicente Suárez López” (6).

La paternidad y el matrimonio son parte sustancial de su vida. En julio de 1934 contraerá matrimonio con su compañera de vida. La prensa escrita lo plasma de la siguiente manera: “Hoy, sábado, contraerá matrimonio en La Laguna el joven abogado don Alonso Suárez Melián, con la señorita Sixta Jesús González López” (7).

Su activismo político se hará más visible en sociedad poco antes del inicio efectivo de la II República, lo hace junto al que sería el primer alcalde republicano de esa etapa, el médico, José Perera García, que actualmente es considerado “portador de la antorcha de la nueva medicina, que surgió al finalizar el primer cuarto del siglo XX” (8). Estos, acompañados de otros representantes de la sociedad lagunera, conforman la “candidatura de oposición al contubernio monárquico” (9). Esta candidatura antimonárquica sumaba a personas del ámbito socialista, además de otros perfiles de republicanos de izquierda y derecha (10).

El éxito republicano del 14 de abril lo hace formar parte de algunas labores encomendadas al nuevo Ayuntamiento lagunero, es el caso de la visita al Gobernador Civil a finales de ese mes de 1931, junto al nuevo alcalde de la ciudad y otros miembros de la candidatura, como Carlos Pimienta, Diego Luz Jiménez o José Mauriz (11).

En junio de 1931 se constituye la primera agrupación socialista, en el número 63 de la calle San Agustín, quedando presidida por Alonso Suárez Melián y con Bernardo Calero como secretario-contador, Manuel Fumero, tesorero, José Wangüemert, bibliotecario y los vocales, Cristino de Armas, Roque Cabrera, Victoriano Rodríguez, Juan Soto y Wenceslao Yanes (12), aunque el acta no queda formalizada de forma definitiva hasta diciembre de 1932 (13), al vivir el municipio varios procesos electorales casi seguidos debidos a diversos incidentes.

En 1933 formará parte activa de la Agrupación de Amigos de la Universidad Nueva, como parte del comité organizador presidido por los destacados intelectuales, José Rodríguez Moure y José Peraza de Ayala, donde también comparte labor con otras figuras ligadas al republicanismo, caso de María Rosa Alonso, Luis Álvarez Cruz o José Rial, que apoyan el desarrollo universitario en las Islas, planteando un mayor vínculo con la sociedad, la elaboración de becas para los “alumnos pobres” y el diseño de cursos de idiomas para estudiantes extranjeros (14).

Su nieto, Alonso Suárez Lecuona, explicó la sensibilidad política y social de su abuelo en la sesión plenaria donde se le reconoció: “Mi abuelo entró en política con la única finalidad de ayudar a los menos favorecidos, intentar elevar el nivel cultural y económico de esto y para llevar a cabo políticas sociales, objetivo truncado como consecuencia del alzamiento militar” (15).

Nuestro protagonista se mantendrá activo durante los años de la República apoyando los mítines socialistas en la campaña de 1933 y 1936, donde compartirá ardientes intervenciones con destacadas figuras del mundo de la cultura y la medicina, como Pedro García Cabrera, Fernando Barajas, Santiago Albertos o Nicolás Mingorance, además del desarrollo y ampliación de la Asamblea del PSOE en Aguere.

Tras la victoria del Frente Popular, el 28 de febrero de 1936, se nombra una nueva corporación en la que Alonso Suárez será designado, por quince votos a favor y un voto en blanco, alcalde de la ciudad (16). Además de eso se nombraron otros ocho concejales socialistas: Luis Rivero Rodríguez, Cristino de Armas Fernández, Sebastián Perera Marrero, Salvador Romero González, José Rodríguez Álvarez, Julio (Cristóbal) González Álvarez, Domingo Álvarez Suárez y Antonio Velázquez González. También, se designaron seis concejales comunistas: Domingo García Hernández, Agustín León Pérez, Julio González Abrante, Domingo Alberto González y los hermanos Eladio y Mauro Martín Peña (17).

Al finalizar la nueva toma de posesión La Laguna vivió un auténtico estallido de alegría popular entre los sectores progresistas de la ciudad, que realizaron una marcha espontánea por las principales calles, encabezada con los retratos de los dos militares republicanos fusilados apenas cuatro meses antes, Galán y García Hernández, además de la bandera de la Federación Obrera, socialistas y republicanas, dando vivas a la República y “a las principales figuras del Gobierno y Frente Popular, quemándose numerosos cohetes” (18).

