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María del Carmen Sarmiento, una mujer libre en un tiempo de represión

Jamás hacer banderas de papel había tenido una respuesta tan dura. En septiembre de 1961 María del Carmen Sarmiento y sus hijos, Jesús y Arturo Cantero, estaban afanados cortando papeles. Unas tiras blancas, azules y amarillas que al unirse formaban una bandera que hoy nos es familiar, la bandera canaria. Su idea era soltar esas miles de banderas que habían logrado confeccionar durante las fiestas del Pino y marcó el origen del Movimiento Canarias Libre.

María del Carmen Sarmiento venía de una familia acomodada. Nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1905. En 1927 se había casado con un joven prometedor, Ernesto Cantero Arocena, que durante el verano de 1936 estaba en Madrid preparándose para participar en unas oposiciones. Durante la guerra participó apoyando a la República, huyendo a Francia tras la derrota. Allí quedo en un estado lamentable en los campos de concentración, donde tras ser localizado por sus familiares, pudo retornar a su tierra. Ernesto fue depurado y denunciado por un cura, lo que le llevó a la cárcel de Barranco Seco. Sin duda fue una vida dura, siempre bajo la sospecha de las autoridades franquistas. Tuvo que afrontar el apoyo a su compañero de vida y la crianza de sus hijos, todavía pequeños, a los que se señalaba como hijos de rojos. Esa vivencia les marcó. Algunas personas optaban por repudiar la política, otros, la convirtieron en una respuesta necesaria para plantar cara a una larga dictadura, fue el caso de la familia Cantero Sarmiento.

La ejecución de Juan García “El Corredera” en 1959, los ecos de la revolución cubana y de los movimientos de liberación africanos, junto a la situación política local, ayudaron a generar un caldo de cultivo para que jóvenes universitarios, abogados laboralistas y sectores de trabajadores articularan el Movimiento Canarias Libre. Acciones de propaganda como la colocación de las banderas de papel o las pintadas en el Estadio de la UD Las Palmas acabaron en 1962 con detenciones y un proceso judicial que implicó a abogados como Fernando Sagaseta o Carlos Suárez, además de los hermanos Cantero, Armando León, Andrés Alvarado o Luis Alsó. María del Carmen tuvo que volver a acudir a la prisión de Gran Canaria, esta vez para ver a dos de sus hijos. No sería la última, en 1973 le tocó volver a subir. Lo que dijo ese día es parte de la memoria de la transición en Canarias: He subido esta cuesta para visitar a mi marido, luego para visitar a mis hijos y ahora para visitar a mi nieto. ¿Habrá alguien que haya visitado a tres generaciones seguidas de presos políticos?”.

En esos mismos años fue protagonista de otro incidente. Durante la actuación de la Orquesta de Instrumentos Populares de la Radiotelevisión soviética en el Teatro Galdós, unos jóvenes lanzaron unos claveles rojos al escenario...la respuesta de las fuerzas policiales fue su detención y tortura. Eran hijos de amigos de sus propios hijos. A sus 68 años, la indignación le hizo ir a la comisaría y encararse con uno de los responsables de las torturas.

María del Carmen le había dicho a sus hijos que quería ver caer al dictador, lo hizo. Falleció apenas veinte días después de que este muriera en la cama. Le dio tiempo de ver que esas banderas que ayudó a componer, tres años después se habían preñado de estrellas, no las vería ondear en libertad en el Ayuntamiento de Las Palmas o en el de La Laguna, ni que esos colores serían la base de lo que hoy es el símbolo oficial de Canarias.

Fuentes utilizadas

  • González Pérez, Teresa. Mujeres republicanas y represión en Canarias (1936-1939). XIV Coloquio de Historia Canario Americana (2002). p1773

  • García-Lázaro N. y López Trujillo Z. (2013). Canarias Libre: los orígenes del nacionalismo canario en el interior de las islas (1960-1965). Cuadernos de Historia Contemporánea, 35, 219-242.

  • Suárez Rosales, Manuel. Una Patriota Ejemplar. Dña. María del Carmen Sarmiento Valle (1905-1975). La Sorriba. n.º 26, (1986), p5

  • Cantero Sarmiento, Arturo. Memorias de la prisión de Cáceres. Santa Cruz de Tenerife (2010). p219-222


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