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Fernando Arozena Quintero, el presidente del CD Tenerife castigado por los franquistas


Hubo un tiempo en el que ni siquiera haber sido presidente del Club Deportivo Tenerife te protegía de la persecución franquista. Hoy hablaré de Fernando Arozena Quintero, un digno ejemplo de esa generación nacida a finales del siglo XIX, que creía que la única forma de lograr un avance real como sociedad era a través de una República, que acabara con instituciones y hábitos del Antiguo Régimen.

Sectores de la burguesía tinerfeña se identificaron con estos ideales, que llegaban avalados por pensadores y ejemplos realizados en otros países. Para alcanzar estos objetivos harían un enorme esfuerzo en la difusión cultural, en la educación y en mejoras de sectores destacados de la población. Arozena ya era funcionario en la capital tinerfeña en 1902, como auxiliar 3º de la Corporación (1). Su padre, José Arozena, era un destacado miembro de la Cámara de Comercio de la capital tinerfeña (2), eso permitió que los hijos de esa familia tuvieran una educación y un tiempo libre que pocos podían disfrutar en esa época.

Una de las instituciones que respondían a esa búsqueda de bases para un nuevo tiempo social, político y cultural era el Ateneo de Santa Cruz, que como su hermano lagunero, pretendía difundir ideas y valores avanzados en una sociedad marcada por el analfabetismo y el abandono. En 1903 Fernando entró en la directiva de la entidad, ocupando el puesto de bibliotecario (3).

Tres años después contrajo matrimonio con María del Carmen Paredes y Muñoz, formando una prolífica familia (4), muchos de ellos ligados a los valores e ideales que darán forma a la II República. En ese mismo tiempo Fernando siguió colaborando con el Ateneo chicharrero, donde los debates y reflexiones sobre la decadencia de la monarquía borbónica y el fin de la España imperial se hacía notar. La independencia de Cuba, donde la comunidad canaria era muy numerosa, abrió debates también en este lado del Atlántico, también muy ligado al auge del nacionalismo catalán y vasco. En diciembre de 1908 conformarán en el seno del Ateneo Tinerfeño el Centro Regionalista, que promovía la reivindicación de los valores propios de Canarias. En esa sección estarán figuras como el doctor Diego Guigou, promotor del Hospitalito de Niños de la capital, Antonio Lara, futuro diputado republicano o el farmacéutico republicano, Lucas Martín, que conviven con perfiles más conservadores, como el de Andrés Arroyo. Arozena será nombrado vicesecretario de esta entidad (5).

Nuestro protagonista vivió con intensidad los sucesos desarrollados en la Isla. Será uno de los que enviarán noticias sobre las consecuencias de la erupción del Chinyero en 1909 y situaciones como la llegada de vapores de “turistas ingleses, alemanes, franceses y canarios deseosos de presenciar los efectos de la erupción” (6). En ese mismo año empezará la larga labor política institucional de Fernando Arozena, que fue nombrado como uno de los candidatos republicanos para ser concejal en el Ayuntamiento santa crucero. En la lista le acompañan figuras como Juan María Ballester y Remón o históricos del republicanismo tinerfeño, como Patricio Estévanez (7). Se presentará por el tercer distrito de la capital, correspondiente a la zona de San Andrés, donde resultó el candidato más votado (8). Su presencia en el pleno capitalino será continuada, hasta la Dictadura de Primo de Rivera.

En 1910 ya era una figura destacada del Comité provincial y Junta municipal del Partido Republicano, participando como tal en importantes actos para ampliar la presencia de este partido en la Provincia (9). Una de las primeras propuestas que defenderá en el Ayuntamiento será la de municipalizar el servicio de abastecimiento de carbón en el puerto de la capital, un negocio muy importante por la llegada de tantos barcos de vapor, que entendía que podía dejar grandes beneficios. Esta medida fue muy apoyada por la prensa republicana, que decía que “este es un proyecto hermoso, un proyecto qué, llevado a la realidad, abriría un sendero de prosperidades en el porvenir de nuestro pueblo, tan combatido hasta ahora de la fortuna” (10). Esta medida generó que una parte del foco mediático conservador lo señalara, en especial el diario católico, Gaceta de Tenerife.

Por su edad, Arozena se mantuvo muy ligado a la Juventud Republicana, que dentro del amplio espectro ideológico que sumaba en Partido Republicano, representaba a los sectores más avanzados e izquierdistas. Esta entidad, además de labores lúdicas y culturales, tendrá un papel educativo en la formación gratuita de unos 150 alumnos sin recursos de la capital, que recibían clases durante la noche, ya que trabajaban durante el día. La propuesta suponía un aporte municipal de 1200 pesetas a las entidades Añaza y la Juventud Republicana como apoyo a esta tarea (11). Arozena asume esta labor, que fue rechazada por los sectores más conservadores del Consistorio, que preferían la enseñanza religiosa a la laica.

