martes, 14 de agosto de 2018

Una travesía rumbo a la libertad: El Telémaco


En este mes de agosto se cumplen 68 años del viaje del Telémaco, uno de los veleros que salieron sin permiso de Canarias cargados de emigrantes que buscaban el futuro y la libertad que no tenían en esta tierra. Esta historia cercana para tantas familias de estas Islas nos recuerda mucho a lo que día a día vemos en la televisión de un drama que habla de la humanidad, de la solidaridad...y de la falta de ellas.
Mi abuelo Benjamín contó en 1981 en el Diario de Avisos su vivencia personal y la de 170 personas más en esos 43 días de travesía, apenas sin agua y comida. Me gustaría destacar algunos extractos de sus recuerdos:
“Finalmente, salimos rumbo a La Guaira, en Venzuela, en unas condiciones precarias, sin carta de navegación, sin sextante, nada, completamente solos. Porque por el sextante pedían 15.000 pesetas y los organizadores no querían gastarse esa cantidad, eso que ellos se ganaron en ese viaje 800.000 pesetas, a 5000 por persona”
Al cabo de más o menos una semana se empezó a racionar el agua, tomando solo la cuarta parte de una leche condensada dos veces al día, montándose guardia junto al barril para que no se cometieran abusos: “Hubo momentos en los que la sed llegó a ser tremenda, concretamente yo llegué a perder 11 kilos”...”yo llegué a tomar gofio con agua salada porqué, equivocadamente, creía que era mejor que la desidratación y no hacíamos sino bañarnos continuamente para apagar la sed”.
El 27 de agosto se encontraron con El Campante, un petrolero español, y mi abuelo dice: “les pedimos una carta de navegación, libro de faro, agua, petróleo, etcétera. No nos dejaron atracar junto a su barco, no arriaron ni siquiera un bote para acercarnos lo que nos daban, lo echaron al mar. Un barril de petróleo, dos barriquitas de agua, una lata de aceite, arroz, fue lo que tuvimos que recoger, tirándonos en pleno Caribe al mar. Es decir, solo cumplieron con las normas estrictas de ayuda en navegación. Tenían la idea de que todos éramos comunistas, huídos”.
El 17 de septiembre llegaron a La Guaira, de ese momento dice “nada más llegar la policía preguntó que quién había traído y a mí me pusieron en una lista de la tripulación y aunque intentamos desmentirlo después de varias veces no nos creyeron. Total que los pasajeros fueron trasladados a la Isla de Orchilla y más tarde se instalaron en Caracas. La tripulación y yo, que supuestamente pertenecía a ella, estuvimos durante un mes en la cárcel modelo de Caracas. Al cabo de un tiempo fuimos repatriados”.


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