sábado, 19 de junio de 2010

José Saramago y la defensa del medioambiente canario.


Hace unos años el escritor José Saramago dedicó este texto a la defensa de El Cotillo un espacio natural de Fuerteventura donde se pretendían construir varios campos de golf. En este texto se recoge parte de su pensamiento que ahora, poco después de su muerte sigue más vivo que nunca, un pensamiento que nos habla de El Cotillo pero también del resto del planeta, puedes cambiar cualquier topónimo y el texto sirve igual.
Sirva para su recuerdo y memoria.
SOBRE EL COTILLO
Al principio, todos los hombres eran dueños de la tierra. Luego llegó el día en que una persona puso cerco a una parcela y dijo, “Esto es mío y lo voy a trabajar para mí y mis descendientes”. Qué lejos estaba ese hombre de suponer que aquel acto más o menos egoísta, más o menos ingenuo, quizá necesario, iba a acabar en esta sinrazón precavernícola y disparatada, irracional y por tanto inhumana, en que algunos propietarios de la tierra se han instalado, creyendo, sin ninguna razón moral que lo justifique, que son algo más que simples usuarios de la tierra, porque la verdad incuestionable es que la tierra es de todos y todos tenemos sobre ella derechos y obligaciones.
Quizá alguien puede venir diciendo “Esto es mío y voy a hacer aquí un imperio de hormigón que me va a rendir muchos millones que luego me llevaré a la tumba para alimentar a mis gusanos”. Hay quien piensa así, desgraciadamente, pero la sociedad entera tiene la obligación de hacerle entender que carece de derecho, porque la tierra y el bien común esta por encima de la desmedida ambición y del crimen. Y crimen es herir una tierra que no es infinita, un paisaje que no tiene la culpa de ser hermoso, unas personas que no pueden ser atropelladas por lo peor de esta civilización, por el dinero rápido, la soez grosería, el encanallamiento de quien nada respeta porque nada entiende.
Hay hombres así, constructores que no saben qué significa el concepto respeto, políticos sin escrúpulos y sin imaginación que promueven y fomentan la destrucción inmediata porque carecen de ideas alternativas para facilitar la vida a sus paisanos, propietarios que venden como si detrás de ellos nada existiera y que luego encabezarán manifestaciones racistas y xenófobas argumentando que lo malo que les ocurre a ellos y a sus hijos llega de fuera, sin darse cuenta de que ellos abrieron la caja de los truenos al permitir que se instalara en su sociedad el desarrollo explotador e incontrolado, que es todo lo contrario al deseable progreso humano.
Pero no nos equivoquemos: el mal avanza. Estos propietarios que no respetan las tierras que recibieron de sus antepasados o que compraron especulativamente, estos políticos de piedra y ambición que se mantienen con la coartada de los votos, tantas veces manipulados, estos constructores que edificarán mal y rápido, utilizando esclavos, sin consideración por nada y por nadie, ese grupo conseguirá sus objetivos si los ciudadanos no logramos frenarlos.
Ese es el gran reto que tenemos: utilizar, frente a la ambición inmoral, la inteligencia; frente a las artimañas legales, el peso del Derecho; frente a la rapiña la honestidad; frente a la corrupción, la fuerza de la razón moral y creadora. Los ciudadanos de buena voluntad no pueden ceder, no podemos cansarnos. El Cotillo no puede ser destruido, Fuerteventura tiene que ser preservada, las Islas Canarias no se pueden permitir otra agresión.
Hoy en El Cotillo, ayer en El Berrugo, mañana otra vez en el Berrugo y en El Cotillo y en todos los lugares donde pretendan instalar la destrucción y la muerte nos iremos encontrando, porque es nuestra responsabilidad, porque no podemos permitir que acaben con Canarias.
José Saramago

1 comentario:

Borja Rubio dijo...

Sin duda este texto desprende cordura y claridad a partes iguales. Un claro y breve ejemplo de lo que ha supuesto, supone y supondrá para Canarias la vorágine capitalista sino conseguimos pararla a tiempo.

Como lanzaroteño fue un orgullo haber estado tan cerca de Saramago, y de personas de su círculo; también haberle oído levantar la voz cuando se hizo necesario. Está claro que ahí no desfalleció, y eso es de agradecerle.

Si bien, políticamente, me quedo con el Saramago de la militancia activa, y el socialismo sin tapujos.

Sin más, lamentar la pérdida de un gran intelectual, nacido y unido a una generación de artistas del pensamiento y de mejores personas. El Planeta Tierra se va quedando vacío.

Descanse en Paz Maestro.
Obrigado Saramago.


Saludos, Rubems