En enero de 1911 se eligió una nueva directiva de la Juventud Republicana, donde se le designó como presidente (12). Uno de los objetivos de la entidad tendrá mucho que ver con el pleito insular, siendo muy activos en la lucha contra la división provincial, elaborando para ello manifiestos donde dicen que se oponen a esto “como tinerfeños, como hijos de esta región que tan duramente sufre los rigores de un caciquismo, el más infamante de los que asolan la patria” (13). No será su principal labor. En ese mismo año fue uno de los promotores centrales de la celebración del primero de mayo como día de reivindicación obrera, instaurada en otros países desde 1889, como Día Internacional del Trabajo por la Unión General de Trabajadores, en la Segunda Internacional. Arozena fue el encargado de reunirse con “los presidentes de los gremios y sociedades obreras para ver si, a pesar de la premura del tiempo, es posible llevar a la práctica esta fiesta de los humildes y de los que viven entregados al trabajo cotidiano” (14).

La respuesta a las acciones republicanas desde la prensa conservadora será la de señalar a sus líderes, con artículos que trataban de generar descrédito contra ellos y contra los “centros de bobería local” (15).

En noviembre de 1911 en el colegio electoral de Arenales, en Las Palmas de Gran Canaria, se produjo un grave incidente en unas reñidas votaciones entre republicanos y leonistas. La Guardia Civil disparó contra la multitud, dejando seis obreros muertos. En Tenerife deciden suscribir la protesta y declarar una jornada de huelga en solidaridad con las familias, en una asamblea de asociaciones obreras y políticas, celebrada en la sede la Juventud Republicana, donde tuvo un activo papel Arozena (16). Situaciones como estas y las tensiones propias de esa sociedad de inicios del siglo XX, entre sectores más progresistas y más conservadores, propició cierto nivel de fractura entre el republicanismo, dividido en tendencias, optando nuestro protagonista por el Republicanismo Radical (17), más cercano a las reivindicaciones populares y revolucionarias, promovido en esos años por Alejandro Lerroux. El perfil de Arozena parece que estuvo marcado por cierta dualidad, por un lado identificado por el sector Radical, pero por otro, promoviendo en el seno de este espacio que se mantuviera la cohesión del partido, mediante la convivencia de las distintas familias. Un ejemplo de ello fue la invitación que realizó para “una reunión a los elementos más significados de todas las fracciones del republicanismo tinerfeño, con objeto de llegar a la unión, tan deseada por todos” (18).

Su cercanía a causas obreras se puede seguir en los sucesos por el derrumbe del proyecto de túnel que iba a unir Roque Negro con Catalanes, donde un derrumbe dejó varios muertos y niños huérfanos, que promoverá junto a otros compañeros que sean apoyados por el Ayuntamiento, promotor de esa infraestructura (19).

La labor social de nuestro protagonista no cesará, muy al contrario. En 1913 formó parte de la plancha con la que los socios más progresistas del Círculo de la Amista XII de enero de Santa Cruz trataron de evitar la presidencia de la misma del conservador Carlos La Roche, eligiéndose como presidente a Antonio Delgado Lorenzo y designándose como tesorero a Arozena (20).

En las elecciones municipales de 1913 vuelve a formar parte de la candidatura republicana, en la que le acompañan figuras como Adolfo Bencomo, Juan N. Perera, José Ruiz Fierro, Rubens Marichal, Adolfo Ramas, Santiago García Cruz, Andrés Orozco o Moisés Coba (21), que consiguieron ser la fuerza más votada, aunque no por mayoría. El nuevo Consistorio encarga a Arozena las labores de Concejal-Inspector de Carruajes. La labor de su espacio no estará exenta de momentos de enfrentamiento, incluso llegando a convocar una asamblea mitin en la que anunciaron su intención de retirarse del Ayuntamiento, para dar a “conocer quienes son los culpables de que el problema de las subsistencias se muestre pavoroso, y el de la salubridad de Santa Cruz vaya de mal en peor” (22), aunque la medida no fue tomada finalmente, manteniéndose en el cargo los ediles republicanos.

El Partido Republicano tinerfeño eligió en 1916 un Directorio, que estuvo integrado por figuras de las distintas tendencias, como eran Patricio Estévanez y Murphy, Ramón Gil-Roldan y Fernando Arozena, nombrándose además como presidente honorario a Rafael Calzadilla; y Calzadilla (23). En esos años seguirá teniendo un destacado papel en el devenir del republicanismo capitalino, llegando a ocupar la primera tenencia y ejerciendo de alcalde accidental durante algunos momentos, coincidiendo con los graves efectos económicos que generó la Primera Guerra Mundial en la dependiente economía insular.

