jueves, 8 de octubre de 2009

Cinismo Sostenible. Por Julián Ayala Armas.


Un buen compañero me ha hecho llegar este interesante artículo del periodista canario Julián Ayala Armas publicado en La Opinión de Tenerife que con una crítica bien argumentada y ácida describe como se desarrolló la I Reunión de Expertos sobre Diversidad Biológica en las Islas Europeas. Ayala establece una magnífica comparativa entre lo que los expertos biólogos y naturalistas exponían y la posición que actualmente defiende el Gobierno de Canarias, en especial el Consejero de Medioambiente Domingo Berriel. De verdad que el artículo merece la pena.

Del 1 al 3 de este mes se celebró en Tenerife la I Reunión de Expertos sobre Diversidad Biológica en las Islas Europeas. Durante esos tres días, sesenta estudiosos (si eran expertos imagino que habrán estudiado algo) de diversos países se esforzaron en el objetivo común de crear una red que relacione los programas europeos relativos a la biodiversidad en las islas del Mediterráneo, países nórdicos, Azores, Madeira, Canarias e islas del Atlántico Norte. Deseamos que hayan llegado a alguna conclusión positiva, dada la importancia del tema que les servía de pretexto, pero las escasas noticias de prensa sobre el evento nos hacen ser bastante escépticos acerca de sus resultados. Al menos, acerca de sus resultados concretos en Canarias.
Y no es porque no se haya dicho incluso algunas verdades, como las que afirmó, por ejemplo, el jefe de la Unidad de Biodiversidad del Consejo de Europa, Eladio Fernández Galiano, cuando se refirió a que "la primera amenaza sobre la biodiversidad son los cambios de uso del territorio", añadiendo que "la voracidad del ladrillo ha arruinado muchas costas y espacios naturales".
Lo paradójico de estas afirmaciones, aparentemente tan sensatas, es que tuvieron lugar en una mesa cuya presidencia era ostentada por el consejero de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio del Gobierno de Canarias, Domingo Berriel, responsable último de la descatalogación presuntamente ilegal del sebadal de Granadilla, para superar obstáculos medioambientales a la proyectada construcción de un puerto industrial en la zona, un brutal "cambio de uso del territorio" contra el que miles de personas se han manifestado reiteradamente en Tenerife durante los últimos cinco años.
En su intervención de cierre de la jornada inaugural, Domingo Berriel no tuvo el menor reparo en afirmar –citamos textualmente– "el compromiso ineludible que tiene Canarias (es decir, el Gobierno del que él forma parte) ante las exigencias de la sociedad actual, la comunidad internacional y, por supuesto, las generaciones venideras en la conservación de los recursos biológicos". Debe ser por eso por lo que el grupo parlamentario de Coalición Canaria, partido del que Domingo Berriel es dirigente cualificado, pretende la aprobación de una ley –la del Catálogo Canario de Especies Amenazadas– que ponga el Lugar de Interés Comunitario Sebadales del Sur de Tenerife definitivamente fuera de protección, triquiñuela legal cuya única finalidad es seguir adelante con un modelo de desarrollo destructivo de la biodiversidad insular, del que se amamanta un empresariado pedigüeño y ávido de dinero rápido y fácil. El mismo dinero con el que la Unión Europea suele subvencionar la realización de infraestructuras enmarcadas en ese desarrollismo depredador. A la luz de esta política, la realización de jornadas como la que estamos comentando adquiere su verdadera dimensión de simple lavado de fachada para desorientar a los ingenuos. De cara a la galería, actividades como esta convención para la protección del medio ambiente; en la realidad, perras por un tubo para colaborar en la tarea de acabar con él.
No extraña, pues, el ejercicio de cinismo que, ya que estamos hablando de cuestiones ambientales, podríamos considerar sostenible, del señor Berriel cuando se refirió a que "los mecanismos que se implanten deben ser coherentes y homogéneos para lograr así combatir amenazas accidentales o intencionales en el territorio o en el mar". "Confío en que esta reunión sea un hito importante en el avance hacia un espacio europeo común amparado en una estrategia transnacional de conservación de la biodiversidad", concluyó Domingo Berriel, sin caer en la cuenta de que precisamente la confianza de un individuo como él en la eficacia de una acción protectora de la naturaleza convierte automáticamente en sospechosa la causa a la que se está refiriendo.
En este marco incomparable de palabrería demagógica, no extraña que entre los ponentes de estas benéficas jornadas estuviera el director del llamado Observatorio Ambiental de Granadilla, el biólogo mercenario Antonio Machado, cómplice necesario que avaló con falso cientifismo la presunta ilegalidad ecológica por la que la autoridad judicial suspendió hace meses las obras del proyectado puerto.
Poco puede esperar, pues, la defensa de la biodiversidad de estos encuentros de expertos minados por la quinta columna de los partidarios de un modelo desarrollista que constituye en sí mismo la negación de cualquier medida encaminada a dicha defensa. Ya lo dice un refrán, ajeno por una vez a la grosera obviedad del género: "Reunión de pastores, oveja muerta". Estamos aviados.

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