En 1872, durante una reunión del
Consejo General de la Asociación Internacional de Trabajadores (la primera
Internacional), un representante británico, el Sr Hales, propuso una moción
para que los 2 millones de obreros irlandeses que habían emigrado a Inglaterra
forzados por el hambre no pudiesen formar secciones nacionales ya que según
este representante el fin de la asociación era “destruir toda manifestación de
la doctrina nacionalista…”.
Ante esa intervención tomó la palabra Friedrich
Engels, uno de los más estrechos colaboradores de Marx. Engels manifestó que la
moción de Hales “…una vez despojada de toda hipocresía, era someter las
secciones irlandesas a la autoridad del Consejo Federal británico (de la
Internacional), cosa que las secciones irlandesas jamás consentirían y que el
Consejo no tenía el derecho ni la fuerza de imponerles…”
Va más allá Engels en su
exposición y dice que “los irlandeses constituían una nacionalidad autónoma
diferenciada, y el hecho de que hicieran uso de la lengua inglesa no podía
despojarles de sus derechos…el ciudadano Hales había hablado de las relaciones
entre Inglaterra e Irlanda como si
tuvieran un carácter de lo más idílico…pero la situación es bastante distinta.
De hecho, había habido siete siglos de conquista y opresión, sería un insulto a
los obreros irlandeses pedirles que se sometieran a un Consejo Federal
británico”.
El pensador germano considera que
la moción inglesa “estaba pidiendo al pueblo conquistado que olvidara su
nacionalidad y se sometiera a sus conquistadores. Eso no era internacionalismo,
sino simple palabrería a favor de la sumisión. Si los promotores de la moción
estaban tan henchidos de verdadero espíritu internacional, que lo demostrasen
trasladando la sede del Consejo Federal británico a Dublín y que se sometiesen
a un Consejo de irlandeses. En un caso como el de los irlandeses, el auténtico
internacionalismo debía basarse necesariamente en una organización nacional
diferenciada, y estos debía estipular en…su reglamento que su primer y más
imperioso deber en tanto que irlandeses era establecer su propia independencia
nacional…”.
Me parece un texto interesante
cuando tenemos a la vista unas elecciones catalanas envueltas en un pretendido
carácter plebiscitario sobre el futuro de este país. Un debate sobre la
cuestión nacional a nivel del Estado español
que sin duda tendrá sus efectos en otras realidades nacionales, como la
canaria. Esta polémica entre Hales y Engels nos sonará familiar a los
militantes de la izquierda canaria, donde queriéndolo o no siempre se plantea
el eterno debate sobre el territorio en el que vivimos, un espacio geográfico,
histórico y cultural que nos rodea y nos impregna, queramos o no, dotándonos de
mayor o menor sintonía con nuestro pueblo según el análisis que hagamos.
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