sábado, 29 de marzo de 2025

Antifranquistas de Canarias refugiados en Senegal. La muerte y el exilio de la familia de Eduardo Suárez Morales

No hace tanto la ruta canaria era en sentido contrario. Militantes antifranquistas y algunos de sus familiares lograron recuperar la libertad en lugares como Dakar o Casablanca. Fue el caso de varios familiares del diputado comunista canario, Eduardo Suárez Morales, que había sido fusilado el 6 de agosto de 1936. Su compañera de vida, María del Rosario Socorro Guerra, junto a sus dos hijos, su hermano y su cuñada lograron llegar a la capital de Senegal un 18 de julio de 1949. Casi treinta años después recordaba el momento con estas palabras: “La emigración y el exilio supuso miserias y calamidades, pero teníamos la compensación de haber dejado atrás la muerte” (1). Ese espacio que les acogió sirvió para que sus hijos se pudieran criar en una libertad que no tenían en Canarias. Allí se mantuvieron viviendo incluso cuando Franco ya había muerto, echando en falta a su marido y padre.

El recuerdo de Eduardo permanecía muy presente. Él había nacido el 27 de enero de 1906 y se crió entre el Puerto de la Luz y Las Canteras, en Las Palmas de Gran Canaria, en una familia de trece hermanos, criado por su tía, ya que su madre había muerto siendo muy niño. Allí conoció el inicio del movimiento obrero y los conflictos sociales, que sin duda generaron una huella en su vida. Estudió magisterio, se acercó al mundo del periodismo y también le tocó, como a tantos otros, emigrar, viviendo en Brasil (2).

A su regreso ejerció como contable en la firma “Hijos de Diego Betancor”. Juan Betancor, un viejo compañero de lucha, lo recordaba con motivo del cincuenta aniversario de su asesinato. Decía que aunque “no tenia grandes dotes oratorias, siempre estuvo al frente de la clase trabajadora en todos los movimientos sindicales” (3). De esa época destacó la importancia de la huelga del Sindicato de Tabaqueros, que sin duda marcó su vida militante, pero también favoreció la cruel sentencia que recibiría tiempo después.

En el informe realizado por Falange Española el 12 de diciembre de 1939, lo señalan que “desde muy joven se apreciaba en su persona un espíritu exaltado”, tratando de evidenciar su carácter luchador, bajo la mirada de un régimen que sin duda temía perfiles como el de Eduardo (4). En el mismo Expediente, el comisario jefe de la Dirección General de Seguridad indicó que además fue Secretario de la Federación Sindical Obrera en Las Palmas y del Sindicato de Trabajadores Mercantiles (5), una pequeña muestra de su activismo e implicación durante los años previos al golpe franquista.

Eduardo Suárez Morales militó en el PSOE en los últimos años de la dictadura de Primo de Rivera, hasta que su partido decidió participar de la misma, cuando renuncia a su afiliación por lo que consideraba una traición a la clase trabajadora (6). Con la llegada de la II República mantendrá una gran actividad sindical y política, participando en 1933 en la fundación del Partido Comunista en Canarias. Un año antes, en enero de 1932, se había casado con su compañera María del Rosario Socorro (7).

En 1935, en la etapa de gobierno conservador dentro de la República, Suárez fue uno de los participantes en el mitin organizado en la capital de Gran Canaria. Allí pidió un recuerdo “a todas las víctimas y a todos los presos, por encima de ideologías y de pequeñeces. Unámonos en un sólido bloque, frente al fascismo y para alcanzar la amnistía” (8). Eduardo logró jugar un papel destacado, en especial, como dijimos, en las movilizaciones de los trabajadores y trabajadoras del importante sector tabaquero. Ese impulso le ayudó a recibir un gran apoyo popular en las elecciones de febrero de 1936, donde sería el segundo candidato más votado en la capital de la Isla y uno de los que logró un puesto como diputado canario (9). La clase obrera había sido un factor clave en el éxito de la candidatura del Frente Popular, por eso no es extraño que los diputados de izquierdas celebraran en marzo de ese año, poco después de las elecciones, una asamblea con un extenso grupo de representantes sindicales y militantes de este grupo social, que llenó el Teatro Galdós de la capital. Tal y como recogió la prensa, la presidencia fue del “presidente del Sindicato de Obreras y Obreros Tabaqueros y los tres diputados de izquierda señores Valle, Junco Toral y Suárez Morales” (10).

