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Murallas de diálogo comunitario contra el racismo


A lo largo de la historia emigrar no ha sido una decisión fácil. Abandonar el entorno que conoces, la familia y las amistades, para embarcarte en un viaje que no se sabe bien cómo será, sabemos que no se toma a la ligera. En Canarias tenemos bien cerca esos testimonios, en nuestras familias o en los entornos más próximos podemos recabar decenas de esas experiencias y vivencias, a través de las que miles de personas que nacieron en nuestra tierra o han recalado a ella.

Nuestras ocho islas están ubicadas a apenas cien kilómetros de las costas del continente africano, esa es una realidad que pase lo que pase no cambiará. Somos un puente entre continentes y al mismo tiempo un Archipiélago que geoestratégicamente ha ocupado y ocupará un lugar en el que cualquier crisis humanitaria o ambiental se vivirá con especial intensidad. Cualquier persona que diga que “con su brazo fuerte” esto se acabaría en dos días o miente para tratar de pescar votos o no se entera de nada.

Nos encontramos en una de las fronteras socioeconómicas más desiguales del planeta. Níger con una renta de 590 dólares por habitante y una esperanza de vida de 61 años, Gambia con 772 dólares por habitante y 62 años, Mali con 873 dólares y 58 años o Senegal con 1636 dólares y 68 años de esperanza, frente a un Estado español donde se alcanzan, a pesar de la fragilidad, los 30.103 dólares per cápita y los 82 años de esperanza de vida, por no hablar de otros países de Europa. La desigualdad sin duda es un elemento clave de esta realidad. Mientras los países del continente africano tengan una enorme población juvenil sin expectativas de una vida digna, mientras sus recursos naturales se rifen en los grandes espacios de poder económico del occidente y el cambio climático se desate con más crueldad sobre los que menos culpa tienen, poco o nada se podrá hacer para impedir que miles de personas se jueguen la vida cruzando el océano o el desierto.

En 2021 vivimos la apertura de los campamentos de Las Canteras y Las Raíces. En el ayuntamiento de La Laguna trabajamos para lograr articular una respuesta digna, cortar las voluntades de los que querían señalar a los migrantes como un problema y abordar las indignas condiciones de acogida de estos espacios elegidos por el Ministerio. La clave fue el diálogo y el trabajo comunitario, esa fue la única muralla que quisimos levantar. Hoy estos dos espacios vuelven a ser claves en la red de lugares donde atender a la población en tránsito, albergando en unas muy precarias condiciones a unas 3800 personas.

Los macrocentros no son una solución, lo hemos dicho antes y lo decimos ahora, una red de espacios de atención temporal descentralizada y no sobrepoblada sería una mejor alternativa. Para eso haría falta una respuesta conjunta de ayuntamientos y cabildos, que en 2021 no fue posible.

Tampoco es adecuado que no se faciliten circuitos legales y seguros para el tránsito de personas desde sus países de origen. La Unión Europea vive una paradoja, por un lado, usa la mano de obra que llega en precario, pero por el otro no hace nada para regularizar lo que ahora es clandestinidad, vulnerabilidad y muerte. Los discursos de odio y los bulos han sustituido a los derechos humanos y los argumentos reales. Muchos países de la UE son partícipes directos del desastre ambiental y humanitario que se vive en África, pero sus gobiernos cada vez más están copados de ultras que hacen del odio al pobre su bandera. Canarias, primer lugar de llegada, frontera marítima, se queda entre la espada y la pared, entre unas normas incomprensibles que bloquean cualquier dinámica de cuotas regulares y con derechos, mientras la huida desesperada se produce desde los países emisores.

En esta situación se puede elegir un camino, criticar al otro o arremangarse y ponerse a trabajar desde todas las administraciones. Creo que la segunda opción es la única válida. Mientras crece la voluntad de sacar rédito político, convirtiendo la emigración en una batalla, perdemos tiempo para consensuar, con políticas que acompañen esta realidad, pensadas en luchar contra los bulos, la mejora de la acogida, la convivencia y el diálogo entre las comunidades. En La Laguna demostramos que era posible y ahora nos preocupa mucho que no se esté apostando por este camino, y este viernes la prensa muestra que el Parlamento también lo ha logrado articular, aunque sea tarde.

El próximo dos de noviembre habrá un pleno a petición de CC y PP para abordar la situación migratoria, no nos parece mal, aunque desde Unidas se puede hemos pedido un esfuerzo de diálogo y consenso previo. Hoy en día no sabemos si el Gobierno local del PSOE hará algún esfuerzo al respecto, espero de corazón que sí. No entendemos que todavía no se haya querido convocar a los partidos con presencia en el salón de plenos, que, a diferencia de 2021, no hayamos impulsado espacios donde consensuar una declaración lo más unánime posible para ese pleno. Tampoco nos parece lógico que los representantes de miles de laguneros y laguneras debamos enterarnos por la prensa que hay 2100 personas en el CATE de Las Raíces, que no se hayan retomado espacios de información vecinal y política, como los que abrimos en el mandato pasado, que no tengamos datos de primera mano y aportemos nuestros conocimientos y experiencias a este respecto. Tampoco se ha reactivado la Mesa Municipal de la Acogida a las Personas Migrantes y Refugiadas, un espacio que impulsamos entre 2021 y el primer semestre de 2023 para poner en común recursos y trabajar de la mano de las entidades y colectivos que representan la voz de las personas migrantes, donde la oposición de aquel momento también jugó un importante papel.

Se puede hacer mucho, demostrando que hay una voluntad local de trabajo conjunto, al margen de las siglas, un gobierno responsable debe impulsar esa labor. Retomando programas que en el pasado mandato fueron ejemplo de buena praxis local para la Organización Internacional para las Migraciones en su informe de 2022. No podemos dejar que incidentes como las pintadas racistas del fin de semana, la maraña de bulos que se están lanzando en las redes o una total descoordinación política, sirva de abono a una quiebra de la convivencia. No se trata de colores políticos o de egos, se trata de responsabilidad colectiva. Todavía estamos a tiempo de lograr esa altura de miras que reclamamos y de seguir haciendo un municipio mejor.

Rubens Ascanio Gómez

Coportavoz de Unidas se puede en el Ayuntamiento de La Laguna

      


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