Ir al contenido principal

Buenaventura Durruti y los deportados en Canarias en 1932

Los testigos de la época dicen que Buenaventura Durruti emocionó hasta las lágrimas a buena parte de las cuatro mil personas asistentes al gran mitin que dieron en la Plaza de la Paz de Santa Cruz de Tenerife el 2 de septiembre de 1932. Acababan de llegar en el “Ciudad de Cádiz” tras una pequeña odisea en la que de forma ejemplar se quiso castigar a tres decenas de militantes anarquistas, acusados de ser responsables de la insurrección Alto Llobregat (Cataluña), a principios de ese año. La imagen es poderosa, con un Durruti que señala al cielo con rabia, un momento que dejó una honda huella en la memoria colectiva de la clase obrera tinerfeña.

La República había traído esperanzas de cambio, en especial para los sectores sociales más olvidados y maltratados, que para las organizaciones revolucionarias significaba una posibilidad real de trascender a una fase más avanzada de la sociedad. Durante esos años, en varias ocasiones, hubo intentos de huelga revolucionaria en algunos de los territorios con mayor presencia de sectores concienciados, caso de la zona minera catalana, donde se intentó declarar el comunismo libertario. El Gobierno republicano no tardó demasiado en revertir la situación, con numerosas detenciones. Muchos de esos trabajadores y sindicalistas fueron llevados al vapor Buenos Aires y condenados a una deportación temporal.

La intención inicial de las autoridades era llevarlos a Annobón, una lejana isla de la colonia española en el golfo de Guinea, que hoy es parte de Guinea Ecuatorial. Los anarquistas presos llegan en el Buenos Aires, pero por un lado las autoridades locales se niegan a aceptarlos y por otro, se produce una protesta abierta entre los deportados. Finalmente el 6 de marzo se deciden por llevarlos a Villa Cisneros, otra de las colonias españolas, esta vez en el actual Sahara Occidental.

La situación de los presos, rechazando alimentarse y medicarse, hace que diecinueve de ellos deban ser trasladados al hospital del lazareto de la Isleta de Las Palmas. 

Precisamente el diario anarquista, La Tierra, publicó una carta de Durruti a su compañera Emilia. En ella critica la poca visión del Gobierno republicano, en ese extraño tránsito por las colonias españolas, recordando con emoción que “En Dakar, puerto francés, a la ida para Bata, de una barca que pasó al lado del barco nos gritaron dando un viva que nos llegó al corazón, y eso es todo lo que hemos visto desde que salimos de Las Palmas”.

Poco a poco se fueron liberando grupos de deportados, hasta que solo once quedaron con una condena de deportación “permanente”. Se trataba de los principales líderes de la insurrección, Buenaventura Durruti Domínguez. Domingo Ascaso Abadía, Manual Prieto García, Tomás Cano Ruiz, Pablo Mayo Mayo. Manuel Aguilar Donate, Martín Sisteró Aumedes, Manuel Pérez Feliú, Joaquín Remano Pardo, José María Rafas Sena y Domingo Canela Chafino. El 13 de abril nueve de ellos fueron embarcados en el Cánovas del Castillo y trasladados a Puerto Cabras, en Fuerteventura.

La prensa más conservadora hablaba de que “hombresfiera, pistoleros, una avalancha de destructores anarquistas, una legión de forajidos, de indeseables que España arroja de su seno por ser incompatible su convivencia con el pueblo serio y honrado”. Ese mensaje había calado en la población majorera y en las autoridades locales. Durruti escribió en esos días a su hermana explicando la situación, “el vecindario de la Isla estaba asustado. Les habían dicho que nosotros nos comíamos a los niños crudos. Pero en cuanto nos han visto, hablado y tratado se han tranquilizado y dejan a los niños jugar con nosotros”. 

Deportados en Fuerteventura

Fuerteventura no era la primera vez que era destino final de deportados, menos de diez años antes, la Isla ya había acogido al destacado intelectual, Miguel de Unamuno, tras ser condenado a esta pena por la dictadura de Primo de Rivera. Igual que tantos otros antes, desde el siglo XIX a los primeros años del XX, Canarias vive la llegada periódica de militantes y activistas molestos para los distintos gobiernos españoles. Su llegada coincide con el florecimiento de ideas republicanas, anarquistas, socialistas o liberales, según el momento. Es el caso de Durruti y sus compañeros, que según el investigador Jesús Giráldez, lograron articular en el muelle de Puerto Cabras a trabajadores y pescadores, ligados a la Federación Obrera. En esos años la CNT logrará agrupar a unos 150 trabajadores en la Isla.

La situación se mantendrá de esta manera hasta finales de agosto de 1932, en la que el gobierno de la República ordena la puesta en libertad de los últimos deportados, a los que se les hizo pasar por Tenerife para, desde allí, ser embarcados rumbo a la Península Ibérica. Se ponen así fin a cuatro meses de destierro en Fuerteventura.

En Tenerife, la implantación de los sectores anarquistas era mayoritaria en el ámbito sindical. La CNT había pedido que, el día de la llegada de los deportados, el trabajo acabara a medio día para poder participar en una excursión a Las Mercedes, que según cuenta en sus memorias el líder cenetista, Manuel Pérez, fue muy concurrida.

En la Isla también aprovechará para visitar en la cárcel provincial a Antonio Vidal Arabí, un catalán residente en Tenerife que formaba parte de los sectores más activos de la CNT, que casi cuatro años después será protagonista de un intento de atentado contra el general Franco.

