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El torturador Manuel Otero Rubido

La sola mención de Manuel Otero provocaba escalofríos en los primeros años del franquismo en Tenerife. Este capitán de infantería fue designado el 26 de agosto de 1936 como jefe de la Sección de Investigación Social de la Comandancia Militar de Canarias, siendo responsable de numerosas detenciones y terribles torturas.

Otero había nacido en Galicia en 1905, llegando a Tenerife en 1934 al Grupo Mixto de Artillería de La Laguna. Desde allí colaboró desde el primer minuto en las acciones para el golpe militar del 18 de julio de 1936. Era hijo de un poderoso empresario, exportador de pescado, que fue propietario del periódico Faro de Vigo.

El coronel Teódulo González Peral, designado comandante militar de Tenerife, se encargó en el primer momento de organizar una extensa campaña de represión, poner en marcha las prisiones improvisadas para albergar a cientos de presos republicanos y de nombrar a Otero.

Ángel Dolla, José Cáceres. Teódulo González Peral y Manuel Otero, caras visibles de la represión en el Archipiélago

Con la llegada del Comandante General, Ángel Dolla, la represión vivió un proceso de ensañamiento, siendo la etapa de mayor acción de las Brigadas del Amanecer, encargadas del exterminio de decenas de desaparecidos. Otero fue su mano derecha, liderando desde el Palacio de Justicia de la plaza de San Francisco, en Santa Cruz de Tenerife, jornadas interminables de interrogatorios. Las torturas formaron parte fundamental del método, querían resultados a cualquier costa, con numerosas declaraciones forzadas, daba igual que fueran ciertas o falsas.

Hay múltiples testimonios de esas jornadas de horror. La militante cenetista tinerfeña, Pino García, afirmó que pudo ver como “los quemaban, hierros calientes por sus partes, después los sacaban a la Casa de Socorro”.

José Govea, de las Juventudes Libertarias de La Laguna, había sido detenido el 28 de noviembre de 1936, siendo interrogado y apaleado en la cárcel de La Laguna, fue llevado después al Palacio de Justicia, en Santa Cruz. Su testimonio plasma los métodos de Otero: "...al fondo se veía ---en un cuarto-- un hombre tumbado en un jergón., custodiado por dos hombres. Luego lo sacaron, agarrado por cada lado por uno de ellos.- y lo metieron en un cuarto, con Otero. Yo oía, desde el pasillo, los mugidos como de un toro, de los 'masajes' que le estaban dando. Era Pepe 'El Catalán'".

Otro testimonio es el de anarquista Antonio Tejera, Antoñé. Describe como lo “tumbaron, me apalearon todo lo que les dio la gana'. Otra parte consistía en dejarlo “Amarrado por detrás, colgado del techo, y preguntando hasta que perdía el conocimiento. Preguntando: 'Tú, ¿dónde están las armas?'. 'Yo no sé de armas ni nada'. Pum, falangistas con el fusil al suelo, yo descalzo, uñas para el carajo”. En sus memorias también relató como lo “quemaban con cigarros y hierros calientes; sentía los dolores y gritaba, un dolor terrible que me dejaba casi muerto, sin conocimiento. Tenían sogas, chuchos de buey, palos y con todo lo que trincaban. Aguantaba tanto porque perdía el conocimiento”.

Otros tuvieron peor suerte. El joven Florencio Afonso, con apenas dieciocho años de edad, fue sometido a las mismas prácticas, muriendo tras precipitarse desde una ventana del patio interior del Palacio de Justicia, ¿un asesinato premeditado o accidente fatal al tratar de escapar?, es difícil de saber.

Antonio Padrón Jorge

Antonio Padrón Jorge, comunista lagunero, recordaba como lo mantuvieron sin comer durante tres días y lo mantuvieron colgado por los pies durante horas, “para que acusara, para que hablara...”. También las mujeres fueron objeto de torturas, es el caso de Domitila y Carmen Goya, a las que vieron en el mismo lugar “negras de aquí para abajo, negras, llorando allí”.

