sábado, 12 de octubre de 2024

Los fusilados del 13 de octubre de 1936 en Tenerife

A las seis de la mañana del 13 de octubre de 1936 el último Gobernador Civil de la provincia de la República, el gallego Manuel Vázquez Moro, su secretario, Isidro Navarro, el presidente del Círculo de la Amistad XII de enero, Domingo Rodríguez y el presidente del Sindicato de Inquilinos, Francisco Sosa, cayeron ante la descarga del pelotón de fusilamiento.

¿Cuál era el delito por el que los franquistas aplicaban esta pena tan brutal?. El Gobernador y su secretario habían salido al balcón del Gobierno Civil mientras los golpistas trataban de hacerse con el control total de la capital tinerfeña. Domingo y Francisco eran parte de las decenas de chicharreros que seguían en la actual plaza de la Candelaria los movimientos de los militares y reclamaban que se defendiera la legalidad nacida de los resultados de las urnas, muchos estaban en ese momento presos, otros habían sido desaparecidos por los franquistas. Los golpistas que se rebelaron contra el gobierno legítimo los acusan de rebelión.

El 28 de septiembre había empezado un remedo de juicio, un Consejo de Guerra en el salón de actos de lo que hoy es la sede del Parlamento de Canarias, aunque de momento no se recuerde como debiera. La sentencia de los golpistas busca inyectar el miedo en la población, si un Gobernador Civil puede ser fusilado, ¿Quién no?.

Manuel Vázquez Moro tenía 35 años cuando lo asesinan. Había nacido en Galicia, en Villagarcía de Arosa, aunque vivía en sus últimos años en Jerez. Allí participó de la vida política en las fuerzas republicanas y participó activamente en la campaña de las elecciones del Frente Popular, como militante de Izquierda Republicana en la localidad andaluza. Debió de celebrar con alegría el éxito electoral alcanzado.

El 5 de marzo de 1936 fue nombrado Gobernador Civil de la provincia tinerfeña, donde llegó poco después en compañía de su esposa. José Carlos Schwartz, que ejercería de Gobernador interino y era alcalde de Santa Cruz, los recibió. Venían en la motonave Ciudad de Valencia. La foto de la jornada es significativa, de izquierda a derecha aparece Isidro Navarro, la esposa de Vázquez Moro y el nuevo gobernador, el señor Schwartz y José María Martín Díaz, que fue segundo teniente alcalde de la capital. Dos de ellos serían fusilados, los otros dos asesinados y desaparecidos antes de finalizar ese año. En total permaneció 127 días en las islas como Gobernador Civil, del sábado 14 de marzo al sábado 18 de julio de 1936. En ese tiempo no cesó de participar en reuniones con colectivos y entidades, intermediar en conflictos laborales, además de participar en viajes a los distintos puntos de la Provincia, e incluso logró ascender el pico Teide. El día que se encontró frente al pelotón de fusilamiento pidió que “no le tapasen los ojos y le disparasen al pecho”.

Isidro Navarro, de 26 años, era secretario del anterior. Estaba casado y había nacido en Almería, donde con apenas quince años ya escribía sentidos artículos en la prensa local. Se convirtió en telegrafista y en 1930 fue enviado a un destino que marcaría su vida, Tenerife.

Cuando llega a la Isla ya tenía cierto renombre en la prensa, había escrito en el Heraldo de Madrid y en las revistas Crónicas y La Unión Ilustrada. Se convierte en una voz frecuente y en activo colaborador de la Gaceta de Tenerife, medio católico de las derechas, donde entre artículos ligeros y poemas, su nombre cada día se hace más familiar siendo autor del libro “La moderna atlántida”. En julio de 1931 se casa con María Luisa Carballo González, con la que tendrá dos hijos, José Ramón, nacido en 1932, y Clara en 1933.

A partir de 1932 Isidro frecuenta la acción política en las filas del Partido Radical Socialista, donde ocupa el puesto de secretario de propaganda con figuras destacadas de la política local, como Luis Rodríguez Figueroa o José Rial. En 1934 se convierte en uno de los promotores de la recuperación del Ateneo de Santa Cruz, un destacado espacio cultural de la época, además de formar parte en la conformación de Izquierda Republicana, junto a la mayoría de sus antiguos compañeros. Se le nombra responsable de sus Juventudes.

Tras la victoria del Frente Popular es elegido para desempeñar la labor de secretario del Gobernador Civil, de su misma organización. Ese puesto y lo sucedido tras el Golpe militar, marcará el fin de su vida.

Domingo Rodríguez Sanfiel tenía 33 años en el momento de su muerte y había nacido en Tenerife, donde vivía junto a su esposa. Desde 1919 frecuentaba los actos de la Juventud Republicana. En 1930 ejercía de secretario de la Comunidad de Alumbramiento de Aguas “Las Nereidas”, en Güímar y trabajaba como cajero de la Casa de Viuda e Hijos de Aureliano Yanes. En ese mismo año se casa con María de los Dolores Alonso Armas.

En 1933 se convierte en segundo vicepresidente de la sociedad Círculo de la Amistad XII de enero en Santa Cruz de Tenerife, que desde 1868 aportaba una importante actividad cultural al barrio del Toscal de la capital. Poco después, en 1935, ya será nombrado presidente de la entidad. En esta etapa participa dentro de Unión Republicana, uno de los partidos que componían el Frente Popular.