Los meses transcurrieron con la ilusión de un nuevo tiempo político. En abril, el joven diputado de treinta años partió en la motonave Dómine, para tomar posesión de su plaza en el Congreso de Madrid (11), donde formaba parte de los partidos que lograron una importante mayoría.

La casualidad quiso que el 18 de julio de 1936 la familia estuviera en su residencia de La Atalaya, en Gran Canaria. Un compañero corrió a avisarle del movimiento militar que se había desatado y del riesgo que corría. Junto con otros militantes de la izquierda trató de generar un foco de resistencia a los golpistas en Moya y Arucas, donde también ejerció como uno de los organizadores socialista Fernando Egea. El intento de resistencia fue en vano. Las escopetas de caza poco podían hacer frente a las armas más modernas de los militares y los cañones del buque militar Arcila. Suárez y su familia, junto a otros militantes, trataron de llegar al continente africano en un barco gasolinero, que quedó sin combustible en Mogán, donde fue detenido por las autoridades golpistas (12).

El proceso militar fue casi inmediato, recibiendo una condena a muerte que debía desarrollarse el 6 de agosto de 1936. Él y Fernando Egea fueron trasladados al cuartel de la Isleta, para pasar su última noche. Su excompañero, Juan Betancor, recordaba que “la esposa de Eduardo irrumpe en llanto y lágrimas, Eduardo le pasa el brazo por los hombros y le dice cariñosamente: "La compañera de un comunista no llora". Eduardo y Egea murieron con el puño en alto y dando vivas a la República” (13). El efecto para la familia fue terrible, que además del dolor, vivieron el acoso constante de falangistas y fuerzas de seguridad. Ricardo García Luis aportó un testimonio que de Ana Doreste Suárez , sobrina de Eduardo Suárez Morales, que dijo que su tía "dejó de cantar y contar cuentos" desde que fusilaron a su hermano (14). Eduardo Suárez dejó una pequeña carta escrita con letra clara, que corrió de mano en mano durante la clandestinidad. En ella recordaba a quienes le permitieron ser diputado, decía: “¡Salud, valientes y queridas hermanas tabaqueras!. Por vosotras y por todos los explotados del mundo, doy mi vida”.

María del Rosario recordaba el acoso que vivió y cómo le afectó. Un día, en el que llegaron a su casa para llevarse también a su hermano, “salí a la puerta y les insulté. Así que los falangistas querían llevarme a mi también. Menos mal que mi padre les dijo que tuvieran compasión con una mujer que había perdido ya a su marido”. Los hombres fueron detenidos y maltratados, pero también las mujeres vivieron a partir de ese mes de agosto de 1936 una existencia donde ser citadas en comandancia formaba parte de su día a día (15). Su hijo recordaba en 2021 como, hasta colocar flores rojas en la tumba sin cruz de su marido, generó quejas y persecuciones del cura de la zona.

No acabó con eso. A partir de 1939 su familia es amenazada por el proceso de Responsabilidades Políticas, del expediente 152/1939. Las autoridades franquistas querían lograr recursos en un país que habían dejado en la ruina absoluta. La víctimas propicias de este saqueo institucional eran los perdedores. Este procedimiento se mantendría activo durante diez años, hasta 1949, la misma fecha del exilio familiar. Ni muertos pudieron escapar. En la sentencia 375 de 1941, el Presidente del Tribunal Pedro Saenz Vallejo y su equipo afirmaba que “...Suárez Morales fue fundador del comunismo, presidente del mismo y propagandista en prensa de esas ideas”. Por esto y por tratar de defender la legalidad democrática, se sancionó a sus herederos al pago de cien pesetas, aunque llegaron a pedir 100.000 (16) en varios documentos previos, hasta constatar que ni él ni Fernando Egea tenían bienes algunos que robar, más allá de la vida. La ideología que hay detrás de este proceso no se oculta lo más mínimo, conservándose en el expediente conservado, hojas informativas reutilizadas, procedentes de informes secretos de la embajada nazi en Madrid.