Esa relativamente tranquila tarde contrasta con la celebrada unos días antes, en la que ante la victoria del Frente Popular, seguidores de las fuerzas de izquierda se dirigieron al Seminario y lanzaron algunas piedras al grito de “¡¡Se acabó la represión, se acabó el oscurantismo!! (19). Este incidente, junto con los intentos de convertir este espacio religioso en un centro educativo público, marcaría a los reaccionarios en La Laguna durante las jornadas de represión y sentenciaría a muchos de los desaparecidos.

El difícil equilibrio entre los fuertes poderes tradicionalistas y clericales, con una mayoría electoral republicana tuvo sin duda un destacado papel en las decisiones y acciones a desarrollar en las jornadas posteriores al golpe del 18 de julio. Si atendemos a las actas de plenos del último periodo republicano, hay una destacada voluntad de hacer cumplir con el mandato de hacer de la educación un servicio público y laico, separándola de las entidades religiosas que gestionaban numerosos espacios educativos. En este sentido destaca la clara apuesta por dotar de “edificio, mobiliario y material a las Escuelas Nacionales que habrá que crear en el más breve plazo posible para sustituir la enseñanza dada en esta Ciudad por las Órdenes Religiosas” (20). También hay otro ejemplo con la petición del concejal e histórico del fútbol tinerfeño, Francisco Peraza, miembro de Izquierda Republicana, que propone elaborar un informe sobre la posibilidad de incautar el Seminario Conciliar (21) para destinarlo a las nuevas necesidades educativas de la infancia obrera.

El 22 de mayo de 1936, Alonso Suárez participa en la reunión de la comisión del Cabildo de Tenerife con la que se pretendía favorecer la celebración del XV Congreso de la Asociación para el Progreso de la Ciencia, donde junto con la Universidad, se quería facilitar la llegada a Tenerife de sus miembros y los “agasajos en honor de los congresistas durante su estancia en aquella ciudad” (22).

La corporación lagunera además adopta acuerdos sobre cuestiones sensibles vinculadas con el momento político. Es el caso de la repulsa contra el asesinato político del joven obrero Manuel González Cruz, apuñalado en El Sobradillo por un militante de derechas, sumándose a la “imponente manifestación de duelo” y levantándose la sesión en señal de protesta (23). Alonso Suárez también es el encargado de trasladar a la Fiscalía un presunto delito relativo a la desaparición de cinco mil pesetas que eran una subvención para mejorar la cantina de un centro educativo municipal, sucedido cuando el alcalde era Demetrio J. Pérez (24).

Sin duda un suceso determinante en la persecución sufrida por los miembros de esa última corporación republicana es el acuerdo del 6 de mayo de 1936, en el que el gobierno local, por unanimidad, decide suscribir la queja del Ayuntamiento de Buenavista ante la fuerte presión militar contra durante la jornada del 1º de mayo. En esa sesión se lee lo acordado el 2 de mayo en la localidad norteña, donde se señala como responsable principal de esta movilización de tropas al Comandante Militar de Canarias, Francisco Franco. El alcalde y los ediles mostraron “su más enérgica protesta por haberse adoptado por la máxima autoridad militar análogas medidas en esta Ciudad, desplazando fuerzas y emplazando ametralladoras al convento de las Oblatas situado en Gracia” (25). Posiblemente esta declaración política tuviera un alto coste personal para sus protagonistas, idea que el nieto de Alonso Suárez también destacó señalando que tomaron el acuerdo a sabiendas de que “a este general nunca le tembló el pulso a la hora de eliminar a cualquier persona que se interpusiera en su camino” (26).

Este momento político culmina con un golpe militar en el que las fuerzas tradicionalistas retoman el control absoluto del municipio y desarrollan desde el inicio una fuerte represión contra todos los sectores republicanos, sindicales e izquierdistas, incluyendo a la corporación del Frente Popular.

A las 12:30 horas del día del Golpe militar se celebra en el salón de plenos la primera reunión de la comisión gestora, creada esa misma jornada por los militares y las élites locales que les eran favorables. Con este instrumento tratarán de remedar una legalidad que habían violentado. Dos vecinos ocupan un destacado lugar. Se trata de Ángel Núñez López, designado por ser el “mayor contribuyente de esta localidad”, y Agustín Monteverde y Lugo, que describen como “cabeza de familia más numerosa de este término municipal” La presidencia de esa primera cita la ostenta en esa sesión inicial el Teniente Jefe de Línea de la Guardia Civil en La Laguna, Pablo Sánchez Hernández, dando “cumplimiento a la orden recibida por el autorizante del señor coronel Comandante Militar accidental” (27).

