El profesor Julio Hernández nos descubrió en una fantástica
publicación de los ochenta los planes imperialistas de los EEUU en Canarias
durante el conflicto hispano-cubano de 1898.
Una significativa imagen del tío
Sam colocando banderitas de las barras y estrellas por el mundo ilustraba esta
publicación, siendo uno de los objetivos marcados nuestras Islas, que durante
finales del siglo XIX y los primeros años del siglo XX se prepararon para una
eventual ocupación norteamericana, interesada en ese momento en contar con
bases estratégicas por todo el planeta y en este caso en África.
Tras la derrota española en Cuba, Puerto Rico y Filipinas,
las tropas españolas se trasladaron a las Islas para reforzar las defensas
costeras a lo largo y ancho del Archipiélago. Hoy me enteré de un suceso
curioso sobre un efecto indirecto de esta amenaza imperialista que perdura
hasta la actualidad. En 1904 la costa del Socorro en Güímar estaba escasamente
poblada, apenas la ermita del mismo nombre se levantaba en la zona donde
tradicionalmente se trasladaban los habitantes de muchos núcleos cercanos en
romería durante las fiestas de la virgen.
Todo cambió con el conflicto bélico en el que Canarias se
había convertido en un apetecible punto de paso en las rutas comerciales atlánticas,
tras el reparto imperial del continente africano. En ese año militares
españoles ocuparon la costa güimarera para hacer frente a un eventual ataque
marítimo, probablemente mosqueados con las simpatías mostradas durante buena
parte del XIX en la arribada de piratas y filibusteros norteamericanos a diversos
municipios costeros isleños.
La ocupación del Socorro provocó la subida de la virgen del
mismo nombre hasta la Iglesia de San Pedro, generando la tradición de la bajada
de la virgen que se conoce hoy en día, un efecto directo de las maniobras imperialistas
de los imperios sobre unas de nuestras fiestas populares más antiguas. Un
imperialismo que nunca ha abandonado su interés por estas tierras como lo
demuestran las acciones de castellanos, portugueses, ingleses, holandeses y
norteamericanos. Los restos de esta “guerra fría” por nuestra soberanía
aparecen en forma de fortalezas costeras o los famosos nidos de ametralladora
de la segunda guerra mundial. Ahora todo es más sofisticado, helicópteros de
combate de última generación y drones de 2,5 millones de euros son la marca de
un imperialismo del siglo XXI que seguimos sufriendo calladamente,
convirtiéndose casi en una desgraciada seña de identidad como los pares o nones
del Socorro.
Foto: Centro de la Cultura Popular Canaria
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