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La última imagen del poeta Domingo López Torres


De repente, repasando los rostros tristes de Fyffes te asalta una cara conocida. Los rasgos del gran poeta surrealista tinerfeño, Domingo López Torres, parecen asomar de entre la multitud. Esa masa de hombres de diversas tendencias, republicanos, socialistas, anarquistas, comunistas, intelectuales o simples trabajadores comprometidos, que poblaba la prisión improvisada sobre unos simples salones pensados para almacenar plátanos. Me atrevo a decir que es la última imagen que dejó de su paso por esta tierra.

Allí llegó Domingo, que además de uno de los intelectuales más brillantes de la primera mitad del siglo XX en Canarias era una persona comprometida. En esa época tenía apenas 26 años. Había nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1910, en una familia humilde. A pesar de mil dificultades y de tener que abandonar el colegio para ayudar a la economía familiar, Domingo encontró un refugio y una guía en las modestas bibliotecas de la capital y en sus libros. Esos contenedores de sabiduría fueron sus maestros y los que hicieron de él una persona excepcional.

Resulta curioso que en 1939, cuando los falangistas deben ofrecer datos para el proceso judicial abierto contra tantos “rojos y masones”, reconozcan que “debido a su gran voluntad, frecuentando bibliotecas, llegó a poseer una relativa cultura, que le permitió formar parte del grupo de intelectuales de esta capital”. En el mismo informe, y quizás por lo anterior, dicen de él que era “peligroso para la paz y la vida pública”, quizás por ello en febrero de 1937 las Brigadas del Amanecer se lo llevaron para siempre a una fosa oceánica. Ese mismo océano que, seis años antes, se había llevado la vida de sus compañeros José Antonio Rojas y Julio Antonio de la Rosa en un accidente de barca de la que logró salir a duras penas.

Domingo López supo del hambre, de robar horas al sueño y al cansancio para poder aprender las letras que le alimentaron, quizás por eso tuvo claro que había cambiar el mundo. Fue por ello uno de los intelectuales más comprometidos de su generación, militando en el ala izquierda del partido socialista, llegando a ser concejal en el último tramo de la II República, poco más de un mes y medio antes del golpe franquista.

Desde los 16 años empezó a publicar sus primeras poesías en las revistas culturales, caso de Hespérides. Conocerá y trabará amistad con figuras como Pedro García Cabrera, Agustín Espinosa, Eduardo Westerdahl, Emeterio Gutiérrez o Domingo Pérez Minik. Con ellos pondrá en marcha la revista Gaceta del Arte, además de otras iniciativas similares como Índice. Con Gaceta de Arte promoverá las acciones del Ateneo de Santa Cruz de Tenerife y la gran exposición surrealista, que por primera vez ponía a Tenerife y a Canarias entre las vanguardias culturales mundiales. Como él mismo dijo de esta tendencia artística,“el surrealismo haciendo veredas en el fango hacía una cloaca de inmundicias hizo distraer la mirada de preciosos paisajes exteriores”. El terremoto que generó esta muestra y la proyección de la película “La Edad de Oro”, de Buñuel, será recordada para mal al llegar el 18 de julio de 1936. Domingo López Torres fue acusado, entre otras cosas, de colaborar con la Asociación de Amigos de la Unión Soviética y de ser “uno de los puntales más firmes e inteligentes que contaba el partido Socialista”. Eso era más que suficiente para su detención y su desaparición.

Junto a tantos amigos, formó parte de los alrededor de 4000 reclusos que pasaron, durante sus doce años de actividad, por la prisión de Fyffes. Allí tratará de sobrevivir, como persona y como creador. Junto a su amigo, el dibujante Domingo Ortiz, harán clandestinamente su obra póstuma, Lo Imprevisto. Ninguno de los dos recobraría la libertad. Quien les iba a decir ese tránsito, ellos, que apenas un mes antes del golpe celebraran en el Círculo de Bellas Artes de la capital la clausura de la exposición de arte contemporáneo, en la que compartió tribuna con el mismísimo Oscar Domínguez.

Les confieso que encontrarte de golpe con la figura de Domingo en esas condiciones conmueve. Tuve que buscar varias imágenes de la misma instantánea para cerciorarme. Su rostro serio, como el de la mayoría de los presentes, es reflejo de una sociedad en shock. De miles que creyeron que los avances sociales y culturales logrados eran necesarios e inevitables, que nada podría llevarnos al pasado, al miedo y a un tradicionalismo asfixiante...se equivocaron y lo sabían. En los poemas de Lo Imprevisto parece que esa tristeza está presente.

El rescate de la memoria de Domingo sigue lentamente. Su último libro de poemas logró salir a la luz en la transición. Tardaron 75 años para que el Ayuntamiento de Santa Cruz decidiera conmemorar su figura, allá por 2012. Costó hasta 2019 para que este homenaje llegara en forma de una plaza, gracias a una moción de mi compañera Yaiza Afonso y el constante recuerdo del equipo de Sí se puede en la capital. En 2022 se produjo el último paso, una placa descendió al fondo del océano, en el punto donde lo arrojaron, metido en un saco con piedras, a esta luz de la cultura isleña.

Fuentes utilizadas

Jiménez, J. López Torres, poeta referente en Tenerife y asesinado por el franquismo, tiene 85 años después un monumento bajo el mar : https://www.eldiario.es/canariasahora/sociedad/lopez-torres-poeta-referente-tenerife-asesinado-franquismo-86-anos-despues-monumento-mar_1_9270108.html

La Prensa. 20 de junio de 1936 p2

López Torres, Domingo. Aureola estigma del surrealismo. Gaceta de Arte. 1 de septiembre de 1933 P1

Dos poemas de Domingo López Torres: https://elbatiscaforojo.blogspot.com/2009/05/dos-poemas-de-domingo-lopez-torres.html

Fernández Arcila, Pedro. Domingo López Torres. Diario de Avisos. 15 de diciembre de 2014.

Afonso Higuiera, Yaiza. Los mares petrificados: https://sisepuedecanarias.org/opinion/los-mares-petrificados-yaiza-afonso-higuera/

AHPSCT Expediente de Responsabilidades Políticas de Manuel Guadalupe Pérez y otros ES.05.AHPLP/TRRPC.AHPLP-0295//003015108. Expedientes de Domingo López Torres.



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