El hijo de Alonso Suárez, del mismo nombre, dejó un relato clarificador sobre la detención de su padre en las primeras horas del Golpe: “Creo que hay un dato muy importante que quiero resaltar en este Ayuntamiento, es que cuando lo detuvieron y compareció aquí en el Ayuntamiento para hacer la entrega al nuevo Alcalde de la Corporación, presente un Notario, eso es de destacar, muy importante, presente el Notario, revisaron los libros, el dinero que había en Caja, el dinero que había en bancos, etc., etc., y cuando terminó de hacer todo eso, le dijeron firme el Acta para ya marcharnos, y entonces mi padre le dijo al Interventor, saca una cajita de puros que hay aquí, y sacó una cajita de puros y se vaciaron sobre la mesa, y puso sobre la mesa un montón de monedas; y dijo, y eso qué es, le dijo el Notario, ¿y eso qué es?, dice, no esto es del pueblo, estos son los céntimos de peseta; fíjese usted el tema”. Su nieto se reafirma en la misma idea al decir que “Alonso Suárez Melián fue un ejemplo de honradez, tanto es así que podía decir que de este Ayuntamiento no se llevó ni una cuartilla ni un plumín, ni permitió que durante su mandato nadie lo hiciera” (28).

Su hijo cuenta como vivió su amarga estancia en Fyffes y en los barcos prisión, donde “todas las noches lo venían a despertar, y dice que a partir de que lo tocaban y abría los ojos y decía, este no es, sino otro, entonces él se quedaba y podía dormir tranquilo al menos veinticuatro horas hasta el, hasta la noche siguiente” (29), quedando en evidencia el miedo a que las brigadas del amanecer se los llevaran y los desperecieran en algún lugar, como sucedió con su compañero de Corporación, el líder comunista, Domingo García.

Alonso Suárez es sometido a juicio en el Proceso 184/1936, donde a 23 de septiembre de 1936 se le comunica en Fyffes que “no existiendo indicios racionalidades de criminalidad, procede con arreglo a lo preceptuado en el artículo 296 del Código de Justicia Militar la terminación de estas diligencias previas sin declaración de responsabilidad” (30). A pesar de ello no cambia su situación de forma sustancial, e incluso llega a empeorar para su familia.

El acuerdo plenario del 6 de mayo de 1936 genera que, tras varios meses como presos gubernativos, se les tramite a través de un tribunal militar el proceso 172/1936, que acaba en condenas, que aunque ya habían cumplido con creces, no les genera cambio alguno en su situación (31).

El Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas prosigue la persecución policial contra el último Gobierno republicano a través del expediente rollo número 54 de 1939, que el 6 de abril de 1940 anulan el expediente Nº 41 de 1937 instruido por la Comisión de Incautación de Bienes de Santa Cruz de Tenerife, donde fue sancionado con la multa de 100.000 pesetas, ya que no puede ser “nuevamente sancionado en este expediente don Alonso Suárez Melián que ya lo fue anteriormente, y por tanto queda excluido del mismo” (32). Por si cabe alguna duda de la situación que vivió nuestro protagonista y su familia, vuelvo al testimonio de su nieto: “Mi abuelo fue encarcelado en Fyffes, condenado, despojado de todos sus bienes, casa, coche, dinero, y además, como si todo esto no fuera suficiente, fue expulsado del Colegio de Abogados de La Laguna, impidiéndole ejercer su profesión y así degradarlo, humillarlo, y sumirlo en la miseria” (33).

Está en prisión cuando fallece su suegro, Julián González Reyes, empleado del tranvía como recoge la esquela publicada en la que se recuerda al propio Alonso (34). El tránsito de Suárez Melián por los penales es un recorrido por lugares insalubres y llenos de muerte, no es de extrañar que aceptara participar en diciembre de 1936 del traslado al campo de prisioneros de Los Rodeos, donde calcula que se concentran presos instalados en tiendas de campaña realizarían trabajos forzados ligados con la construcción de la pista del nuevo aeródromo. Allí coincidió con otros concejales, como los comunistas Mauro y José Martín Peña, además del socialista y también exconcejal, Antonio Velazquez, que enfermó de tuberculosis y murió poco después de ser liberado (35). En la novela de base histórica, “la Prisión de Fyffes” describen “unas diez chabolas, y un total de doscientos treinta presos” (36), coincidiendo ambas obras en lo positivo del cambio, al salir a un aire más limpio, sin tanta presión de los guardias y “chivatos”. Allí vivieron una desagradable experiencia, al tratar de asaltar el campamento unos falangistas y otros simpatizantes de la dictadura, “individuos de la rancia aristocracia lagunera”...“con el fin de “liquidar” a los que allí estábamos concentrados” (37).

