viernes, 15 de enero de 2010
Sobre manifestaciones, banderines, mentiras y libertades.
El pasado jueves al poco de llegar del trabajo estaba escuchando Radio San Borondón, una de las emisoras que me gusta escuchar porque informa de luchas que de otra manera uno no podría conocer y seguir. Mientras preparaba el baño de mi hija empezó a retransmitirse la asamblea de la Plataforma contra el Plan General de Ordenación de Santa Cruz. Sinceramente me quedé sorprendido de las primeras intervenciones de dos de los más significativos portavoces de la plataforma que arremetían con enorme dureza contra Alternativa Sí se puede, organización en la que milito y que al igual que ellos ha participado en toda la lucha contra las propuestas urbanísticas de Zerolo y compañía.
El ataque contra mi organización lo justifican por haber llevado a la manifestación banderines con el lema “Sí se puede” acompañados de No al PGO y el nombre de distintos barrios de la capital. Al parecer los convocantes habían decidido que nadie podía llevar banderines de organizaciones (ojo, sólo banderines).
Sinceramente me sorprende (creo que es la primera vez que me pasa) eso de no poder llevar un signo externo a una manifestación cuando representa a una organización donde estamos muchos ciudadanos que vivimos en Santa Cruz y que ha luchado con igual fuerza y eficacia contra el PGO colaborando en todo momento con los vecinos y vecinas. Este empeño contra nuestros banderines me resulta inexplicable o al menos poco comprensible ya que no llegaban al centenar en una manifestación de miles de personas donde (como se puede comprobar en los distintos reportajes) también existían otras banderas igualmente vinculables a otros grupos u organizaciones sin que al parecer fueran tan “dañinas” o escociesen tanto.
Yo, tal vez por una visión romántica de la realidad, tengo la idea de que cuanta más gente y organizaciones acudan a una manifestación mejor, más aún cuando es una lucha que nosotros apoyamos públicamente y estimulamos en la medida de nuestras posibilidades.
Creo que algunos compañeros de la plataforma confunden apoliticismo (una palabreja que la verdad suelo cuestionar con frecuencia) con antipoliticismo donde toda organización política es mala de por si. Al final equiparan a las organizaciones de izquierda, que por si no lo saben somos gente que sacamos tiempo de nuestras vidas para destinarlo a los demás sin cobrar nada por ello, con esos aparatos de partido anquilosados con afiliados a sueldo. Parecen querer ignorar que igual de vecino es el que lleva banderín (sea cual sea) como el que no.
Me parece que por el hecho normal en cualquier marcha o manifestación de llevar banderines no se puede construir un discurso público (repetido por otra parte varias veces en los últimos días) donde se lanzan graves calumnias y acusaciones contra Sí se puede por llevarlos, por haber animado públicamente a participar en la manifestación, por grabar videos y por congratularse de la alta participación de la misma (nada dijeron de otras organizaciones que también convocaron y se congratularon, sin ir más lejos el mismo secretario local del PSOE sin que al parecer pase nada, a pesar de la ausencia de casi la mitad de sus concejales durante la votación del PGO).
Que Felipe Campos no simpatice con Sí se puede es una cosa, pero que diga en una asamblea pública que somos “submarinos del grupo de gobierno” o de “acoso a la Plataforma”, entre otras barbaridades, es bien distinto ya que a parte de ser una mentira colosal, que dice más bien poco de la calidad humana de quien las dice. Lo que al menos me ha quedado claro es que algunos muestran un odio visceral hacia una organización que en ningún momento se ha referido a su persona o a la Plataforma en forma negativa o peyorativa. Mala práctica es esta en que mientras se lamenta de los ataques que desde distintos medios locales ha recibido Felipe Campos este lance el mismo tipo de ataques infundados contra una organización que para colmo está situada en el mismo frente de lucha.
Me parece significativo que unos banderines de una organización que lleva años plantando cara al PGO, asesorando y trabajando con cientos de vecinos, presentando más de 1300 alegaciones a ese plan de diferentes barrios ahora se convierta en uno de los principales problemas para algunos de los portavoces de la Plataforma en la que por otra parte han participado y participan militantes y simpatizantes de SSP que en ningún momento han tenido que mostrar sus “carnets” (aunque en una rueda de prensa de hoy mismo al parecer nos acusa también de participar en las plataforma, el asunto es criticar).
Ese discurso de que las asambleas de ciudadanos “puros” vetada para los infectados por el “virus” político me parece perfecto, cada cual es libre de pensar lo que quiera, pero a parte de ser artificial nos puede llevar a situaciones un tanto disparatadas donde sólo los sindicalistas pueden ir a las manifestaciones obreras, los saharauis a apoyar a Aminatu o los estudiantes a las luchas universitarias. Esa sectorialización de la sociedad a parte de falsa es forzada y en los movimientos sociales al final tod@s somos de todo un poco. Me acuerdo en esta ocasión de las Asambleas Estudiantiles contra la LOU donde algunos atacaban al Sindicato de Estudiantes Canario por “politizar” la lucha estudiantil...curiosamente una de esas voces poco después sería una de las más jóvenes senadoras del PSOE.