Manuel Otero fue celebrado en la prensa de la época. El 13 de octubre de 1936 la Gaceta de Tenerife señalaba “el importantísimo servicio policíaco efectuado por la nueva sección de fuerzas de Asalto, que actúa bajo la dirección del capitán de Artillería, don Manuel Otero Rubido”, un cuerpo creado apenas cinco días después del Golpe tras la desaparición de los anteriores responsables de la Guardia de Asalto en la Isla, por haber sido leales a la República. No sucederá igual en los medios republicanos, donde en el caso de la Voz de Menorca del 4 de febrero de 1938 decía, gracias al testimonio de una mujer que logró salir de Canarias, que afirmaba que "al llegar a las Islas el capitán Otero marcó una nueva etapa de terror".

Como no podía ser menos, Falange quiso también reconocerlo como uno de los miembros de su Consejo Provincial, no en vano Otero mantenía a algunos miembros de esta fuerza parapolicial como parte de su equipo de tortura. Sus andanzas incluso llegaron a aparecer en la prensa de Barcelona, durante la Guerra Civil, donde el testimonio de los que habían sido canjeados en 1938 dejaba claro que “...en el cuartelillo de Falange, del puerto de Santa Cruz, les metían astillas por las uñas y les quemaban los labios. Algunos llevan aún las huellas, y recuerdan bien los nombres de sus verdugos, desde el delegado de Orden público, el capitán Manuel Otero, al cabo de vara Débora, llamado «el Pío», pasando por el alférez «Tragamundo», y el sanguinario número 1, el coronel jefe de S. M. Teóbolo González” (se refieren a Teódulo González Peral).

El capitán Otero, según el detallado estudio de Ramiro Rivas, fue el único de los “grandes represores militares del régimen” que tras el verano de 1937 fue mantenido en su puesto, donde seguiría ejerciendo hasta junio de 1938, cuando pide ser llevado al frente de la Guerra.

El jefe de los torturadores en Tenerife acabó plácidamente disfrutando de las mieles del triunfo del régimen que había ayudado a configurar, dejando una Isla donde el miedo se había metido hasta el tuétano. Regresó a su ciudad natal, donde participó de la vida social y económica gallega, siendo directivo de la Cooperativa de Armadores de Pesca de Vigo, recibiendo en fechas tan cercanas como 2014, un homenaje en la ciudad por su papel en la gestión de los armadores gallegos.

La memoria de emborrona con los años, Otero, va siendo olvidado, aunque sus delitos marcaran a toda una generación que soñó que un mundo mejor estaba al alcance de su mano.


Fuentes utilizadas

García Luis, Ricardo. Crónica de vencidos. Editorial La Marea. Santa Cruz de Tenerife. 2003.

García Luis, Ricardo. Pepe el Catalán, el valor hecho hombre. Revista El Baifo n.º 8, 12/1996, páginas 41 y 42

Rivas García, Ramiro. La Guerra Civil en Tenerife (1936-1939). Tesis Doctoral de la Universidad de La Laguna. 2015.

Medina Sanabria, Pedro y Hernández Romero, Fabián. Francisco Afonso García, lagunero nacido en Valle Tabares asesinado en Mauthuasen en 1942: https://deportadoscanarios.wordpress.com/francisco-afonso-garcia-1902-1942-lagunero-nacido-en-valle-tabares-asesinado-en-mauthuasen-en-1942/

Medina Sanabria, Pedro. Compareciendo ante el capitán Manuel Otero: https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2012/04/02/compareciendo-ante-el-capitan-manuel-otero/

Medina Sanabria, Pedro. Terror y martirio en las siete Islas: https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2013/06/14/terror-y-martirio-en-las-siete-islas/

Gaceta de Tenerife. 13 de octubre de 1936. p4

Gaceta de Tenerife. 29 de junio de 1938 p4

Gaceta de Tenerife. 7 de octubre de 1934. p2

Amanecer. 17 de noviembre de 1937. p1

La Voz de Menorca. 4 de febrero de 1938. p2









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