Tras salir en libertad, Manuel Suárez Melián debe recuperar su vida y retomar poco a poco su actividad como abogado, además de criar a sus hijos, que eran apenas bebés. Uno de ellos, Alonso, recuerda las enseñanzas contra el rencor recibidas de su padre, que les animaba a tratar de mirar más allá de las ideas, mostrando como aplicó unos valores humanos que él no pudo disfrutar de sus adversarios. Dice: “nos educó siempre en todos, en todos los momentos de que tanto en la derecha como la izquierda hay caballeros y hay sinvergüenzas, y hay personas 100 deshonestas, eso fue una educación vital para nosotros” (38).

Suárez Melián falleció en La Laguna, tras ejercer durante muchos años como abogado. Lo hizo acompañado de su familia y con el alcalde Elfidio Alonso, sobrino de María Rosa Alonso, acudiendo a su sepelio. Como una pequeña brecha más, por la que recuperar su figura, en abril de 2016 el pleno aprobó por unanimidad un reconocimiento a su memoria, que permitió que el 20 de julio de 2018 sus familiares y representantes de los distintos partidos políticos municipales pudieron arropar la colocación de las placas que a partir de ese día recuerdan a Alonso Suárez Melián en una calle destacada del Casco. Una vía pública dedicada a su vida, su sufrimiento y el legado de dignidad que dejó. Que su memoria no se borre.



Fuentes consultadas

  1. Región Canaria. 17 de enero 1901. p.3

  2. Gaceta de Tenerife. 16 de junio 1919 p.2

  3. Gaceta de Tenerife. 2 de agosto 1922. p.1

  4. Gaceta de Tenerife. 2 de febrero 1928. p.1

  5. La Prensa. 16 de abril 1929. p.8

  6. Oliva-Tristán Fernández, Juan. “Evelio, del Orfeón La Paz, Vicente Falcón y el abogado don Alonso Suárez Melián”. El Día. 23 de enero 2015

  7. Gaceta de Tenerife. 21 de julio 1934. p.5

  8. Ars Clínica Académica. Volumen 2, Nº2. Mayo 2015. p.44

  9. La Prensa. 10 de abril 1931. p.2

  10. Medina Sanabria, Pedro. Agrupación Socialista de La Laguna en junio de 1931: https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2016/05/15/agrupacion-socialista-de-la-laguna-en-junio-de-1931/

  11. Gaceta de Tenerife. 1 de mayo 1931. p.2

  12. La Prensa. 9 de junio 1931. p.3

  13. Medina Sanabria, Pedro. Op. Cit.

  14. La Prensa. 18 de junio 1933. p.3

  15. Acta del Pleno del Ayuntamiento de La Laguna del 14 de abril 2016. p.98

  16. Acta del Pleno del 28 de febrero de 1936. p. 149 bis

  17. Hernández Romero, Fabián. El último gobierno municipal republicano de ciudad de La Laguna: https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2015/06/28/el-ultimo-gobierno-municipal-republicano-de-la-ciudad-de-la-laguna/

  18. La Prensa. 1 de marzo 1936. p1

  19. Studer Villazán, Luana. Guía Memoria Democrática de La Laguna 1931-1939. p,22

  20. Acta del Pleno del 4 de marzo 1936. p.153 bis

  21. Idem. p.155

  22. La Prensa. 23 de mayo 1936. p.1

  23. Acta del Pleno del 22 de abril 1936. p.202 bis

  24. Acta del Pleno del 29 de abril 1936. p.209

  25. Acta del Pleno del 6 de mayo 1936. pp 211 bis y 2012

  26. Acta del Pleno del Ayuntamiento de La Laguna del 14 de abril 2016. p.98

  27. Acta de Pleno de 18 de julio de 1936. p. 278

  28. Acta del Pleno del Ayuntamiento de La Laguna del 14 de abril 2016. p.98-99

  29. Idem. p.99

  30. Medina Sanabria, Pedro. Terminado procedimiento 184 de 1936 sin responsabilidad:https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2016/02/18/terminando-procedimiento-184-de-1936-sin-responsabilidad/

  31. Hernández Romero, Fabián. Op. Cit

  32. Medina Sanabria, Pedro. Concejales de La Laguna condenados por el TRRP: https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2014/03/16/concejales-de-la-laguna-sentenciados-por-el-trrp/

  33. Acta del Pleno del Ayuntamiento de La Laguna del 14 de abril 2016. p.98

  34. La Prensa. 9 de octubre 1938. p.2

  35. Martín Peña, Mauro. Sin rencor. Memorias de un republicano. Le Canarien. La Orotava. 2014 pp80.82

  36. Rial, José Antonio. La prisión de Fyffes. Centro de la Cultura Popular Canaria. Arafo, 2003 p.169

  37. Martín Peña, Mauro. Op cit. p.83

  38. Acta del Pleno del Ayuntamiento de La Laguna del 14 de abril 2016. p.99


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