Siempre hay mejores maneras y sitios para resolver los conflictos entre organizaciones que en público, ojala estemos a tiempo tod@s de reflexionar un poco más sobre las declaraciones que se hacen y hasta donde debemos o podemos llevar las críticas.
Sinceramente se me hace enormemente difícil creer que en una marcha de libertad, de lucha, de transformación al fin y al cabo se prohíba exhibir símbolos políticos (al menos nuestros lemas) ¿qué será para la próxima? ¿las pancartas?¿las camisetas?¿las consignas?¿las organizaciones?...
Hay personas que parecen negar la representación a grupos políticos emergentes porque creen en el juego bipartidista unicamente. También hay quienes ya no creen en los partidos, ignorando que la Constitución define a éstos como expresión de la voluntad popular y prefieren trabajar en forma asamblearia, algo que está demostrado que tiene sus límites a la hora de tratar con la Administración. En concreto, el caso de F.Campos suena más bien a lo primero, a deseos de evitar que una nueva fuerza política le quite la parte del pastel que se supone le corresponde a psoe.
ResponderEliminarHola Rafa, la verdad que es una pena ser asambleario y al mismo tiempo excluyente...¡que contradicción!.
ResponderEliminarUn saludo
Hay algunos que actúan como si fueran caciques de izquierda, pero caciques al fin y al cabo. Como ya tienen cierta relevancia social con su radio, o con su grupúsculo, o con su chiringuito de lo que sea, desprecian cualquier iniciativa unitaria que les quite protagonismo. Los movimientos asamblearios son potentes herramientas para movilizar a la sociedad, pero pueden acabar degenerando en chiringuitos de cuatro frikis.
ResponderEliminarHay personas que siguen pensando que los movimientos sociales sólo tienen como fin el ser instrumentalizados por las vanguardias iluminadas que sacan sus estandartes y banderines con ocasión de cualquier movilización ciudadana. Los muestran con el objetivo de hacer patente su presencia y demostrar y demostrarse la "fuerza" y capacidad que tienen.
ResponderEliminarHabitualmente se llega a la bochornosa situación de que hay más banderas y siglas que pancartas y carteles denunciando la situación por la que se movilizan. Recuerda la dinámica eclesial de las procesiones religiosas donde cada uno lleva su cristo o virgen con mil adjetivos y colores y donde impera el sectarismo más profundo.
No se trata de asamblearismo versus partidos políticos. Se trata de crear un tal clima de confianza entre las distintas sensibilidades y estrategias que posibiliten aunar fuerzas para la efectiva defensa frente a la clase hegemónica. No seguir por el camino de ver quien se lleva el gato al agua o de quien es el más "listo" y se arralla el millo del protagonismo. Muchas y malas experiencias de todo esto tenemos en los últimos tiempos.
O cambiamos el chip y empezamos a desarrollar dinámicas que favorezcan el encuentro o seguiremos lamiéndonos las heridas y echando la culpa de todo a los compañeros de la "otras" capillas.
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ResponderEliminarFrancisco, comparto en parte el planteamiento que haces a favor de lograr lugares de encuentro y de colaboración en la izquierda, siempre he creído en eso. Lo que también creo es que existe el derecho de las organizaciones a mostrar activamente su apoyo a las distintas luchas, porque de lo contrario también se nos reclamaría. Creo también en la coherencia de esa reclamación, cuando se ha trabajado ese tema con anterioridad, y al menos Sí se puede lleva trabajando con los vecinos el tema del PGO hace casi cuatro años. Algún día habrá que llegar a un consenso sobre el número de pancartas o banderines que son adecuados o inadecuados, como se de un libro de “protocolo de manifestaciones” se tratara.
ResponderEliminarAhora, una cosa Francisco, ¿cómo podemos participar en foros que excluyen? La realidad es que en la Plataforma como dicen algunos de sus portavoces se pide que no “manipulemos” con nuestra presencia, que sólo quieren vecinos en las asambleas (aunque seamos vecinos con filiación política) y a la vez se preguntan porque no participamos...esa bipolaridad es difícilmente entendible, te aseguro nunca hemos tenido ese problema en los lugares donde no te piden el carnet al entrar.
Por otra parte no me deja de sorprender que siempre se critique a las organizaciones de la izquierda mientras que a partidos en parte cómplices con el poder como PSOE o Ciudadanos no se les dice ni mu...que curioso.