En abril de 1936 es nombrado como compromisario en las elecciones en la provincia, donde lo acompañan José Carlos Schwartz, Pedro García Cabrera y “José Miguel Pérez y Pérez, por las mayorías; y don Lucio Illada y don Adrián Savoie, por las minorías”. Tras el golpe se le acusa de estar en el entorno del Gobierno Civil, donde intercambió opiniones sobre el presunto fracaso del golpe militar, tratando de informar a varios militares de que debían rechazar participar en esa jornada.

Francisco Sosa Castilla, con 26 años cuando cuando fue fusilado, era un joven carpintero, que vivía en la zona de Santa María de Gracia en La Laguna, aunque en 1936 presidirá el Sindicato de Inquilinos de la capital. En 1933 se había casado con Modesta Pérez Hernández, un año más joven que él. Francisco fue presidente del ramo de la madera de la Federación Obrera, muy ligada a la CNT. Su familia será una de las afectadas de los desahucios desarrollados a raíz de la huelga de inquilinos que sacudió la sociedad tinerfeña en el verano de 1933, un suceso que sin duda le dejó una importante huella.

En su faceta profesional como ebanista, será uno de los que en 1935 reclaman públicamente al Ayuntamiento de Santa Cruz mayor atención a los “ebanistas parados por falta de trabajo, y sin tener en cuenta el deber que tiene de proteger la Industria, y el derecho nuestro a la obtención, puesto que pagamos contribución y cuantos tributos se nos presentan diariamente”.

En 1936 es nombrado presidente del Sindicato de Inquilinos en la capital, participando y colaborando en la realización de mítines destacados, en el Teatro Guimerá y uno especialmente masivo en la Plaza de Toros. En una polémica en las páginas de La Prensa con el propietario Augusto Brito le manifiesta “quedo a su disposición en el Sindicato de Inquilinos todos los días laborables, de 6 a 8 de la tarde”. En el mes de mayo la organización articula más respuestas contra la subida de precios de alquiler y pidiendo que no se les cobre por los consumos energéticos de la vivienda.

El domingo 22 de junio de 1936 la plaza de Toros acogerá el denominado “mitin monstruo” del Sindicato de Inquilinos, que presidió Francisco Sosa. En él dice que, “para mí es más significativo vuestra presencia que otra consideración. Si vuestra conducta persiste el triunfo es nuestro”.

El 18 de julio se le acusa de ser uno de los que acude a defender la República a la plaza. Maximiliano Barcia, un vecino que declarará en el Consejo de Guerra, asegura que “estaba en el Bar Alemán, viendo a Francisco Sosa con un grupo que llevaba bultos en los bolsillos, oyendo a Heraclio Díaz dar vivas a la República”. En el proceso se afirma que reunió a un grupo de miembros del Sindicato y que en la plaza llamó cobardes y traidores a los golpistas. La mera sospecha de que Francisco podía tener armas en esa jornada lo señalan para morir, probablemente su papel en el Sindicato de Inquilinos lo hacía un elemento más que molesto.

El Guardia Civil, Juan Vara Terán, primer alcalde franquista de la capital que todavía sigue siendo recordado por una calle, será el encargado de firmar la sentencia de muerte de estos cuatro hombres.

A las cuatro de la tarde del 13 de octubre los cuerpos de los condenados ya han sido enterrados. Fueron trasladados “al Cementerio de Santa Lastenia y practicándose la inhumación de los mismos en los lugares siguientes: El de Manuel Vázquez Moro, en la fosa común patio 7º, parcela 6ª. El de Isidro Navarro López, en la fosa común, patio número siete, parcela séptima. El de Francisco Sosa Castilla, en el nicho número ochenta y tres, fila primera, patio segundo y el de Domingo Rodríguez Sanfiel en el nicho número ochenta y cinco, fila primera, patio segundo, todos ellos en el ya citado Cementerio”. Dejan viudas y huérfanos, que quedarán marcados de por vida por estos sucesos injustificados e injustificables.


Fuentes consultadas

Medina Sanabria, Pedro. Sentencia del 2 de octubre de 1936:

https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2012/02/15/sentencia-del-2-de-octubre-de-1936/

Cuadernos Republicanos, n.º 97 Primavera-verano 2018 - ISSN: 1131-7744 pp17-18

GARCÍA LUIS, RICARDO. La justicia de los rebeldes. Los fusilados en Santa Cruz de Tenerife (1936-1940), Baile del Sol, Tenerife, 1994 pp 57-70

https://adrizando.blogspot.com/p/miscelaneas-y-videos.html

Ascanio Gómez, Rubens. Juan Vara Teran y el dolor de la desmemoria tinerfeña: https://latadelgofio.blogspot.com/2024/05/juan-vara-teran-y-el-dolor-de-la.html


Domingo Rodríguez Sanfiel

El Progreso, 24/2/1919, página 1

Gaceta de Tenerife, 22/1/1930, página 2

Gaceta de Tenerife, 9/5/1930, página 2

Gaceta de Tenerife, 31/12/1933, página 4

La Prensa, 10/3/1935, página 3

Gaceta de Tenerife, 28/4/1936, página 3


Francisco Sosa Castilla

La Prensa, 25/2/1933, página 3

La Prensa, 30/6/1933, página 3

La Prensa, 12/7/1933, página 3

Gaceta de Tenerife, 20/7/1935, página 2

La Prensa, 1/4/1936, página 2

La Prensa, 23/5/1936, página 4

La Voz del Inquilino. 11 de julio de 1936 p2

Gaceta de Tenerife, 30/9/1936, página 6



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