Sus hijos tuvieron que vivir el exilio de su familia y el desarrollo de su vida en Senegal, donde su madre trató de respetar la petición de su marido de trasladarle unos valores firmes. La situación en la Isla era insoportable y parecía quedar claro que los aliados, que habían acabado con las dictaduras fascistas en Europa, no pensaban hacer nada con Franco. Eduardo, su hijo, recordó en una entrevista imprescindible, recordar la dura experiencia de la emigración y el exilio. Su familia tuvo que salir de forma clandestina, como muchos miles más en esa época, él solo tenía catorce años. Desde Maspalomas embarcaron en un velero que salió de forma ilegal rumbo a Venezuela, escondidos de las autoridades entre sacos de sal. La falta de experiencia del capitán y las malas condiciones del mar hicieron que acabaran recalando en Senegal. Allí recibieron la solidaridad de la población senegalesa, que les llevaba agua y comida. También sufrieron el desinterés de las autoridades coloniales francesas, que los retuvieron durante varios meses en el puerto de Dakar. Allí, parte de su familia permaneció, mientras él trabajó como electricista, albañil o fontanero, llegando a ser presidente del Club Rotary y Cónsul de Alto Volta (actual Burkina Faso), viviendo tiempo después de la muerte del dictador en el país que lo había acogido. Su vida quedó marcada por siempre por esa vivencia y por la luz que dejó su padre tras de sí (17). Una plaza recuerda a Eduardo Suárez Morales en Las Canteras, los nombres de algunos de los culpables de su muerte siguen en espacios públicos, mientras su historia se va olvidando entre la bruma del tiempo.

Eduardo Suárez hijo

Fuentes utilizadas

  1. Tierra Canaria. 15 de enero de 1978. p12

  2. Idem

  3. Boletín de Difusión Interna del PCPC. Nº2. Agosto de 1986. p2

  4. Informe Jefatura Provincial de Las Palmas de Falange Española. 12 de diciembre de 1939. Expediente de la Causa de Responsabilidades Políticas. 152/1939, Archivo Histórico Provincial de Las Palmas de Gran Canaria.

  5. Informe del comisario jefe de la Dirección General de Seguridad. 20 de mayo de 1940. Expediente de la Causa de Responsabilidades Políticas. 152/1939, Archivo Histórico Provincial de Las Palmas de Gran Canaria.

  6. Tierra Canaria. Op cit

  7. Idem

  8. Tribuna Comunista. Noviembre de 1980. p4

  9. Acción. 18 de febrero de 1936. p4

  10. Gaceta de Tenerife. 3 de marzo de 1936. p3

  11. La Prensa. 12 de abril de 1936. p2

  12. Informe Jefatura Provincial de Las Palmas de Falange Española. 12 de diciembre de 1939. Op cit

  13. Boletín de Difusión Interna del PCPC. Op cit

  14. García Luis, Ricardo. Víctor Ramírez: Palabras de Amazigh. La Voz de Lanzarote. 13 de marzo de 1998. p4

  15. Tierra Canaria. Op cit

  16. Sentencia 375 de 1941, del Expediente de la Causa de Responsabilidades Políticas. 152/1939, Archivo Histórico Provincial de Las Palmas de Gran Canaria.

  17. Proyecto Memoria de Casa África: Eduardo Suárez: https://www.youtube.com/watch?v=Xl9xYSI8yzc&t=32s


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