A las cuatro de la tarde, en una plaza atestada, Manuel Pérez recuerda que Durruti, “con palabras bruscas, pero muy sinceras, emocionó a la asistencia a la cual hizo llorar, cuando al terminar su discurso exclamó: «Con la CNT y con la FAI, iremos por el triunfo o por la muerte...»”. Quizás son palabras que tuvieron algo de premonitorias, ya que cuatro años después una bala, en los primeros días de la Guerra Civil, acabaría con la vida del líder revolucionario.

El día 4 de septiembre salió la motonave “Ciudad de Córdoba” de Tenerife, con una despedida emocionante, en un puerto lleno de trabajadores y elementos de todos los sectores sociales,que dieron un último homenaje a los deportados de Villa Cisneros. La figura de Durruti, Ascaso Prieto, Cano y el resto de los sindicalistas se mantuvo durante mucho tiempo en la memoria de la clase trabajadora, aunque el golpe de 1936 y la represión acabarán ahogando este momento, donde Canarias jugó una vez más su papel de centro de deportación del Estado español.

Foto: Fotos antiguas de Tenerife y Diario de Fuerteventura

Fuentes utilizadas

Vera, Eloy. Durruti, 90 años desde su destierro a Fuerteventura. Diario de Fuerteventura: https://www.diariodefuerteventura.com/noticia/durruti-90-a%C3%B1os-desde-su-destierro-fuerteventura

La Voz 23 de enero de 1932 p8

Luz 29 de enero de 1932. p15

La Prensa, 6 de marzo de 1932, p8

La Tierra 5 de abril de 1932 p1

La Tierra 7 de abril de 1932 p1

El Día. 9 de julio de 1932, p4

La Tierra 9 de julio de 1932 p1

La Prensa 2 de septiembre de 1932 p8

La Libertad 3 de septiembre de 1932 p6

Pérez, Manuel. 30 años de lucha: Mi actuación como militante de la CNT y anarquista español. 2012

Goldman, Emma. Fraternalmente, Emma. Cartas de Amor y de Guerra (La Felguera, 2008)

Anaya Hernández, Luis Alberto. La Guerra Civil en Lanzarote y Fuerteventura p27


Comentarios

Entradas populares de este blog

Una leyenda del fútbol canario y un republicano consecuente, Francisco Peraza Hernández

A las cuatro de la tarde del 8 de octubre de 1936 a Francisco Peraza le esperaba un Consejo de Guerra. Su delito, haber sido concejal del último gobierno republicano de Aguere. Llegaba allí tras sufrir prisión y tortura, poco podía imaginar que treinta y tres años después el mismo régimen que lo juzgaba le estaría haciendo un homenaje. Su legado y su memoria le hicieron brillar, incluso en la oscuridad del franquismo, que tuvo que reconocer su trayectoria vital dándole su nombre a uno de los más destacados espacios deportivos de su municipio. El deporte lo convirtió en una persona muy valorada y querida en La Laguna y el conjunto de Canarias, uno de los jugadores de fútbol más reconocidos del primer cuarto del siglo XX, aunque también fuera un hombre con unos firmes compromisos políticos. Aunque nació en 1897, no es hasta 1912 que aparecen las primeras crónicas periodísticas donde lo señalan, por un lado como estudiante aplicado y por otro, como delantero del Laguna Sporting Club, uno...

Adrián Savoie Benítez y el republicanismo tinerfeño

Adrián Savoie nació en una sociedad donde buena parte de la intelectualidad, de la burguesía urbana y amplios sectores de la clase obrera se sentían cada vez más abandonados e ignorados por un modelo de monarquía sustentado en los viejos poderes caciquiles. Un régimen que sistemáticamente trataban de bloquear cualquier tipo de cambio o avance social. Nacido a finales del siglo XIX, en 1889, en una capital comercial del atlántico, como era Santa Cruz de Tenerife. Era hijo de Manuel Marcelino Savoie Labra, que llegó a ser Fundador de la Cámara de Comercio tinerfeña, además de síndico en el ayuntamiento capitalino durante la I República, y Tomasa Benítez García (1). Una familia burguesa, ligada al comercio internacional, de raíces europeas, que se pudo permitir dar una formación amplia a sus hijos. En ese contexto acomodado se desarrollaron los primeros años de Adrián, en una sociedad donde los ideales republicanos y modernistas avanzaban, muy presentes en su propia familia, frente a lo...

Los revolucionarios hermanos Calero Labesse y los inicios del Tenisca

Domingo y Jacobo Calero Labesse, junto a un nutrido grupo de jóvenes republicanos palmeros, lograron mantenerse alzados en los montes de su Isla mientras los franquistas detenían y asesinaban a muchos de sus camaradas. Allí sobrevivieron meses, hasta que en enero de 1937 consiguieron tomar el velero Añaza y huir a Mauritania, en una época donde los viajes de búsqueda de libertad eran en dirección contraria. Ambos fueron dignos hijos de su momento histórico. Los dos, nacidos en Santa Cruz de La Palma, fueron ejemplo de ese activismo social imparable de una generación que soñó que la sociedad en la que nacieron sería cambiada gracias a la convicción de la clase trabajadora. Domingo tenía 15 años cuando entró a formar parte del grupo de jóvenes que en la nochebuena de 1922, en las escalinatas de la plaza de San Francisco de la capital palmera, dieron forma a los inicios de la Sociedad Deportiva Tenisca, uno de los clubes de fútbol más destacados en la Isla. A pesar de su corta edad eje...