En 1919 ocupará también un puesto en la creación de la Liga de Consumidores, creada en el Parque Recreativo de la capital, entidad presidida por el masón José Freixa, con la secretaría de Jorge Foronda (24). Con su creciente labor social y amplio arraigo, el Partido Republicano tuvo una importante subida en las elecciones locales de 1920, siendo proclamado concejal una vez más, por las secciones del Toscal, Almeida y Lavaderos (25). El republicanismo tinerfeño tomó en esos años un destacado papel en la lucha contra la división provincial, que provocó un aumento del pleito insular y de las tensiones entre las dos grandes capitales isleñas. En 1924 fue elegido para presidir la Junta general la Asociación de funcionarios y obreros del Municipio, que en esa época superaba los 150 asociados (26).

El auge que los clubes deportivos tuvieron en las primeras décadas del siglo XX favoreció la aparición de entidades dedicadas a promover actividades como el baloncesto, el baseball, la lucha canaria...y de forma muy destacada, el fútbol. El Club Deportivo Tenerife era uno de los más importantes de la capital y en 1924 nombró a Arozena miembro de la directiva (27), donde ascendería al puesto de presidente el 15 de junio de 1926, manteniendo el puesto al menos hasta 1928, con un breve lapso de dos meses de pausa (28). En 1928 el Subcomité de Tenerife de la Federación Regional Canaria de Fútbol lo nombró también presidente del mismo (29).

Con la caída de la Dictadura de Primo de Rivera, la crisis económica global y los escándalos de corrupción de Alfonso XIII, la idea de un cambio de régimen se afianza. El republicanismo, en sus diversas formas y sensibilidades avanzaba y el viejo sueño de lograr una nueva etapa sin reyes parecía acercarse. Tuvo que ser una etapa muy emocionante para los viejos adalides de esta idea.

Fernando Arozena tendrá un papel más centrado en su labor profesional, aunque su nombre sonará para volver a ejercer de concejal republicano en 1930 (30) y estuvo presente en mítines como los celebrados por el Partido Republicano Radical Socialista en La Orotava en 1932 (31). Su familia había crecido, ya tenía seis hijos vivos (32), que en algún caso también avanzaban en su compromiso político, caso del abogado e intelectual José Arozena Paredes, que militó en el Partido Socialista.

En la II República volverá a ejercer como presidente del Comité de la Federación Tinerfeña de Fútbol (33), donde había destacado por su buen hacer. Mientras eso sucedía, seguía activo en el republicanismo, que en esos años vivirá nuevas rupturas y divisiones. También le tocó ejercer la representación de obreros y patronos del sector tabaquero ante la crisis que vivía un sector que mantenía a miles de familias en las Islas. A sus cincuenta y cinco años fue elegido para representar a las corporaciones locales e insulares, así como a los integrantes de este sector, en alguna de las reuniones mantenidas en Madrid (34).

En las elecciones de febrero de 1936 Fernando formó parte del bloque de Unión Republicana, posiblemente el sector más moderado de lo que sería el Frente Popular. Su trayectoria lo hizo merecedor de la presidencia del Cabildo, cargo que logró el 2 de marzo de ese año, tras ser elegido por la Comisión gestora (35). En La Prensa definieron su figura como “uno de nuestros más positivos valores actuales. Hombre de fina y clara visión de las 1as cosas, posee un espíritu comprensivo y elevado, clara inteligencia y una cordialidad de trato que le conquistan enseguida todas las simpatías” (36).

El nuevo Gobierno insular, en su breve tránsito, trató de mejorar la situación económica del Cabildo, aquejado de un gran gasto en el mantenimiento del servicio del tranvía y con proyectos pendientes. Uno de estos será la puesta en marcha de un “Hospicio modelo” para los niños y niñas sin familia, incluyendo una adecuada formación educativa y laboral (37).

En junio de 1936 fue uno de los tres representantes tinerfeños que asistieron al Congreso de Unión Republicana en el Teatro Español de Madrid, lo haría en compañía de Antonio Fariña y Domingo Rodríguez Sanfiel, presidente del Círculo de la Amistad XII de enero y uno de los fusilados en 1936, además de su viejo compañero Antonio Lara, que sería directivo de la formación a nivel estatal. Aunque los rumores de un golpe aparecían periódicamente en la prensa, no sabían que apenas quince días después se desataría el terremoto político que daría un vuelco absoluto a sus vidas debido a ese compromiso político.