Aquí no se trata de echar culpas, se trata de responsabilidad y es irresponsable que dos portavoces de una Plataforma se lancen a decir mentiras y calumnias públicamente de otra organización que está luchando contra el mismo PGO, no son maneras ni formas para llegar a ningún “clima de confianza” cuando existen otros canales para exponer los desacuerdos.
Un saludo
Por cierto, te elimino uno de los comentarios porque la entrada te había salido duplicada. Un saludo
ResponderEliminarNo creo que haya que "regular" el número de banderines y siglas que se exhiban en cada movilización pública. Creo que no es de recibo intentar aprovechar el trabajo de tanta y diversa gente (incluida la afiliada a partidos políticos) para sacar a pasear la "capacidad movilizadora" de cada chiringuito.
ResponderEliminarSi se trata de una denuncia o reivindicación ciudadana, lo lógico sería que esa demanda sea el leiv motif que se visualice de forma abrumadora.
Pero aquí ocurre al revés. Lo que predomina avasalladoramente son las banderas y siglas de cada cofradía.
No hace muchas semanas, con ocasión de la manifestación de sanidad y educación en contra de la reducción de los presupuestos públicos en éstas áreas, se dió la sorprendente e inusual situación del comienzo de la manifestación a la hora en punto. Eso jamás había ocurrido con anterioridad. Y la causa de tal premura fué el movimiento efectuado por más de un grupo para colocarse en la cabecera de la marcha. Esto originó tal desplazamiento de gente que todo el mundo pensó que ya había comenzado y siguió circulando por el trayecto acordado. Se podían contar con los dedos de una mano las pancartas que hacían alusión al motivo de la protesta. Y había cientos de banderines, pancartas y estandartes con los colores y siglas de cada ermita.
A la mayoría de la gente que no pertenece a ningún organismo montado les estamos transmitiendo un mensaje de sectarismo y fanatismo de grupo del que hay que alejarse a toda pastilla.
Sacar a pasear el ego de vez en cuando debe ser una terapia efectiva para los propios. Pero para la gente a la pretendemos llegar y transmitir un mensaje y un compromiso debe resultarles de lo más ridículo y chocante. A los irrefutables hechos me remito.
Francisco, tú lo puedes ver como “chiringuitos” pero para mi son organizaciones (da igual la sigla) y en esas organizaciones hay más o menos gente que alarga las horas de los días para, jugándote el curro (no demasiadas empresas ven con buenos ojos tener a un “revoltoso” en plantilla), sacando tiempo de donde no hay y pagando dinero de su bolsillo para poder reunirse, hablar con gente, trabajar en los barrios, hacer carteles, sacar un boletín o para banderines...
ResponderEliminarMe parece que pretender ir a un modelo de una sola pancarta y detrás tod@s es una idea que puede sonar bien, pero que en la realidad esconde una voluntad anuladora de las organizaciones una cosa que he aprendido en mi militancia de ya bastantes años me dice que al final, cuando la ola de la movilización ha pasado y vuelve la “calma” son las que mantienen el trabajo del día a día en mil pequeñas batallas.
En el trabajo, ese que decía antes, se va el 99% del esfuerzo de una organización seria. Para la mani debemos dejar el 1% restante lo que incluye demostrar que tú organización está en la batalla (cuando no has tenido demasiadas oportunidades de decir tú opinión en los medios o de hacer miles de boletines y cientos de reuniones).
Creo que con el trabajo realizado por Sí se puede en los últimos años con los vecinos frente al PGO algunos podían dejar las susceptibilidades a un lado para no convertir 80 banderines en un “contubernio judeomasónico”.
Un saludo
Nadie pone en cuestión el trabajo y la entrega de tanta gente organizada para hacer llegar a la colectividad sus planteamientos y visiones. Sería del género tonto y muy injusto hacer tal reproche.
ResponderEliminarLo que yo intento reflexionar es sobre el desmedido protagonismo de las labores proselitistas y de reforzamiento interno ("la marca")que se ven cada vez que se organiza una movilización ciudadana.
Se hace más ostensible el propio estandarte que la reivindicación. Y a esto creo que hay que darle la vuelta. Si seguimos jugando con las tácticas de los que tienen "éxito" sin tener los medios ni la preparación que ellos poseen, vamos directos al marisco.
O nos quedaremos siempre como una secta voluntariosa llorando por las esquinas lo mal que nos trata la vida social y política. Y, amargados porque la gente no nos comprende a pesar de lo mucho que hacemos por ella.
Si no somos capaces de entenderlo y cambiar las dinámicas y las formas que nos han llevado a la situación actual, continuaremos como una patita más que reforzará la mesa donde "comen" los privilegiados y sus legitimadores.
Es el problema del sectarismo que no admite matices.
ResponderEliminarQuien no piensa exactamente como yo es otro enemigo al que hay que destruir.
Así nos va. Para muchos no hacen falta los argumentos solo con las descalificaciones tengo suficiente.