Los golpistas apartarán y perseguirán a todas las figuras ligadas al republicanismo, no siendo una excepción Fernando Arozena, a pesar de sus amistades y su buena posición social. Aunque parece que no fue encarcelado, si se le sometió a la depuración. El 8 de Noviembre de 1937, se reunió la Comisión Gestora del Excmo. Ayuntamiento en sesión pública ordinaria, bajo la presidencia de su titular, el coronel Juan Vara Terán. Procediéndose a instruir “expedientes a los funcionarios excedentes D. Fernando Arozena Quintero y Don José Carlos Schwartz Hernández, y al Arquitecto D. Otilio Arroyo Herrera, para depurar y determinar su actuación política” (38). No solo eso, además a partir de 1939 se instruyó contra él un expediente del Tribunal de Responsabilidades Políticas, que quizás ayudó al prematuro desenlace de su vida, en enero de 1939 (39), no había cumplido los sesenta años y dejaba cuatro hijos menores de edad. A pesar de su militancia republicana y de una Guerra que daba sus últimos coletazos, el sepelio fue una demostración de dolor en el que “figuraban elementos de todas las clases sociales” (40),y eso que muchos amigos pagaban con cárcel o en el exilio sus ideales.

A pesar de su muerte la causa judicial siguió su curso, incluso cuando era evidente que no existían propiedades o bienes que pudieran ser embargados y que la familia vivía un momento muy complicado, el 5 de junio de 1940 fue condenado al pago de 100 pesetas (41). La vida quiso que años después se le dedicara una calle, por su labor accidental en la alcaldía, igual que su hijo José, otro represaliado, aunque ignoro si los expedientes de depuración de estos funcionarios han sido sometidos a lo que establece la Ley de Memoria Democrática. Espero que este artículo contribuya a recuperar del olvido a figuras como esta.




Fuentes consultadas

  1. Diario de Tenerife. 20 de octubre de 1902 p2

  2. La Opinión. 16 de octubre de 1901 p3

  3. Diario de Tenerife. 7 de enero de 1903 p2

  4. La Opinión. 16 de julio de 1906 p2

  5. La Opinión. 28 de diciembre de 1908 p2

  6. La Correspondencia de España. 23 de noviembre de 1909 p2

  7. El Progreso. 6 de diciembre de 1909 p1

  8. Diario de Tenerife. 13 de diciembre 1909 p2

  9. El Progreso. 11 de abril de 1910 p1

  10. El Progreso. 16 de noviembre de 1910. p1

  11. El Progreso. 12 de enero de 1911 p2

  12. La Opinión. 17 de enero de 1911 p2

  13. La Prensa. 26 de enero de 1911 p1

  14. El Progreso. 26 de abril de 1911 p2

  15. Gaceta de Tenerife. 28 de julio de 1911 p1

  16. La Prensa. 23 de noviembre de 1911 p1

  17. El Progreso. 29 de diciembre de 1911 p2

  18. El Progreso. 18 de agosto de 1912 p1

  19. La Prensa. 30 de enero de 1913 p1

  20. La Opinión. 23 de septiembre de 1913 p2

  21. La Prensa. 10 de noviembre de 1913 p2

  22. El Progreso. 5 de septiembre de 1914 p2

  23. Gaceta de Tenerife. 20 de marzo de 1916 p2

  24. El Progreso. 20 de octubre de 1919 p1

  25. El Progreso. 23 de agosto de 1920 p1

  26. Gaceta de Tenerife. 22 de julio de 1924 p2

  27. La Prensa. 15 de octubre de 1924 p3

  28. Presidentes del Club Deportivo Tenerife: https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Presidentes_del_Club_Deportivo_Tenerife

  29. La Prensa. 1 de febrero de 1928 p5

  30. La Prensa. 18 de febrero de 1930 p1

  31. Medina Sanabria, Pedro. Mitin radical socialista y de afirmación republicana en La Orotava:https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2014/12/09/mitin-radical-socialista-y-de-afirmacion-republicana-en-la-orotava/

  32. AHPLP. Tribunal de Responsabilidades Políticas. Expediente contra Fernando Arozena y otros. Sentencia 196/1940

  33. La Prensa. 28 de octubre de 1933 p6

  34. La Prensa. 23 de julio de 1933 p1

  35. La Prensa. 3 de marzo de 1936 p1

  36. La Prensa. 4 de marzo de 1936 p1

  37. La Prensa. 7 de marzo de 1936 p1

  38. Medina Sanabria, Pedro. Expedientando a un muerto desaparecido: https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2014/07/10/expedientando-a-un-muerto-desaparecido/

  39. La Prensa. 17 de enero de 1939 p2

  40. La Prensa. 18 de enero de 1939 p3

  41. AHPLP. Tribunal de Responsabilidades Políticas. Op cit


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